miércoles, 4 de julio de 2007

Triste España sin ventura, Juan del Enzina

Triste España sin ventura,
todos te deben llorar,
Despoblada de alegría,
para nunca en ti tornar.


Tormentos, penas, dolores
te vinieron a poblar.
¡Sembrote Dios de plazer
porque naciesse pesar!


Hízote la más dichosa
para más te lastimar.
Tus vitorias y trïunfos
ya se hobieron de pagar.


Pues que tal pérdida pierdes,
dime en qué podrás ganar:
pierdes la luz de tu gloria
y el gozo de tu gozar.


¡Pierdes toda tu esperança,
no te queda qué esperar!
Pierdes Príncipe tan alto,
hijo de reyes sin par.


¡Llora, llora, pues perdiste
quien te había de ensalçar!
En su tierna juventud
te lo quiso Dios llevar.


Llevote todo tu bien,
dexote su desear,
porque mueras, porque penes,
sin dar fin a tu penar.


De tan penosa tristura
no te esperes consolar.



Juan del Encina: "Poesía lírica y cancionero musical". Edición de Royston Oscar Jones y Carolyn Lee. Castalia, Madrid, 1975.

La noche no es para mi, de Vídeo

Ya no sé
qué está bien
o está mal:
una total confusión,
esperando la noche
como el que espera
su final...

Todo el día
de aquí para allá
busco algún leit motiv
para saciar de golpe,
aburrimiento
y soledad...
La noche no es para mí
no es para mí
La noche no es para mí
no es para mí

El reloj
pasa ya de las dos
todo a mi alrededor
se vuelve diferente,
aunque en el fondo
sea igual...

Entre lo incierto
y la realidad,
noto correr el alcohol
por mi sangre efervescente
cumpliendo siempre
el ritual...

La noche no es para mí
no es para mí
La noche no es para mí
no es para mí

La oscuridad
crece aún más y más
y las tinieblas se han
apoderado de mi mente
y no lo puedo
soportar...

Y ya no sé qué está bien
o está mal
busco con desesperación
con quien pasar la noche,
otra noche,
sin final...
La noche no es para mí
no es para mí
La noche no es para mí
no es para mí

El balneario, de Un pingüino en mi ascensor

Yo solía ser fuerte como un roble,
pero nada es perdurable,
hoy mi cuerpo es delicado y sensible
mi salud bastante endeble.
En este balneario
donde vine a acabar mis días,
se empeñó mi sobrino, Zacarías
en que era lo mejor.
Nada como las aguas termales

para mi problema de cervicales,
mis afecciones renales
y mi cáncer de pulmón.
Pero en este balneario

la comida es asquerosa,
las enfermeras, espantosas,
el servicio es demencial
y ya tengo avisado al notario

para que desherede a mi sobrino,
ese pelota cretino
que me metió en este lugar.
Estoy harto de fuentes medicinales,

de baños en oscuros manantiales,
de la importancia de las sales,
del agua mineral sin gas;
y cada día que pasa en el balneario

se acrecienta mi odio a este mundo ingrato,
aumenta mi pasión por el asesinato,
mi único deseo es matar;
y sé que el comisario
no sospecharía de un pobre anciano,
abstraído al estudio del derecho romano
y la filosofía oriental.

En este sanatorio,
los demás pierden el tiempo jugando al mus,
yo repaso mi arsenal, y escucho a Obús
a volumen brutal.
En este purgatorio,

encontré mi entretenimiento,
el remedio al aburrimiento,
liquidando visitantes sin piedad.
Ayer estrangulé a una concejala,

cuando inauguraba la nueva sala,
y tengo guardada una bala
para el Ministro de Sanidad.
Y cada día que pasa en el balneario

se acrecienta mi odio a este mundo ingrato,
aumenta mi pasión por el asesinato,
mi único deseo es matar;
y sé que el comisario
no sospecharía de un pobre anciano,
abstraído al estudio del derecho romano
y la filosofía oriental.
Hoy va a correr la sangre en el balneario.