domingo, 30 de agosto de 2015

Paul Celan, Fuga de la muerte y otros poemas.

Paul Celan (Czernowitz, 1920 - París, 1970)

Fuga de la muerte

Negra leche del alba la bebemos de tarde
la bebemos a mediodía de mañana la bebemos de noche
bebemos y comemos
cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines
silba a sus judíos hace cavar una fosa en la tierra
nos ordena tocad a danzar

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana a mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos 
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
Tu pelo de ceniza Sulamit cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho

Grita hincad los unos más hondo en la tierra los otros cantad y tocad
agarra el hierro del cinto lo blande son sus ojos azules
hincad los unos más hondo las palas los otros seguid tocando a danzar

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía de mañana te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
tu pelo ceniza Sulamit juega con las serpientes

Grita que suene más dulce la muerte la muerte es un Maestro Alemán
grita más oscuro el tañido de los violines así subiréis como humo en el aire
así tendréis una fosa en las nubes no se yace allí estrecho

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía la muerte es un Maestro Alemán
te bebemos de tarde y mañana bebemos y bebemos
la muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul
él te alcanza con bala de plomo su blanco eres tú
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
azuza sus mastines a nosotros nos regala una fosa en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un Maestro Alemán

tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamit
  
                                                               (De Amapola y memoria, 1952)


Lo sé

Y tú, tú también:
ya crisálida.
Como todo lo que mece la noche.

Este batir, volar de alas en redor:
¡yo lo oigo – no lo veo!

Y tú
como todo
lo liberado del día:
ya crisálida.

Y ojos, que te buscan.
Y mi ojo entre ellos.
Una mirada:
un hilo más que te envuelve.

Esta tardía, tardía luz.
Lo sé: los hilos fulgen.
            
                                      (De De umbral en umbral, 1955)
Flor

La piedra.
La piedra en el aire, a la que seguí.
Tu ojo tan ciego como la piedra.

Éramos
manos,
vaciamos las tinieblas, encontramos
la palabra que remontó el verano:
flor.

Flor – una palabra de ciego.
Tu ojo y mi ojo:
proveen
el agua.

Crecimiento.
Pared a pared del corazón
se acumulan las hojas.

Una palabra aún como ésta y los martillos
cimbran libres.
                                        
                                                   (De Reja de lenguaje, 1959)

Claudio Rodríguez, Antología

Claudio Rodríguez (Zamora, 1934 - Madrid, 1999)

Libro Primero. Poema IV

Así el deseo. Como el alba, clara
desde la cima y cuando se detiene
tocando con sus luces lo concreto
recién oscura, aunque instantáneamente.     
Después abre ruidosos palomares
y ya es un día más. ¡Oh, las rehenes
palomas de la noche conteniendo
sus impulsos altísimos! Y siempre
como el deseo, como mi deseo.             
Vedle surgir entre las nubes, vedle
sin ocupar espacio deslumbrarme.
No está en mí, está en el mundo, está ahí enfrente.
Necesita vivir entre las cosas.                                        
Ser añil en los cerros y de un verde
prematuro en los valles. Ante todo,
como en la vaina el grano, permanece
calentando su albor enardecido
para después manifestarlo en breve
más hermoso y radiante. Mientras, queda
limpio sin una brisa que lo aviente,
limpio deseo cada vez más mío,
cada vez menos vuestro, hasta que llegue
por fin a ser mi sangre y mi tarea,
corpóreo como el sol cuando amanece. 

                                                         (De Don de la ebriedad, 1953)




A mi ropa tendida

                                                                  (El alma)

    Me la están refregando, alguien la aclara.
¡Yo que desde aquel día
la eché a lo sucio para siempre, para
ya no lavarla más, y me servía!
¡Si hasta me está más justa! No la he puesto
pero ahí la veis todos, ahí, tendida,
ropa tendida al sol. ¿Quién es? ¿Qué es esto?
¿Qué lejía inmortal, y qué perdida
jabonadura vuelve, qué blancura?
Como al atardecer el cerro es nuestra ropa
desde la infancia, más y más oscura
y ved la mía ahora. ¡Ved mi ropa,
mi aposento de par en par! ¡Adentro
con todo el aire y todo el cielo encima!
¡Vista la tierra tierra! ¡Más adentro!
¡No tenedla en el patio: ahí en la cima,
ropa pisada por el sol y el gallo,
por el rey siempre!

    He dicho así a media alba
porque de nuevo la hallo,
de nuevo el aire libre sana y salva.
Fue en el río, seguro, en aquel río
donde se lava todo, bajo el puente.
Huele a la misma agua, a cuerpo mío.
¡Y ya sin mancha! ¡Si hay algún valiente,
que se la ponga! Sé que le ahogaría.
Bien sé que al pie del corazón no es blanca
pero no importa: un día…
¡Qué un día, hoy, mañana que es la fiesta!
Mañana todo el pueblo por las calles
y la conocerán, y dirán: "Esta
es su camisa, aquella, la que era
sólo un remiendo y ya no le servía.
¿Qué es este amor? ¿Quién es su lavandera?"

                                                                (De Conjuros, 1958)

Ajeno

    Largo se le hace el día a quien no ama
y él lo sabe. Y él oye ese tañido
corto y duro del cuerpo, su cascada
canción, siempre sonando a lejanía.
Cierra su puerta y queda bien cerrada;
sale y, por un momento, sus rodillas
se le van hacia el suelo. Pero el alba
con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue. Está muy clara
su calle, y la pasea con pie oscuro,
y cojea enseguida porque anda
sólo con su fatiga. Y dice aire:
palabras muertas con su boca viva.
Prisionero por no querer, abraza
su propia soledad. Y está seguro,
más seguro que nadie, porque nada
poseerá; y él bien sabe que nunca
vivirá aquí, en la tierra. A quien no ama,
¿cómo podemos conocer o cómo
perdonar? Día largo y aún más larga
la noche. Mentirá al sacar la llave.
Entrará. Y nunca habitará su casa. 

                                                             (De Alianza y condena, 1965)

Gerard Manley Hopkins, Antología

Gerard Manley Hopkins (Essex, 1844-Dublin, 1879)

Ramas de Fresno

Nada de lo que veo, rodando por el mundo, 
nutre más el espíritu o alienta hondas palabras
que un árbol con sus ramas abiertas hacia el cielo.
Estas ramas de fresno: si apretadas y firmes en invierno,
en tiernas crestas de  húmedas pestañas se despliegan
y anidan nuevas en los cielos altos.

Ellas tocan el cielo, tamborean; ¡cómo arañan sus garras
la espejeante bóveda enorme del invierno! Marzo en ellas
funde nieve y azul, y un hilo roto de verdor ajado.
Es nuestra vieja tierra aupándose, escalando a tientas
al escarpado cielo de quien nos ha engendrado.


Hurras por la cosecha

Ya termina el verano; ya en bárbara hermosura
en redor se levantan las gavillas.
Cómo va el viento. Qué amable compostura
las nubes de algodón. ¿Alguna vez formaron
más esponjosos, libres, ondulados
torbellinos de harina por los cielos?
Voy, me elevo, levanto el corazón, los ojos.
Miro toda esa gloria que en los cielos espiga al Salvador.
Y ojos, corazón, ¿qué miradas, qué labios
alguna vez os dieron, más exacta y ardiente,
respuesta a vuestro amor?
Y las lomas colgadas del azul son su hombro;
de Él, que sostiene con majestad el mundo,
robusto garañón, dulce, violeta.
Todo eso estaba aquí, mas no quien lo mirase.
Al reunirse los dos le nacen alas
al corazón y a Él corre, se levanta.
Toda la tierra es poca para alzarla a sus pies.  



El mar y la alondra

A mi lado dos sones muy viejos, inmortales.
A la derecha, olas rompen contra la playa
con un vaivén crispado o silencioso,
eterno mientras crezca la luna o se retire.

A izquierda, desde tierra, oigo subir la alondra.
Su alborotado, fresco acorde serpentea
en rizos, libre, y gira en remolinos, y derrocha
su música y la vierte, hasta agotarla toda y consumirse.

Ellos dos avergüenzan nuestra ciudad trivial.
Claman contra este tiempo turbio y sórdido.  
Y nosotros, orgullo de la vida y ansiosos de corona,

perdimos la alegría, el esplendor primero de la tierra.
Nuestro ajetreo y descanso se deshacen, y el polvo
deprisa fluye al barro original del hombre.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Chico Buarque Construcción

Chico Buarque, CONSTRUCCIÓN

Amó aquella vez como si fuera el único
Besó a su mujer como si fuera la última
Y a cada hijo suyo cual si fuera el pródigo
Y atravesó la calle con su paso cómico
Subió a la construcción como si fuera sólida
Alzó en algún lugar cuatro paredes mágicas
Ladrillo con ladrillo en un diseño lógico
Sus ojos empapados de cemento y tráfico
Se puso a descansar como si fuera un príncipe
Comió frijol y arroz como si fuera máquina
Bailó y se rio como si fuera el prójimo
Y tropezó en el sol como si oyera música
Se bamboleó y tembló como si fuera sábado
Y terminó en el suelo hecho un paquete tímido
que agonizó en el medio del paseo náufrago.
Murió a contramano interrumpiendo al público

lunes, 24 de agosto de 2015

Romance de la jura de los Toros de Guisando

    Muy revuelta está Castilla;
quejoso está y fatigado
aquese rey Don Enrique,
rey no bien afortunado.
    Quéjase de muchos hombres
a quienes puso en estado
por haberle descompuesto
en auto solemnizado
    y haber alzado por rey
a Don Alfonso, su hermano;
y, aunque murió Don Alfonso,
su intento no habían dejado.
    Grandes partidos se mueven
estando en aqueste estado,
y en un concierto muy justo
al rey han encaminado
    para ser obedecido
por todos, y acatado,
y para aqueste concierto,
siendo por él aprobado.
    Muy grandes gentes se ayuntan
en los Toros de Guisando:
señores y caballeros
y también muchos prelados.
    Vienen con Doña Isabel
para verse con su hermano,
porque por su socesora
el rey la había señalado.
    Todos hablaron al rey,
todos le besan la mano:
el rey, con semblante alegre,
a todos ha perdonado.
    Y el cardenal Venerín,
que venía por legado,
a todos aquellos grandes
que allí se habían juntado
    absolvió del juramento
que el rey les había tomado
al tiempo que Doña Juana
por princesa habían jurado,
    por contemplación del rey
que los había forzado
y porque del jurameolo
todos habían reclamado.
    Ya del juramento absueltos,
el Rey les ha así hablado:
—Perlados y caballeros,
los que aqui estáis ayuntados:
    yo os mando que en mi presencia
juréis delante el Legado
porr sucesora en mis reinos
desque yo sea finado
    a Doña Isabel mi hermana
y que la beséis la mano ,
porque en todas las ciudades
así lo tengo mandado.—
    Todos juran la princesa
con placer demasïado,
la cual le prometió al rey
de casar por su mandado;
    y así hubieron fin las vueltas
que gran tiempo habían durado.

sábado, 22 de agosto de 2015

Píndaro, Antología


Píndaro de Tebas

 La gloria de Olimpia y el fulgor de la victoria

 Excelsa es el agua; pero el oro, cual fuego ardiente,
 se destaca en la noche por encima de la riqueza que al hombre enorgullece.
 Si los juegos deportivos proclamar deseas, corazón mío,
 ni trates tú ya de contemplar
 en pleno día astro luminoso, a través del éter yermo, más cálido que el sol,
 ni nosotros un certamen superior al de Olimpia cantaremos,
 lugar de donde procede el himno, por muchos entonado,
 que envuelve el ingenio de los poetas, para que canten
 al hijo de Crono cuando lleguen al próspero
 hogar bienaventurado de Hierón,
 quien ostenta el cetro dictaminador en la fructífera
 Sicilia, recolectando los capullos de todas las virtudes,
 mientras resplandece a la vez
 en lo más exquisito del arte musical
 con diversiones como las que nos reúnen
a los hombres con frecuencia alrededor de su mesa hospitalaria.
 ¡Vamos! Descuelga del clavo la forminge doria,
 si es verdad que la gloria de Pisa y de Ferenico
 sometió tu espíritu a dulcísimas inquietudes
 cuando junto al Alfeo se lanzó a la carrera
 sin que su cuerpo en su transcurso fustigado fuera
 y fundió a su amo con su victoria,
al rey siracusano de ecuestres aficiones!

El poder de la música y la grandeza de Hierón

Estrofa I

¡Aurea lira, de Apolo y de las Musas de trenzas violáceas
tesoro justamente compartido! A ti te escucha
 el paso de danza, comienzo de la fiesta.
y obedecen los cantores tus señales
cuando de los preludios que guían los coros
 los primeros acordes preparas vibrante.
¡Hasta el rayo apagas, lancero
 de inextinguible fuego! Y duerme sobre el cetro
 de Zeus el águila, su rauda
 a la a entrambos costados relajando.

Antístrofa

la reina de las aves, cuando una nube de ojos oscuros
sobre su corva cabeza, de los párpados dulce cerrojo,
le has derramado, y ella dormitando
la húmeda espalda levanta, por tus
impulsos cautivada. Y aun el violen-
to Ares, a un lado dejando la hiriente
punta de sus lanzas, calienta su corazón
en sueño profundo; y tus dardos embelesan también
las almas de los dioses, gracias a la pericia
del hijo de Leto y de las Musas de apretada cintura.

Epodo

Todos los seres, empero, que no ama Zeus, se aterran cuando la voz
oyen de las Piérides, tanto en la tierra como
en la mar invencible,
incluso aquel que en el horrible Tártaro yace,
el enemigo de los dioses,
Tifón, el de cien cabezas a quien antaño
crió la gruta famosa de Cilicia. Mas ahora por cierto
los escollos cercados del mar ante Cumas  
y Sicilia le oprimen
el pecho velludo, y la columna celeste le aprisiona,
el nevado Etna, todo el año nodriza de punzante hielo.

Estr. II

De sus cavernas son vomitados de fuego inabordable
manantiales purísimos; y sus ríos de día
vierten ardiente torrente de humo,
mas en las noches oscuras piedras
arrastra rodando la llama purpúrea a la honda
llanura del mar con estruendo.
Aquel monstruo reptando lanza a lo alto
las fuentes terribilísimas de Hefesto; un portento
que es maravilla contemplar,
y una maravilla tembién oírlo de los que allí  estuvieron

Ant.

cómo está él amarrado entre las cumbres de frondas oscuras
del Etna y su llanura, y el lecho arañante toda
la espalda recostada le lacera.
¡Sea, Zeus, séanos dado agradarte a ti,
que esa montaña dominas, frontal de una tierra
rica de frutos hermosos! Con su nombre glorificó
su ilustre fundador la ciudad vecina,
y en la pista de la Pítica fiesta
la proclamó un heraldo anunciando
la hermosa victoria de Hierón con su carro.

Elogio de Hierón

"Reluce su fama en la colonia, por sus hombres célebres, del lidio Pélope. 
Por éste sintió pasión el poderoso Posidón, 
el que la tierra conduce, cuando Cloro lo sacó 
del inmaculado caldero 
provisto de un brillante hombro de marfil, 
¡En verdad que es mucho lo asombroso! 
E incluso puede acontecer que los rumores 
de los mortales, habladurías adornadas con abigarradas 
ficciones, trasgrediendo el relato verdadero, 
nos engañen por completo. "

Teognis de Megara, Antología


Teognis de Mégara

Los tiempos cambian

Ah, Cirno, ésta es aún nuestra ciudad, pero es otra su gente.
Los que antes no sabían de leyes ni derechos,
los que cubrían sus flancos con pieles de cabras,
y fuera de esta ciudad, como gamos, pastaban,
ahora son gente de bien, Polipaides; y los nobles de antes
ahora son pobres gentes. ¿Quién puede soportar el ver eso?
Unos a otros se engañan burlándose entre sí,
y desconocen las normas de lo bueno y lo malo.
No te hagas amigo de ninguna de estas personas, Polipaides
de corazón, por grande que sea tu apuro.
Pero de palabra aparenta ser amigo de todos,
y no colabores con nadie en cosas de importancia.
Porque te darás cuenta del talante de esos miserables,
cómo no puede haber confianza ninguna en sus hechos,
sino que aman las trampas, engaños y enredos,
tal como los hombres que no tienen remedio ninguno.

Vv. 53-68  (C. G. G.) (14)

El poeta inmortaliza a su amado

Alas a ti yo te he dado; con ellas el mar infinito
y toda la tierra en un vuelo podrás recorrer
sin fatigas. En todo banquete y festejo presente
te hallarás, albergado en las bocas de muchos.
Y al son de las flautas de tonos agudos los jóvenes -
en rondas de amor, con bellas y suaves tonadas
te citarán. Y cuando a las cavernas de la oscura tierra
desciendas, a las lamentables mansiones del Hades,
ni siquiera entonces, muriendo, te ha de faltar tu gloria,
sino que conservarás entre la gente tu nombre inmortal,
Cirno; y vas a viajar por la tierra de Grecia y las islas,
y a cruzar la incansable alta mar habitada por peces,
sin montarte a lomos de caballos, pues van a llevarte
los espléndidos dones de las Musas de trenzas violeta.
Y para todos aquellos, incluso del mañana, que aprecien el canto,
tú vivirás por igual, en tanto existan la tierra y el sol.
Y, sin embargo, de ti yo no recibo ni un poco de aprecio,
sino que, como a un niño pequeño, me engañas con cuentos.

Vv. 237-54 (C. G. G.) 14

Protesta a Zeus por su injusticia

Querido Zeus, asombrado me tienes. Pues tú a todos
gobiernas con gloria y enorme poder personal.
Bien conoces la mente y el ánimo de uno y otro hombre,
tuyo es el dominio supremo de todas las cosas, oh rey.
¿Cómo, entonces, oh Crónida, decide tu mente otorgar
un mismo destino a los hombres malvados y al justo,
tanto si el ánimo humano se goza en lo recto, o bien
al exceso se da, cumpliendo los hombres injustas acciones?
Nada ha dejado el destino prescrito a los hombres,
ni siquiera un camino a seguir que agradara a los dioses.
No obstante, unos tienen fortuna sin mengua, y otros,
que de acciones malignas apartan su mente, reciben a cambio
pobreza, que es madre de ahogo -por más que practican lo justo-,
y ésta arrastra el ánimo humano al error, y corrompe
en el pecho el pensar bajo el yugo de su ruda violencia,
y a soportar le acostumbra, a su pesar, numerosos ultrajes,
cediendo a la miseria, que es maestra en muchas desdichas,
en mentiras y fraudes y muy lastimosas discordias,
incluso para aquel que se niega. Ya nada encuentra mal.
Porque engendra pobreza esa amarga y dura impotencia.

Vv. 373-392 (C. G. G.) (14J)

Pesimismo

De todas las cosas la mejor es no haber nacido
ni ver como humano los rayos fugaces del sol;
y una vez nacido cruzar cuanto antes las puertas del Hades,
y yacer bajo una espesa capa de tierra tumbado.
Engendrar y criar a un hombre es más fácil que darle
un ánimo noble. Pues nadie aún ha ingeniado tal cosa:
hacer un sensato de un necio y un noble de un malandrín.
Si un dios a los Asclepíadas lo hubiera otorgado,
el curar la maldad y el tortuoso carácter humano,
de eso habrían sacado ganancias cuantiosas y múltiples.
Si la inteligencia de un hombre forjarse e implantarse
pudiera, jamás de un buen padre un mal hijo saldría,
al atender a razones virtuosas. Mas por aprendizaje
nunca harás de un villano un hombre de bien.

Vv. 425-39  (C. G. G.) 14

La Esperanza

La Esperanza es la única diosa que habita entre humanos,
las demás se marcharon, dejándola atrás, al Olimpo.
Se fue la Confianza, gran diosa, se fue de los hombres
la Cordura, y las Gracias, amigo, dejaron la Tierra.
Ya no hay juramentos de fiar entre humanos ni justos,
ni nadie demuestra respeto a los dioses eternos;
se ha extinguido el linaje de hombres piadosos; ahora
ni normas legales conocen ni aún la Piedad.
Mas en tanto uno vive y ve el brillo del sol,
conserve piadoso su fe en la divina Esperanza,
rece a los dioses y, al ofrendarles los grasientos muslos,
en sus sacrificios invoque, al comienzo y al fin, la Esperanza.

Vv. 1135-150 (C. G. G.) 14

Solón de Atenas, Antología poética

Solón de Atenas

Elegía a las Musas

Famosas hijas de Mnemósine y Zeus Olímpico, 
Musas Piéridas, escuchadme cuando os invoco. 
Concedme la felicidad que otorgan los dioses bienaventurados y gozar 
siempre entre todos los hombres de una buena fama; 
ser muy dulce para los amigos, y amargo para los enemigos, 
que mi vista sea para unos objeto de respeto, para otros de temor. 
Si bien deseo tener riquezas, no quiero obtenerlas 
de manera injusta. Más tarde, llega certero el castigo. 
La riqueza que otorgan los dioses, es firme para el hombre 
desde su cimiento más profundo hasta la cima. 
Pero la que buscan los hombres a causa de su insolencia, no viene 
con orden, sino que obedeciendo a las obras injustas, sin querer las sigue 
y rápidamente se mezcla con la desgracia. 
Nace de un pequeño origen, como el del fuego, 
débil primero, incurable termina. 
No duran por cierto mucho tiempo para los mortales 
las obras de la insolencia, 
sino que Zeus vigila el fin de todo y, de repente, 
como  súbitamente dispersa las nubes 
el viento primaveral, que, tras revolver el fondo 
del yermo mar de muchas olas y devastar 
en la tierra productora de trigo las bellas obras, alcanza la alta sede 
de los dioses, el cielo, y nuevamente aclara el día 
y brilla la bella fuerza del sol en la fértil tierra, 
y no hay a la vista ni siquiera una nube. 
Tal es el castigo de Zeus; no contra uno 
como se encoleriza un hombre mortal. 
Nunca le pasa completamente desapercibido el que 
tiene un corazón impío, al final se pone totalmente en evidencia. 
Uno paga de inmediato, el otro, más tarde; a los que huyen 
ellos mismos y no les alcanza el destino de los dioses que se acerca, 
les llega completamente más tarde; inocentes pagan sus actos, 
bien sus hijos, bien la estirpe futura. 
Los mortales juzgamos, de manera semejante el bueno y el malo 
que está bien la opinión que cada uno tiene, 
antes de sufrir algo. Entonces llega el sufrimiento. Hasta ese momento 
sin darnos cuenta gozamos con vanas esperanzas. 
Al que oprimen enfermedades terribles 
piensa que se pondrá sano, 
otro aunque es cobarde cree ser un hombre bueno 
y otro bello, aunque no tiene una agradable figura. 
Si uno carece de fortuna y la pobreza lo oprime 
cree que posee absolutamente mucho dinero. 
Se esfuerza cada uno por otra cosa. Uno vaga por el mar, 
porque desea llevar a casa ganancia en sus naves 
arrastrado de un lado a otro por terribles vientos en el mar 
sin escatimar nada de su vida. 
Otro corta la tierra de muchos árboles cada año y 
trabaja como siervo, a éstos les corresponde el curvo arado. 
Otro aprende la obra de Atenea y Hefesto de mucha técnica 
y recoge su sustento con las manos. 
Otro aprendió de las Musas olímpicas los dones 
y sabe la medida de la sabiduría deseada. 
A otro hizo augur el señor Apolo que actúa de lejos, 
conoce el mal que viene al hombre de lejos 
si lo acompañan los dioses. Contra lo que está destinado 
en absoluto protegen ni un pájaro ni los sacrificios. 
Otros son médicos porque dominan la obra del Peán 
de muchos remedios.  Tampoco para éstos hay un final cierto. 
A menudo un gran dolor nace de una pequeña molestia 
y nadie lo eliminaría por medio de suaves remedios 
En otras ocasiones, cura súbitamente al que tiene 
malas y terribles enfermedades tocándolo con las manos . 
El destino trae a los mortales mal y también bien, 
Llegan a ser regalos inevitables de los dioses inmortales. 
En todas las acciones hay peligros y, cuando algo ha comenzado, 
nadie sabe de qué manera va a estar dispuesto 
El que intenta hacerlo bien cae sin preverlo 
en una gran y difícil desgracia, 
al que lo hace de mala manera, un dios le da en toda ocasión 
una buena fortuna, salvación de su desvarío. 
Ningún límite de la riqueza es evidente para los hombres 
Pues los que de nosotros ahora tienen los mayores bienes, 
se esfuerzan el doble. ¿Quién satisfaría a todos? 
Los dioses entregan a los mortales beneficios, 
pero de ellos surge la desgracia que, cuando Zeus 
la envía a castigar, toca una vez a uno y otra vez a otro 

Para la felicidad

En verdad que por igual son ricos quien tiene mucho oro,
plata y campos de tierra que siembra de trigo,
y caballos y mulos, y quien sólo se ocupa de esto:
 de dar gozo a su vientre su costado y sus pies,
 y disfrutar, si la ocasión se lo ofrece, de una mujer
 o un muchacho en sazón. A su tiempo todo es grato.
 Ese es el colmo de ventura para el hombre. Pues nadie
 con todas sus muchas riquezas se va hacia el Hades,
 ni, ofreciendo rescate, se escapa a la muerte ni a duras
 dolencias ni a la maldita vejez cuando ella acude.

                                            Fragm 14D  (C. G. G.) (14)

Apología personal

 Y yo ¿por qué me retiré antes de conseguir
 aquello a lo que había convocado al pueblo?
 De eso podría atestiguar en el juicio del tiempo
 la madre suprema de los dioses olímpicos
 muy bien, la negra Tierra, a la que entonces
 yo le arranqué los mojones hincados por doquier.
 Antes era esclava, y ahora es libre.
 Y reconduje a Atenas, que por patria les dieron
 los dioses, a muchos ya vendidos, uno justa
 y otro injustamente, y a otros exiliados
por urgente pobreza que ya no hablaban
 la lengua del Atica, de tanto andar errantes.
 Y a otros que aquí mismo infame esclavitud
 ya sufrían, temerosos siempre de sus amos,
los hice libres. Eso con mi autoridad,
combinando la fuerza y la justicia,
lo realicé, y llevé a cabo cuanto prometí.
Leyes a un tiempo para el rico y el pobre,
encjando a cada uno una recta sentencia,
escribí. Si otro, en mi lugar, tiene la vara,
 un tipo malévolo y codicioso de bienes,
no hubiera contenido al pueblo. […]

Fragm 24D (C. G. G.) (14)

Anacreonte, Antología

Anacreonte

Apurando una jarra de vino

Almorcé pellizcando un poco una ligera torta, y apuré una jarra de vino. Ahora suavemente toco la seductora lira festejando a mi querida niña.

Fragm. 69D (C. G. G.) (14)

La roca Leucade

Saltando de nuevo desde la roca de Léucade en el blanco oleaje me sumerjo, ebrio de amor.
     
Fragm. 17D (C. G. G.) (14)

Quejas de Eros

Remonto ahora mi vuelo hacia el Olimpo con alas ligeras para quejarme de Eros. Pues no quiere el niño compartir su juventud conmigo
     
Fragm. 52D (C. G. G.) (14)

Eros, que al ver que mi barba encanece,
entre brisas de sus alas, de reflejos de oro me pasa de largo volando.

Fragm. 34D (C. G. G.) (14)

Amor tardío

Canosas ya tengo las sienes
y blanquecina la cabeza,
pasó ya la juventud graciosa,
y tengo los dientes viejos;
del dulce vivir el tiempo
que me queda ya no es mucho.
Por eso sollozo a menudo,
estoy temeroso del Tártaro.
Pues es espantoso el abismo
del Hades, y amargo el camino
de bajada... Seguro, además,
que el que ha descendido no vuelve.

Fragm. 44D fC. 0. 0.) (14)

La vejez

Echándome de nuevo su pelota de púrpura
Eros de cabellera dorada
me invita a compartir el juego
con la muchacha de sandalias de colores.
Pero ella, que es de la bien trazada Lesbos,
mi cabellera, por ser blanca, desprecia,
y mira, embobada, hacia alguna otra.

Fragm. 5D (C. G. G.) (14)

Safo de Lesbos, Antología

Safo de Lesbos

Himno a Afrodita

Inmortal Afrodita, la de trono pintado,
hija de Zeus, tejedora de engaños, te lo ruego;
no a mí, no me sometas a penas ni angustias
el ánimo, diosa.
Pero acude acá, si alguna vez en otro tiempo,
al escuchar de lejos de mi voz la llamada,
la has atendido y, dejando la áurea morada
paterna, viniste,
tras aprestar tu carro. Te conducían lindos
tus veloces gorriones sobre la tierra oscura.
Batiendo en raudo ritmo sus alas desde el cielo
cruzaron el éter,
y al instante llegaron. Y tú, oh feliz diosa,
mostrando tu sonrisa en el rostro inmortal,
me preguntabas qué de nuevo sufría y a qué
de nuevo te invocaba,
y qué con tanto empeño conseguir deseaba
en mi alocado corazón. « ¿A quién, esta vez
voy a atraer, oh querida, a tu amor? ¿Quién ahora,
ay Safo, te agravia?
Pues si ahora te huye, pronto va a perseguirte;
si regalos no aceptaba, ahora va a darlos,
y si no te quería, en seguida va a amarte,
aunque ella resista».
Acúdeme también ahora, y líbrame ya
de mis terribles congojas, cúmpleme que logre
cuanto mi ánimo ansía, y sé en esta guerra
tú misma mi alíada.

         Fragm. ID  (C. G. G.) (14)

Me parece igual a los dioses

Me parece que es igual a los dioses
el hombre aquel que frente a ti se sienta,
y a tu lado absorto escucha mientras
dulcemente hablas
y encantadora sonríes. Lo que a mí
el corazón en el pecho me arrebata;
apenas te miro y entonces no puedo
decir ya palabra.
Al punto se me espesa la lengua
y de pronto un sutil fuego me corre
bajo la piel, por mis ojos nada veo,
los oídos me zumban,
me invade un frío sudor y toda entera
me estremezco, más que la hierba pálida
estoy, y apenas distante de la muerte
me siento, infeliz.

            Pragm. 2D (C. G. G.) (14)

Lo mejor es lo que uno ama

Dicen unos que un ecuestre tropel, la infantería
otros, y ésos, que una flota de barcos resulta
lo más bello en la oscura tierra, pero yo digo
que es lo que uno ama.
Y es muy fácil hacerlo comprensible a cualquiera.
Pues aquella que mucho en belleza aventajaba
a todos los humanos, Helena, a su esposo,
un príncipe ilustre,
lo abandonó y marchóse navegando hacia Troya,
sin acordarse ni de su hija ni de sus padres
en absoluto, sino que la sedujo Cipris.
También a mí ahora a mi Anactoria ausente
me has recordado.
Cómo preferiría yo el amable paso de ella
y el claro resplandor de su rostro ver ahora
a los carros de guerra de los lidios en armas
marchando al combate.
                Fragm. 27D (C. G. G.) (14)

Luna

Las estrellas en torno a la bella luna también 
oscurecen su rutilante aura al tiempo que 
ella con plenitud alumbra 
sobre toda la tierra... plateada 
               
Fragm. 4D (C. G. G.) (14)

Soledad y noche

Ya se ocultó la luna
y las Pléyades. Promedia
la noche. Pasa la hora.
Y yo duermo sola.

Fragm. 94D (C. G. G.) (14)

Canción de tela

Dulce madre mía, no puedo ya tejer mi tela,
consumida de amor por un joven, vencida por la suave
Afrodita.

Fragm. 114D (C. G. G.) (14)

Alceo de Mitilene, Antología

Alceo de Mitilene

Consuelo y alegría del vino

Bebe y emborráchate, Melanipo, conmigo. ¿Qué piensas?
¿Que vas a vadear de nuevo el vorticoso Aqueronte,
una vez ya cruzado, y de nuevo de! sol la luz clara
vas a ver? Vamos, no te empeñes en tamañas porfías.
En efecto, también Sísifo, rey de los eolios, que a todos
superaba en ingenio, se jactó de escapar a la muerte.
Y, desde luego, el muy artero, burlando su sino mortal,
dos veces cruzó el vorticoso Aqueronte. Terrible
y abrumador castigo le impuso el Crónida más tarde
bajo la negra tierra. Conque, vamos, no te ilusiones.
Mientras jóvenes seamos, más que nunca, ahora importa
gozar de todo aquello que un dios pueda ofrecernos.

                                     Fragm. 73D  (C. G. Gj (14)

Vino dulce como la miel

Zeus hace llover, baja del cielo una enorme tormenta y están helados los cursos de las aguas... Desprecia la tormenta, aviva el fuego, sazona, sin escatimarlo, el vino dulce como miel, y luego reclina tus sienes sobre un blando cojín. 

Fragm. 90D (C. G. Gj (14)

Bebamos 

Bebamos. ¿A qué aguardar las candelas? Hay un dedo de día. Descuelga y trae las grandes copas pintadas, en seguida. Porque el vino lo dio a los humanos el hijo de Sémele y Zeus para olvido de penas. Escancia mezclando uno y dos cazos, y llena los vasos hasta el borde, y que una copa empuje a la otra...

Fragm. 96D (C. G. Gj (14)

Helena y Tetis

Es fama, Helena, que la amarga ruina
a Priamo y a sus hijos les sobrevino
por tu culpa y Zeus arrasó con fuego
la santa Troya.
Cuán distinta era aquella doncella gentil
que el Eácida tomó del hogar de Nereo,
invitando a su boda a todos los dioses,
al conducirla
a casa de Quirón. La joven esposa
soltó su cinto virginal. Y unió el amor
a Peleo y la mejor de las Nereidas.
Y ella, al año
le dio a luz un hijo, héroe supremo,
feliz conductor de sus bayos corceles;
mientras que por culpa de Helena murieron
Troya y los frigios.
                          
Fragm. 74D (C. G. G.) (14)

Desdichas del poeta exiliado

 … yo, desdichado,
 vivo a la manera de un campesino,
 anhelando escuchar, Agesilaidas,
 los gritos que pregonan la asamblea
 y el consejo. Eso que mi padre y el padre
 de mi padre tuvieron hasta viejos
 entre esos ciudadanos siempre en rencilla.
 Pero estoy alejado de ellos yo,
 exiliado en la lejanía, y aquí,
 como Onomacles, en país de lobos
 habito resignado a la guerra.
 No es mejor soportar la revuelta...
 Aquí el recinto de los dioses felices
 frecuento cruzando esta oscura tierra,
 con otras compañeras de camino...
 y con mis pies lejos de males, vivo
donde las lesbjn de rozagante peplo.
vienen a competir en belleza, Aquí
en torno retumba el griterío inmenso
de mujeres en sus anuales fiestas sacras.
   ¿Cuándo de mis muchos pesares
me van a liberar los Olímpicos?

           Fragm. 130L-P (C. G. G.) (14)

Semónides de Amorgos, Yambos contra las mujeres

Semónides de Amorgos

Yambo de las mujeres

De modo diverso la divinidad hizo el talante de la mujer
desde un comienzo. A la una la sacó de la híspida cerda:
en su casa está todo mugriento por el fango,
en desorden y rodando por los suelos.
ella sin lavarse y con vestidos sucios,
revolcándose en estiércol se hincha de grasa.
otra la hizo Dios de la perversa zorra,
una mujer que lo sabe todo. No se le escapa
inadvertido nada de lo malo ni de lo bueno.
de las mismas cosas muchas veces dice que una es mala,
u  otras que es buena. Tiene un humor diverso en cada caso
Otra, de la perra salió: gruñona e impulsiva,
que pretende oírlo todo, sabérselo todo,
y va por todas partes fisgando y vagando –
y ladra de continuo, aun sin ver a nadie.
No la puede contener su marido, por más que la amenace,
ni aunque, irritado, le parta los dientes a pedradas,
ni tampoco hablándole con ternura,
ni siquiera cuando está sentada con extraños;
¡no que mantiene sin pausa su irrestañable ladrar.
A otra la moldearon los Olímpicos del barro,
y la dieron al hombre como algo tarado. Porque ni el mal
ni el bien conoce una mujer de esa clase. […]

Fragm. 7D (C. G. G.) (14)

Arquíloco de Paros, Antología

Arquíloco de Paros, inventor de la poesía yámbica o presatírica

   
Guerrero y poeta

Soy yo, a la vez, servidor del divino Enialio
y conocedor del amable don de las Musas.

                                      Fragm. 1D (C.G.G.) 14

Un mercenario

En la lanza tengo mi pan negro, en la lanza
mi vino de Ismaro, y bebo apoyado en mi lanza.

                                      Fragm. 2D (C.G.G) 14

A los que le acusan de huir en la batalla

Algún sayo alardea, con mi escudo, arma sin tacha,
que tras un matorral abandoné, a pesar mío.
Puse a salvo mi vida. ¿Qué me importa el tal escudo?
¡Váyase al diantre! Ahora adquiriré otro no peor.

                                      Fragm. 6D (C.G.G) 14

A los dioses atribúyelo todo. Muchas veces levantan
de las desdichas a hombres echados sobre el oscuro suelo;
y muchas veces derriban y tumban panza arriba
a quienes carninan erguidos...

                                      Fragm. 58D  (C.G.G) 14

Contra el padre de Neóbula

Padre Licambes, ¿qué es lo que tramaste?
¿Quién perturbó tu entendimiento? Antes
estabas en tus cabales. Pero ahora eres
en la ciudad gran motivo de burla.

Fragm. 88D (C.G.G) 14

Resignación

Corazón, corazón, de irremediables penas agitado,
álzate!.  Rechaza a los enemigos oponiéndoles
el pecho, y en las emboscadas traidoras sostente
con firmeza. Y ni, al vencer, demasiado te ufanes,
ni, vencido, te desplomes a sollozar en casa.
En las alegrías alégrate y en los pesares gime
sin excesos. Advierte el vaivén del destino humano.

Fragm. 67aD (C. G. G.) (14)

Ansias de amor

Jugueteaba ella con un ramo de mirto
y una linda flor del rosal...  Su melena
le aureolaba de sombra los hombros y la frente.
...De su perfumado cabello y su pecho
hasta un viejo se habría enamorado.
Tal ansia de amor me envolvió el corazón
y densa niebla derramó sobre mis ojos
robando de mi pecho el suave sentido.
Yazgo, infeliz, por la pasión vencido,
sin vida, hasta los huesos traspasado
de fieros dolores que los dioses me envían.
Pero el perturbador deseo me domina
y no me cuido de yambos ni placeres.
Ojalá que pudiera tocar la mano de Neóbula...
Y caer, presto a la acción, sobre el odre,
y aplicar el vientre al vientre y mis muslos a sus muslos.   
                             
  Fragms.25D, 26D, 112D, 104D, 11SD, 71D y 7 C (C. G. G.) (14)

Excerpta de Marcel Proust

Tomada de El almuerzo en la hierba, una antología seleccionada por Jaime Fernández y traducida por María Teresa Gallego y Amaya García:

Para dar a conocer la verdad no es necesario decirla, y quizá podamos captarla con mayor certidumbre, sin necesidad de esperar a las palabras y sin siquiera tenerlas mínimamente en cuenta, en mil señales externas e incluso en determinados fenómenos invisibles, que son, en el mundo de los caracteres, lo mismo que los cambios atmosféricos en la naturaleza física. Quizá podría haberlo sospechado, pues yo mismo, a la sazón, solía decir a menudo cosas totalmente ajenas a la verdad, mientras la daba a conocer mediante tantísimas confidencias involuntarias de mi cuerpo y de mis actos". 

(del volumen III de En busca del tiempo perdido)

"Sabemos, en teoría, que la Tierra gira, pero de hecho no nos damos cuenta; el suelo que pisamos no parece moverse y vivimos en paz. Otro tanto sucede con el Tiempo en la vida. (volumen II)

"Igual que existe una geometría en el espacio, existe una psicología en el tiempo, en que los cálculos de una psicología plana no serían ya exactos porque no tendríamos en cuenta el tiempo ni una las formas que adopta, el olvido: el olvido, cuya fuerza empezaba yo a notar y que es una herramienta tan poderosa de adaptación a la realidad porque destruye poco a poco en nosotros el pasado superviviente que está en constante contradicción con ella". (vol. VI)

"El ser que había vuelto a nacer en mí cuando, con aquel estremecimiento de dicha, oí el ruido ese que les era común a la cuchara que toca el plato y al martillo que golpea la rueda, y cuando noté el desnivel de los pasos en los adoquines del patio de Guermantes y del baptisterio de San Marcos, ese ser sólo se nutre de la esencia de las cosas, sólo en ellas halla la subsistencia y sólo en ellas se deleita. Se mustia si contempla el presente, en que los sentidos no pueden proporcionársela, si se fija en un pasado que la inteligencia le agosta, si espera un porvenir que la voluntad construye con fragmentos del presente y del pasado a los que desvía aún más de su realidad, no conservando de ellos sino lo que encaja con la finalidad utilitaria y cicateramente humana que les asigna. Pero si un ruido oído anteriormente, si un olor notado antaño vuelven a oírse o a notarse, en el presente y en el pasado a un tiempo, reales sin ser actuales, ideales sin ser abstractos, en el acto queda liberada la esencia permanente y habitualmente oculta de las cosas, y nuestro yo auténtico, que parecía muerto, y a veces desde hacía mucho, pero que no lo estaba en absoluto, despierta y cobra vida al recibir el alimento celestial que le traen. Un minuto, manumiso del orden del tiempo ha vuelto a crear en nosotros al hombre manumiso del orden del tiempo para que sintamos su esencia. Y ese hombre se comprende que confíe en su alegría; incluso aunque en el simple sabor de una magdalena no parezcan darse, lógicamente, las razones de esa alegría, se comprende que la palabra «muerte» carezca de sentido para él; si está fuera del tiempo, ¿qué podría temer del futuro? (vol. VII)

"Porque los trastornos de la memoria tienen mucho que ver con las intermitencias del corazón. Es seguramente la existencia de nuestro cuerpo, que nos parece semejante a una vasija donde está encerrada nuestra espiritualidad, lo que nos anima a suponer que siempre están en posesión nuestra todos los bienes interiores, las alegrías pasadas, todos los dolores. Quizá carece no menos de exactitud creer que estos huyen o que regresan (vol. II)

"Los días van cayendo poco a poco encima de los anteriores y, a su vez, los entierran los siguientes. Pero todos los días pasados se quedan depositados en nosotros como en una inmensa biblioteca donde hay libros más viejos, y algún ejemplar que seguramente nadie pedirá nunca. No obstante, si ese día pasado, cruzado por el espacio traslúcido de las épocas siguientes vuelve a la superficie y nos cubre, tapándonos del todo, entonces, por un momento, los nombres recuperan el significado antiguo; y las personas el rostro antiguo; y nosotros nuestra alma de entonces; y sentimos, con un sufrimiento inconcreto, pero que se ha vuelto tolerable y no durará, los problemas que hace mucho se tornaron insolubles y tanto nos angustiaban a la sazón. Se compone nuestro yo de la superposición de nuestros estados sucesivos. Pero esa superposición no es inmutable como los estratos de una montaña. Hay perpetuamente plegamientos que hacen aflorar las capas antiguas". (vol. VI)

"Esa era la razón de que hubiese cesado las preocupaciones referidas a mi muerte en el preciso momento en que reconocí, inconscientemente, el sabor de la magdalenita, ya que en ese momento la persona que yo había sido era un ser extratemporal y, por lo tanto, despreocupado de las vicisitudes del porvenir. Aquel ser nunca había acudido a mí, nunca se había manifestado sino fuera de la acción, del disfrute inmediato, en todas las ocasiones en que el milagro de una analogía me había permitido evadirme del presente. Solo él tenía el poder para hacerme recuperar los días pasados, el tiempo perdido, ante el que los esfuerzos de mi mente y mi inteligencia siempre iban a encallarse. (vol. VII)

"El tiempo que cambia a las personas no modifica la imagen que de ellas nos ha quedado. Nada resulta más doloroso que esa oposición entre la alteración de las personas y la fijeza del recuerdo cuando caemos en la cuenta de que tenemos una vida vagabunda, pero una memoria sedentaria (vol. VII)

“Pero aun desde el punto de vista de las cosas más insignificantes de la vida, no somos un todo constituido materialmente, idéntico para todo el mundo y de cuyo contenido pueda cualquiera limitarse a tomar constancia como si se tratase de un pliego de cargos o un testamento; nuestra personalidad social es una creación del pensamiento de los demás. Incluso ese hecho tan sencillo que llamamos ‘ver a una persona conocida’ es, en parte, un hecho intelectual. Rellenamos la apariencia física de la persona a la que estamos viendo con todas las nociones que poseemos de ella y, en el aspecto global con cuya representación contamos, esas nociones son seguramente las que más lugar ocupan”. (vol.I)

“Nuestro error es creer que las cosas suelen presentarse tal y como son en realidad, los nombres tal y como se escriben, las personas según esa noción inmóvil que proporcionan de ella la fotografía y la psicología. De hecho no es eso en absoluto lo que vemos habitualmente. Vemos, oímos, concebimos el mundo de mala manera. Repetimos un nombre tal y como lo oímos hasta que la experiencia rectifique el error, cosa que no siempre sucede (…) No tenemos del universo sino visiones informes, fragmentadas, y que completamos con asociaciones de ideas arbitrarias, que crean sugestiones peligrosas”. (vol. VII)

“La impresión es para el escritor lo que la experimentación para el científico, con la diferencia de que en el científico la labor de la inteligencia es anterior y en el escritor llega después. Lo que no hemos tenido que descifrar ni aclarar mediante un esfuerzo personal, lo que ya estaba claro anteriormente a nosotros, no es nuestro. Solo procede de nosotros lo que sacamos de la oscuridad que llevamos dentro y de la que nada saben los demás”. (vol. VII)

“…para escribir el libro esencial, el único libro auténtico, un gran escritor no tiene que inventárselo, en el sentido usual, puesto que existe ya en todos y cada uno de nosotros, sino traducirlo. El deber y la tarea de un escritor son los de un traductor” (vol. VII)

“…los libros auténticos tienen que ser hijos no de la plena luz y la charla sino de la oscuridad y del silencio”. (vol. VII)

Literatura:

"[…] el hábito determina tanto el estilo del escritor cuanto el carácter del hombre, y el autor que se ha conformado en varias ocasiones con alcanzar, al expresar lo que piensa, una forma un tanto grata, está asentando así para siempre los límites de su talento. (vol. II)

Lenguaje:

"[…] en aquella época aún pensaba que las palabras eran la forma de contarles a los demás la verdad. Incluso las palabras que me decían depositaban con tanta eficacia su significado inalterable en mi mente sensible que me parecía del todo imposible que alguien que hubiera dicho que me quería no me quisiera […]. (vol. III)

"La ignorancia en que nos hallábamos de esa brillante vida de sociedad que llevaba Swann se debía en parte, claro está, a que era de carácter reservado y discreto; pero también a que, a la sazón, la clase media tenía de la sociedad una idea que recordaba hasta cierto punto a la que tienen en la India y consideraba que se componía de castas cerradas en que todos ocupaban desde que nacían el mismo rango que sus padres y de las que nada, a no ser los azares de una carrera excepcional o de un matrimonio inesperado, nos podía sacar para situarnos dentro de la casta superior". (vol. I)

"Las tres cuartas partes de los esfuerzos ingeniosos y de las mentiras fruto de la vanidad, tan habituales desde que el mundo existe en personas a quienes, de ese modo, les hacían de menos, se los prodigaron éstas a los inferiores. Y Swann, que era sencillo y descuidado con una duquesa, temía que lo despreciasen y era afectado en presencia de una doncella". (vol. I)

"[…] hay momentos en los que necesitamos salir fuera de nosotros y aceptar la hospitalidad del alma de los demás, a condición de que esta alma, por humilde y fea que nos parezca, sea un alma ajena". (vol. III)

“Que creamos que una persona es partícipe de una vida desconocida en que nos introduciría su amor, eso es lo que requiere el amor para nacer, y lo que más le importa y lo mueve a no tener muy en cuenta todo lo demás”. (vol. I)

“El amor físico, tan injustamente desacreditado, fuerza de tal modo a cualquier persona a mostrar hasta las mínimas parcelas de bondad que en ella residen y su capacidad de entrega, que su entorno más inmediato la ve resplandecer”. (vol. I)

“Pero, a la edad, un tanto desengañada ya, a la que se estaba acercando Swann y en que sabemos contentarnos con estar enamorados por el gusto de estarlo, aspirando muy poco a la reciprocidad, esa aproximación de los corazones, aunque no sea ya, como en la primera juventud, la meta hacia la que tiende necesariamente el amor, no por ello deja de existir una asociación de ideas tan fuertemente vinculadas al amor que puede convertirse en causa de amor si aparece de forma previa. Antes soñábamos con poseer el corazón de la mujer de la que estábamos enamorados; más adelante, notar que poseemos el corazón de una mujer puede bastar para que nos enamoremos de ella. Y así, a esa edad en que parecería, porque buscamos sobre todo en el amor un placer subjetivo, que la parte del gusto por la belleza de una mujer debería ser preponderante, puede nacer el amor —el amor más físico— sin que exista en su base un deseo previo.

En esa época de la vida hemos padecido ya el amor varias veces; ya no evoluciona él solo según sus propias leyes desconocidas y fatales ante nuestro corazón asombrado y pasivo. Le echamos una mano, lo alteramos con la memoria y con la sugestión. Vuelven los recuerdos, al reconocer uno de sus síntomas, y propiciamos que vuelvan a nacer los demás. Como nos sabemos ya la canción, que llevamos grabada entera por dentro, no necsitamos que una mujer nos diga cómo empieza —comienzo repleto de la admiración que inspira la belleza— para saber cómo sigue. Y si ella la empieza por la mitad —en ese punto en que los corazones se aproximan, en que se habla de no vivir ya sino uno para otro— estamos ya lo bastante acostumbrados a esa música para alcanzar en el acto a nuestra pareja en el pasaje en que nos está esperando”. (vol. I)

“No cabe duda de que pocas personas entienden el carácter puramente subjetivo de ese fenómeno que es el amor y que consiste en algo así como la creación de un apersona añadida, diferente de esa que lleva en sociedad el mismo nombre que nosotros y cuyos elementos proceden en su mayoría de nosotros mismos”. (vol. II)

“… si la vida no les trae cambios a nuestros amores, seremos nosotros quienes querremos traerlos o fingirlos, y hablar de separación, pues hasta ese punto notamos que todos los amores y todas las cosas van evolucionando velozmente hacia el adiós. Queremos llorar las lágrimas que vendrán con ese adiós mucho antes de que llegue”. (vol. V)

“… amar es un maleficio como esos que salen en los cuentos, contra los que nada se puede hasta que concluye el sortilegio”. (vol. VII)

“… como supe que más adelante, una angustia como esta lo estuvo atormentando muchos años y nadie como él habría podido comprenderme; supo de esa angustia que da saber que la persona amada está en un lugar de diversión donde no estamos nosotros, adonde no podemos ir a reunirnos con ella por el amor, ese amor al que está predestinada esa angustia, como quien dice, y que la acaparará y la convertirá en especialsita suya”. (vol. I)

“Por lo demás, los celos son una de esas enfermedades intermitentes de causa caprichosa, imperativa, siempre idéntica en el mismo enfermo y, a veces, diferente por completo en otro. (…) No hay celoso cuyos celos no admitan ciertas derogaciones. Hay quien consiente en que lo engañen con tal de que se lo cuenten; y otro, con tal de que se lo oculten; en lo cual no es aquél menos absurdo que este, ya que si a este lo engañan más, puesto que le esconden la verdad, aquél exige en dicha verdad el alimento, el crecimiento y la renovación de los sufrimientos que padece”. (vol. V)

“Y resulta así que los celos son interminables, pues incluso aunque el ser amado hubiera muerto, por ejemplo, y no pudiera ya causarlos con su comportamiento, ocurre que hay recuerdos que, posteriormente a cualquier acontecimiento, se portan de forma tal en nuestra memoria como si fueran también acontecimientos, unos recuerdos que no habíamos aclarado hasta ahora y a los que basta con que reflexionemos, sin ningún hecho exterior, para darles un sentido nuevo y terrible (…) Por lo tanto no debemos temer en el amor, como sucede en lal vida cotidiana, solo el porvenir, sino, además, el pasado, que muchas veces no cobra realidad para nosotros más que después del porvenir, y nos estamos refiriendo solo al pasado del que nos enteramos a posteriori, sino de ese que llevamos mucho conservando por dentro y que, de pronto, aprendemos a leer”. (vol. V)

“Los celos son también un demonio que es imposible exorcizar y regresan siempre para encarnarse en una nueva forma”. (vol. V)

“Es asombroso qué poca imaginación tienen los celos, que se pasan la vida haciendo, sin salir de la falsedad, suposiciones de poca monta, cuando de lo que se trata es de descubrir la verdad”. (vol. VI)

“…puesto que para los celos no existen ni pasado ni futuro y que lo que imaginan siempre es presente”. (vol. VI)

"Intentamos hallar en las cosas, que un hecho así ha convertido es muy valiosas, el reflejo que proyectó en ellas nuestra alma; nos decepciona comprobar que, al natural, parecen carecer de ese encanto que le debían, en nuestros pensamientos, a la vecindad con determinadas ideas; hay veces en que convertimos todas las fuerzas de dicha alma en habilidad y en esplendor para influir en personas a las que notamos, desde luego, más allá de nosotros y a las que nunca alcanzaremos”. (vol. I)

“Nos hallamos todos en la obligación, para que la realdiad nos resulte soportable, de cultivar unas cuantas locuras menores”. (vol. II)

“Siempre se nos olvida (que la hermosura y la felicidad) son individuales y, al sustituirlas en nuestras mentes por una categoría convencional que elaboramos, haciendo algo así como el promedio de las diversas caras que nos han agradado y de los placeres que hemos conocido, no tenemos sino imágenes abstractas que son lacias y desabridas porque carecen precisamente de ese carácter de cosa nueva, diferente a lo que ya conocíamos, ese carácter que es lo propio de la hermosura y la felicidad”. (vol. II)

“…hay siempre menos egoísmo en la pura imaginación que en el recuerdo”. (vol. IV)

“…mi destino era no perseguir sino fantasmas, seres cuya realidad tenía yo, en buena parte, en la imaginación; hay personas, efectivamente, -y tal había sido mi caso desde la juventud- para quienes todo cuanto posee un valor fijo que otros pueden comprobar; el dinero, el éxito, las posiciones elevadas no cuenta; lo que necesitan los fantasmas. Por ello sacrifican todo lo demás, arbitran todos los medios y lo ponen al servicio de poder encontrarse con tal o cual fantasma. Pero éste no tarda en desvanecerse, entonces, persiguen a otro, sin que ello impida que vuelvan después al primero”. (vol. IV)

"[…] la genialidad, por no mencionar el talento magno, no procede tanto de elementos intelectuales y especialmente agudos, superiores a los del prójimo, cuanto de la capacidad de transformarlos, de transponerlos. (vol. II)

"Si el arte no era en realidad más que una prolongación de la vida, ¿valía la pena sacrificar algo por él? ¿No era acaso tan irreal como la vida misma?" (vol. V)

"El único viaje auténtico, el único baño de eterna juventud, no sería encaminarnos hacia paisajes nuevos, sino tener otros ojos, ver el universo con los ojos de otro, de otros cien, ver los cien universos que ve cada uno de ellos, que son cada uno de ellos; y eso podemos conseguirlo con un Elstir, con un Vinteuil; con sus semejantes volamos de verdad de unas estrellas a otras". (vol. V)

"Sólo mediante el arte podemos salir de nosotros mismos, saber qué ve otra persona de ese universo que no es igual que el nuestro y cuyos paisajes habrían sido para nosotros tan desconocidos como los que puedan existir en la luna. Gracias al arte, en vez de ver un único mundo, el nuestro, lo vemos multiplicarse, contamos con tantos mundos a nuestra disposición como artistas originales hay, y son más diferentes unos de otros que los mundos que ruedan por el infinito y que, muchos siglos después de que se haya apagado la lumbre de que brotaban, ora se llamase Rembrandt, ora Vermeer, nos envían su particular rayo de luz". (vol. VII)

"La felicidad le resulta salutífera al cuerpo, pero es la pena la que desarrolla las fuerzas de la mente. Por lo demás, aunque no nos descubriese en todas las ocasiones una ley, no por ello dejaría de ser indispensable para encauzarnos hacia la verdad en todas las ocasiones y obligarnos a tomarnos las cosas en serio, arrancando en todas esas ocasiones las malas hierbas de los hábitos, del escepticismo, de la superficialidad y de la indiferencia. Cierto es que esa verdad, que no es compatible con la felicidad ni con la salud, no siempre lo es con la vida. La pena mata a la postre. Con cada pena demasiado grande notamos que se abulta otra vena más, que va desarrollando su sinuosidad mortal por la sien o por de bajo de los ojos. Y así es, poco a poco, como aparecen los estragos en esos terribles rostros de Rembrandt viejo, de Beethoven viejo, de los que todos se reían". (vol. VII)

Homosexualidad:

"Raza sobre la que pesa una maldición y debe vivir en la mentira y el perjurio porque sabe que se considera punible y vergonzoso, inconfesable, ese deseo suyo, eso que constituye para todas las criaturas la magna dulzura de vivir; que tiene que renegar de su Dios, ya que, por muy cristianos

que sean, cuando comparecen ante un tribunal como acusados, no les queda más remedio, en presencia de Cristo y en nombre suyo, que defenderse, como si de una calumnia se tratase, de eso que constituye su vida misma; hijos sin madre, esa madre a quien tienen que pasarse la vida mintiendo, incluso llegada la hora de cerrarle los ojos; amigos sin amistades, pese a todas las personas a quienes inspira amistad ese encanto suyo que con frecuencia se les reconoce […]. Amantes, en fin, […] que tienen casi cerrada la posibilidad de ese amor cuya esperanza les da fuerzas para soportar tantos riesgos y soledades". (vol. IV)

Felicidad

"Lo que nos hace tan dichosos es la presencia en el corazón de algo inestable que nos apañamos continuamente para que dure y de lo que no somos ya casi conscientes en tanto no se mueva del sitio". (vol. II)

Música

"La música, muy diferente en esto del trato con Albertine, me ayudaba a ensimismarme y a descubrir cosas nuevas en mí: esa variedad que había buscado en vano en la vida, en el viaje, cuya nostalgia me hacía sentir no obstante aquella marea sonora y sus olas bañadas de sol que venían a morir junto a mí". (vol. V)

Metamorfosis

"Cuando hemos pasado ya de cierta edad, el alma de ese niño que fuimos y el alma de los muertos de los que procedemos acuden a tirarnos a puñados sus riquezas y sus maleficios y exigen tener arte y parte en los nuevos sentimientos que notamos y en los que, borrando su antigua efigie, volvemos a fundirlos en una creación original. Es así como todo mi pasado, desde mis años más remotos, y, aún más allá, el pasado de mis padres, mezclaban con mi amor impuro por Albertine la dulzura de un afecto filial y maternal al tiempo. Hora llega en que tenemos que acoger a todos nuestros antepasados, que vienen de tan lejos y se reúnen a nuestro alrededor. (vol. V)

***

"En realidad cada lector es, cuando lee, el propio lector de sí mismo"

"Una hora no es solo una hora, sino un vaso colmado de perfumes, sonidos, proyectos y climas"

"Las modas cambian cuando expresan voluntad de cambiar"

"Dejemos las chicas divertidas a los hombres sin imaginación"

"No llegamos a cambiar las cosas según nuestro deseo, sino que poco a poco nuestro deseo cambia" 

"A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas."

"El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma."

"En cuanto somos desdichados, nos volvemos morales"

"El plagio humano del que resulta más difícil escapar, para los individuos (e incluso para los pueblos que perseveran en sus faltas y van agravándolas), es el de uno mismo."

"La ambición embriaga más que la gloria."

"La felicidad es saludable para el cuerpo, pero es la pena la que desarrolla las fuerzas del espíritu."

"La verdadera felicidad no consiste en encontrar nuevas tierras, sino en ver con otros ojos", cita inexacta muy común que resume una frase más larga: "El único viaje verdadero, el único baño de juventud, no sería ir hacia nuevos paisajes, sino tener otros ojos, ver el universo con los ojos de otro, de cientos de otros, ver los cien universos que cada uno de ellos ve, que cada uno de ellos es"

"Las ideas son sucedáneos de los dolores: desde el momento en que éstos se transforman en ideas, pierden una parte de su acción nociva sobre nuestro corazón y hasta, en el primer momento, la tranformación misma desprende súbitamente alegría."

"No se cura un sufrimiento sino a condición de soportarlo plenamente."

"Nuestros deseos se ponen trabas mutuamente y en la confusión de la vida raras veces una dicha corresponde exactamente a aquel que la había reclamado."

"Para el beso, la nariz y los ojos están tan mal colocados como mal hechos los labios."

"¿Quién lee mejor que un chico?"

"Somos sanados del sufrimiento solamente cuando lo experimentamos a fondo"

"Vale más soñar la vida propia que vivirla, aunque vivirla es también soñarla."

"Una obra de arte que encierre teorías es como un objeto sobre el que se ha dejado la etiqueta del precio."

"Una ausencia; el rechazo de una invitación a cenar; una rudeza inintencionada, inconsciente, son mucho más útiles que todos los cosméticos y prendas elegantes del mundo."

"El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos."