jueves, 1 de agosto de 2024

Francesco Petrarca, En la muerte de Laura

 En la muerte de Laura


Sus ojos que canté amorosamente,

su cuerpo hermoso que adoré constante,

y que vivir me hiciera tan distante

de mí mismo, y huyendo de la gente,


Su cabellera de oro reluciente,

la risa de su angélico semblante

que hizo la tierra al cielo semejante,

¡poco polvo son ya que nada siente!


¡Y, sin embargo, vivo todavía!

A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,

surca mi nave la extensión vacía...


Aquí termine mi amoroso canto:

seca la fuente está de mi alegría,

mi lira yace convertida en llanto.


Versión de Alejandro Araoz Fraser

No hay comentarios: