Fuga de la muerte
Negra leche del alba la bebemos de tarde
la bebemos a mediodía de mañana la bebemos de noche
bebemos y comemos
cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines
silba a sus judíos hace cavar una fosa en la tierra
nos ordena tocad a danzar
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana a mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
Tu pelo de ceniza Sulamit cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Grita hincad los unos más hondo en la tierra los otros cantad y tocad
agarra el hierro del cinto lo blande son sus ojos azules
hincad los unos más hondo las palas los otros seguid tocando a danzar
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía de mañana te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
tu pelo ceniza Sulamit juega con las serpientes
Grita que suene más dulce la muerte la muerte es un Maestro Alemán
grita más oscuro el tañido de los violines así subiréis como humo en el aire
así tendréis una fosa en las nubes no se yace allí estrecho
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía la muerte es un Maestro Alemán
te bebemos de tarde y mañana bebemos y bebemos
la muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul
él te alcanza con bala de plomo su blanco eres tú
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
azuza sus mastines a nosotros nos regala una fosa en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un Maestro Alemán
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamit
(De Amapola y memoria, 1952)
Lo sé
Y tú, tú también:
ya crisálida.
Como todo lo que mece la noche.
Este batir, volar de alas en redor:
¡yo lo oigo – no lo veo!
Y tú
como todo
lo liberado del día:
ya crisálida.
Y ojos, que te buscan.
Y mi ojo entre ellos.
Una mirada:
un hilo más que te envuelve.
Esta tardía, tardía luz.
Lo sé: los hilos fulgen.
(De De umbral en umbral, 1955)
Flor
La piedra.
La piedra en el aire, a la que seguí.
Tu ojo tan ciego como la piedra.
Éramos
manos,
vaciamos las tinieblas, encontramos
la palabra que remontó el verano:
flor.
Flor – una palabra de ciego.
Tu ojo y mi ojo:
proveen
el agua.
Crecimiento.
Pared a pared del corazón
se acumulan las hojas.
Una palabra aún como ésta y los martillos
cimbran libres.
(De Reja de lenguaje, 1959)