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miércoles, 12 de febrero de 2025

José Manuel Torres, Nana roja para mi hijo Lin Manuel

 JOSÉ MANUEL TORRES SANTIAGO


NANA ROJA PARA MI HIJO LIN MANUEL


Antes, y cuando tú naciste, no sé por qué,

pensé tu muerte… Los explotadores,

los capitalistas, los mercaderes de humanos,

los curas y los obispos habían tendido el asesinato

y sembrado la guerra.


Vietnam con su sangre.

Santo Domingo con su dolor

Puerto Rico con su pulmón podrido.


¿Qué podía pensar, Lin Manuel, sino tu muerte?

…Saber que ibas directo a la democracia

(democracia en este lado es todos los días

miseria, mierda, muerte). Saber que un día

(si no muestras que tienes patriotismo y cojones)

te reclutarán y darán un fusil

para matar la libertad.


Pero has nacido y te he vestido

con mis símbolos todos los días,

con la revolución: eres un bebé rojo, Lin Manuel,

y, aunque, no sé qué serás

cuando crezcas, confío

que también gritarás conmigo

la guerra justa contra los asesinos yanquis.


(En las manos del pueblo, 1972.)

viernes, 8 de septiembre de 2023

Canciones de Joaquín Sabina

A mis cuarenta y diez


A mis cuarenta y diez,

Cuarenta y nueve dicen que aparento,

Más antes que después,

He de enfrentarme al delicado momento

De empezar a pensar

En recogerme, de sentar la cabeza,

De resignarme a dictar testamento

(perdón por la tristeza)

Para que mis allegados, condenados

A un ingrato futuro,

No sufran lo que he sufrido, he decidido

No dejarles ni un duro,

Sólo derechos de amor,

Un siete en el corazón y un mar de dudas,

A condición de que no

Los malvendan, en el rastro, mis viudas


Y, cuando, a mi Rocío,

Le escueza el alma y pase la varicela,

Y, un rojo escalofrí­o,

Marque la edad del pavo de mi Carmela,

Tendrán un mal ejemplo, un hulla hop

Y un D'Artacán que les ladre,

Por cada beso que les regateó

El fanfarrón de su padre


Pero sin prisas, que, a las misas

De réquiem, nunca fui aficionado,

Que, el traje de madera, que estrenaré,

No está siquiera plantado,

Que, el cura, que ha de darme la extremaunción,

No es todaví­a monaguillo,

Que, para ser comercial, a esta canción

Le falta un buen estribillo


Desde que salgo con la pálida dama

Ando más muerto que vivo,

Pero dormir el sueño eterno en su cama

Me parece excesivo,

Y, eso que nunca he renunciado a buscar,

En unos labios abiertos,

Dicen que hay besos de esos que, te los dan,

Y resucitan a un muerto


Y, si a mi tumba, os acercáis de visita,

El dí­a de mi cumpleaños,

Y no os atiendo, esperadme, en la salita,

Hasta que vuelva del baño

A quién le puede importar,

Después de muerto, que uno tenga sus vicios?

El dí­a del juicio final

Puede que Dios sea mi abogado de oficio


Pero sin prisas, que, a las misas

De réquiem, nunca fui aficionado,

Que, el traje de madera, que estrenaré,

No está siquiera plantado,

Que, el cura, que ha de darme la extremaunción,

No es todaví­a monaguillo,

Que, para ser comercial, a esta canción

Le falta un buen estribillo


Contigo


Yo no quiero un amor civilizado

Con recibos y escena del sofá

Yo no quiero que viajes al pasado

Y vuelvas del mercado con ganas de llorar


Yo no quiero vecinas con pucheros

Yo no quiero sembrar ni compartir

Yo quiero catorce de febrero

Ni cumpleaños feliz


Yo no quiero cargar con tus maletas

Yo no quiero que elijas mi champú

Yo no quiero mudarme de planeta

Cortarme la coleta, brindar a tu salud


Yo no quiero domingo por la tarde

Yo no quiero columpio en el jardí­n

Lo que yo quiero corazón cobarde

Es que mueras por mí­


Y morirme contigo si te matas

Y matarme contigo si te mueres

Porque el amor cuando no muere mata

Porque amores que matan nunca mueren


Yo no quiero juntar para mañana

Nunca supe llegar a fin de mes

Yo no quiero comerme una manzana

Dos veces por semana, sin ganas de comer


Yo no quiero calor de invernadero

Yo no quiero besar tu cicatriz

Yo no quiero Parí­s con aguacero

Ni Venecia sin ti


No me esperes a las doce en el juzgado

No me digas volvamos a empezar


Yo no quiero ni libre ni ocupado

Ni carne ni pecado ni orgullo ni piedad

Yo no quiero saber porqué lo hiciste

Lo que yo quiero muchacha de ojos tristes

Es que mueras por mí­


Y morirme contigo si te matas

Y matarme contigo si te mueres

Porque el amor cuando no muere mata

Porque amores que matan nunca mueren


Nos sobran los motivos, canción de Joaquín Sabina


Este adiós no maquilla un hasta luego,

este nunca no esconde un ojala,

estas cenizas no juegan con fuego,

este ciego no mira para atrás.

Este notario firma lo que escribo,

esta letra no la protestaré,

ahórrate el acuse de recibo,

estas vísperas son las de después.

A este ruido tan huérfano de padre

no voy a permitirle que taladre

un corazón podrido de latir.

Este pez ya no muere por tu boca,

este loco se va con otra loca,

estos ojos no lloran más por ti.


Esta sala de espera sin esperanza,

estas pilas de un timbre q se secó

este helado de fresa de la venganza

esta empresa de mudanza

con los muebles del amor.


Esta campana mora en el campanario,

esta mitad partida por la mitad,

estos besos de Judas,este calvario,

este look de presidiario,

esta cura de humildad.


Este cambio de acera de tus caderas,

estas ganas de nada menos de tí

este arrabal sin grillos en primavera,

ni espaldas con cremalleras,

ni anillos de presumir.


Esta casita de muñecas de alterne

este racimo de pétalos de sal

este huracán sin ojos que lo gobiernen

este jueves,este viernes

y el miércoles q vendrá


(ESTRIBILLO)

No abuses de mi inspiración,

no acuses a mi corazón

tan maltrecho y ajado

q está cerrado por derribo.


Por las arrugas de mi voz

se filtra la desolación

de saber q éstos son

los últimos versos q te escribo,

para decir "con Dios" a los dos

nos sobran los motivos.


Este nido de pájaro disecado

este perro andaluz sin domesticar

este trono de príncipe destronado

esta espina de pescado

esta ruina de Don Juan.


Esta lágrima de hombre de las cavernas

esta horma de zapato de Barba Azul,

que poco rato dura la vida eterna

por el túnel de tus piernas,

entre Córdoba y Maipú.


Esta guitarra cínica y dolorida

con su terco knock,knockin'on heaven's door,

estos labios que saben a despedida

a vinagre en las heridas

a pañuelo de estación


Este ladrón aparcado en tu toga

la rueca de Penélope en Luna Park

estos celos que sueñan que te desnudan

esta caracola viuda

sin la pianola del mar.


(ESTRIBILLO)

No abuses de mi inspiración...


19 días y 500 noches Joaquín Sabina


Lo nuestro duró

Lo que duran dos peces de hielo

En un güisqui on the rocks

En vez de fingir

O, estrellarme una copa de celos

Le dio por reír

De pronto me vi

Como un perro de nadie

Ladrando, a las puertas del cielo

Me dejó un neceser con agravios

La miel en los labios

Y escarcha en el pelo


Tenían razón

Mis amantes

En eso de que, antes

El malo era yo

Con una excepción

Esta vez

Yo quería quererla querer

Y ella no

Así que se fue

Me dejó el corazón en los huesos

Y yo de rodillas


Desde el taxi

Y, haciendo un exceso

Me tiró dos besos

Uno por mejilla

Y regresé

A la maldición del cajón sin su ropa

A la perdición de los bares de copas

A las cenicientas

De saldo y esquina


Y, por esas ventas

Del fino laina

Pagando las cuentas

De gente sin alma

Que pierde la calma

Con la cocaína

Volviéndome loco

Derrochando la bolsa y la vida

La fui, poco a poco

Dando por perdida


Y eso que yo

Paro no agobiar con flores a María

Para no asediarla con mi antología

De sábanas frías y alcobas vacías

Para no comprarla con bisutería

Ni ser el fantoche que va en romería

Con la cofradía del santo reproche


Tanto la quería

Que tardé en aprender a olvidarla,

Diecinueve días y quinientas noches


Dijo hola y adiós

Y el portazo, sonó como un signo de interrogación

Sospecho que así

Se vengaba,a través del olvido

Cupido de mí

No, no pido perdón (no pido perdón)


¿para qué? si me va a perdonar

Porque ya no le importa

Siempre tuvo la frente muy alta

La lengua muy larga

Y la falda muy corta


Me abandonó

Como se abandonan los zapatos viejos

Destrozó el cristal de mis gafas de lejos

Sacó del espejo su vivo retrato

Y fui, tan torero

Por los callejones del juego y el vino

Que, ayer el portero

Me echó del casino de Torrelodones

Qué pena tan grande

Negaría el santo sacramento

En el mismo momento

Que ella me lo mande


Y eso que yo

Paro no agobiar con flores a María

Para no asediarla con mi antología

De sábanas frías y alcobas vacías

Para no comprarla con bisutería

Ni ser el fantoche que va en romería

Con la cofradía del santo reproche


Tanto la quería

Que tardé en aprender a olvidarla,

Diecinueve días y quinientas noches


Y regresé

A la maldición del cajón sin su ropa

A la perdición de los bares de copas

A las cenicientas

De saldo y esquina


Y, por esas ventas

Del fino laina

Pagando las cuentas

De gente sin alma

Que pierde la calma

Con la cocaína


La del pirata cojo


No soy un fulano con la lágrima fácil

de esos que se quejan solo por vicio,

si la vida se deja le meto mano

y si no aún me excita mi oficio,

y como además sale gratis soñar

y no creo en la reencarnación,

con un poco de imaginación,

partiré de viaje enseguida

a vivir otras vidas

a probarme otros nombres,

a colarme en el traje y la piel

de todos los hombres

que nunca seré:


Al Capone en Chicago

legionario en Melilla

pintor en Montparnasse


Mercader en Damasco

costalero en Sevilla

negro en Nueva Orleans


Viejo verde en Sodoma

deportado en Siberia

sultán en un harem


¿Policía? ni en broma

triunfador de la feria

gitanito en Jerez


Tahúr en Montecarlo

cigarrillo en tu boca

taxista en Nueva York.


El más chulo del barrio

tiro porque me toca

suspenso en religión


Confesor de la reina

banderillero en Cádiz

tabernero en Dublín.


Comunista en las Vegas

ahogado en el Titanic

Flautista en Hamelín.


Pero si me dan a elegir

entre todas las vidas yo escojo

la del pirata cojo

con pata de palo,

con parche en el ojo,

con cara de malo,

el viejo truhán, capitán

de un barco que tuviera

por bandera

un par de tibias y una calavera


La del pirata cojo

con pata de palo,

con parche en el ojo,

con cara de malo,

el viejo truhán, capitán

de un barco que tuviera

por bandera

un par de tibias y una calavera.


Billarista a tres bandas

insumiso en el cielo

dueño de un cabaret.


Arañazo en tu espalda

tenor en Rigoletto

pianista de un burdel.


Bongosero en la Habana

Casanova en Venecia

anciano en Shangri La,


Polizón en tu cama

vocalista de orquesta

mejor tiempo en Le Mans.


Cronista de sucesos

detective en apuros

conservado en alcohol.


Violador en tus sueños

suicida en el viaducto

guapo en un culebrón


Morfinómano en China

desertor en la guerra

boxeador en Detroit.


Cazador en la India

marinero en Marsella

fotógrafo en Playboy.


Pero si me dan a elegir

entre todas las vidas yo escojo

la del pirata cojo

con pata de palo,

con parche en el ojo,

con cara de malo,

el viejo truhán, capitán

de un barco que tuviera

por bandera

un par de tibias y una calavera.


La del pirata cojo

con pata de palo,

con parche en el ojo,

con cara de malo,

el viejo truhán, capitán

de un barco que tuviera

por bandera

un par de tibias y una calavera.


Tan joven y tan viejo


Lo primero que quise fue marcharme bien lejos;

en el álbum de cromos de la resignación

pegábamos los niños que odiaban los espejos

guantes de Rita Hayworth, calles de Nueva York.


Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida

le pedí que a su antojo dispusiera de mí,

ella me dió las llaves de la ciudad prohibida

yo, todo lo que tengo, que es nada, se lo dí.


Así crecí volando y volé tan deprisa

que hasta mi propia sombra de vista me perdió,

para borrar mis huellas destrocé mi camisa,

confundí con estrellas las luces de neón.


Hice trampas al póker, defraudé a mis amigos,

sobre el banco de un parque dormí como un lirón;

por decir lo que pienso sin pensar lo que digo

más de un beso me dieron (y más de un bofetón).


Lo que sé del olvido lo aprendí de la luna,

lo que sé del pecado lo tuve que buscar

como un ladrón debajo de la falda de alguna

de cuyo nombre ahora no me quiero acordar.


Así que, de momento, nada de adiós muchachos,

me duermo en los entierros de mi generación;

cada noche me invento, todavía me emborracho;

tan joven y tan viejo, like a rolling stone.

Cuervo Ingenuo y otras canciones de Javier Krahe

Cuervo Ingenuo,  canción de Javier Krahe


Tú decir que si te votan

tú sacarnos de la OTAN,

tú convencer mucha gente,

tú ganar gran elección.

Ahora tú mandar nación,

ahora tú ser presidente.

Hoy decir que es Alianza

ser de toda confianza,

incluso muy conveniente.

Lo que antes ser muy mal,

permanecer todo igual

y hoy resultar excelente.

¡Hombre blanco hablar con lengua de serpiente!

¡Hombre blanco hablar con lengua de serpiente!

Cuervo ingenuo no fumar

la pipa de la paz con tú,

¡por Manitú!

¡por Manitú!

Tú no tener nada claro

cómo acabar con el paro;

tú ser en eso paciente;

pero hacer reconversión

y, aunque haber grave tensión,

tú actuar radicalmente.

Tú detener por diez días

en negras comisarías

donde mal trato es frecuente;

ahí tú no ser radical,

no poner punto final,

ahí tú también ser paciente.

¡Hombre blanco hablar con lengua de serpiente!

¡Hombre blanco hablar con lengua de serpiente!

Cuervo ingenuo no fumar

la pipa de la paz con tú,

¡Por Manitú!

¡Por Manitú!

Tú tirar muchos millones

en comprar tontos aviones

al otro gran presidente.

En lugar de recortar

loco gasto militar,

tú ser su mejor cliente.

Tú mucho partido, pero

¿es socialista, es obrero,

o es español solamente?

Pues tampoco cien por cien

si americano también.

Gringo ser muy absorbente.

¡Hombre blanco hablar con lengua de serpiente!

¡Hombre blanco hablar con lengua de serpiente!

Cuervo ingenuo no fumar

la pipa de la paz con tú,

¡Por Manitú!

¡Por Manitú!


Un burdo rumor, Javier Krahe


No sé tus escalas, por lo tanto eres muy dueña,

de ir por ahí diciendo que la tengo muy pequeña.

No está su tamaño, en honor a la verdad

fuera de la ley de la relatividad

y, aunque en rigor

no es mejor

por ser mayor o menor,

ciertamente es un burdo rumor.


Pero como veo que por ser tú tan cotilla

va de boca en boca y es la comidilla,

en vez de esconderla como haría el avestruz,

tomo mis medidas, hágase la luz.

Y, aunque en rigor

no es mejor

por ser mayor o menor,

una encuesta he hecho a mi alrededor.


Trece interesadas respondieron a esta encuesta,

de la cuales una no sabe/no contesta.

¿Y de en la otras doce? División como veréis:

se me puso en contra la mitad, es decir, seis.

Y, aunque en rigor

no es mejor

por ser mayor o menor,

otras seis francamente a favor.


Y si hubo reproches fueron, en resumen,

por su rendimiento, no por su volumen.

Y las alabanzas que también hubo un montón,

hay que atribuirlas a una cuarta dimensión.

Y, aunque en rigor

no es mejor

por ser mayor o menor,

a que a veces soy muy cumplidor.


Mi mujer incluso dijo “aunque prefiero,

como tú ya sabes, la del jardinero,

por si te interesa, pon que estáis a la par,

sólo que la suya es mucho menos familiar.

Y, aunque en rigor

no es mejor

por ser mayor o menor,

nunca olvida traerme una flor”.


Es mísero, sórdido, y aún diría tétrico,

someterlo todo al sistema métrico.

No estés con la regla más de lo que es natural,

te aseguro chica que eso puede ser fatal.

Y, aunque en rigor

no es peor

por ser mayor o menor,

yo, que tú, consultaba al doctor

López Ibor.


No todo va a ser follar, Javier Krahe


También habrá que saltar a la pata coja,

y habrá que coleccionar sellos de Nigeria,

no todo va a ser follar,

no todo va a ser follar,

y habrá también que apretar una tuerca floja

y habrá que ir a trabajar,

no todo va a ser follar,

por una miseria.


Y habrá también que llevar a arreglar el coche

y habrá que quitarle el polvo a la biblioteca,

no todo va a ser follar,

no todo va a ser follar,

y habrá que cerrar el bar al morir la noche

y habrá también que pagar,

no todo va a ser follar,

lo de la hipoteca.


No todo va a ser follar,

ya follé el año pasado

a la orillita del mar

con una mujer sin par

que después me dio de lado,

lo recuerdo, algo tocado

pero sin dramatizar,

no todo va a ser follar,

no todo va a ser follar.


También habrá que llamar a la pobre Alicia,

y habrá que modificar la ronda nocturna,

no todo va a ser follar,

no todo va a ser follar,

y habrá que desmenuzar la última noticia

y habrá que depositar,

no todo va a ser follar,

el voto en la urna.


Y habrá también que comprarse unos calcetines,

también habrá que regar esos cuatro tiestos,

no todo va a ser follar,

no todo va a ser follar,

y habrá que documentarse sobre los delfines

y habrá también que firmar,

no todo va a ser follar,

muchos manifiestos.


No todo va a ser follar,

ya follé el año pasado

a la orillita del mar

con una mujer sin par

que después me dio de lado,

lo recuerdo, trastornado

pero sin exagerar,

no todo va a ser follar,

no todo va a ser follar.


También habrá que invitar a una barbacoa,

y habrá también que acercarse hasta el quinto pino,

no todo va a ser follar,

no todo va a ser follar,

y habrá que intentar cruzar Núñez de Balboa

y habrá que ir a consultar,

no todo va a ser follar,

a un buen otorrino.


También habrá que admirar a la mona Chita,

y habrá también que jugar a pares o nones,

no todo va a ser follar,

no todo va a ser follar,

y habrá que resucitar por la mañanita

y habrá también que cantar,

no todo va a ser follar,

muchas más canciones.


No todo va a ser follar,

ya follé el año pasado

a la orillita del mar

con una mujer sin par

que después me dio de lado,

lo recuerdo, obsesionado

pero sin llorar,

no todo va a ser follar,

no todo va a ser follar.


San Cucufato, Javier Krahe


He perdido el pudor, ya no tengo decencia

y me exhibo desnudo con cierta frecuencia.

¿Qué será

que este cuerpo gentil, visto así en cueritatis,

por dinero está bien y molesta si es gratis?

Yo no sé qué será pero como no cobro

por desvelar mi piel, está visto que sobro.

Mi albornoz

¿dónde está mi albornoz, dónde está mi recato?

Mi extraviado pudor dame, San Cucufato.


San Cucufato, te enciendo esta vela.

Devuélveme el pudor, hace un frío que pela.

San Cucufato, los cojones te ato:

si no me lo devuelves no te los desato.


He perdido el amor, contraje matrimonio

y la paz conyugal me ha matado el insomnio

genital.

Cumplo como varón porque aún tengo reflejos

y mi buena mujer no va mucho más lejos.

Yo solía pasar largas horas de fiesta...

ahora, cuando ha lugar nos echamos la siesta

y a dormir.

¿Dónde está la avidez, dónde está el arrebato?

Mi dormida pasión dame, San Cucufato.


San Cucufato, te enciendo este cirio.

Devuélveme el amor, aquel viejo delirio.

San Cucufato, los cojones te ato:

si no me lo devuelves no te los desato.


He perdido el humor, me deshago en suspiros

viendo que fácil es, pero nunca es ni a tiros.

¡Que país!

Uno, pobre infeliz, tan dispuesto al abrazo

y la España Cañí va y le da un españazo.

Miro a mi alrededor, no le veo la gracia

pero la desgracia sí. De mi boca, reacia,

sale un jé,

pero un jé muy flojín, de media comisura.

Cucufato: mi humor o caeré en la locura.


San Cucufato, te enciendo esta bujía.

Devuélveme el humor, permite que me ría.

San Cucufato, los cojones te ato:

si no me lo devuelves no te los desato.


Antípodas, Javier Krahe


En las antípodas todo es idéntico,

tienen teléfonos, tienen semáforos

con automóviles con sancristóbales,

muchos estómagos están a régimen.

Tienen políticos más bien estúpidos

pero son súbditos muy pusilánimes.

En las antípodas todo es idéntico,

idéntico a lo autóctono.


La problemática es económica

y en lo teórico no son unánimes,

lo hay escépticos, los hay fanáticos,

pero en la práctica no ves apóstatas

sino en los márgenes o con prismáticos.

Y unos son míseros, otros son prósperos,

en las antípodas todo es idéntico,

idéntico a lo autóctono.


Hay mundo artístico con gente excéntrica,

mundo científico con catedráticos

y cuerpo médico y casos clínicos.

La gente rústica puebla las fábricas

y los hipódromos los aristócratas.

Ciertos filósofos sienten escrúpulos.

En las antípodas todo es idéntico,

idéntico a lo autóctono.


Algunos fármacos son ilegítimos

pero hay gran tráfico, lo cual es lógico

porque los réditos son astronómicos

y hay muchas víctimas, hay muchas cárceles.

Voces hipócritas piden, coléricas

medidas drásticas, sillas eléctricas.

En las antípodas todo es idéntico,

idéntico a lo autóctono.


Los eclesiásticos desde sus púlpitos

causan catástrofes, y los omnímodos

poderes fácticos hazañas bélicas

y actos vandálicos los energúmenos,

y los pacíficos, actos inútiles.

Entre los lúcidos cunde el desánimo.

En las antípodas todo es idéntico,

idéntico a lo autóctono.


Se dan fenómenos de rara índole:

idéntico a lo autóctono,

madres estériles con partos múltiples,

idéntico a lo autóctono,

problemas étnicos con los indígenas,

idéntico a lo autóctono,

falsas polémicas con los satélites,

idéntico a lo autóctono,

grandes espíritus viven recónditos,

idéntico a lo autóctono,

y hay lodos tóxicos abundantísimos…


En otros términos que están incómodos.

Pero es fantástico, martes y miércoles,

jueves y sábados, lunes y vísperas,

dan espectáculo con el esférico,

y allí, al unísono, arman escándalo

y es como un bálsamo para sus ánimas.

En las antípodas todo es idéntico,

idéntico a lo autóctono.


Abajo el Alzheimer, Javier Krahe


Sí, que los recuerdo, fueron los mejores,

con muchos detalles y vivos colores

aquí van las cuentas de mis cien amores.

Veamos si tengo o no tengo memoria.


Un amor eterno, otros casi tanto.

De siempre me prenden los cinco en su encanto,

tan sólo por ellas he vertido el llanto.

Peaje de amor, cantidad irrisoria.


Amores de suerte, amores de paso,

amores refugio, amores al raso,

parques del Retiro, museos Picasso.

Incluso una suite en el Waldorf Astoria.


Amores insólitos por lo singulares,

hay reinas del mar por los siete mares.

De amores sin par, unos quince pares.

Y todas tangibles, ninguna ilusoria.


Descuéntame uno y van treinticuatro,

el uno que tacho fue puro teatro,

una tontería y no lo idolatro.

Ocurre que es que no tuve escapatoria.


De cinco minutos, de media mañana,

de fin de mi vida, de fin de semana,

por el via amoris de mi real gana.

Cada uno su cruz y hoy la mía es de gloria.


Amores de ida, amores de vuelta,

amores debidos al Ebro y al Delta,

y al imperio ruso y al folclore celta.

También llevo bien geografía e historia.


Van ochenta y casi me olvido la lluvia

mojando los rizos de mi única rubia.

Y a mi diosa blanca. Y a mi esclava nubia.

Y a mis tres Marías, Marías Victorias.


Y a las seis menores aunque muy crecidas.

Sus seis casi estrenos me dieron seis vidas.

Me obligó el espejo a seis despedidas

de seis aplicadas en arte amatoria.


Las ocho que faltan las guardo en secreto,

que yo fui Montesco y ellas Capuleto,

y me comprometen o las comprometo.

Mi alegre canción iba a ser mortuoria.


Y ya están las cuentas de mis cien amores,

que claro que sí, fueron los mejores.

Y si queréis más, yo, de mil amores.

Y ruede la rueda y gire la noria.


Marieta, versión de Javier Krahe de la canción de Georges Brassens


Y yo que fui a rondarle

la otra noche a Marieta

la bella, la traidora

había ido a escuchar a Alfredo Krahus


Y yo con mi canción

como un gilipollas, madre

Y yo con mi canción

como un gilipollas


Y entré con el salero

al comedor de Marieta

la bella, la traidora

ya estaba acabando el flan


Y yo allí con la sal

como un gilipollas, madre

Y yo allí con la sal

como un gilipollas.


Y cuando por su santo

le compré una bicicleta

la bella, la traidora

ya se había agenciado un Rolls.


Pegado al manillar

hice el gilipollas, madre

pegado al manillar

hice el gilipollas.


Y le llevé una orquídia

a nuestra cita en la Glorieta

la bella se besaba con un chulo

y apoyada en un farol


Y yo allí con mi flor

como un gilipollas, madre

y yo allí con mi flor

como un gilipollas.


Y cuando ya por fin

fui a degollar a Marieta

la bella, la traidora

de un soponcio

se me había muerto ya.


Y yo con mi puñal

como un gilipollas, madre

y yo con mi puñal

como un gilipollas.


Y lúgubre corrí

al funeral de Marieta

A la bella, la traidora

le dio por resucitar.


Y yo con mi corona

hice el gilipollas, madre

y yo con mi corona

hice el gilipollas.

miércoles, 25 de agosto de 2021

Las cenizas de Gramsci, Pier Paolo Pasolini. Versión bilingüe.

 Le ceneri di Gramsci / Las cenizas de Gramsci, Pier Paolo Pasolini

Traducción de Manuel Moya


I


Non è di maggio questa impura aria

che il buio giardino straniero

fa ancora più buio, o l’abbaglia


con cieche schiarite... questo cielo

di bave sopra gli attici giallini

che in semicerchi immensi fanno velo


alle curve del Tevere, ai turchini

monti del Lazio... Spande una mortale

pace, disamorata come i nostri destini,


tra le vecchie muraglie l’autunnale

maggio. In esso c’è il grigiore del mondo,

la fine del decennio in cui ci appare


tra le macerie finito il profondo

e ingenuo sforzo di rifare la vita;

il silenzio, fradicio e infecondo...


Tu giovane, in quel maggio in cui l’errore

era ancora vita, in quel maggio italiano

che alla vita aggiungeva almeno ardore,


quanto meno sventato e impuramente sano

dei nostri padri - non padre, ma umile

fratello - già con la tua magra mano


delineavi l’ideale che illumina

(ma non per noi: tu, morto, e noi

morti ugualmente, con te, nell’umido


giardino) questo silenzio. Non puoi,

lo vedi?, che riposare in questo sito

estraneo, ancora confinato. Noia


patrizia ti è intorno. E, sbiadito,

solo ti giunge qualche colpo d’incudine

dalle officine di Testaccio, sopito


nel vespro: tra misere tettoie, nudi

mucchi di latta, ferrivecchi, dove

cantando vizioso un garzone già chiude


la sua giornata, mentre intorno spiove.



LAS CENIZAS DE GRAMSCI


trad. de manuel Moya


I


No es de mayo este aire impuro

que aún hace más oscuro el oscuro

jardín extranjero, o lo ilumina


con ciegos resplandores... este cielo

de babas sobre amarillentos áticos

que custodian en grandes semicírculos


los recodos del Tíber, las añiles

colinas del Lacio... Extiende una paz

mortal, desafecta como nuestros destinos


entre las viejas murallas el otoñal

mayo. Sobre él descansa lo gris del mundo,

el fin del decenio en el que se nos aparece


entre los escombros, ya acabado el hondo

e ingenuo esfuerzo por rehacer la vida,

el silencio, putrefacto e infecundo...


Tú, joven, en aquel mayo, cuando aún era un error

la vida, en aquel mayo italiano

cuando al menos a la vida se le sumaba el coraje


despreocupado e impuramente sano

de nuestros padres -no padre, sino

humilde hermano- con tu delgada mano


dibujabas ya el ideal que ilumina

(pero no para nosotros: muerto tú y nosotros

muertos de igual modo, contigo, en el húmedo


jardín) este silencio. No puedes más,

¿te das cuenta?, que descansar en este sitio

extraño, confinado aún. Un hastío


de patricios te rodea. Y, ya sin color,

sólo llega hasta ti algún que otro golpe de yunque

desde los talleres del Testaccio, absorbido


por el atardecer: entre míseras techumbres, desnudos

montones de latas, chatarra, donde

canta y canta un muchachote que ya cierra


su jornada, mientras alrededor va dejando de llover.



II


Tra i due mondi, la tregua, in cui non siamo.

Scelte, dedizioni... altro suono non hanno

ormai che questo del giardino gramo


e nobile, in cui caparbio l’inganno

che attutiva la vita resta nella morte.

Nei cerchi dei sarcofaghi non fanno


che mostrare la superstite sorte

di gente laica le laiche iscrizioni

in queste grige pietre, corte


e imponenti. Ancora di passioni

sfrenate senza scandalo son arse

le ossa dei miliardari di nazioni


più grandi; ronzano, quasi mai scomparse,

le ironie dei principi, dei pederasti,

i cui corpi sono nell’urne sparse


inceneriti e non ancora casti.

Qui il silenzio della morte è fede

di un civile silenzio di uomini rimasti


uomini, di un tedio che nel tedio

del Parco, discreto muta: e la città

che, indifferente, lo confina in mezzo


a tuguri e a chiese, empia nella pietà,

vi perde il suo splendore. La sua terra

grassa di ortiche e di legumi dà

questi magri cipressi, questa nera


umidità che chiazza i muri intorno

a smorti ghirigori di bosso, che la sera

rasserenando spegne in disadorni


sentori d’alga... quest’erbetta stenta

e inodora, dove violetta si sprofonda

l’atmosfera, con un brivido di menta,


o fieno marcio, e quieta vi prelude

con diurna malinconia, la spenta

trepidazione della notte. Rude


di clima, dolcissimo di storia, è

tra questi muri il suolo in cui trasuda

altro suolo; questo umido che


ricorda altro umido; e risuonano

- familiari da latitudini e

orizzonti dove inglesi selve coronano

laghi spersi nel cielo, tra praterie


verdi come fosforici biliardi o come

smeraldi: “And O ye Fountains...” - le pie

invocazioni...


II


Entre los dos mundos en los que ya no estamos, la tregua.

Decisiones, entregas, hoy no tienen más sonidos

que el de éste del jardín triste y noble,


en el que el tenaz engaño que atenuaba

la vida, se queda en la muerte.

En torno a los sarcófagos no hacen


sino mostrar la sobreviviente suerte

de gente laica y sus laicas inscripciones

en estas grises piedras, recortadas


e imponentes. Todavía de desenfrenadas pasiones

sin escándalo arden los huesos

de los millonarios de las más grandes naciones:


zumban, no del todo desaparecidas,

las ironías de los príncipes y de los pederastas,

cuyos cuerpos se esparcen en las urnas


hechos ya cenizas pero no castos todavía.

Aquí el silencio de la muerte es fe

de un silencio civil de hombres que siguen siendo


hombres, de un hastío que en el hastío

del jardín, discretamente cambia: y la ciudad

que, indiferente, lo aleja en medio


de tugurios y de iglesias, impío en la piedad

donde pierde su esplendor. Su tierra

cubierta de ortigas y legumbres da


esos raquíticos cipreses, esta negra

humedad que mancha los muros

en los finos garabatos de boj, que la tarde


al serenarse apaga en sobrios

olores a algas... estas delicadas e inodoras

hierbecillas , donde la violeta se hunde


en la atmósfera, con un escalofrío de menta

o pasto podrido, y quieta nos anuncia

con diurna melancolía, la apagada


trepidación de la noche. De clima

duro, dulcísimo de historia,

entre estos muros está el suelo que trasuda


otro suelo; esta humedad que

otra humedad recuerda; y resuenan

familiares de latitudes y horizontes


donde inglesas selvas coronan

lagos desperdigados por el cielo, entre praderas

verdes como billares fosforescentes o como


esmeraldas: "And O ye Fountains..."-

las piadosas invocaciones...


III


Uno straccetto rosso, come quello

arrotolato al collo ai partigiani

e, presso l’urna, su terreno cereo,


diversamente rossi, due gerani.

Lì tu stai, bandito e con dura eleganza

non cattolica, elencato tra estranei


morti: Le ceneri di Gramsci... Tra speranza

e vecchia sfiducia, ti accosto, capitato

per caso in questa magra serra, innanzi


alla tua tomba, al tuo spirito restato

quaggiù tra questi liberi. (O è qualcosa

di diverso, forse, di più estasiato


e anche di più umile, ebbra simbiosi

d’adolescente di sesso con morte...)

E, da questo paese in cui non ebbe posa


la tua tensione, sento quale torto

- qui nella quiete delle tombe - e insieme

quale ragione - nell’inquieta sorte


nostra - tu avessi stilando le supreme

pagine nei giorni del tuo assassinio.

Ecco qui ad attestare il seme


non ancora disperso dell’antico dominio,

questi morti attaccati a un possesso

che affonda nei secoli il suo abominio


e la sua grandezza: e insieme, ossesso,

quel vibrare d’incudini, in sordina,

soffocato e accorante - dal dimesso


rione - ad attestarne la fine.

Ed ecco qui me stesso... povero, vestito

dei panni che i poveri adocchiano in vetrine


dal rozzo splendore, e che ha smarrito

la sporcizia delle più sperdute strade,

delle panche dei tram, da cui stranito


è il mio giorno: mentre sempre più rade

ho di queste vacanze, nel tormento

del mantenermi in vita; e se mi accade


di amare il mondo non è che per violento

e ingenuo amore sensuale

così come, confuso adolescente, un tempo


l’odiai, se in esso mi feriva il male

borghese di me borghese: e ora, scisso

con te - il mondo, oggetto non appare


di rancore e quasi di mistico

disprezzo, la parte che ne ha il potere?

Eppure senza il tuo rigore, sussisto


perché non scelgo. Vivo nel non volere

del tramontato dopoguerra: amando

il mondo che odio - nella sua miseria


sprezzante e perso - per un oscuro scandalo

della coscienza... 


 

III


Un trapo rojo como el que se ponen

al cuello los partisanos

y junto de la tumba, sobre la tierra calcinada


distintamente rojos, dos geranios.

Allí yaces, alejado y con sobria elegancia

no católica, en el catálogo de los extraños


muertos: Las cenizas de Gramsci... Entre la esperanza

y la vieja desconfianza, me acerco a ti,

llegado por azar hasta esta pobre tierra, frente


a tu tumba, a tu espíritu prendido

aquí abajo entre estos liberados (O es que hay algo

distinto, acaso, de más extasiado


y también de más humilde, ebria simbiosis

de adolescente entre sexo y muerte...)

Y desde este país en el que no obtuvo descanso


tu tensión, siento qué error

aquí en la quietud de las tumbas -y también

cuánta razón en nuestra inquieta suerte-


tuviste al escribir las supremas

páginas en los días de tu asesinato.

Aquí para prestar testimonio de la semilla


no esparcida todavía del antiguo dominio,

estos muertos aferrados a una hacienda

que hunde en los siglos su abominación


y su grandeza: y juntos, obseso,

ese vibrar de yunques en sordina,

sofocado y tristísimo del modesto


barrio para dar testimonio del fin.

Y aquí estoy... pobre, vestido con los paños

que los pobres miran en los escaparates


de grosero esplendor, y que han perdido

la suciedad de las calles más perdidas,

de los asientos de los tranvías, de cuya extrañeza


es mi día: mientras son cada vez más ralas

estas vacaciones, en el tormento

de mantenerme con vida; y si me da por amar


el mundo no es más que por un violento

e ingenuo amor sensual

como en un tiempo de confusa adolescencia


lo odié, cuando el mal burgués me hería

como burgués: y ahora, dividido

-contigo- ¿no parece el mundo un objeto


de rencor, y de casi de místico

desprecio, en la parte que de él tiene el poder?

Aun así, subsisto sin tu rigor


porque no elijo. Vivo en el no querer

de la desvanecida posguerra: amando

el mundo que odio -en su miseria


insolente, perdido- por un oscuro escándalo

de la conciencia...




IV


Lo scandalo del contraddirmi, dell’essere

con te e contro te; con te nel cuore,

in luce, contro te nelle buie viscere;


del mio paterno stato traditore

- nel pensiero, in un’ombra di azione -

mi so ad esso attaccato nel calore


degli istinti, dell’estetica passione;

attratto da una vita proletaria

a te anteriore, è per me religione


la sua allegria, non la millenaria

sua lotta: la sua natura, non la sua

coscienza; è la forza originaria


dell’uomo, che nell’atto s’è perduta,

a darle l’ebbrezza della nostalgia,

una luce poetica: ed altro più


io non so dirne, che non sia

giusto ma non sincero, astratto

amore, non accorante simpatia...


Come i poveri povero, mi attacco

come loro a umilianti speranze,

come loro per vivere mi batto


ogni giorno. Ma nella desolante

mia condizione di diseredato,

io possiedo: ed è il più esaltante


dei possessi borghesi, lo stato

più assoluto. Ma come io possiedo la storia,

essa mi possiede; ne sono illuminato:


ma a che serve la luce?




IV



El escándalo de contradecirme, de estar

contigo y contra ti; contigo en el corazón,

en la luz, contra ti en las oscuras vísceras;


me sé traidor de mi paterno estado

-en el pensamiento, en una sombra de acción-

y a él me aferro en el calor


de los instintos, de la estética pasión;

atraído por una vida proletaria

anterior a ti, me es una religión


su alegría, pero no su lucha milenaria:

su naturaleza, no su conciencia;

es la fuerza originaria del hombre


que en el acto se ha perdido

para darle la ebriedad de la nostalgia,

una luz poética; y no sé decir


otra cosa que no sea

justo pero no sincero, abstracto

amor, no triste simpatía...


Pobre entre los pobres, como ellos

me aferro a humillantes esperanzas,

como ellos lucho cada día por vivir.


Pero en mi desolada

condición de desheredado

yo poseo: y es la más exultante


de las posesiones burguesas, el estado

más absoluto. Pero como yo poseo la historia

la historia a mí me posee y me ilumina,


pero ¿de qué sirve la luz?



V


Non dico l’individuo, il fenomeno

dell’ardore sensuale e sentimentale...

altri vizi esso ha, altro è il nome


e la fatalità del suo peccare...

Ma in esso impastati quali comuni,

renatali vizi, e quale


oggettivo peccato! Non sono immuni

gli interni e esterni atti, che lo fanno

incarnato alla vita, da nessuna



delle religioni che nella vita stanno,

ipoteca di morte, istituite

a ingannare la luce, a dar luce all’inganno.


estinate a esser seppellite

le sue spoglie al Verano, è cattolica

la sua lotta con esse: gesuitiche


le manìe con cui dispone il cuore;

e ancor più dentro: ha bibliche astuzie

la sua coscienza... e ironico ardore


liberale... e rozza luce, tra i disgusti

di dandy provinciale, di provinciale

salute... Fino alle infime minuzie


in cui sfumano, nel fondo animale,

Autorità e Anarchia... Ben protetto

dall’impura virtù e dall’ebbro peccare,


difendendo una ingenuità di ossesso,

e con quale coscienza!, vive l’io: io,

vivo, eludendo la vita, con nel petto


il senso di una vita che sia oblio

accorante, violento... Ah come

capisco, muto nel fradicio brusio


del vento, qui dov’è muta Roma,

tra i cipressi stancamente sconvolti,

presso te, l’anima il cui graffito suona


Shelley... Come capisco il vortice

dei sentimenti, il capriccio (greco

nel cuore del patrizio, nordico


villeggiante) che lo inghiottì nel cieco

celeste del Tirreno; la carnale

gioia dell’avventura, estetica


e puerile: mentre prostrata l’Italia

come dentro il ventre di un’enorme

cicala, spalanca bianchi litorali,


sparsi nel Lazio di velate torme

di pini, barocchi, di giallognole

radure di ruchetta, dove dorme


col membro gonfio tra gli stracci un sogno

goethiano, il giovincello ciociaro...

Nella Maremma, scuri, di stupende fogne


d’erbasaetta in cui si stampa chiaro

il nocciòlo, pei viottoli che il buttero

della sua gioventù ricolma ignaro.


Ciecamente fragranti nelle asciutte

curve della Versilia, che sul mare

aggrovigliato, cieco, i tersi stucchi,


le tarsie lievi della sua pasquale

campagna interamente umana,

espone, incupita sul Cinquale,


dipanata sotto le torride Apuane,

i blu vitrei sul rosa... Di scogli,

frane, sconvolti, come per un panico


di fragranza, nella Riviera, molle,

erta, dove il sole lotta con la brezza

a dar suprema soavità agli olii


del mare... E intorno ronza di lietezza

lo sterminato strumento a percussione

del sesso e della luce: così avvezza


ne è l’Italia che non ne trema, come

morta nella sua vita: gridano caldi

da centinaia di porti il nome


del compagno i giovinetti madidi

nel bruno della faccia, tra la gente

rivierasca, presso orti di cardi,


in luride spiaggette...


Mi chiederai tu, morto disadorno,

d’abbandonare questa disperata

passione di essere nel mondo?


V


No hablo del individuo, del fenómeno

del ardor sensual y sentimental...

otros vicios tiene, otro es el nombre


y la fatalidad de su pecar...

¡Pero mezclados en él como vulgares,

vicios prenatales 


y objetivos pecados! No son inmunes

los externos e internos actos, que lo hacen

encarnarse en la vida, desde ninguna


de las religiones que están en la vida,

hipoteca de muerte, hechas

para engañar la luz, para dar luz al engaño.


Destinados para que sus despojos

sean sepultados en el Verano, católica

es su lucha: jesuíticas


las manías que el corazón dispone;

y aún más adentro: tiene bíblicas astucias

su conciencia... e irónico ardor


liberal... y vasta luz, entre los disgustos

de dandy provinciano, de provinciana

salud... Hasta los más mínimos detalles


con que se pierden, en el fondo animal

Autoridad y Anarquía... Bien protegido

de la impura virtud y del ebrio pecar,


defendiendo con ingenuidad de obseso

¡y con cuánta consciencia!, vive el yo: el yo

vivo, eludiendo la vida, llevando en el pecho


el sentido de una vida que sea olvido

triste, violento... Ah cómo

comprendo, mudo en la empapada caricia


del viento, aquí donde enmudece Roma

entre los cipreses fatigosamente sacudidos,

a tu lado, el alma con la que una inscripción escribe


Shelley... Ah, qué bien comprendo el vórtice

de sentimientos, el capricho (griego

en el corazón del patricio, nórdico


forastero) que lo absorbió en el ciego

celeste del Tirreno, la carnal

alegría de la aventura, estética


y pueril: mientras la postrada Italia,

como si estuviera en el vientre de una enorme

cigarra, abre los blancos litorales


dispersos por el Lacio de veladas multitudes

de pinos, barrocos, de amarillentos

prados de alfalfa donde duerme


con el miembro hinchado entre andrajos

un sueño goethiano, el joven aldeano...

En la Maremma, oscuros, de formidables alcantarillas


cuajadas de orilleras, entre las que resalta con claridad

el nogal, por los senderos que el pastor

de su juventud, ignorante, llena.


Ciegamente perfumadas en las secas

curvas de Versilia, que sobre el encrespado mar,

ciego, los tersos estucos,


las taraceas leves de su pascual

campo completamente humano

expone, oscurecido sobre el Cinquale


desenredado bajo los tórridos Montes Apuanos

los azules vítreos sobre el rosa... De escollos,

rotos, sacudidos, como por un pánico


de fragancia, en la Riviera, blanda,

híspida, allá donde el sol lucha con la brisa

para dar suprema suavidad a los aceites


del mar...Y alrededor zumba con alegría

el extinguido instrumento de percusión

del sexo y de la luz: tan acostumbrada


está Italia a todo esto que no tiembla, como

muerta en vida: gritan con ardor

desde cientos de puertos el nombre


del compañero los jóvenes empapados

en la oscuridad de sus rostros, entre la gente

ribereña, junto a los huertos de cardos,


en sucias caletas...


¿Me has de pedir tú, muerto austero,

que abandone esta desesperada

pasión por seguir en el mundo?



VI


Me ne vado, ti lascio nella sera

che, benché triste, così dolce scende

per noi viventi, con la luce cerea


che al quartiere in penombra si rapprende.

E lo sommuove. Lo fa più grande, vuoto,

intorno, e, più lontano, lo riaccende


di una vita smaniosa che del roco

rotolìo dei tram, dei gridi umani,

dialettali, fa un concerto fioco


assoluto. E senti come in quei lontani

esseri che, in vita, gridano, ridono,

in quei loro veicoli, in quei grami


caseggiati dove si consuma l’infido

ed espansivo dono dell’esistenza -

quella vita non è che un brivido;


corporea, collettiva presenza;

senti il mancare di ogni religione

vera; non vita, ma sopravvivenza


forse più lieta della vita - come

d’un popolo di animali, nel cui arcano

orgasmo non ci sia altra passione


che per l’operare quotidiano:

umile fervore cui dà un senso di festa

l’umile corruzione. Quanto più è vano


in questo vuoto della storia, in questa

-ronzante pausa in cui la vita tace -

ogni ideale, meglio è manifesta


la stupenda, adusta sensualità

quasi alessandrina, che tutto minia

e impuramente accende, quando qua


nel mondo, qualcosa crolla, e si trascina

il mondo, nella penombra, rientrando

in vuote piazze, in scorate officine...


Già si accendono i lumi, costellando

Via Zabaglia, Via Franklin, l’intero

Testaccio, disadorno tra il suo grande


lurido monte, i lungoteveri, il nero

fondale, oltre il fiume, che Monteverde

ammassa o sfuma invisibile sul cielo.


Diademi di lumi che si perdono,

smaglianti, e freddi di tristezza

quasi marina... Manca poco alla cena;


brillano i rari autobus del quartiere,

con grappoli d’operai agli sportelli,

e gruppi di militari vanno, senza fretta,


verso il monte che cela in mezzo a sterri

fradici e mucchi secchi d’immondizia

nell’ombra, rintanate zoccolette


che aspettano irose sopra la sporcizia

afrodisiaca: e, non lontano, tra casette

abusive ai margini del monte, o in mezzo


a palazzi, quasi a mondi, dei ragazzi

leggeri come stracci giocano alla brezza

non più fredda, primaverile; ardenti


di sventatezza giovanile la romanesca

loro sera di maggio scuri adolescenti

fischiano pei marciapiedi, nella festa


vespertina; e scrosciano le saracinesche

dei garages di schianto, gioiosamente,

se il buio ha reso serena la sera,


e in mezzo ai platani di Piazza Testaccio

il vento che cade in tremiti di bufera,

è ben dolce, benché radendo i capellacci


e i tufi del Macello, vi si imbeva

di sangue marcio, e per ogni dove

agiti rifiuti e odore di miseria.


È un brusio la vita, e questi persi

in essa, la perdono serenamente,

se il cuore ne hanno pieno: a godersi


eccoli, miseri, la sera: e potente

in essi, inermi, per essi, il mito

rinasce... Ma io, con il cuore cosciente


di chi soltanto nella storia ha vita,

potrò mai più con pura passione operare,

se so che la nostra storia è finita?

1954



VI


Me voy, te dejo en el atardecer

que, si bien es triste, desciende con tanta dulzura

para nosotros los vivos, con la luz de vela


que en el barrio en penumbra se coagula.

Y lo desordena. Lo hace aún más grande, vacío

en torno y, más lejos, lo enciende


de una vida inquieta, que del ronco

traqueteo de los tranvías, de los gritos humanos

dialectales, vuelve un concierto sordo


y absoluto. Y sientes que en aquellos lejanos

seres que en la vida gritan, ríen,

en sus vehículos, en aquellos tristes


caseríos donde se consuma la infidelidad

y el expansivo don de la existencia-

esa vida no es más que un escalofrío,


corpórea, colectiva presencia;

sientes la ausencia de una religión

verdadera, no vida sino supervivencia


-acaso más dichosa que la vida- como

si de un pueblo de animales se tratara,

en cuyo arcano el orgasmo tenga otra pasión


que la del quehacer cotidiano:

humilde fervor al que ofrece un sentido de fiesta

la humilde corrupción. Cuánto más vano es


-en este vacío de la historia, en esta

zumbante pausa donde calla la vida-

todo ideal, mejor manifiesta


la estupenda, la adusta sensualidad

casi alejandrina, que todo lima

y sin pureza enciende cuando aquí


en el mundo, algo se rompe, y arrastra

consigo el mundo, en la penumbra regresando

a plazas vacías, a descorazonados talleres...


Ya se encienden las luces, salpicando

vía Zabaglia, vía Franklin, el entero Testaccio

despojado en su gran, escuálido


monte, las orillas del Tíber, la negra

profundidad, más allá del río, que Monteverdi

amasa o esfuma invisible sobre el cielo. 

 

Diademas de luces que se pierden

deslumbrantes y fríos de tristeza

casi marina... Falta poco para la cena;


brillan los pocos autobuses del barrio

con pandas de trabajadores en las puertas

y grupos de militares van, sin prisas


hacia el monte que cobija en medio de empapados

escombros y montones de inmundicia

a la sombra, agazapadas mujerzuelas


que, airosas, esperan sobre la basura

afrodisíaca; y no lejos, entre casitas

furtivas a ambas orillas del monte, o en medio


de los edificios, como mudos, unos chicarrones

ligeros como jirones juegan en la brisa

no ya fría, primaveral; ardientes


de imprudencia juvenil su romana

tarde de mayo, oscuros adolescentes

silban por las aceras, en la fiesta


vespertina; y resuenan las persianas

de los garajes por los golpes, alegremente

si la oscuridad en serena la tarde,


y en medio de los plataneros de la piazza Testaccio

el viento que cae en escalofríos de ventisca

es muy dulce, aunque afeite los sombreros


y los olores del Matadero, se impregne

de sangre putrefacta, y por doquier

sacuda inmundicias y olor a miseria.


Es un zumbido la vida, y estos perdidos

en ella, la pierden serenamente

si el corazón rebosa de ella: a gozar


miserables, la tarde, ¡vamos!; y potente

en ellos, inermes, es para ellos que el mito

renace... Pero yo, con el corazón consciente


de quien solamente en la historia ha de tener vida

¿podré alguna vez actuar con pura pasión

si sé que nuestra historia se ha acabado?

1954

sábado, 13 de marzo de 2021

En este mismo instante. José Agustín Goytisolo

 JOSE AGUSTÍN GOYTISOLO…


En este mismo instante

hay un hombre que sufre,

un hombre torturado

tan sólo por amar

la libertad. Ignoro

dónde vive, qué lengua

habla, de qué color

tiene la piel, cómo

se llama, pero

en este mismo instante,

cuando tus ojos leen

mi pequeño poema,

ese hombre existe, grita,

se puede oír su llanto

de animal acosado,

mientras muerde sus labios

para no denunciar

a los amigos. ¿Oyes?

Un hombre solo

grita maniatado, existe

en algún sitio. ¿He dicho solo?

¿No sientes, como yo,

el dolor de su cuerpo

repetido en el tuyo?

¿No te mana la sangre

bajo los golpes ciegos?

Nadie está solo. Ahora,

en este mismo instante,

también a ti y a mí

nos tienen maniatados.

Loa de la duda. Bertolt Brecht

 LOA DE LA DUDA (Bertolt Brecht)

¡Atrévete a dudar!

Estos son probablemente los versos más subversivos de la historia.

¡duda!

¡Loada sea la duda! Os aconsejo que saludéis

serenamente y con respeto

a aquel que pesa vuestra palabra como una moneda falsa.

Quisiera que fueseis avisados y no dierais

vuestra palabra demasiado confiadamente.


Leed la historia. Ved

a ejércitos invencibles en fuga enloquecida.

Por todas partes

se derrumban fortalezas indestructibles,

y de aquella Armada innumerable al zarpar

podían contarse

las naves que volvieron.


Así fue como un hombre ascendió un día a la cima inaccesible

y un barco logró llegar

al confín del mar infinito.


¡Oh hermoso gesto de sacudir la cabeza

ante la indiscutible verdad!

¡Oh valeroso médico que cura

al enfermo ya desahuciado!


Pero la más hermosa de todas las dudas

es cuando los débiles y desalentados levantan su cabeza

y dejan de creer

en la fuerza de sus opresores.


¡Cuánto esfuerzo hasta alcanzar el principio!

¡Cuántas víctimas costó!

¡Qué difícil fue ver

que aquello era así y no de otra forma!

Suspirando de alivio, un hombre lo escribió un día en el libro del saber.


Quizá siga escrito en él mucho tiempo y generación tras generación

de él se alimenten juzgándolo eterna verdad.

Quizá los sabios desprecien a quien no lo conozca.

Pero puede ocurrir que surja una sospecha, que nuevas experiencias hagan conmoverse al principio. Que la duda se despierte.

Y que, otro día, un hombre, gravemente,

tache el principio del libro del saber.


Instruido

por pacientes maestros, el pobre oye

que es este el mejor de los mundos, y que la gotera

del techo de su cuarto fue prevista por Dios en persona.


Verdaderamente, le es difícil

dudar de este mundo.

Bañado en sudor, se curva el hombre construyendo la casa en que no ha de vivir.


Pero también suda a mares el hombre que construye su propia casa.

Son los irreflexivos los que nunca dudan.

Su digestión es espléndida, su juicio infalible.

No creen en los hechos, sólo creen en sí mismos.

Si llega el caso, son los hechos los que tienen que creer en ellos.

Tienen ilimitada paciencia consigo mismos. Los argumentos

los escuchan con oídos de espía.


Frente a los irreflexivos, que nunca dudan,

están los reflexivos, que nunca actúan.

No dudan para legar a la decisión, sino

para eludir la decisión. Las cabezas

sólo las utilizan para sacudirlas. Con aire grave

advierten contra el agua a los pasajeros de naves hundiéndose.


Bajo el hacha del asesino,

se preguntan si acaso el asesino no es un hombre también.

Tras observar, refunfuñando,

que el asunto no está del todo claro, se van a la cama.

Su actividad consiste en vacilar.

Su frase favorita es:”No está listo para sentencia”.


Por eso, si alabáis la duda,

no alabéis, naturalmente,

la duda que es desesperación.

¿De qué sirve poder dudar

a quien no puede decidirse?

Puede actuar equivocadamente

quien se contente con razones demasiado escasas,

pero quedará inactivo ante el peligro

quien necesite demasiadas.


Tú, que eres un dirigente, no olvides

que lo eres porque has dudado de los dirigentes.

Permite, por lo tanto a los dirigidos

dudar.

[Bertolt Brecht (1932), Poemas y canciones. Madrid: Alianza Editorial.]