lunes, 15 de junio de 2015

Jorge Guillén, El cuento de nunca acabar



HOMENAJE (1967)



El cuento de nunca acabar





Una vida no cabe en la memoria.


Ámbitos de amistades,

espíritus sin roce

con Historia, con público,

la mujer, el amor, las criaturas,

nuestra existencia en pleno consumada

entre bienes y males.



Surge una gratitud

¿en cuántas direcciones?

Se despliega la rosa de los vientos.


¡Amigos! Este Globo
florece bajo diálogos:
extraordinaria flora
-mezclándose a la selva
que nunca se destruye-
por entre las historias diminutas
que recatan sin fechas los instantes
supremos, tan humildes.
La raíz de mi ser los ha guardado
para abocar al que yo soy. Más rico,
respirando agradezco.
El hombre entre los hombres,
el sol entre los astros
¿en torno a una Conciencia?
(Más que una hoja yo no soy, no sé.)




Miro atrás. ¡El olvido me ha borrado

tanto de lo que fui!

La memoria me oculta sus tesoros.


¿Cómo decir adiós,

final adiós al mundo?

Y nadie se despide de sí mismo,

a no ser en teatro de suicida.

Estar muerto no es nada.

Morir es sólo triste.

Me dolerá dejaros a vosotros,

los que aquí seguiréis,

y no participar de vuestra vida.

El cuento no se acaba.

Sólo se acaba quien os cuenta el cuento.
¿Habrá un deber y haber
que resuma el valor de la existencia,
es posible un numérico balance?
Ser, vivir, absolutos,
sacros entre dos nadas, dos vacíos.
El ser es el valor. Yo voy valiendo,
yo vivo. ¡Todavía!
Tierra bajo mis plantas,
el mar y el cielo con nosotros, juntos.