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sábado, 26 de agosto de 2023

Georg Trakl, Grodek, segunda versión.

Georg Trakl, Grodek. Manuscrito con una segunda versión. Traducción automática.


Por la tarde, los bosques otoñales resuenan

con armas mortíferas, las llanuras doradas

y los lagos azules sobre los que el sol

rueda más sombrío; la noche abraza a

los guerreros moribundos, el lamento salvaje

de sus bocas rotas.


Pero silenciosamente en el suelo de sauces se acumulan nubes rojas,

en las que vive un dios enojado.

La sangre derramada, el frescor de la Luna;

todos los caminos conducen a la decadencia negra.

Bajo las ramas doradas de la noche y las estrellas,

la sombra de la hermana se balancea en el bosque silencioso,

para saludar a los espíritus de los héroes, las cabezas sangrantes;

y las oscuras flautas del otoño suenan suavemente en las cañas.

¡Oh dolor más orgulloso! Ustedes, altares de bronce.

La llama ardiente del espíritu alimenta hoy un dolor tremendo,

los nietos por nacer.


sábado, 13 de marzo de 2021

Loa de la duda. Bertolt Brecht

 LOA DE LA DUDA (Bertolt Brecht)

¡Atrévete a dudar!

Estos son probablemente los versos más subversivos de la historia.

¡duda!

¡Loada sea la duda! Os aconsejo que saludéis

serenamente y con respeto

a aquel que pesa vuestra palabra como una moneda falsa.

Quisiera que fueseis avisados y no dierais

vuestra palabra demasiado confiadamente.


Leed la historia. Ved

a ejércitos invencibles en fuga enloquecida.

Por todas partes

se derrumban fortalezas indestructibles,

y de aquella Armada innumerable al zarpar

podían contarse

las naves que volvieron.


Así fue como un hombre ascendió un día a la cima inaccesible

y un barco logró llegar

al confín del mar infinito.


¡Oh hermoso gesto de sacudir la cabeza

ante la indiscutible verdad!

¡Oh valeroso médico que cura

al enfermo ya desahuciado!


Pero la más hermosa de todas las dudas

es cuando los débiles y desalentados levantan su cabeza

y dejan de creer

en la fuerza de sus opresores.


¡Cuánto esfuerzo hasta alcanzar el principio!

¡Cuántas víctimas costó!

¡Qué difícil fue ver

que aquello era así y no de otra forma!

Suspirando de alivio, un hombre lo escribió un día en el libro del saber.


Quizá siga escrito en él mucho tiempo y generación tras generación

de él se alimenten juzgándolo eterna verdad.

Quizá los sabios desprecien a quien no lo conozca.

Pero puede ocurrir que surja una sospecha, que nuevas experiencias hagan conmoverse al principio. Que la duda se despierte.

Y que, otro día, un hombre, gravemente,

tache el principio del libro del saber.


Instruido

por pacientes maestros, el pobre oye

que es este el mejor de los mundos, y que la gotera

del techo de su cuarto fue prevista por Dios en persona.


Verdaderamente, le es difícil

dudar de este mundo.

Bañado en sudor, se curva el hombre construyendo la casa en que no ha de vivir.


Pero también suda a mares el hombre que construye su propia casa.

Son los irreflexivos los que nunca dudan.

Su digestión es espléndida, su juicio infalible.

No creen en los hechos, sólo creen en sí mismos.

Si llega el caso, son los hechos los que tienen que creer en ellos.

Tienen ilimitada paciencia consigo mismos. Los argumentos

los escuchan con oídos de espía.


Frente a los irreflexivos, que nunca dudan,

están los reflexivos, que nunca actúan.

No dudan para legar a la decisión, sino

para eludir la decisión. Las cabezas

sólo las utilizan para sacudirlas. Con aire grave

advierten contra el agua a los pasajeros de naves hundiéndose.


Bajo el hacha del asesino,

se preguntan si acaso el asesino no es un hombre también.

Tras observar, refunfuñando,

que el asunto no está del todo claro, se van a la cama.

Su actividad consiste en vacilar.

Su frase favorita es:”No está listo para sentencia”.


Por eso, si alabáis la duda,

no alabéis, naturalmente,

la duda que es desesperación.

¿De qué sirve poder dudar

a quien no puede decidirse?

Puede actuar equivocadamente

quien se contente con razones demasiado escasas,

pero quedará inactivo ante el peligro

quien necesite demasiadas.


Tú, que eres un dirigente, no olvides

que lo eres porque has dudado de los dirigentes.

Permite, por lo tanto a los dirigidos

dudar.

[Bertolt Brecht (1932), Poemas y canciones. Madrid: Alianza Editorial.]

domingo, 28 de febrero de 2021

Friedrich Nietzsche, Poemas

Los siguientes poemas forman parte de la selección realizada y traducida por Txaro Santoro y Virginia Careaga para la editorial Hiperión:


De Más allá del bien y el mal:

Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti.


DESDE ALTAS MONTAÑAS


Épodo


¡Oh mediodía de la vida! ¡Tiempo solemne!

¡Oh jardín de verano!

Inquieta felicidad de estar de pie y atisbar y aguardar: 

a los amigos espero impaciente, preparado día y noche,

¿dónde permanecéis, amigos? ¡Venid! ¡Ya es hora! ¡Ya es hora!

¿No ha sido por vosotros por quienes el gris del glaciar

se ha adornado hoy de rosas?

A vosotros os busca el arroyo, y hoy el viento y la nube

anhelantes se elevan, se empujan hacia el azul,

para atisbaros a vista lejanísima de pájaro.

En lo más alto estaba preparada mi mesa para vosotros:

-¿Quién habita tan cerca

de las estrellas, quién tan cerca de las pardísimas lejanías del abismo?

Mi reino - ¿qué reino se ha extendido más que él?

Y mi miel - ¿quién la ha saboreado?

- ¡Ahí estáis ya, amigos! - Ay, ¿es que no es a mí

a quien queríais llegar?

Titubeáis, os quedáis sorprendidos - ¡ay, preferible sería que sintierais rencor!

¿Es que yo - ya no soy yo? ¿Es que están cambiados mi mano, mi paso, mi rostro?

¿Es que lo que yo soy, eso, para vosotros, - no lo soy?

¿Es que me he vuelto otro? ¿Y extraño a mí mismo?

¿Es que me he evadido de mí mismo?

¿Es que soy un luchador que se ha domeñado demasiadas veces a sí mismo?

¿Que demasiadas veces ha contendido con su propia fuerza,

herido y estorbado por su propia victoria?

¿Es que yo he buscado allí donde más cortante sopla el viento?

¿Es que he aprendido a habitar

donde nadie habita, en desiertas zonas de osos polares,

y he olvidado el hombre y Dios, la maldición y la plegaria?

¿Es que me he convertido en un fantasma que camina sobre glaciares?

- ¡Vosotros, viejos amigos! ¡Mirad! ¡Pero os habéis quedado pálidos,

llenos de amor y de horror!

¡No, marchaos! ¡No os enojéis! ¡Aquí - vosotros no podríais tener vuestra casa!:

Aquí, en el lejanísimo reino del hielo y de las rocas, -

aquí es necesario ser cazador e igual que las gamuzas.

¡En un perverso cazador me he convertido! - ¡Ved cuán tirante

se tensa mi arco!

El más fuerte de todos fue quien logró tal tirantez -

-: Pero ¡ay ahora! Peligrosa es la flecha

como ninguna otra, - ¡fuera de aquí! ¡Por vuestro bien!...

¿Os dais la vuelta? - Oh corazón, bastante has soportado,

fuerte permaneció tu esperanza:

¡Mantén abiertas tus puertas para nuevos amigos!

¡Deja a los viejos! ¡Abandona el recuerdo!

Si en otro tiempo fuiste joven, ahora - ¡eres joven de un modo mejor!

Lo que en otro tiempo nos ligó, el lazo de una misma esperanza, -

¿Quién continúa leyendo los signos

que un día el amor grabó, los pálidos signos?

Yo te comparo al pergamino, que la mano

tiene miedo de agarrar, - como él ennegrecido, tostado.

¡Ya no son amigos, son - ¿qué nombre darles?

Sólo fantasmas de amigos!

Sin duda ellos continúan golpeando por la noche en mi corazón y en mi ventana,

me miran y dicen: «¿es que no hemos sido amigos?» -

- ¡Oh palabra marchita, que en otro tiempo olió a rosas!

¡Oh anhelo de juventud, que se malentendió a sí mismo!

Aquellos a quienes yo anhelaba,

a los que yo imaginaba afines a mí, cambiados como yo,

el hecho de hacerse viejos los ha alejado de mí:

sólo quien se transforma permanece emparentado conmigo.

¡Oh mediodía de la vida! ¡Segunda juventud!

¡Oh jardín de verano!

¡Inquieta felicidad de estar de pie y atisbar aguardar!

A los amigos espero impaciente, preparado día y noche,

¡A los nuevos amigos! ¡Venid! ¡Ya es hora! ¡Ya es hora!

Esta canción ha terminado, - el dulce grito del anhelo

ha expirado en la boca:

un mago la hizo, el amigo a la hora justa,

el amigo de mediodía - ¡no!, no preguntéis quiénes –

Fue hacia el mediodía cuando uno se convirtió en dos...

Ahora nosotros, seguros de una victoria conjunta, celebramos

la fiesta de las fiestas:

¡El amigo Zaratustra ha llegado, el huésped de los huéspedes!

Ahora el mundo ríe, el telón gris se ha rasgado,

el momento de las bodas entre luz y tinieblas ha llegado...


AL DIOS DESCONOCIDO


Una vez más, antes de seguir

y dirigir mi mirada hacia adelante,

levanto solitariamente mis manos

hacia ti, hacia quien yo huyo,

a quien en lo más profundo de mi corazón

consagré solemnemente altares

para que en todo momento

tu voz vuelva a llamarme.


Allí, profundamente inscritas, arden

las palabras: Al Dios desconocido.

Vuestro soy, aunque en la banda de impíos

he permanecido incluso hasta hoy:

Vuestro soy - y siento los lazos,

que en la lucha me tiran abajo

y, cuando huir puedo,

me obligan no obstante a su servicio.


Quiero conocerte, desconocido,

tú que profundo en mi alma llegas,

que mi vida atraviesas cual tempestad,

¡tú inaprehensible, pariente mío!

Quiero conocerte, inclusive servirte


"Habla el solitario"


¿Tener yo pensamientos?

¡Bueno! ya sé que por señor me quieren.

¿Pero hacerse uno mismo pensamientos?

¡Cuan gustoso olvidara yo tal arte!

A aquel que se fabrica pensamientos

Sus mismos pensamientos lo dominan;

Y yo no quiero servir ahora ni nunca.



UN ÁRBOL


Un árbol nos recuerda que para crecer hacia lo alto,

hacia lo espiritual, lo abstracto, es necesario estar bien arraigado en la tierra,

en lo concreto, en la materia.

Es al igual que el ser humano, un ser que une cielo y tierra.

Es el portador del fruto acabado, y al mismo tiempo,

está en pleno proceso de desarrollo.

Nosotros, como seres humanos,

somos la máxima expresión de la creación y al mismo tiempo

estamos aún en proceso de crecimiento.


"Mi hogar"


Tengo mi hogar y patria en las alturas;

Por esto de subir no siento anhelo

Ni mis ojos levanto nunca al cielo.

Desde arriba yo miro las honduras.

Yo soy uno que debe bendecir,

y todo el que bendice mira al suelo


"Aforismo"


El poeta que, a sabiendas,

Puede en sus versos mentir.

Es el único que en todo

La verdad puede decir.




HACIA NUEVOS MARES


Allí quiero ir; aún confío

en mi aptitud y en mí.

En torno, el mar abierto, por el azul

navega plácida mi barca.

Todo resplandece nuevo y renovado,

dormita en el espacio y el tiempo el mediodía.

Sólo tu ojo — desmesurado

me contempla ¡oh Eternidad!



ECCE HOMO


¡Sí! ¡Sé de dónde procedo!

Insaciable cual la llama

quemo, abraso y me consumo.

Luz se vuelve cuanto toco

y carbón cuanto abandono:

llama soy sin duda alguna.


 

¡HOMBRE! ¡PRESTA ATENCIÓN!


¡Hombre! ¡Presta atención!

¿Qué dice la profunda medianoche?

«Yo dormía, dormía —

De un profundo sueño desperté: —

El mundo es profundo,

y pensado aún más profundo que el día.

Profundo es su dolor —,

el gozo — más profundo aún que el sufrimiento.

Dice el dolor: ¡pasa!

Mas todo gozo quiere eternidad,

— ¡quiere profunda, profunda eternidad!».


 

ENTRE AMIGOS


Un epílogo


1


Hermoso es compartir el silencio,

más hermoso es compartir la risa —

tumbado sobre el musgo a la sombra del haya,

bajo un cielo de seda

reír alegre entre amigos

dejando ver los blancos dientes.

Si lo hice bien, callemos,

si lo hice mal, riamos,

y hagámoslo siempre peor,

hagámoslo peor, y maliciosos riamos

hasta ascender a nuestra sepultura.

¡Amigos! ¡Sí! ¿Así ha de suceder?

Hasta la vista. ¡Amén!


2


¡Ni disculpas, ni perdón!

¡Envidiad alegres, cordialmente libres,

el tono, el corazón y la hospitalidad

de este libro tan poco razonable!

Creedme, amigos, ¡no para ser maldita

me fue concedida mi sinrazón!

Lo que yo encuentro, lo que yo busco,

¿estaba ya en algún libro?

¡Honrad en mí la secta de los locos!

¡Aprended de este libro enloquecido

cómo la razón — «entra en razón»!

Ea, amigos, ¿ha de suceder?

Hasta la vista. ¡Amén!


 

PARA BAILARINES


Hielo liso,

un paraíso

para quien bailar bien quiso.


 

LA GAYA CIENCIA


Esto no es un libro: ¡qué encierran los libros,

esos sarcófagos y sudarios!

El pasado es su botín:

pero aquí vive un eterno Presente.

Esto no es un libro: ¡qué encierran los libros!

¡qué encierran sarcófagos y sudarios!

Esto es una voluntad, una promesa,

esto es un viento marino, un levar anclas,

esto es una última ruptura de puentes,

un rugido de engranajes, un gobernar el timón;

¡brama el cañón, blanco humea su fuego,

ríe el mar, la inmensidad!


 

A LA MELANCOLÍA


No te enojes conmigo, melancolía,

porque tome la pluma para alabarte

y, alabándote, incline la cabeza

sentado sobre un tronco como un anacoreta.

Así me contemplaste ayer, como otras muchas veces,

bajo los matinales rayos del cálido sol:

Ávido el buitre graznaba en el valle,

soñándome carroña sobre madera muerta.

¡Te equivocaste, pájaro devastador,

aunque momificado descansara en mi leño!

No viste mi mirada llena de placer

pasear en derredor altiva y ufana;

y que cuando insidiosa no mira a tus alturas,

extinta para las nubes más lejanas,

se hunde en lo más profundo de sí misma

para radiante iluminar el abismo del ser.

Muchas veces sentado en soledad profunda,

encorvado, cual bárbaro oferente,

pensaba en ti, melancolía,

¡Penitente, pese a mis pocos años!

Sentado así, me complacía el vuelo del buitre,

el estruendo de la avalancha,

y tú, inepta quimera de los hombres,

me hablabas con verdad, mas con horrible y severo semblante.

Acerba diosa de la abrupta naturaleza,

amiga mía, te complaces en manifestarte a mi alrededor

y en mostrarme amenazante el rastro del buitre

y el goce de la avalancha, para aniquilarme.

En torno a mí respira enseñando los dientes

la apetencia de muerte:

¡torturante avidez que amenaza la vida!

Seductora sobre la inmóvil estructura de la roca

la flor suspira por las mariposas.

Todo esto soy —me estremezco al sentirlo—:

mariposa seducida, flor solitaria,

buitre y rápido torrente de hielo,

gemido de la tormenta — todo para ensalzarte,

fiera diosa, ante quien profundamente inclino la cabeza,

y suspirando entono un cántico monstruoso de alabanza,

sólo para ensalzarte, ¡que con cordura

de vida, vida, vida esté sediento!

No te enojes conmigo, divinidad malvada,

porque con rimas dulcemente te orne.

Aquel a quien te acercas se estremece ¡oh rostro terrorífico!

Aquel a quien alcanzas se conmueve, ¡oh malvado derecho!

Y yo aquí estremeciéndome balbuceo canto tras canto

y me convulsiono en rítmicas figuras:

fluye la tinta, salpica la pluma afilada,

¡oh diosa, diosa, déjame — déjame hacer mi voluntad!


 

SOLITARIO


Graznan las cornejas

y aleteando se dirigen a la ciudad;

pronto nevará.

¡Feliz aquel que aún tiene patria!

Ahora estás petrificado

y miras hacia atrás ¡cuánto tiempo ha pasado!

¿Por qué has huido, loco, por el mundo

ahora que el invierno se aproxima?

El mundo: puerta muda y fría

abierta a mil desiertos.

Quien perdió lo que tú perdiste

en parte alguna se detiene.

Ahora estás pálido,

condenado a un viaje de invierno,

al humo semejante,

que sin cesar tiende a más fríos cielos.

¡Vuela, pájaro, grazna tu canción

en tono de pájaro desértico!

¡Esconde, loco, en hielo y en desprecio

tu sangrante corazón!

Graznan las cornejas

y aleteando se dirigen a la ciudad:

— pronto nevará.

¡Infeliz aquel que de patria carece!

domingo, 6 de septiembre de 2020

Elegía de Marienbad, Goethe

¿Qué puedo yo esperar de este reencuentro,

del capullo inflorecido de este día?

Infierno y Paraíso están abiertos.

Mi corazón vacila entre uno y otro.

Pero ¡fuera las dudas! si ella viene

y en sus brazos al cielo me levanta.


Así, pues, sí se te abre el Paraíso,

donde eterna es la vida y la belleza;

deseos y esperanzas se te colman,

que no es posible allí mayor el ansia,

pues contemplando su única belleza

quedó seca la fuente de las lágrimas.


Con sus alas veloces corre el día

y pasan atropellados los minutos.

Al caer la tarde me besó entregada

y otro beso mañana me dará.

Las horas se parecen como hermanas,

pero en verdad distinta es cada una.


Pero este beso último ha segado

con crueldad y dulzura mis amores.

En el mismo umbral mis pasos dudan,

donde un ángel me expulsa con su fuego.

Mis ojos miran ya senda sombría,

que la puerta celestial se me ha cerrado.


Y  el corazón en sí mismo se repliega,

como si nunca abierto hubiera estado,

o como si en el cielo las estrellas

nunca hubieran sentido su reflejo,

angustias y reproches ya le ahogan

y una oprimente atmósfera respira.


¿Es que el mundo no rueda? ¿Ya las rocas

no dan su santa sombra, o las cosechas

no maduran? ¿Los prados no se extienden

junto al río entre arbustos y matojos?

¿El universo mundo ya no acoge

en su esférica forma a tantos seres?


Qué clara y qué ligera, con sus rizos,

entre las nubes en coro, como un ángel,

su figura la viste sobre el cielo,

surgiendo de un perfume que no olvidas

como entonces, cuando en el baile

era la de más encanto entre las jóvenes.


Empero solo un momento a la quimera

de esta imagen etérea ya te entregas.

Dentro del corazón la ves más clara.

Allí muchas y ella misma es siempre

y de todas las formas y maneras

adorable resulta y siempre amada.


Aún la recuerdo allí, junto a mi umbral,

colmándome de dicha; y que, al marcharme,

aún volvió a despedirse, y a aquel último

beso aún dejó un último en mis labios:

como con fuego se quedó grabada

esta imagen de amor en mi memoria.


Mi corazón levanta firmes muros

para guardarse, pero guardan esa imagen

que su alegría esparce en cada hora;

nada sabe de sí, cuando ella calla,

libre se siente entre tan fuertes lazos

y sólo late para agradecerlo.


Si ya mi corazón sintió algún día

que el amor se alejaba para siempre,

ahora, de nuevo, gozo y esperanza

siento al tomar jubilosas decisiones.

Si es el amor el que al amante inspira,

nadie hay más inspirado que yo mismo.


¡Y todo a causa de ella! Porque a veces

la zozobra inunda cuerpo y alma

y terribles visiones nos rodean,

al en torno mirar el corazón vacío.

Mas ya apunta de nuevo la esperanza

si ella a aquellos umbrales ahora asoma.


La paz de Dios -enseñan- más felices

nos vuelve aquí en la Tierra que la fría

razón desconsolada; pero yo

esa paz la he encontrado en la presencia

tranquila de la amada, cuando siento

que a ella pertenezco, y para siempre.


En el fondo del alma siempre existe

el ansia de ofrecerse libremente

a lo que no sabemos, puro y claro,

cuyo nombre ignoramos; y creemos

que ser buenos en ese afán consiste.

Y yo era bueno si con ella estaba.


Tu mirada era el sol que derretía,

el aire en primavera era tu aliento,

que toda frialdad fundiendo barre.

De su invernal caverna al egoísmo

tu calor lo rescata y ya no queda

ni un resto de amor propio vano y terco.


Y podrías decirme: «Cada hora

es un regalo amable de la vida.

Apenas un recuerdo es lo pasado;

lo futuro, imposible es conocerlo.

Sentí miedo en la hora del crepúsculo,

pero al caer la noche, alegre estaba.


Por eso, haz como yo: mira el presente,

míralo con prudencia y nada aplaces.

Corre alegre a su encuentro, a los trabajos

entrégate del todo y al amor,

que así serás el centro donde estés,

como un niño obstinado e invencible.»


Puedes hablar así -yo me decía-

porque algún dios te concedió su gracia

y todo el que disfruta tu presencia

se siente un elegido de los dioses.

Pero, si alguna vez de ti me apartan,

¿de qué me servirá tu buen consejo?


Pues bien, ya ahora estoy lejos. ¿Qué he de hacer?

No lo sé, la verdad. Y eso que sobran

motivos de belleza en mi contorno.

Pero más me deprimen que me alientan:

una nostalgia me envenena el alma

y tan sólo en llorar hallo consuelo.


Que brote el llanto, pues, aunque las lágrimas

nunca apaguen cuando arde adentro.

Con aparente calma, me desgarran

vida y muerte el pecho sin descanso.

Yerbas habrá que el cuerpo curen, pero

no para un alma que no espera nada.


Si su imagen me falta ¿qué haré yo?

Recrearla mil veces, bondadosa

o esquiva, y entregada y vacilante,

llena de luz, de oscuridad cubierta.

Pero este ir y venir, confuso y vano,

¿podrá sanarme acaso de mi mal?


* * *


Dejadme aquí, mis fieles compañeros,

al borde del camino, entre las rocas.

Seguid vosotros descubriendo el mundo,

la vastedad del Cielo y de la Tierra.

Atentos a sus mínimos detalles,

desvelaréis secretos y misterios.


Que el mundo y yo caminos diferentes

seguiremos, por más que un día los dioses

su elegido me hicieran. Pero hoy

a prueba me pusieron, y el regalo

envenenado de Pandora tuve.

Unos labios besé, que me rechazan;

veneno dulce con que me han matado.


Traducción retocada de Enrique Baltanás.

viernes, 16 de junio de 2017

Rainer María Rilke, Espejos

“Espejos: jamás, a sabiendas, todavía se ha dicho / lo que en vuestra esencia sois” (Rilke)

Espejos: todavía no se ha descrito nunca
con certeza cuál es vuestra razón de ser.
Como con orificios diáfanos una criba,
vosotros estáis llenos de intersticios de tiempo.

Seguís dilapidando los salones vacíos
a la hora del crepúsculo, extensos como bosques...
Y la araña, cual ciervo con sus dieciséis puntas,
recorre y cruza vuestra inviolabilidad.

En ciertas ocasiones os llenáis de pinturas.
Algunas se diría que han entrado en vosotros,
otras las rechazáis con cierta timidez.

Pero la más hermosa se quedará hasta que
traspase las mejillas en vosotros guardadas
y se adentre el sereno y disuelto Narciso.

Rainer Maria Rilke

De su libro Los sonetos a Orfeo [1923] Versión de Jesús Munárriz. Edición bilingüe. poesía Hiperión, 2003.

Spiegel: noch nie hat man wissend beschrieben,
was ihr in euerem Wesen seid.
Ihr, wie mit lauter Löchern von Sieben
erfüllten Zwischenräume der Zeit.

Ihr, noch des leeren Saales Verschwender — ,
wenn es dämmert, wie Wälder weit ...
Und der Lüster geht wie ein Sechzehn-Ender
durch eure Unbetretbarkeit.

Manchmal seid ihr voll Malerei.
Einige scheinen in euch gegangen — ,
andere schicktet ihr scheu vorbei.

Aber die Schönste wird bleiben —, bis
drüben in ihre enthaltenen Wangen
eindrang der klare gelöste Narziß.

lunes, 18 de enero de 2016

Karoline von Günderrode

Del poema “Amor En Todas Partes”, dedicado a Creutzer, que la abandonó:

Todo vacío, todo mudo está, ya nada me contenta; ni aroman los perfumes ni los aires refrescan; ¡mi corazón está tan melancólico! [...]

¿Puedo en mi corazón guardar tan cálidos deseos?
Contemplar las coronas de flores de la vida,
y pasar frente a ellas sin llevar yo corona alguna,
¿y no debo, además, triste despertar?

¿Renunciaré, altanera, al deseo más querido?
¿Debo, valiente, entrar al reino de las sombras,
implorar a otros dioses otros gozos,
pedir nuevos placeres acaso a los muertos?

Descendí, pero incluso en el reino de Plutón,
en el seno de las noches la pasión arde tal que,
anhelantes, las sombras se inclinan a otras sombras.

Pues perdido está aquel sin fortuna en el amor,
e incluso aunque bajara a la laguna Estigia,
en el fulgor del cielo, seguiría sin éxtasis.

domingo, 30 de agosto de 2015

Paul Celan, Fuga de la muerte y otros poemas.

Paul Celan (Czernowitz, 1920 - París, 1970)

Fuga de la muerte

Negra leche del alba la bebemos de tarde
la bebemos a mediodía de mañana la bebemos de noche
bebemos y comemos
cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines
silba a sus judíos hace cavar una fosa en la tierra
nos ordena tocad a danzar

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana a mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos 
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
Tu pelo de ceniza Sulamit cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho

Grita hincad los unos más hondo en la tierra los otros cantad y tocad
agarra el hierro del cinto lo blande son sus ojos azules
hincad los unos más hondo las palas los otros seguid tocando a danzar

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía de mañana te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
tu pelo ceniza Sulamit juega con las serpientes

Grita que suene más dulce la muerte la muerte es un Maestro Alemán
grita más oscuro el tañido de los violines así subiréis como humo en el aire
así tendréis una fosa en las nubes no se yace allí estrecho

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía la muerte es un Maestro Alemán
te bebemos de tarde y mañana bebemos y bebemos
la muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul
él te alcanza con bala de plomo su blanco eres tú
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
azuza sus mastines a nosotros nos regala una fosa en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un Maestro Alemán

tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamit
  
                                                               (De Amapola y memoria, 1952)


Lo sé

Y tú, tú también:
ya crisálida.
Como todo lo que mece la noche.

Este batir, volar de alas en redor:
¡yo lo oigo – no lo veo!

Y tú
como todo
lo liberado del día:
ya crisálida.

Y ojos, que te buscan.
Y mi ojo entre ellos.
Una mirada:
un hilo más que te envuelve.

Esta tardía, tardía luz.
Lo sé: los hilos fulgen.
            
                                      (De De umbral en umbral, 1955)
Flor

La piedra.
La piedra en el aire, a la que seguí.
Tu ojo tan ciego como la piedra.

Éramos
manos,
vaciamos las tinieblas, encontramos
la palabra que remontó el verano:
flor.

Flor – una palabra de ciego.
Tu ojo y mi ojo:
proveen
el agua.

Crecimiento.
Pared a pared del corazón
se acumulan las hojas.

Una palabra aún como ésta y los martillos
cimbran libres.
                                        
                                                   (De Reja de lenguaje, 1959)

sábado, 22 de agosto de 2015

Georg Trakl, De profundis


Georg Trakl, De profundis

Existe un campo de rastrojos donde cae una lluvia negra.
Existe un árbol pardo que se alza solitario.
Existe un viento que susurra entre chozas vacías.
Qué atardecer tan triste.

A la orilla de la aldea
la dulce huérfana recoge escasas espigas.
Sus ojos redondos y dorados recorren el crepúsculo
y su seno anhela al esposo celestial.

De regreso al hogar
unos pastores hallaron el dulce cuerpo
descompuesto en el espino.

Una sombra soy lejos de oscuras aldeas.
El silencio de Dios
bebí en la fuente del bosque.

Sobre mi frente golpeó un frío metal.
Arañas buscan mi corazón.
Hay una luz que se extinguió en mi boca.

De noche me encontré en un páramo,
colmado de deshechos y de polvo de estrellas.
En los avellanos
tintinearon ángeles cristalinos.

Versión de Helmut Pfeiffer

martes, 11 de agosto de 2015

Goethe, Elegía de Marienbad

En este poema, compuesto en un largo viaje en carro, Goethe se despide del amor al ser rechazado en la vejez por su última enamorada.

Elegía de Marienbad

Johann Wolfgang von Goethe

¿Qué me reserva el devenir ahora
y este hoy, en flor apenas entreabierta?
Edén e infierno mi inquietud explora
en la instabilidad del alma incierta.
¡No! Que al cancel de la eternal morada
los brazos me transportan de mi amada.

Cruel y dulce el ósculo postrero,
almas gemelas, al herir, desprende;
mi pie vacila ante el umbral severo
que un querube flamígero defiende.
Mi ojo impasible ante la vía desierta
ve las selladas hojas de la puerta.

¿Finó ya el orbe? ¿Sus rocosos muros
no se coronan ya de sombra santa?
¡La mies no grana? ¿Prados verdeoscuros
ya no cortejan al raudal que canta?
¿Ni ante el mundo prolífero se extiende
la comba astral que el devenir defiende?

Como para agradarme -cual solía-
ella se empina en el umbral, rïente,
y me da gota a gota su alegría
y se me anuda en ósculo ferviente.
Sobre mis labios me grabó su beso,
con llamas, añoranza y embeleso.

En lo más noble nuestro ser cultiva
anhelos de rendirse a lo inefable
por honda gratitud que el don no esquiva
al Ser puro, a lo Eterno inexpresable.
Llemémosle Bondad; yo a su clemencia
me acojo y me diluyo en su presencia.

«Haz como yo; cotéja el breve instante
con tu grácil cordura; no apresures,
tómalo a punto, dúctil, insinuante,
ya que en la acción o en el amar perdures.
Si vistes de candor en el conflicto,
serás hombre cabal y un héroe invicto».

¡Vano hablar, pensé yo, si un Dios te ha dado
el minuto feliz por compañero!
Todo ser, junto a ti, predestinado
se siente, no mi sino lastimero.
Me espanta tu decir: dejar tu lado
es un alto saber que no he logrado.

Lejos ya estoy. ¿Qué me dará el instante
fugaz? ¡Quién sabe! Mágico tesoro
para crear Belleza. Como Atlante,
me doblo al peso... y me deshago en lloro.
De fuga en fuga, en fútiles andares
y, por alivio, lágrimas a mares.

¡Fluyan y rueden sin cesar! La llama
jamás se apagará, que me devora;
crepita, y por mi pecho se derrama
do muerte y vida traban lid ahora.
Para el dolor del cuerpo hay plantas buenas,
y a mí me ahogan inacción y penas.

Ya perdí el Universo y me he perdido
a mí mismo -yo, amado de los dioses-
su Caja de Pandora me han vertido,
rica en gajes u horóscopos atroces.
Me tientan con la pródiga cascada
de los goces... y me hunden en la nada.

domingo, 9 de agosto de 2015

Johannes Scheffler, más conocido como Angelus Silesius, Peregrino querubínico, principio del libro I


I, 001: Lo que es fino permanece.

PURA como el más fino oro, tiesa como un peñasco,
límpida como cristal debe ser tu alma.

I, 002: La morada de la quietud eterna.

QUE se mortifique otro por su sepultura
y consagre a sus gusanos orgulloso edificio.
Yo no me preocupo por eso: mi tumba, mi celo y ataúd,
en el que repose eternamente, ha de ser el corazón de Jesús.

I, 003: Sólo Dios puede dar satisfacción

FUERA, fuera, serafines, no podéis vosotros apagar mi sed;
fuera, fuera, santos, y lo que en vosotros resplandece;
de vosotros nada quiero: sólo me arrojo
al mar increado de la mera deidad.

I, 004: Se debe ser divino por entero.

SEÑOR, no me basta servirte como ángel
y verdecer ante ti en la divina perfección:
demasiado vil es para mí, y exiguo para mi espíritu:
quien quiere servirte rectamente, debe ser más que divino.

I, 005: No se sabe lo que se es.

NO sé lo que soy, no soy lo que sé:
una cosa y no una cosa; un punto y un círculo.

I, 006: Debes ser lo que es Dios.

SI he de encontrar mi último fin y mi primer principio,
debo ahondarme en Dios, y a Dios en mí,
y llegar a ser lo que Él: debo ser brillo en el brillo,
Verbo en el Verbo, (a) Dios en Dios.

(a) Tauler, Instit. Espir. c. 39.

I, 007: Se debe aun sobrepasar a Dios.

DÓNDE está mi residencia? Donde tú y yo no estamos.
¿Dónde mi último fin, al cual he de encaminarme?
Allí donde no hay ninguno. ¿Adónde he entonces de ir?
Debo marchar aun (b) más allá de Dios, hacia un desierto.

(b) i.e. más allá de lo que se conoce en Dios, o de lo que se puede pensar de él, según la
contemplación negativa, sobre la cual cf. los místicos.

I, 008: Dios no vive sin mí.

SÉ que sin mí, dios no puede vivir un instante;

*) si soy aniquilado, Él debe necesariamente expirar.
*) cf. el prólogo.

I, 009: Yo lo tengo de Dios, y Dios de mí.

QUE Dios sea y viva tan venturoso, sin deseo,
lo ha recibido tanto Él de mí, como yo de Él.

I, 010: Yo soy como Dios, y Dios como yo

SOY tan grande como Dios: Él es como yo tan pequeño;
Él no puede estar sobre mí, ni yo bajo Él.

I, 011: Dios está en mí, y yo en Él.

DIOS es en mí el fuego, y yo en Él el brillo:
¿no somos íntimamente comunes uno al otro?

I, 012: Hay que lanzarse más allá.

HOMBRE, si lanzas tu espíritu más allá del tiempo y el lugar,
puedes estar en la eternidad a cada instante.

I, 013: El hombre es eternidad.

YO mismo soy eternidad, cuando abandono el tiempo,
y me recojo en Dios, y a Dios en mí.

I, 014: Un cristiano tan rico como Dios.

SOY tan rico como Dios, no puede haber grano de polvo,
que (créeme, hombre) no tenga yo en común con Él.

I, 015: La Sobre-deidad.

LO que se ha dicho de Dios, aún no me basta:
la Sobre-deidad es mi vida y mi luz.

I, 016: El amor obliga a Dios.
SI Dios no quiere llevarme por sobre Dios,
yo voy a obligarlo con mero amor.

(a) Vid. no. 7.

I, 017: Un cristiano es hijo de Dios.

YO también soy hijo de Dios, Él me tiene a mano:
su espíritu, su carne y su sangre, le son conocidos en mí.

I, 018: Me igualo a Dios.

DIOS me ama por sobre sí: si yo lo amo por sobre mí,
le doy tanto, como Él me da de sí.

I, 019: El bienaventurado silencio.

¡CUÁN bienaventurado es el hombre, que no quiere ni sabe!

*) que no da a Dios (compréndeme bien), elogio ni alabanza.
*) Se trata aquí de la Oración de silencio, sobre la cual cf. Maximil. Sandæus, Teol. Mística, libro 2,
com. 3.

I, 020: La beatitud depende de ti.

HOMBRE, tú mismo puedes tomar tu beatitud:
si sólo a ello te dispones y decides.

I, 021: Dios se da como uno quiere.

DIOS nada concede a nadie, Él se ofrece a todos,
para ser, si tan sólo así Lo quieres, completamente tuyo.

I, 022: El abandono.

CUANTO abandonas en Dios, tanto puede Él llegar a ser para ti:
ni más ni menos te aliviará Él de tus pesares.

I, 023: La María espiritual.

DEBO ser MARÍA, y alumbrar a Dios de mí,
si Él me ha de conceder la beatitud eternamente.

I, 024: No debes ser nada, querer nada.

HOMBRE, si aún eres algo, si algo sabes, algo amas y posees:
no estás, créeme, libre de tu carga.

I, 025: A Dios no se lo aprehende.

DIOS es una pura nada, no lo toca ningún aquí ni ahora:*)
cuanto más buscas asirlo, más Él se te sustrae.

*) i.e. tiempo y lugar.

I, 026: La muerte mística.

LA muerte es algo venturoso: cuanto más fuerte es,
más majestuosa se escoge de ella la vida.

I, 027: Morir hace vivir.

MURIENDO mil veces, el hombre sabio
solicita mil vidas por la verdad misma.

I, 028: La muerte más venturosa.
NINGUNA muerte es más venturosa, que morir en el Señor
y perecer con cuerpo y alma por el Eterno Bien.*)

*) i.e. entregar cuerpo y alma al más extremo perecimiento por el amor de Dios: como se ofrecieron
Moisés y Pablo, y muchos otros santos.

I, 029: La muerte eterna.

LA muerte de la que no florece una nueva vida,
es la que mi alma huye entre todas las muertes.

I, 030: No hay muerte.

NO creo en la muerte: si muero a cada hora,
he encontrado cada vez una vida mejor.

I, 031: El morir perpetuo.
MUERO y vivo para Dios: si quiero vivir para Él eternamente,
el espíritu también he de entregarle eternamente.*)

*) en sentido místico i.e. resignar.

I, 032: Dios muere y vive en nosotros.

YO no muero ni vivo: (a) Dios mismo muere en mí;
y lo que yo debo vivir, (b) lo vive también Él sin cesar.

(a) porque de Él fluye originariamente la virtud de la mortificación; del mismo modo según Pablo: 2
Cor. 3, 10, la mortificación de JESÚS.
(b) vivo, ya no yo, sino Cristo en mí.

I, 033: Nada vive sin morir.

DIOS mismo, si quiere vivir para ti, debe morir:
¿cómo piensas, sin muerte, heredar su vida?

I, 033: Nada vive sin morir.

DIOS mismo, si quiere vivir para ti, debe morir:
¿cómo piensas, sin muerte, heredar su vida?

I, 034: La muerte te deifica.

CUANDO estás muerto, y Dios se ha hecho tu vida,
sólo entonces entras en el orden de los altos dioses.

I, 035: La muerte es la mejor de las cosas.

DIGO, puesto que sólo la muerte me libera,
que es ella la mejor cosa, entre todas las cosas.

I, 036: No hay muerte sin vida.

DIGO que nada muere: sólo que otra vida,
aun la de tormentos misma, es dada por la muerte.

I, 036: No hay muerte sin vida.

DIGO que nada muere: sólo que otra vida,
aun la de tormentos misma, es dada por la muerte.

I, 037: La inquietud viene de ti.

NADA hay que te mueva, tú mismo eres la rueda
que anda por sí misma, y no tiene reposo.

I, 038: La indiferencia hace la paz.

CUANDO tomas las cosas sin ninguna distinción,
quedas calmo e igual, en el amor y en el dolor.

I, 038: La indiferencia hace la paz.

CUANDO tomas las cosas sin ninguna distinción,
quedas calmo e igual, en el amor y en el dolor.

I, 039: El abandono imperfecto.

QUIEN en el infierno no puede vivir sin infierno,
no se ha entregado aún por completo al Altísimo.

I, 040: Dios es lo que Él quiere.

DIOS es algo milagroso: es lo que Él quiere,
y quiere lo que Él es, sin ninguna meta ni medida.

I, 041: Dios no sabe fin de sí mismo.

DIOS es infinitamente alto, (hombre, créelo con prontitud),
Él mismo no encuentra eternamente el fin de su divinidad.

I, 042: ¿Cómo se funda Dios?

DIOS se funda sin fundamento, y se mide sin medida!
Si eres con Él un espíritu, hombre, lo comprenderás.

I, 043: Se ama aun sin conocer.

AMO una sola cosa, y no sé lo que es:
y porque no lo sé, es que la he elegido.

I, 044: Debe dejarse el algo.

HOMBRE, si amas algo, no amas por cierto nada:
Dios no es esto o aquello, deja por eso el algo.

I, 045: La impotencia potente.

QUIEN nada ansía, nada tiene, nada sabe, nada ama, nada quiere,
aún mucho tiene, sabe, ansía y ama.

I, 046: La nada venturosa.

SOY algo bienaventurado, si puedo ser una nada,
ni manifiesta ni partícipe de todo lo que existe.

I, 046: La nada venturosa.

 SOY algo bienaventurado, si puedo ser una nada,
ni manifiesta ni partícipe de todo lo que existe.

I, 047: El tiempo es eternidad.

EL tiempo es como la eternidad, y la eternidad como el tiempo,
si no haces tú mismo una diferencia.

I, 048: El templo y el altar de Dios.

DIOS se ofrenda a sí mismo: yo soy a cada instante
su templo, su altar y reclinatorio, si reposo.

I, 049: La quietud es el Bien supremo.

LA quietud es el Bien supremo: y si Dios no fuera quietud,
cerraría ante Él mismo mis dos ojos.

I, 050: El trono de Dios.

¿PREGUNTAS tú, cristiano, dónde ha sentado Dios su trono?
Allí, donde Él te alumbra en ti su Hijo.

I, 051: La igualdad de Dios.

QUIEN en la dicha, en el dolor y en el tormento permanece inmóvil:
ése no puede ya estar lejos de la igualdad de Dios.

I, 052: El grano de mostaza espiritual.

MI espíritu es un grano de mostaza, si su sol lo trasluce,
crece igual a Dios, con jubilosa delicia.

I, 053: La virtud está en la paz.

HOMBRE, si obras virtud con trabajo y esfuerzo,
aún no la tienes, luchas aún por ella.

I, 054: La virtud esencial.

YO mismo debo ser virtud, y no saber de azar,
si en verdad las virtudes han de fluir de mí.

I, 055: El manantial está en nosotros.

NO necesitas clamar a Dios, el manantial está en ti:
si no tapas la salida, fluye sin cesar.

I, 056: La desconfianza ofende a Dios.

SI suplicas a tu Dios por desconfianza,
y no lo dejas velar por todo: cuida de no ofenderlo.

I, 057: En la debilidad se encuentra a Dios.

QUIEN de los pies es tullido, y en los ojos ciego,
que vaya y vea de encontrar a Dios en algún sitio.

I, 058: El egoísmo.

HOMBRE, si buscas a Dios por la quietud, aún no estás en lo cierto;
te buscas a ti, y no a Él?: no eres aún niño, sólo siervo.

I, 059: Como Dios quiere, se debe querer.

SI yo fuera Serafín, preferiría ser el más vil gusanillo, para agradar al Altísimo.

I, 060: Cuerpo, alma y Divinidad.

EL alma es un cristal, la Divinidad es su brillo: el cuerpo en el que vives, es el cofre de las dos.

I, 061: Dios debe nacer en ti.

SI Cristo naciere mil veces en Belén, y no en ti, seguirás perdido eternamente.

I, 062: Lo exterior no te vale.

LA cruz del Gólgota no te puede redimir del mal, si no se erige también en ti.

I, 063: Levántate tú mismo de entre los muertos.

DIGO, de nada te vale que Cristo resucitara, si yaces siempre cautivo del pecado, y de los víncu
los de la muerte.

I, 064: La siembra espiritual.

DIOS es un labriego, el grano su Verbo eterno, su Espíritu es la reja del arado, mi corazón la sem
entera.