Transcribo la edición crítica de Maria Mercè López Casas, pero corrijo la falta de criterios métricos poniendo las diéresis que faltan y remedio la puntuación, que me parece a veces incorrecta. No señalo las haches aspiradas, ni las dialefas ni las sinéresis, pues no hay signo asignado para esas licencias.
COPLAS QUE HIZO EL NOBLE CABALLERO FERRÁN PÉREZ DE GUZMÁN SOBRE EL TRÁNSITO Y MUERTE DEL REVERENDO PADRE Y VIRTUOSÍSIMO PRELADO DON ALFONSO DE CARTAGENA OBISPO DE BURGOS, SU CARO AMIGO.
Aquel Séneca expiró
a quien yo era Lucilo:
la facundia y alto estilo
de España, con él murió.
Así que, no solo yo,
mas España, en triste son,
debe plañir su Platón,
que en ella resplandeció.
La moral sabiduría,
las leyes y los decretos,
los naturales secretos
de la alta sabiduría;
la sacra teología,
la dulce arte oratoria,
toda verísima historia,
toda sutil poesía
hoy perdieron un notable
y valiente caballero,
un relator claro y vero,
un ministro comendable.
¡Quién dará loor loable
al que a todos loaba!
Quien de todos bien hablaba,
¡quién será quien de él mal hable!
La Iglesia, nuestra madre,
hoy perdió un noble pastor;
las religiones, un padre;
la fe, un gran defensor.
Pierdan y hayan dolor
los que son estudïosos
y del saber deseosos:
un gran interpretador.
La yedra, so cuyas ramas
yo tanto me delectaba...
El laurel, que aquellas llamas
ardientes del sol templaba,
a cuya sombra yo estaba...
La fontana, clara y fría,
donde yo la gran sed mía
de preguntar sacïaba...
¡Oh, severa y crüel muerte!
¡Oh, plaga cotidïana,
general y común suerte
de toda la gente humana!
¡En una escura mañana
secaste todo el vergel,
tornando en amarga hiel
el dulzor de la fontana!
¡Oh Fortuna, si fortuna
es verdad que hay en el mundo!
¡Oh más claro y más profundo,
Señor, de la alta tribuna!
¡Cuánto escura y cuán sin luna
es tu ordenanza secreta,
aunque justa, santa y neta,
sin contradicción alguna!
¿Por qué habemos ausencia
de varones virtüosos,
útiles y provechosos
a la humana providencia?
¿Por qué nos queda presencia
inútil y mal compuesta?
De esta causa la respuesta
se remite a tu sentencia.
Queda quien debe partir;
parte quien debe quedar,
que pudiera aprovechar
al político vivir.
De aquí podemos sentir
cuánto grande es la distancia
de nuestra gruesa ignorancia
usada a mal presumir
al tu jüicio divino
alto e inestimable,
Señor mío, uno y trino,
de cïencia incomparable.
Lo que a nos es razonable
parece, Señor, perfecto;
al tu eterno conspecto,
ni es grato, ni aceptable.
Habido tal presupuesto
y tus jüicios dejados,
yo creo ser causa de esto,
nuestras culpas y pecados.
Aquellos nos son negados,
que por mal vivir perdemos.
Aquellos que merecemos,
esos nos son otorgados.
FIN
El Fénix de nuestra Hesperia,
esciente y muy virtüoso,
ya dejó la gran miseria
de este valle lagrimoso.
Pues, concilio glorïoso
de las cïencias, decid:
¡Oh Jhesu Filii David,
tú le da santo reposo!
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