domingo, 23 de junio de 2013

Inéditos de Bergamín

París 1964-1970: versos inéditos

Estos son los 32 poemas que Bergamín envió por carta en abril de 1969 a su hijo y su nuera


JOSÉ BERGAMÍN , El País, 23 de junio de 2013:

Como nace el árbol vivo

de su natural semilla

así nace de tu alma

vivamente la poesía.

         ωωω

No se equivoca Narciso:

se equivoca el engañoso

fantasma de su espejismo.

          ωωω

Cuando un manchego en La Mancha

de veras se vuelve loco

no se vuelve Don Quijote

sino que se tira a un pozo.

               ωωω

La llama tiene dos sombras

una fuera y otra dentro:

y tú eres como la llama

dos veces sombra del fuego.

De sombra es tu corazón.

De sombra, tu pensamiento.

Y entre los dos tú eres llama

luminosa, sin saberlo.

          ωωω

Si tú fueras rey de bastos

y yo fuera rey de espadas,

oros pagarían copas

y haríamos malas bazas.

Conque ¡hagan juego señores!

Que aquí no hay cartón ni trampa.

Y no hay más rey ni más Roque

que el palo de la baraja.

             ωωω

Al fin se acabó la historia.

Y tú te quedaste, al fin,

solo y sin pena ni gloria.

            ωωω

Tú sabes lo que te digo:

que si no dices verdad

no digas que eres mi amigo.

                 ωωω

De un sueño nace tu alma.

Y de otro sueño se muere.

Entre un sueño y otro sueño

tal vez nunca se despierte.

                ωωω

A mí me está pareciendo

que tú no quieres oír

lo que yo te estoy diciendo.

              ωωω

Lo que nos dice la fe

no es ni verdad ni mentira.

No se ve lo que se mira:

se mira lo que se ve.

            ωωω

Por los caminos del aire

se perdió mi pensamiento.

Y no he podido encontrarle.

         ωωω

Yo no sé por qué será

que veo claro lo oscuro

y oscura la claridad.

            ωωω

El curso de la vida es como un río

dijo Manrique, y es la muerte el mar.

Conforme corre el río va sintiendo

ensancharse su cauce más y más.

Es como el dulce discurrir de un llanto

que, al cabo, sentirá

amargarse sus lágrimas postreras

con un sabor de sal.

              ωωω

Lo que anda diciendo el río,

como el viento cuando pasa,

es lo que dice la lluvia

cuando cae sobre el agua.

Es lo que dice en el fuego

el crepitar de sus llamas.

Es lo que tú estás diciendo

cuando miras y te callas.

             ωωω

“Más claro, agua”.

Agua que corre y huye

para ser clara.

                ωωω

El cielo parió una estrella.

Y la envolvieron las nubes

en sus pañales de niebla.

            ωωω

La estrella más luminosa

cuando la miran tus ojos

se apaga como una sombra.

             ωωω

En tu vida hay dos silencios:

uno es silencio por fuera,

otro es silencio por dentro.

Y te parecen al serlo,

uno, silencio del alma,

otro, silencio del cuerpo.

             ωωω

Hay que saber separar

de un silencio otro silencio.

El silencio de los vivos

y el silencio de los muertos.

             ωωω

Al que Dios no le da el habla

el Diablo le da un silencio

que no quiere decir nada.

              ωωω

También el silencio es máscara

que le da forma al vacío

sonoro de las palabras.

               ωωω

La elocuencia del silencio

enmudece lo que hablas.

Hay silencio en lo que dices

y decir en lo que callas.

           ωωω

Hasta la llama más viva

se apaga cuando se duerme

blandamente en la ceniza.

Se va quedando dormida

al cobijo de su lumbre

soñando que resucita.

Que hasta la llama más viva

cuando se apaga se vuelve

Cenicienta de sí misma.

            ωωω

Al borde del precipicio

se asoma tu corazón

como al espejo Narciso.

Se enamora de sí mismo

sin ver que es imagen suya

la del abismal vacío.

            ωωω

Tengo el alma acostumbrada

a su tristeza mortal

y a mí ya nada me espanta.

A mí ya nada me espanta

porque tengo el corazón

tan triste como mi alma.

             ωωω

Tú tendrías que ser otra

y muy distinta de ti

para que yo te creyera

la misma que te creí.

             ωωω

Yo no sé si yo soy el que me sueño

o si es otro el que a mí me está soñando;

otro que me separa de mí mismo

que me vuelve un extraño

fantasma de otro sueño, de otro mundo,

más íntimo y lejano;

otro sueño, otro mundo, en el que estoy

como desensoñado.

              ωωω

Como el eco en el viento, como el vuelo

perdido de los pájaros,

el sueño de un amor que fue mi vida

se me ha quedado muerto entre las manos.

                  ωωω

Tu alma es tan perezosa y dormilona

que parece que está durmiendo siempre.

Tal vez sin despertar de tanto sueño

se dormirá en la muerte.

                ωωω

No es un sueño la muerte,

ni es un sueño la vida.

El sueño está en los ojos

con que tú las miras.

              ωωω

Como la luz de la tarde

tu alma se va apagando.

Tu pensamiento en tu alma

se va crepusculizando. 

jueves, 13 de junio de 2013

El Cuervo de Poe, en latín

Corvus

ALTA nox erat; sedebam tædio fessus gravi,
Nescio quid exoletæ perlegens scientiæ,
Cum velut pulsantis ortus est sonus meas fores—
Languido pulsantis ictu cubiculi clausas fores:
"Me meus", dixi, "sodalis serius visum venit".
Inde fit sonus;—quid amplius?”

Ah! recordor quod Decembris esset hora nubili,
In pariete quod favillæ fingerent imagines.
Crastinum diem petebam; nil erat solaminis,
Nil levaminis legendo consequi curæ meæ:—
De Leonina dolebam, cœlites quam nominant—
Nos non nominamus amplius.

Mœstus aulæi susurros purpurati, et serici,
Horrui vana nec ante cognita formidine;
Propter hoc, cor palpitans ut sisterem, jam dictitans
Constiti, “Meus sodalis astat ad fores meas,
Me meus sero sodalis hic adest efflagitans;
Inde fit sonus;—quid amplius?”

Mente mox corroborata, desinens vanum metum,
“Quisquis es, tu parce,” dixi “negligentiæ meæ;
Me levis somnus tenebat, et quantis tam lenibus
Ictibus fores meas, ut irritum sonum excites,
Quem mea vix consequebar aure”—tunc pandi fores:—
Illic nox erat;—nil amplius.

Has tenebras intuebar tum stupens mentu diu,
Hæsitans, et mente fingens quodlibet miraculum;
At tacebat omne limen ferreo silentio,
Et, “Leonina!” inde nomen editum solum fuit;
Ipse dixeram hoc, et echo reddidit loquax idem;—
Hæc vox edita est;—nil amplius.

In cubiclum mox regressus, concitis præcordiis,
Admodum paulo acriorem rursus ictum exaudio.
“Quicquid est, certe fenestras concutit,” dixi, “meas;
Eja, prodest experiri quid sit hoc mysterium—
Cor parumper conquiesce, donec hoc percepero;—
Flatus hic strepit;—nil amplius.”

Tunc repagulis remotis, huc et huc, en, cursitans,
Et micans alis, verenda forma, corvus insilit.
Blandiens haud commoratus, quam celerrime viam
Fecit et gravis, superbus, constitit super fores—
In caput divæ Minervæ collocans se sculptile
Sedit, motus haud dein amplius.

Nonnihil deliniebat cor meum iste ales niger,
Fronte, ceu Catoniana tetrica me contuens:
“Tu, licet sis capite lævi, tamen es acer, impiger,
Tam verendus,” inquam “et ater, noctis e plaga vagans—
Dic, amabo, qui vocaris nocte sub Plutonia?”
Corvus rettulit, “Non amplius.”

Ales iste luculenter eloquens me perculit,
Ipsa quamvis indicaret pæne nil responsio;
Namque nobis confitendum est nemini mortalium
Copiam datam videndi quadrupedem unquam aut alitem,
Qui super fores sederet sculptilem premens Deam,
Dictus nomine hoc, “Non amplius.”

At sedens super decorum solus ales id caput,
Verba tamquam mente tota dixit hæc tantummodo.
Deinde pressis mansit alis, postea nil proferens,
Donec ægre murmurârim, “Cæteri me negligunt—
Deseret me cras volucris, spes ut ante destitit.”
Corvus tunc refert, “Non amplius.”

Me statim commovit apta, quam dedit, responsio:
“Ista,” dixi, “sola vox est huic opes, peculium,
Quam miser præcepit actus casibus crebris herus
Ingruentibus maligne, donec ingemisceret,
Hanc querulam, destitutus spe, redintegrans diu,
Vocem lugubrem, ‘Non amplius.’”

Mox, nam adhuc deliniebat cor meum iste ales niger,
Culcitis stratum sedile colloco adversus fores;
Hac cubans in sede molli mente cogito mea,
Multa fingens continenter, quid voluerit alitis
Tam sinistri, dam tigrantis, tam macri, tam tetrici,
Ista rauca vox, “Non amplius.”

Augurans hoc considebam, proferens vocis nihil
Ad volucrem, jam intuentem pupulis me flammeis;
Augurans hôc plus sedebam, segniter fulto meo
Capite culcita decora, luce lampadis lita,
Quam premet puella mollem, luce lampadis litam,
Illa lux mea, ah! non amplius.

Visus aer thureis tunc fumigari odoribus,
Quos ferebant Dî prementes pede tapeta tinnulo.
“En, miser,” dixi, “ministrant—Dî tibi nunc exhibent
Otium multùm dolenti de Leonina tua!
Eja, nepenthes potitor, combibens oblivia!”
Corvus rettulit, “Non amplius.”

“Tu, sacer propheta,” dixi, “sis licet dæmon atrox!—
Tartarus seu te profundus, seu procella huc egerit,
Tu, peregrinans, et audax, hanc malam visens domum,
Quam colit ferox Erinnys—dic mihi, dic, obsecro,
Num levamen sit doloris, quem gero—dic, obsecro!”
Corvus rettulit, “Non amplius.”

“Tu, sacer propheta,” dixi, “sis licet dæmon atrox!—
Obsecro deos per illos queis uterque cedimus—
Dic dolenti, num remotis in locis olim Elysî
Sim potiturus puella numini carissima,
Num leoninam videbo, cœlites quam nominant.”
Corvus rettulit, “Non amplius.”

“Ista tempus emigrandi vox notet,” dixi fremens—
“Repete nimbum, repete noctis, tu, plagam Plutoniam!
Nulla sit relicta testans pluma commentum nigra!
Mitte miserum persequi me! linque Palladis caput!
E meo tu corde rostrum, postibus formam eripe!”
Corvus rettulit, “Non amplius.”

Et sedens pennis quietis usquem corvus, indies,
Sculptilis premit Minervæ desuper pallens caput;
Similis oculos molienti luctuosa dæmoni:
Sub lychno nigrat tapetes fluctuans umbra alitis;
Et mihi mentem levandi subrutam hac umbra meam
Facta copia est—non amplius!