jueves, 19 de marzo de 2015

Fábula de Tomás de Iriarte que se descolgó de las suyas, poco conocida y herética para Menéndez Pelayo

Tuvo Simón una barca
no más que de pescador,
y no más que como barca,
a sus hijos la dejó.

Mas ellos tanto pescaron
e hicieron tanto doblón,
que ya tuvieron a menos
no mandar buque mayor.

La barca pasó a jabeque,
luego a fragata pasó;
de aquí a navío de guerra,
y asustó con su cañón.

Mas ya roto y viejo el casco
de tormentas que sufrió,
se va pudriendo en el puerto.
¡Lo que va de ayer a hoy!

Mil veces lo han carenado,
y al cabo será mejor
desecharle, y contentarnos
con la barca de Simón.