lunes, 18 de septiembre de 2023

Luis de Góngora, A cierta dama que se dejaba vencer

 A cierta dama que se dejaba vencer


Mientras Corinto, en lágrimas deshecho,

la sangre de su pecho vierte en vano,

vende Lice a un decrépito indïano

por cient escudos la mitad del lecho.


¿Quién, pues, se maravilla deste hecho,

sabiendo que halla ya paso más llano,

la bolsa abierta, el rico pelicano,

que el pelícano pobre, abierto el pecho?


Interés, ojos de oro como gato,

y gato de doblones, no Amor ciego,

que leña y plumas gasta, cient arpones


le flechó de la aljaba de un talego.

¿Qué Tremecén no desmantela un trato,

arrimándole al trato cient cañones?

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