miércoles, 26 de diciembre de 2012

Demons, de Imagine dragons


Demonios

Cuando los días son fríos
y todas las cartas han sido jugadas
y los santos que vemos
están hechos de oro;

cuando tus sueños se han arruinado
y aquellos a los que alabamos
son los peores de todos
y la sangre fluye vieja,

quiero esconder la verdad
quiero protegerte,
pero con la bestia dentro
no hay lugar donde escondernos.

No importa qué hagamos,
seguimos haciéndonos codicia.
Este es el advenimiento de mi reino.
Este es el advenimiento de mi reino.

Cuando sientas mi ardor,
mírame a los ojos:
es donde mis demonios se esconden
es donde mis demonios de esconden

No te acerques demasiado,
está oscuro aquí dentro
es donde mis demonios se esconden
es donde mis demonios se esconden

Cuando la llamada del telón
sea la última de todas,
cuando las candilejas se debiliten,
todos los pecadores se arrastrarán

y entonces cavarán tu tumba
y la máscara
gritará llegando
al desastre que has hecho.

No te quiero dejar atrás,
pero estoy en el límite del Infierno,
aunque todo esto sea por ti:
no quiero esconder la verdad

No importa qué hagamos,
seguimos siendo hechos de codicia:
este es el advenimiento de mi reino
este es el advenimiento de mi reino

Cuando sientas mi ardor
mírame a los ojos
es donde mis demonios se esconden
es donde mis demonios de esconden

No te acerques demasiado
está oscuro aquí adentro
es donde mis demonios se esconden
es donde mis demonios se esconden

Ellos dicen que esto es lo que puedes
porque puede desaparecer
está envuelto en mi alma
necesito dejarte ir

Tus ojos brillan claros
yo quiero ver esa luz
no puedo escapar de esto
a menos que me muestres cómo

Cuando sientas mi ardor
mírame a los ojos
es donde mis demonios se esconden
es donde mis demonios de esconden

No te acerques demasiado
está oscuro aquí dentro
es donde mis demonios se esconden
es donde mis demonios se esconden


When the days are cold
And the cards all fold
And the saints we see
Are all made of gold

When your dreams all fail
And the ones we hail
Are the worst of all
And the blood's run stale

I want to hide the truth
I want to shelter you
But with the beast inside
There's nowhere we can hide

No matter what we breed
We still are made of greed
This is my kingdom come
This is my kingdom come

When you feel my heat
Look into my eyes
It's where my demons hide
It's where my demons hide

Don't get to close
It's dark inside
It's where my demons hide
It's where my demons hide

When the curtain's call
Is the last of all
When the lights fade out
All the sinners crawl

So they dug your grave
And the masquerade
Will come calling out
At the mess you made

Don't want to let you down
But i am hell bound
Though this is all for you
Don't want to hide the truth

No matter what we breed
We still are made of greed
This is my kingdom come
This is my kingdom come

When you feel my heat
Look into my eyes
It's where my demons hide
It's where my demons hide

Don't get to close
It's dark inside
It's where my demons hide
It's where my demons hide

They say it's what you may
'cause say it's up to fade
It's volve in my in my soul
I need to let you go

You eyes they shine so bright
I wanna see that light
I can't scape this now
Unless you show me how

When you feel my heat
Look into my eyes
It's where my demons hide
It's where my demons hide

Don't get to close
It's dark inside
It's where my demons hide
It's where my demons hide

domingo, 18 de noviembre de 2012

Charles Baudelaire, El Albatros


L'albatros

Souvent, pour s'amuser, les hommes d'équipage
Prennent des albatros, vastes oiseaux des mers,
Qui suivent, indolents compagnons de voyage,
Le navire glissant sur les gouffres amers.

À peine les ont-ils déposés sur les planches,
Que ces rois de l'azur, maladroits et honteux,
Laissent piteusement leurs grandes ailes blanches
Comme des avirons traîner à côté d'eux.

Ce voyageur ailé, comme il est gauche et veule!
Lui, naguère si beau, qu'il est comique et laid!
L'un agace son bec avec un brûle-gueule,
L'autre mime, en boitant, l'infirme qui volait!

Le Poète est semblable au prince des nuées
Qui hante la tempête et se rit de l'archer;
Exilé sur le sol au milieu des huées,
Ses ailes de géant l'empêchent de marcher.

León Tolstoy, Las tres preguntas


Cierto emperador pensó un día que si se conociera la respuesta a las siguientes tres preguntas, nunca fallaría en ninguna cuestión. Las tres preguntas eran:

1. ¿Cuál es el momento más oportuno para hacer cada cosa?

2. ¿Cuál es la gente más importante con la que trabajar?

3. ¿Cuál es la cosa más importante para hacer en todo momento?

El emperador publicó un edicto a través de todo su reino anunciando que cualquiera que pudiera responder a estas tres preguntas recibiría una gran recompensa, y muchos de los que leyeron el edicto emprendieron el camino al palacio; cada uno llevaba una respuesta diferente al emperador.

Como respuesta a la primera pregunta, una persona le aconsejó proyectar minuciosamente su tiempo, consagrando cada hora, cada día, cada mes y cada año a ciertas tareas y seguir el programa al pie de la letra. Sólo de esta manera podría esperar realizar cada cosa en su momento. Otra persona le dijo que era imposible planear de antemano y que el emperador debería desechar toda distracción inútil y permanecer atento a todo para saber qué hacer en todo momento. Alguien insistió en que el emperador, por sí mismo, nunca podría esperar tener la previsión y competencia necesaria para decidir cada momento cuándo hacer cada cosa y que lo que realmente necesitaba era establecer un «Consejo de Sabios» y actuar conforme a su consejo.

Alguien afirmó que ciertas materias exigen una decisión inmediata y no pueden esperar los resultados de una consulta, pero que si él quería saber de antemano lo que iba a suceder debía consultar a magos y adivinos.

Las respuestas a la segunda pregunta tampoco eran acordes. Una persona dijo que el emperador necesitaba depositar toda su confianza en administradores; otro le animaba a depositar su confianza en sacerdotes y monjes, mientras algunos recomendaban a los médicos. Otros que depositaban su fe en guerreros.

La tercera pregunta trajo también una variedad similar de respuestas. Algunos decían que la ciencia es el empeño más importante; otros insistían en la religión e incluso algunos clamaban por el cuerpo militar como lo más importante.

Y puesto que las respuestas eran todas distintas, el emperador no se sintió complacido con ninguna y la recompensa no fue otorgada.

Después de varias noches de reflexión, el emperador resolvió visitar a un ermitaño que vivía en la montaña y del que se decía era un hombre iluminado. El emperador deseó encontrar al ermitaño y preguntarle las tres cosas, aunque sabía que él nunca dejaba la montaña y se sabía que sólo recibía a los pobres, rehusando tener algo que ver con los ricos y poderosos. Así pues el emperador se vistió de simple campesino y ordenó a sus servidores que le aguardaran al pie de la montaña mientras él subía solo a buscar al ermitaño.

Al llegar al lugar donde habitaba el hombre santo, el emperador le halló cavando en el jardín frente a su pequeña cabaña. Cuando el ermitaño vio al extraño, movió su cabeza en señal de saludo y siguió con su trabajo. La labor, obviamente, era dura para él, pues se trataba de un hombre anciano, y cada vez que introducía la pala en la tierra para removerla, la empujaba pesadamente.

El emperador se aproximó a él y le dijo:

—He venido a pedir tu ayuda para tres cuestiones:

¿Cuál es el momento más oportuno para hacer cada cosa?

¿Cuál es la gente más importante con la que trabajar?

¿Cuál es la cosa más importante para hacer en todo momento?

El ermitaño le escuchó atentamente pero no respondió. Solamente posó su mano sobre su hombro y luego continuó cavando. El emperador le dijo:

—Debes estar cansado, déjame que te eche una mano.

El eremita le dio las gracias, le pasó la pala al emperador y se sentó en el suelo a descansar.

Después de haber acabado dos cuadros, el emperador paró, se volvió al eremita y repitió sus preguntas. El eremita tampoco contestó sino que se levantó y señalando la pala y dijo:

—¿Por qué no descansas ahora? Yo puedo hacerlo de nuevo.

Pero el emperador no le dio la pala y continuó cavando. Pasó una hora, luego otra y finalmente el sol comenzó a ponerse tras las montañas. El emperador dejó la pala y dijo al ermitaño:

—Vine a ver si podías responder a mis tres preguntas, pero si no puedes darme una respuesta, dímelo, para que pueda volverme a mi palacio.

El eremita levantó la cabeza y preguntó al emperador:

—¿Has oído a alguien corriendo por allí?

El emperador volvió la cabeza y de repente ambos vieron a un hombre con una larga barba blanca que salía del bosque. Corría enloquecidamente presionando sus manos contra una herida sangrante en su estómago. El hombre corrió hacia el emperador antes de caer inconsciente al suelo, dónde yació gimiendo. Al rasgar los vestidos del hombre, emperador y ermitaño vieron que el hombre había recibido una profunda cuchillada. El emperador limpió la herida cuidadosamente y luego usó su propia camisa para vendarle, pero la sangre empapó totalmente la venda en unos minutos. Aclaró la camisa y le vendó por segunda vez y continuó haciéndolo hasta que la herida cesó de sangrar.

El herido recuperó la conciencia y pidió un vaso de agua. El emperador corrió hacia el arroyo y trajo un jarro de agua fresca. Mientras tanto se había puesto el sol y el aire de la noche había comenzado a refrescar. El eremita ayudó al emperador a llevar al hombre hasta la cabaña donde le acostaron sobre la cama del ermitaño. El hombre cerró los ojos y se quedó tranquilo. El emperador estaba rendido tras un largo día de subir la montaña y cavar en el jardín y tras apoyarse contra la puerta se quedó dormido. Cuando despertó, el sol asomaba ya sobre las montañas.

Durante un momento olvidó donde estaba y lo que había venido a hacer. Miró hacia la cama y vio al herido, que también miraba confuso a su alrededor; cuando vio al emperador, le miró fijamente y le dijo en un leve suspiro:

—Por favor, perdóneme.

—Pero ¿qué has hecho para que yo deba perdonarte? —preguntó el emperador.

—Tú no me conoces, Majestad, pero yo te conozco a ti. Yo era tu implacable enemigo y había jurado vengarme de ti, porque durante la pasada guerra tú mataste a mi hermano y embargaste mi propiedad. Cuando me informaron de que ibas a venir solo a la montaña para ver al ermitaño decidí sorprenderte en el camino de vuelta para matarte. Pero tras esperar largo rato sin ver signos de ti, dejé mi emboscada para salir a buscarte. Pero en lugar de dar contigo, topé con tus servidores y me reconocieron y me atraparon, haciéndome esta herida. Afortunadamente pude escapar y corrí hasta aquí. Si no te hubiera encontrado seguramente ahora estaría muerto. ¡Yo había intentado matarte, pero en lugar de ello tú has salvado mi vida! Me siento más avergonzado y agradecido de lo que mis palabras pueden expresar. Si vivo, juro que seré tu servidor el resto de mi vida y ordenaré a mis hijos y a mis nietos que hagan lo mismo. Por favor, Majestad, concédeme tu perdón.

El emperador se alegró muchísimo al ver que se había reconciliado fácilmente con su acérrimo enemigo, y no sólo le perdonó sino que le prometió devolverle su propiedad y enviarle a sus propios médicos y servidores para que le atendieran hasta que estuviera completamente restablecido.

Tras ordenar a sus sirvientes que llevaran al hombre a su casa, el emperador volvió a ver al ermitaño. Antes de volver al palacio el emperador quería repetir sus preguntas por última vez; encontró al ermitaño sembrando el terreno que ambos habían cavado el día anterior.

El ermitaño se incorporó y miró al emperador.

—Tus preguntas ya han sido contestadas.

—Pero, ¿cómo? —preguntó el emperador confuso.

—Ayer, si su Majestad no se hubiera compadecido de mi edad y me hubiera ayudado a cavar estos cuadros, habría sido atacado por ese hombre en su camino de vuelta. Entonces habría lamentado no haberse quedado conmigo. Por lo tanto el tiempo más importante es el tiempo que pasaste cavando los cuadros, la persona más importante era yo mismo y el empeño más importante era el ayudarme a mí...

»Más tarde, cuando el herido corría hacia aquí, el momento más oportuno fue el tiempo que pasaste curando su herida, porque si no le hubieses cuidado habría muerto y habrías perdido la oportunidad de reconciliarte con él. De esta manera, la persona más importante fue él y el objetivo más importante fue curar su herida...

»Recuerda que sólo hay un momento importante y es ahora. El momento actual es el único sobre el que tenemos dominio. La persona más importante es siempre con la persona con la que estás, la que está delante de ti, porque quién sabe si tendrás trato con otra persona en el futuro. El propósito más importante es hacer que esa persona, la que está junto a ti, sea feliz, porque es el único propósito de la vida.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Bertolt Brecht, Demolición del barco "Oskawa" por su tripulación



A comienzos de 1922
me embarqué en el "Oskawa", un vapor de seis mil toneladas,
construido cuatro años antes con un costo de cuatro millones de dólares
por la United States Shipping Board. En Hamburgo
tomamos un flete de champán y licores con destino a Río

Como la paga era escasa,
sentimos la necesidad de ahogar
en alcohol nuestras penas. Así,
varias cajas de champán tomaron
el camino del sollado de la tripulación. Pero también en la cámara de oficiales,
y hasta en el puente y en el cuarto de derrota,
se oía ya, a los cuatro días de dejar Hamburgo,
tintineo de vasos y canciones
de gente despreocupada. Varias veces
el barco se desvió de su ruta. No obstante, gracias a que tuvimos mucha suerte, llegamos
a Río de Janeiro. Nuestro capitán,
al contarlas durante la descarga, comprobó que faltaban
cien cajas de champán. Pero, no encontrando
mejor tripulación en el Brasil,
tuvo que seguir con nosotros. Cargamos
más de mil toneladas de carne congelada con destino a Hamburgo.
A los pocos días de mar, se apoderó de nosotros la preocupación
por la paga pequeña, la insegura vejez.
Uno de nosotros, en plena desesperación,
echó demasiado combustible a la caldera, y el fuego
pasó de la chimenea a la cubierta, de modo que
botes, puente y cuarto de derrota ardieron. Para no hundirnos
colaboramos en la extinción, pero,
cavilando sobre la mala paga (¡incierto futuro!), no nos esforzamos
mucho por salvar la cubierta. Fácilmente,
con algunos gastos, podrían reconstruirla: ya habían ahorrado
suficiente dinero con la paga que nos daban.
Y, además, los esfuerzos excesivos al llegar a una cierta edad
hacen envejecer en seguida a los hombres inutilizándolos para la lucha por la vida.
Por lo tanto, y puesto que teníamos que reservar nuestras fuerzas,
un buen día ardieron las dínamos, necesitadas de cuidados
que no podían prestarles gente descontenta. Nos quedamos
sin luz. Al principio usamos lámparas de aceite
para evitar colisiones con otros barcos, pero
un marinero cansado, abatido por los pensamientos
sobre su sombría vejez, para ahorrarse trabajo, arrojó los fanales
por la borda. Faltaba poco para llegar a Madera
cuando la carne empezó a oler mal en las cámaras frigoríficas
debido al fallo de las dínamos. Desgraciadamente,
un marinero distraído, en vez del agua de las sentinas,
bombeó casi toda el agua fresca. Quedaba aún para beber,
pero ya no había suficiente para las calderas. Por lo tanto,
tuvimos que emplear agua salada para las máquinas, y de esta forma
se nos volvieron a taponar los tubos con la sal. Limpiarlos
llevó mucho tiempo. Siete veces hubo que hacerlo.
Luego se produjo una avería en la sala de máquinas. También
la reparamos, riéndonos por dentro. El "Oskawa"
se arrastró lentamente hasta Madera. Allí
no había modo de hacer reparaciones de tanta envergadura
como las que necesitábamos. Sólo tomamos
un poco de agua, algunos fanales y aceite para ellos. Las dínamos
eran, al parecer, inservibles y por consiguiente
no funcionaba el sistema de refrigeración y el hedor
de la carne congelada ya en descomposición llegó a ser insoportable para nuestros
nervios alterados. El capitán,
cuando se paseaba a bordo siempre llevaba una pistola, lo que constituía
una ofensiva muestra de desconfianza. Uno de nosotros,
fuera de sí por trato tan indigno,
soltó un chorro de vapor por los tubos refrigeradores
para que aquella maldita carne
al menos se cociera. Y aquella tarde
la tripulación entera permaneció sentada, calculando, diligente,
lo que le costaría la carga a la United States. Antes de que acabara el viaje
logramos incluso mejorar nuestra marca: 
ante la costa de Holanda, se nos acabó pronto el combustible y,
con grandes gastos, tuvimos que ser remolcados hasta Hamburgo.
Aquella carne maloliente aún causó a nuestro capitán
muchas preocupaciones. El barco
fue desguazado. Nosotros pensábamos
que hasta un niño podría comprender
que nuestra paga era realmente demasiado pequeña.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Joaquín Sabina, Himno nacional


Anteproyectos para la letra del himno nacional (con perdón)

Ciudadanos, ni héroes ni villanos,
hijos del ayer, hay tanto por hacer.
Ciudadanos, tan fieramente humanos,
tan paisanos del hermano de Babel.
Alta montaña con puerto de mar,
clave de sol España. Atrévete a soñar.
Ciudadanos, en guerra por la paz
y la diosa razón mano en el corazón.
Ciudadanos, ni súbditos ni amos,
ni resignación ni carne de cañón.
Pan amasado con fe y dignidad
no hay nada más sagrado que la libertad.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Lucrecio De rerum natura, II, 1-30.


Suave, mari magno turbantibus aequora ventis
E terra magnum alterius spectare laborem ;
Non quia vexari quemquamst iucunda voluptas,
Sed quibus ipse malis careas quia cernere suavest.
Suave etiam belli certamina magna tueri
Per campos instructa tua sine parte pericli ;
Sed nihil dulcius est, bene quam munita tenere
Edita doctrina sapientum templa serena,
Despicere unde queas alios passimque videre
Errare atque viam palantis quaerere vitae,
Certare ingenio, contendere nobilitate,
Noctes atque dies niti praestante labore
Ad summas emergere opes rerumque potiri.
O miseras hominum mentes, o pectora caeca !
Qualibus in tenebris vitae quantisque periclis
Degitur hoc aevi quod cumquest ! 

Es dulce, cuando sobre el vasto mar los vientos acongojan las aguas, guardarse desde la tierra de la gran fatiga de otros, no porque sea un grato placer su tormento, sino porque es gustoso ver de cuáles males tú mismo te has privado. Dulce es asimismo contemplar grandes batallas de encrespada guerra en la llanura sin que tú formes parte del peligro, pero nada más placentero hay que estar solo en los altos espacios serenos, bien fortificados por la doctrina de los sabios, desde donde puedes guardarte de la soberbia de los demás y verlos errar aquí y allá y rondar perdidos el camino de la vida, careciendo de ingenio, rivalizando en nobleza de sangre y esforzándose noche y día con actividad incesante para recabar una riqueza grande y asumir el poder. ¡Oh mentes miserables de los hombres, oh pechos ciegos! ¡En qué tinieblas de vida y tras cuántos grandes peligros transcurre esta vida, cualquiera que sea! 

viernes, 2 de noviembre de 2012

Eurípides, Medea. La condición de la mujer.


MEDEA (Desde el interior de la casa). ¡Ay!
¡Desgraciada de mí, qué infeliz, qué dolor!
¡Ay, ay, ay! ¡Ay de mí! ¿Cómo puedo morir?

NODRIZA

Ahí tenéis, hijos míos, iracunda está ya
vuestra madre, pues el dolor trastornó su índole.
Corred cuanto antes a casa y allí entrad,
no os pongáis cerca de ella, que no os pueda ver,
no acercaos y tened mucho cuidado
con el fiero talante y atroz natural de su mente cruel.
¡Vamos, pues, rápido, pasad aquí dentro!

(El pedagogo entra con los niños en el interior de la casa.)

Se ve bien que esa nube que empieza a surgir,
cargada de lamentos, muy pronto va a arder
estallando en más fuerte pasión. ¿Qué irá a hacer
ese carácter que el mal ha mordido
y en que hay un orgullo muy grande y tenaz?

MEDEA (Desde el interior.) ¡Ay, ay!
¡Sufro, mísera, sufro, tormentos sin fin!
¡Vuestro padre y la casa con él!

NODRIZA

¡Ayayay! ¡Ayayay, desdichada de mí!  
¿Qué culpa existe en los hijos, qué tienen que ver ellos
con las faltas del padre? ¿Los odias? ¿Por qué?
Temo, niños, y siento que vais a sufrir;
es terrible el antojo de un rey que el servir
no conoce, sino sólo el constante mandar,
y duros resultan sus cambios de humor.
Avezarse a vivir siempre igual es mejor
y por lo menos a mí me toque envejecer
sin grandeza, pero estando en seguro lugar.
Ya las cosas medianas, con sólo decir
su nombre, resultan deseables y son
preferibles en su uso a las excesivas, que no
se muestran oportunas jamás al mortal,
sino más desastres a una casa, si atacan
las iras de un dios, eso dan.

(Entra el coro, formado por quince mujeres de Corinto.)

CORO

Escucho sus gemidos y lamentos,
sus agudos clamores lastimeros,
contra el esposo que su lecho infama;
invoca, sintiéndose ofendida,
a Temis,  guardiana de los votos que hizo
de surcar de noche la onda salada
hasta la Hélade opuesta, llave del gran mar. (Medea sale a escena y se dirige al coro.)

MEDEA

¡Oh, mujeres corintias! Salgo de casa para que
no me hagáis reproches; pues, mientras sé que muchos
hombres, tanto íntima como públicamente
se muestran asaz orgullosos, a otros su vivir tranquilo
hace pasar por indolentes. Pues no son siempre justos
los ojos de la gente y hay quien, no conociendo bien
el interior del prójimo, lo contempla con odio, sin mediar ofensa alguna.
Si debe el extranjero cumplir con la ciudad,
no alabo al natural que, amargo y altanero,
se muestra con ellos con falta de tacto.
A mí este suceso, que vino inesperado,
me ha destrozado el ánimo: perdida estoy, no tengo
ya apego a la vida; quiero morir, amigas.
Porque mi esposo, que era todo para mí, como
él muy bien sabe, ha resultado ser el peor de los hombres.
De todas las criaturas que tienen mente y alma  
no hay especie más desgraciada que la de las mujeres.
Primero han de acopiar dinero con que compren
un marido que en amo se torne de sus cuerpos,
lo cual es ya la cosa más dolorosa que hay.
Y en ello es fundamental el hecho de que sea
buena o mala la compra, porque el divorcio
no es honroso para las mujeres ni rehuir al cónyuge.
Llega, pues, una a nuevos usos y debe
trocarse en adivina, pues no aprendió nada de soltera
sobre  cómo con su esposo comportarse.
Si, tras tantos esfuerzos, se aviene el hombre y no protesta
contra el yugo, vida envidiable es; pero, si tal no ocurre,
morirse vale más. El marido, si se aburre de estar
con la familia, en la calle al fastidio de su humor pone fin;
nosotras, a nadie más a quien mirar tenemos.
¡Y dicen que vivimos en casa una existencia
segura, mientras con la lanza combaten!
Sin razón empero: tres veces preferiría yo formar
con el escudo, antes que parir una sola.
Pero a mí no me cuadra el mismo lenguaje que a ti:
tú tienes esta ciudad, la casa de tus padres,
los goces de la vida, el trato con los amigos,
y, por el contrario, yo padezco el ultraje de mi esposo,
que de mi tierra bárbara me raptó, abandonada, sin patria,
madre, hermanos ni parientes en los cuales
pudiera echar ancla frente a tamaño infortunio.

lunes, 29 de octubre de 2012

De Jerónimo Bermúdez, siglo XVI


       ¡Cuánto más libre, cuánto más seguro 
es el estado que, de sí contento, 
no se levanta más de lo que huye 
        grande miseria! 
  Tristes pobrezas nadie las desee, 
ciegas riquezas nadie las procure: 
la bienaventuranza de esta vida 
         es una medianía. 
  Príncipes, reyes y monarcas sumos: 
sobre nosotros vuestros pies tenéis; 
sobre vosotros la crüel Fortuna 
         tiene los suyos. 
  Sopla en los altos montes más el viento, 
los más crecidos árboles derriba, 
rompe también las más hinchadas velas 
        la tramontana; 
  pompas y vientos, títulos hinchados 
no dan descanso más ni más dulzura; 
antes más cansan y más sueño quitan 
          al que los ama. 
  Como sosiegan en el mar las ondas, 
así sosiegan estos pechos llenos, 
nunca quietos, nunca satisfechos, 
        nunca seguros. 
   Si la fortuna yo cortar pudiese 
a la medida del deseo, nunca 
querría más que asegurar la vida 
        de menesteres. 
   Quien más desea las más veces se halla 
triste y burlado; pocas veces duerme; 
el fuego teme, vientos, aires, sombras, 
       teme los hombres. 
  Rey Don Alonso, ¿por qué no te gozas 
de ese tu cetro? ¿Por qué esa corona 
pesada llamas? El peso del alma 
         ¿tanto te aflige? 

sábado, 20 de octubre de 2012

Salmo XXIII


El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Me preparas un banquete
frente a mis enemigos,
perfumas con ungüento mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

martes, 3 de julio de 2012

Pobre y desnuda vas, Filosofía, F. Petrarca




   Gula y sueño y plumas llenas de ocio 

han expulsado toda virtud del mundo,  
y por ello ha dejado casi su cauce  
nuestra naturaleza, derrotada por el hábito;  
    tan apagada permanece toda luz benigna  
del cielo por la que se da forma a la vida humana,  
que como algo admirable se señala  
a quien quiere hacer brotar del Helicón un río. 
    ¿Quién ansía laurel? ¿Quién el mirto...?  
"Pobre y desnuda vas, Filosofía",  
dice el vulgo, sólo interesado en el vil provecho.  
    Pocos compañeros alcanzarás por el otro camino;  
pero tanto más te ruego, espíritu gentil,  
no abandones tu magnánima empresa.



La gola e'l somno et l'otïose piume 
ànno del mondo ogni vertù sbandita,
ond'è dal corso suo quasi smarrita
nostra natura, vinta dal costume;
et è sì spento ogni benigno lume
del ciel, per cui s'informa humana vita,
che per cosa mirabile s'addita
chi vòl far d'Elicona nascer fiume.
Qual vaghezza di lauro? qual di mirto?
"Povera et nuda vai, philosophia",
dice la turba al vil guadagno intesa.
Pochi compagni avrai per l'altra via;
tanto ti prego più, gentile spirto,
non lasar la magnanima tua impresa.

sábado, 30 de junio de 2012

Soneto a Celia Gámez de Agustín de Foxá


A Celia Gámez

Tú, que naciste en las porteñas hampas
y del amor conoces los oficios,
hermosa zorra de las anchas pampas
que enamoras marqueses pontificios.

Tú, que cantas esos tangos con ojeras
repletos de memeces argentinas,
y hablando con duquesas tortilleras
confundes las Meninas con mininas.

Los prognatas toreros que complicas
por ti se tornan en babosos toros;
vas al teatro con señoras ricas,

y estrenas obras con cretinos coros
escritas para ti por los maricas
que sueñan con los culos de los moros.

lunes, 28 de mayo de 2012

The House By the Side of the Road, de Sam Walter Foss


Sam Walter Foss

La casa a la vera del camino

Hay almas ermitañas que viven retiradas 
en la paz de su propio contenido. 
Hay almas lejanas como estrellas anejas al firmamento.
Hay almas pioneras cuyo fuego sigue veredas 
hacia donde nunca llegaron los caminos; 
pero, a mí, dejadme vivir en la casa junto al camino,
y ser un hombre para el hombre.

Quiero vivir en una casa al lado del camino
por donde toda clase de hombre pasa,
buenos y malos,
tan buenos y tan malos como yo.
No quiero sentarme en la silla del burlón
ni con cinismo verlos pasar;
quiero habitar en una casa junto al camino
y ser amigo de la gente.

Observo en casa junto al camino,
junto al camino de la vida,
a hombres apresurados por el fuego de la esperanza
y a hombres débiles luchando;
pero no me aparto de sus sonrisas ni sus lágrimas,
partes ambas del plan infinito:
quiero vivir en mi casa junto al camino
y amistar con la gente.

Sé que hay arroyos, pastos alegres adelante
y montañas de fragosas alturas;
que el camino pasa a través de una larga tarde
y más allá hasta la noche;
pero, aún así, me alegro
cuando los viajeros se regocijan
y lloro con los forasteros que gimen;
aun cuando no vivan en mi casa junto al camino,
ni sean mis vecinos.

Dejadme vivir en mi casa junto al camino
por donde toda clase de hombre pasa:
buenos, malos, débiles, fuertes,
sabios, tontos... como yo.
Así que, ¿por qué sentarme en la silla del burlón
o cínico dejar pasar?

Dejadme vivir en la casa del camino
y ser amigo de todos.


The house by the side of the road


THERE are hermit souls that live withdrawn
In the place of their self-content;
There are souls like stars, that dwell apart,
In a fellowless firmament;
There are pioneer souls that blaze the paths
Where highways never ran-
But let me live by the side of the road
And be a friend to man.


Let me live in a house by the side of the road,
Where the race of men go by - 
The men who are good and the men who are bad,
As good and as bad as I.
I would not sit in the scorner's seat,
Or hurl the cynic's ban; 
Let me live in a house by the side of the road
And be a friend to man.

I see from my house by the side of the road,
By the side of the highway of life,
The men who press with the ardor of hope,
The men who are faint with the strife.
But I turn not away from their smiles nor their tears - 
Both parts of an infinite plan; 
Let me live in my house by the side of the road
And be a friend to man.

I know there are brook-gladdened meadows ahead
And mountains of wearisome height;
And the road passes on through the long afternoon
And stretches away to the night.
But still I rejoice when the travelers rejoice,
And weep with the strangers that moan,
Nor live in my house by the side of the road
Like a man who dwells alone.

Let me live in my house by the side of the road
Where the race of men go by - 
They are good, they are bad, they are weak, they are strong,
Wise, foolish - so am I.
Then why should I sit in the scorner's seat
Or hurl the cynic's ban?
Let me live in my house by the side of the road
And be a friend to man.

domingo, 27 de mayo de 2012

Poemas de Umberto Saba


Palabras

Palabras,
donde se reflejaba el alma del hombre
-desnuda y sorprendida- en los orígenes;
busco un ángulo en el mundo, un oasis
propicio en que lavaros con mi llanto
de la mentira que os ensucia. Juntos,
el cúmulo de recuerdos espantosos
se desharía como nieve al sol.

La cabra

He hablado a una cabra.
Estaba sola en el prado, estaba atada.
Harta de hierba, bañada
por la lluvia, balaba.

Aquel balido igual era fraterno
a mi dolor. Y contesté, primero
por broma, después porque el dolor es eterno,
tiene una sola voz y no varía.
Y yo oía esta voz
gemir en una cabra solitaria.

En una cabra de rostro semita
oía lamentarse cualquier otro dolor,
cualquier otra vida.

Versión de Jesús López Pacheco

 Sobre la mesa

Sobre la mesa del bar donde nos sentamos 
en el verano amigo, caen las hojas 
de los árboles donde los estorninos 
se posan, prestos a emigrar.

Mas tú a mi lado tienes queridas 
esperanzas. Tienes la tristeza que te marca
de una sombra el rostro joven. Oscuro 
es mi llanto, que a los otros y a sí mismo se oculta.

Perspectiva 

La gente aprisa dispersa. 
                                          En la avenida 
hileras de árboles desnudos, 
al fondo allá donde se esfuman los campos, 
se aproximan –parece– hasta estrecharse.     
Y entra aquí un poco de ese cielo lila 
que turba y no consuela. 
                                           Breve tarde, 
demasiado, a la vista, tranquila.

El cristal roto

Todo se mueve contra ti. El mal tiempo, 
las luces que se apagan, la vieja 
casa sacudida por una ráfaga y que amas 
por el mal sufrido, las perdidas 
esperanzas, alguna dicha en ella gozada. 
Sobrevivir te parece negar 
obediencia a las cosas. 
                                       Y en el destrozo 
del cristal en la ventana está la condena. 


Hoja muerta

La encarnada hoja muerta 
que el viento arrastra, 
el viento y el barrendero,

–bajo el fúlgido cielo cae, ensangrienta 
con las otras la calle–

imitaría. Por náusea 
de las palabras vanas, 
de los rostros sin luz.

Pero tu voz, amable, me habla; 
haz que no caiga aún.  
  

Cenizas

Cenizas 
de cosas muertas, de perdidos males, 
de contactos inefables, de mudos 
suspiros;

vívidas 
llamas de vosotras me invisten en el acto 
que de ansia en ansia acerco a las puertas 
del sueño;

Y en el sueño, 
con los lazos tiernos y apasionados 
que tienen el niño y la madre, y en vosotras cenizas 
me fundo.

La angustia 
acecha al paso, yo la desarmo. Como 
un beato la vía del paraíso, 
subo una escala, me detengo ante una puerta 
a la cual llamaba en otros tiempos. El tiempo 
ha cedido de golpe. 
                                   Me siento, 
con los pantalones y el alma de entonces 
en una luz de fulgor; en el corazón 
se abate una alegría vertiginosa 
como el fin. 
                     Pero no grito. 
                                             Mudo 
parto de la sombra hacia el inmenso imperio.

   
Primavera

Primavera que no aprecio, quiero
decir de ti que de una calle la esquina 
doblando, tu presagio me hería 
como una cuchilla. La sombra aún leve 
de ramas desnudas sobre la tierra aún 
desnuda me turba, casi también podría yo 
debería 
renacer. La tumba 
parece insegura ante tu inminencia, antigua 
primavera, que más que otra estación 
cruelmente resucitas y matas. 

Límite 

Habla conmigo largamente mi compañera 
de cosas tristes, graves, que sobre el pecho 
pesan como una piedra; maraña 
de males inextricables, que ninguna 
mano, tampoco la mía, puede desatar. 
Un pájaro 
de la casa de enfrente sobre el alero 
se posa un instante, al sol brilla, regresa 
al cielo azul que lo cobija. 
                                          ¡Oh, él 
dichoso entre los dichosos! Tiene alas, ignora 
mi pena secreta, mi dolor 
de hombre junto a un límite: la certeza 
de no poder salvar a quien se ama.  

UNA NOTTE 

Verrebbe el sonno come l’altre notti 
s’insinua già tra i miei pensieri.
Allora
come una lavandaia un panno, torce 
la nuova angoscia il mio cuore. Vorrei 
gridare, ma non posso. La tortura,
che si soffre una volta, soffro mutuo

Ahi, quello che ho perduto so io solo


UNA NOCHE

Vendrá el sueño como las otras noches,
se insinúa ya entre mis pensamientos.
Entonces
como una lavandera con un paño, retuerce
la nueva angustia de mi corazón. Quisiera
gritar, pero no puedo. La tortura,
que se sufre una vez sola, sufro mudo

Ay, sólo yo sé lo que he perdido

FINESTRA

Il vuoto
del cielo sul color di purgatorio 
delle tegole. Dietro, la materna 
linea dei colli; in basso l’erta dove 
dai cornicioni del teatro calano
i colombi; verdeggia 
un albero che poca terra nutre; 
statue portano alati sulla lira;
fanciulli con estrose grida vagano in corsa


VENTANA

El vacío
del cielo sobre el color de purgatorio
de las tejas. Detrás, la línea
maternal de las colinas; debajo la cuesta donde
las palomas se deslizan desde las cornisas
del teatro; reverdece
un árbol que poca tierra nutre;
unas estatuas cargan aves sobre su lira;
y unos niños entre gritos caprichosos
corretean

lunes, 30 de abril de 2012

Dos poemas de Luis Alberto de Cuenca


Hola, mi amor...

Hola, mi amor,
yo soy el lobo,
quiero tenerte cerca
para oírte mejor.
Hola, mi amor,
soy yo, tu lobo,
quiero tenerte cerca
para verte mejor.
Hola, mi amor,
yo soy el lobo,
quiero tenerte cerca
para oirte mejor.
Hola, mi amor,
soy yo, tu lobo,
quiero tenerte cerca
para olerte mejor.

Si con tus garras
me quisieras abrazar
si con tus dientes
me quisieras tú besar.

Hola, mi amor,
yo soy el lobo,
quiero tenerte cerca
para olerte mejor.
Hola, mi amor,
soy yo, tu lobo,
quiero tenerte cerca
para hablarte mejor.

Hola, mi amor,
yo soy el lobo,
quiero tenerte cerca
para olerte mejor.
Hola, mi amor,
yo soy el lobo,
quiero tenerte cerca
para olerte mejor.
Hola, mi amor,
soy yo, tu lobo,
quiero tenerte cerca
para hablarte mejor.

Yo, lo que quiero,
es tu cuerpo tan brutal
y lo que adoro
es tu fuerza de animal.

Si con tus garras
me quisieras abrazar
y con tus dientes
me quisieras tú besar.

Hola, mi amor,
yo soy el lobo,
te compraría un anillo,
un pastel, un collar.
Hola, mi amor,
soy yo, tu lobo,
quiero bailar contigo
un lindo rock´n´roll. (bis)

Yo sólo quiero
una noche sin final
en la que ambos
nos podamos devorar.
(Escucha la versión de la Orquesta Mondragón. Canta Gurruchaga)

LA MALTRATADATengo Sed. Me has quitado las praderas del norte,
regadas por arroyos de respeto y cariño.
Tengo frío. Te has ido con el sur de mi alcoba,
dejándome las huellas de tu hielo en mi cuerpo.
No sé qué hacer.
La vida me parece una tumba
donde me has enterrado viva, una oscuridad
irrespirable, un túnel sin salida, una muerte
prolongada, el vacío, la ausencia, el desamparo.
Me siento tan vencida por tu odio, tan débil,
tan aterrorizada y tan inexistente,
que no puedo llorar, ni llamar por teléfono
a mis padres (que acaso me dirían: “Aguanta,
que por algo naciste mujer”), ni hacerle señas
a la vecina desde la ventana.
Me quedo
acurrucada en un rincón del dormitorio
esperando que vuelvas y sigas arrasando
con gestos de desprecio, con golpes y con gritos
aquel campo de amor que cultivamos juntos.

domingo, 29 de abril de 2012

Tres poemas inéditos de Pessoa


10-2-1917


El mundo cae a mi alrededor, escombro a escombro.

Mis sentidos oscilan, bandera rota al viento.

¿Qué sombra de qué sol llena de frío y asombro
el camino vacío de la consecución?

Busca un puerto lejano una nave desconocida
ese es todo el sentido de mi vida.

Por un mar azul nocturno, estrellado en el fondo,
sigue su ruta la nave exterior al mundo.

Pero el sentido de todo está cerrado en el asombro
que exhala la llama negra que enciende en mi entusiasmo

Súbitas confesiones de otro que yo fui en otros tiempos
antes de la vida y que vio a Dios y que no soy ahora.


O mundo rui a meu redor, escombro a escombro./Os meus sentidos oscilam, bandeira rota ao vento./Que sombra de que o sol enche de frio e de assombro/A estrada vazia do conseguimento?/ Busca un porto longe uma nau desconhecida/E esse é todo o sentido de minha vida./ Por un mal azul nocturno, estrelado no fundo,/Segue a sua rota a nau exterior ao mundo./ Mas o sentido de tudo está fechado no pasmo/Que exala a chama negra que acende em meu entusiasmo/Subitas confissões de outro que eu fui outrora/Antes da vida e viu Deus e eu não o sou agora. 



5-3-1919 (?)

¿Por qué vivo, quién soy, o qué soy, quién me lleva?
¿Qué seré para la muerte? Para la vida ¿qué soy?
La muerte en el mundo es la oscuridad en la tierra.
Nada puedo. Lloro, gimo, cierro los ojos y voy.
Me cercan el misterio, la ilusión y la descreencia
En las posibilidades que todo sea verdadero.
¡Oh, mi terror de ser, nada hay que te venza!
La vida como la muerte es el mismo mal.


Porque vivo, quem sou, o que sou, quem me leva?/Que serei para a morte? Para a vida o que sou?/ A morte no mundo é a treva na terra./ Nada posso. Choro, gemo, cerro os olhos e vou./ Cerca-me o mistério, a ilusão e a descrença/ Da possibilidade de ser tudo real./ O meu pavor de ser, nada há que te vença!/ A vida como a morte é o mesmo Mal!



12-12-1919

Mi ser vive en la Noche y en el Deseo.
Mi alma es un recuerdo que hay en mí.

Meu ser vive na Noite e no Desejo./ Minha alma é uma lembrança que há en mim.

jueves, 26 de abril de 2012

El ministro Quijote, de Ventura Ruiz Aguilera



Hubo en una corte un ministro loco, 
loco rematado, como Don Quijote, 
a quien bautizaron con aqueste mote 
viendo cómo el reino quiso gobernar: 
mucho durar pudo, mas, por su conducta, 
que, según decían, era extravagante, 
pronto dejó a un cuerdo su sillón vacante 
dando justo origen a cierto refrán, 
que, a pesar del tiempo, dura todavía: 
"Ministro Quijote, ministro de un día." 

De las oficinas desterró a los necios 
que allí colocaron sus antecesores; 
de su lado huyeron los aduladores , 
honradez y ciencia pródigo premió. 
Consiguió que el libro santo de las leyes 
acatase ciego todo ciudadano; 
el tesoro público respetó su mano ; 
pobre subió y pobre muy pronto bajó; 
El refrán, por eso, dura todavía: 
"Ministro Quijote, ministro de un día". 

Con las opiniones fue muy tolerante, 
blando con los buenos, duro con los malos; 
pero jamás quiso persuadir a palos, 
como en nuestros días hacen más de tres. 
Mientras fue ministro, falto de memoria, 
no conoció amigo ni mimó pariente 
procediendo en todo pura y rectamente, 
por lo cual rodando baja del poder. 
El refrán, por eso, dura todavía: 
"Ministro Quijote, ministro de un día." 

Nunca se dio tono con el que le hablaba, 
fuese grande o chico, flaco fuese o gordo, 
ni por conveniencia se hizo jamás sordo, 
cosa que no pueden muchos concebir. 
Libertó a la prensa de los torpes lazos 
que la sujetaban con su férreo yugo 
y, por fin de fiesta, suprimió al verdugo; 
¡De principios tales, digno fue tal fin! 
Pero cayó pronto; bien lo merecía: 
"Ministro Quijote, ministro de un día". 

Desde aquel entonces, el mortal que sube 
máximas contrarias felizmente observa, 
y en su amado puesto firme se conserva 
sin que nada turbe su cabal salud. 
El ministro loco sírvele de ejemplo; 
hoy ya se gobierna con tan raro tino 
que ni el más imbécil hace un desatino, 
porque de él no corra por la multitud 
el refrán que el otro por doquier oía: 
"Ministro Quijote, ministro de un día". 

1851. 

viernes, 13 de abril de 2012

Grodek de Georg Trakl


Por la tarde suenan armas de muerte en bosques otoñales: por áureas llanuras y lagos azules rueda sol tenebroso.

La noche invade a soldados moribundos al salvaje alarido de sus bocas torcidas.

Quietas en la espesura hay nubes enrojecidas donde mora dios colérico; se manchan con fría sangre de luna vertida; todo camino desemboca en cieno y negrura.

Bajo el nocturno ramaje de oro y las estrellas vaga la sombra de mi hermana en un bosque demudado y saluda a los espíritus heroicos, cabezas ensangrentadas, mientras suaves entre rojizos otoñales silban oscuras flautas.

¡Oh, más que soberbio duelo en altares de bronce! Un tremendo dolor alimenta la llama que consume el espíritu:

... los nietos por nacer.