lunes, 29 de octubre de 2012
De Jerónimo Bermúdez, siglo XVI
¡Cuánto más libre, cuánto más seguro
es el estado que, de sí contento,
no se levanta más de lo que huye
grande miseria!
Tristes pobrezas nadie las desee,
ciegas riquezas nadie las procure:
la bienaventuranza de esta vida
es una medianía.
Príncipes, reyes y monarcas sumos:
sobre nosotros vuestros pies tenéis;
sobre vosotros la crüel Fortuna
tiene los suyos.
Sopla en los altos montes más el viento,
los más crecidos árboles derriba,
rompe también las más hinchadas velas
la tramontana;
pompas y vientos, títulos hinchados
no dan descanso más ni más dulzura;
antes más cansan y más sueño quitan
al que los ama.
Como sosiegan en el mar las ondas,
así sosiegan estos pechos llenos,
nunca quietos, nunca satisfechos,
nunca seguros.
Si la fortuna yo cortar pudiese
a la medida del deseo, nunca
querría más que asegurar la vida
de menesteres.
Quien más desea las más veces se halla
triste y burlado; pocas veces duerme;
el fuego teme, vientos, aires, sombras,
teme los hombres.
Rey Don Alonso, ¿por qué no te gozas
de ese tu cetro? ¿Por qué esa corona
pesada llamas? El peso del alma
¿tanto te aflige?
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