domingo, 9 de agosto de 2015

Boleros clásicos

1

La bien pagá (Ramón Perelló - Juan Mostazo)

Na te pido,
na me llevo,
me voy de tu vera
olvídame ya,
que he pagao con oro
tus carnes morenas,
no maldigas paya
que estamos en paz.

No te quiero,
no me quieras,
si to me lo diste
yo na te pedí,
no me eches en cara
que to lo perdiste,
también a tu vera
yo to lo perdí.

Bien pagá,
si tú eres la bien pagá
porque tus besos compré
y a mí te supiste dar
por un puñao de parné.
Bien pagá, 
bien pagá,
bien pagá 
fuiste mujer.

No te engaño,
quiero a otra, 
no creas por eso
que te traicioné,
no cayó en mis brazos,
me dio sólo un beso,
el único beso
que yo no pagué.

Na te pido,
na me llevo,
entre esas paredes
dejo sepultás
penas y alegrías
que te dao y me diste
y esas joyas que ahora
pa otro lucirás.

2

Tatuaje (Rafael de León )

I

Él vino en un barco de nombre extranjero,
lo encontré en el puerto un anochecer
cuando el blanco faro sobre los veleros
su beso de plata dejaba caer.
Era hermoso y rubio como la cerveza;
el pecho tatuado con un corazón.
En su voz amarga había la tristeza,
doliente y cansada, del acordeón.
Y entre dos copas de aguardiente
sobre el manchado mostrador
él fue contándome entre dientes
la vieja historia de su amor:

ESTRIBILLO

Mira mi brazo tatuado
con este nombre de mujer.
Es el recuerdo del pasado
que nunca más ha de volver.
Ella me quiso, y me ha olvidado,
en cambio, yo no la olvidé,
y para siempre voy marcado
con este nombre de mujer.

II

Él se fue una tarde con rumbo ignorado
en el mismo barco que lo trajo a mí,
pero entre mis labios se dejó olvidado
un beso de amante que yo le pedí.
Errante lo busco por todos los puertos;
a los marineros pregunto por él,
y nadie me dice si está vivo o muerto
y sigo en mi duda, buscándolo fiel.
Y voy sangrando lentamente,
de mostrador en mostrador,
ante una copa de aguardiente
donde se ahoga mi dolor.

ESTRIBILLO

Mira tu nombre tatüado
en la caricia de mi piel,
a fuego lento lo he marcado
y para siempre iré con él.
Quizá ya tú me has olvidado,
en cambio, yo no te olvidé,
y hasta que no te haya encontrado
sin descansar te buscaré.

(Recitado)

Escúchame, marinero,
y dime: ¿qué sabes de él?
Era gallardo y altanero,
y era más dulce que la miel.
Mira su nombre de extranjero
escrito aquí, sobre mi piel.

(Cantado)

Si te lo encuentras, marinero,
dile que yo muero por él.

3

Están clavadas dos cruces


Sevilla tuvo que ser 
con su lunita plateada 
testigo de nuestro amor 
bajo la noche callada.

Y nos quisimos tú y yo 
con un amor sin pecado
pero el destino ha querido 
que vivamos separados.

Están clavadas dos cruces 
en el Monte del Olvido 
por dos amores que han muerto 
sin haberse comprendido.

Están clavadas dos cruces 
en el Monte del Olvido 
por dos amores que han muerto, 
que son el tuyo y el mío.

Ay, Barrio de Santa Cruz, 
ay, Plaza de Doña Elvira,
hoy he vuelto a recordar 
y me parece mentira.

Ya todo aquello pasó, 
todo quedó en el olvido, 
nuestras promesas de amores
en el aire se han perdido.

Están clavadas dos cruces 
en el Monte del Olvido
por dos amores que han muerto 
sin haberse comprendido.

Están clavadas dos cruces 
en el Monte del Olvido
por dos amores que han muerto, 
que son el tuyo y el mío.

Están clavadas dos cruces 
en el Monte del Olvido 
por dos amores que han muerto 
sin haberse comprendido. 
Están clavadas dos cruces 
en el Monte del Olvido 
por dos amores que han muerto
que son el tuyo y el mío, 
que son el tuyo, 
que son el tuyo y el mío.

4

Reloj no marques las horas (Armando Manzanero)

Versión de Los Panchos

    Reloj, no marques las horas 
porque voy a enloquecer: 
ella se irá para siempre 
cuando amanezca otra vez 
    No más nos queda esta noche 
para vivir nuestro amor 
y tu tic-tac me recuerda 
mi irremediable dolor 
    Reloj detén tu camino 
porque mi vida se apaga 
ella es la estrella 
que alumbra mi ser: 
yo sin su amor no soy nada 
    Detén el tiempo en tus manos 
haz esta noche perpetua 
para que nunca se vaya de mí 
para que nunca amanezca

5

Puro teatro (Catalino Curet Alonso)

Versión de La Lupe

Igual que en un escenario
finges tu dolor barato.
Tu drama no es necesario:
ya conozco ese teatro.

Mintiendo,
¡que bien te queda el papel!
Después de todo parece
que esa es tu forma de ser.

Yo confiaba ciegamente
en la fiebre de tus besos.
Mentiste serenamente,
y el telón cayó por eso.

Teatro,
lo tuyo es puro teatro,
falsedad bien ensayada,
estudiado simulacro.

Fue tu mejor actuación
destrozar mi corazón;
y hoy que me lloras de veras
recuerdo tu simulacro.

Perdona que no te crea...
me parece que es teatro.
Y acuérdate que según tu punto de vista
yo soy la mala, ¡ay!

Teatro,
lo tuyo es puro teatro,
falsedad bien ensayada,
estudiado simulacro.

Fue tu mejor actuación
destrozar mi corazón;
y, hoy que me lloras de veras
recuerdo tu simulacro.

Perdona que no te crea
¡me parece que es teatro!
Perdona que no te crea:
lo tuyo es puro... teatro.

6

Échale guindas al pavo

CHALE GUINDAS AL PAVO

Huyendo de los civiles, 
un gitano del perchel, 
sin cálculo y sin combina, 
¿que dónde vino a caer? 
en un corral de gallinas. 
¿Y qué es lo que allí encontró?, 
pues una pavita fina 
que a un pavo le hacía el amor 
saltó la tapia el gitano, 
con muchísimo talento 
[y, cuando se vino a dar cuenta, 
con un saco estaba dentro]. 
A los dos los cogió, 
con los dos se najó, 
y el gitano a su gitana [Variante: "y llamando a su costilla"]
de esta manera le habló:

"Échale guindas al pavo, 
échale guindas al pavo 
que yo le echaré a la pava 
azúcar, canela y clavo, 
que yo le echaré a la pava... 
azúcar, canela y clavo".

Estaba ya el pavo asao, 
la pava en el asador 
y llamaron a la puerta... 
¡verá usted lo que pasó!
Entró un civil con bigote, 
¡ozú, qué miedo, chavó! 
se echó el fusí a la cara 
y de esta manera habló: 

"¡A ver dónde está ese pavo, 
a ver dónde está esa pava, 
porque tiene mucha guasa 
que yo no pruebe ni un ala!"

Con los dos se sentó, 
con los dos trajeeló 
y el gitano a la gitana 
de esta manera le habló: 

"Échale guindas al pavo, 
échale guindas al pavo, 
que yo le echaré a la pava 
azúcar, canela y clavo, 
que yo le echaré a la pava 
azuquita, canela y clavo"

7

Y sin embargo te quiero

Me lo dijeron mil veces, 
mas yo nunca quise poner atención. 
cuando vinieron los llantos 
ya estabas muy dentro de mi corazón. 

Te esperaba hasta muy tarde, 
ningún reproche te hacía; 
lo más que te preguntaba 
era que si me querías.

Y, bajo tus besos, 
en la madrugá, 
sin que tu notaras
la cruz de mi angustia 
solía cantá: 

Te quiero más que a mis ojos, 
te quiero más que a mi vía, 
más que el aire que respiro 
y más que a la mare mía. 

¡Que se me paren los pulsos
si te dejo de queré! 
¡Que las campanas me doblen
si te farto alguna ve! 

Eres mi vía y mi muerte, 
te lo juro, compañero: 
no debía de quererte, 
no debía de quererte 
y, sin embargo, te quiero. 

Vives con unas y otras 
y na se te importa
de mi soledá; 
sabes que tienes un hijo 
y ni el apellío
le vienes a dá. 
Llorando junto a la cuna 
me dan las claras del día. 
Mi niño no tiene pare… 
¡Qué pena de suerte mía! 
Anda, rey de España, 
vamos a dormí, 
y, sin darme cuenta,
en ves de una nana 
yo le canto así: 

Te quiero más que a mis ojos, 
te quiero más que a mi vía, 
más que el aire que respiro 
y más que a la mare mía.

Que se me paren los pulsos
si te dejo de queré 
que las campanas me doblen
si te farto alguna ve. 

Eres mi vía y mi muerte, 
te lo juro, compañero; 
no debía de quererte, 
no debía de quererte, 
y, sin embargo, te quiero

8

Mi jaca

MI JACA

El tronío, la guapeza, la solera 
y el embrujo de una noche Sevillana 
no lo cambio por la gracia cortijera 
y el trapío de mi jaca jerezana 

A su grupa va lo mismo que una reina 
con espuelas de diamantes a los pies 
que luciera por corona y como peina 
que luciera por corona y como peina 

La majeza del sombrero cordobés 
mi jaca galopa y corta el viento 
cuando pasa por el puerto 
caminito de Jerez 

La quiero lo mismo que a esa gitana 
que me está dando tormento 
por culpita de un querer 
mi jaca galopa y corta el viento 
cuando pasa por el puerto 
caminito de Jerez 

A la grupa de mi jaca jerezana 
va meciéndose altanera y orgullosa 
como mece el aire por mi ventana 
los geranios, los claveles y las rosas.

Johannes Scheffler, más conocido como Angelus Silesius, Peregrino querubínico, principio del libro I


I, 001: Lo que es fino permanece.

PURA como el más fino oro, tiesa como un peñasco,
límpida como cristal debe ser tu alma.

I, 002: La morada de la quietud eterna.

QUE se mortifique otro por su sepultura
y consagre a sus gusanos orgulloso edificio.
Yo no me preocupo por eso: mi tumba, mi celo y ataúd,
en el que repose eternamente, ha de ser el corazón de Jesús.

I, 003: Sólo Dios puede dar satisfacción

FUERA, fuera, serafines, no podéis vosotros apagar mi sed;
fuera, fuera, santos, y lo que en vosotros resplandece;
de vosotros nada quiero: sólo me arrojo
al mar increado de la mera deidad.

I, 004: Se debe ser divino por entero.

SEÑOR, no me basta servirte como ángel
y verdecer ante ti en la divina perfección:
demasiado vil es para mí, y exiguo para mi espíritu:
quien quiere servirte rectamente, debe ser más que divino.

I, 005: No se sabe lo que se es.

NO sé lo que soy, no soy lo que sé:
una cosa y no una cosa; un punto y un círculo.

I, 006: Debes ser lo que es Dios.

SI he de encontrar mi último fin y mi primer principio,
debo ahondarme en Dios, y a Dios en mí,
y llegar a ser lo que Él: debo ser brillo en el brillo,
Verbo en el Verbo, (a) Dios en Dios.

(a) Tauler, Instit. Espir. c. 39.

I, 007: Se debe aun sobrepasar a Dios.

DÓNDE está mi residencia? Donde tú y yo no estamos.
¿Dónde mi último fin, al cual he de encaminarme?
Allí donde no hay ninguno. ¿Adónde he entonces de ir?
Debo marchar aun (b) más allá de Dios, hacia un desierto.

(b) i.e. más allá de lo que se conoce en Dios, o de lo que se puede pensar de él, según la
contemplación negativa, sobre la cual cf. los místicos.

I, 008: Dios no vive sin mí.

SÉ que sin mí, dios no puede vivir un instante;

*) si soy aniquilado, Él debe necesariamente expirar.
*) cf. el prólogo.

I, 009: Yo lo tengo de Dios, y Dios de mí.

QUE Dios sea y viva tan venturoso, sin deseo,
lo ha recibido tanto Él de mí, como yo de Él.

I, 010: Yo soy como Dios, y Dios como yo

SOY tan grande como Dios: Él es como yo tan pequeño;
Él no puede estar sobre mí, ni yo bajo Él.

I, 011: Dios está en mí, y yo en Él.

DIOS es en mí el fuego, y yo en Él el brillo:
¿no somos íntimamente comunes uno al otro?

I, 012: Hay que lanzarse más allá.

HOMBRE, si lanzas tu espíritu más allá del tiempo y el lugar,
puedes estar en la eternidad a cada instante.

I, 013: El hombre es eternidad.

YO mismo soy eternidad, cuando abandono el tiempo,
y me recojo en Dios, y a Dios en mí.

I, 014: Un cristiano tan rico como Dios.

SOY tan rico como Dios, no puede haber grano de polvo,
que (créeme, hombre) no tenga yo en común con Él.

I, 015: La Sobre-deidad.

LO que se ha dicho de Dios, aún no me basta:
la Sobre-deidad es mi vida y mi luz.

I, 016: El amor obliga a Dios.
SI Dios no quiere llevarme por sobre Dios,
yo voy a obligarlo con mero amor.

(a) Vid. no. 7.

I, 017: Un cristiano es hijo de Dios.

YO también soy hijo de Dios, Él me tiene a mano:
su espíritu, su carne y su sangre, le son conocidos en mí.

I, 018: Me igualo a Dios.

DIOS me ama por sobre sí: si yo lo amo por sobre mí,
le doy tanto, como Él me da de sí.

I, 019: El bienaventurado silencio.

¡CUÁN bienaventurado es el hombre, que no quiere ni sabe!

*) que no da a Dios (compréndeme bien), elogio ni alabanza.
*) Se trata aquí de la Oración de silencio, sobre la cual cf. Maximil. Sandæus, Teol. Mística, libro 2,
com. 3.

I, 020: La beatitud depende de ti.

HOMBRE, tú mismo puedes tomar tu beatitud:
si sólo a ello te dispones y decides.

I, 021: Dios se da como uno quiere.

DIOS nada concede a nadie, Él se ofrece a todos,
para ser, si tan sólo así Lo quieres, completamente tuyo.

I, 022: El abandono.

CUANTO abandonas en Dios, tanto puede Él llegar a ser para ti:
ni más ni menos te aliviará Él de tus pesares.

I, 023: La María espiritual.

DEBO ser MARÍA, y alumbrar a Dios de mí,
si Él me ha de conceder la beatitud eternamente.

I, 024: No debes ser nada, querer nada.

HOMBRE, si aún eres algo, si algo sabes, algo amas y posees:
no estás, créeme, libre de tu carga.

I, 025: A Dios no se lo aprehende.

DIOS es una pura nada, no lo toca ningún aquí ni ahora:*)
cuanto más buscas asirlo, más Él se te sustrae.

*) i.e. tiempo y lugar.

I, 026: La muerte mística.

LA muerte es algo venturoso: cuanto más fuerte es,
más majestuosa se escoge de ella la vida.

I, 027: Morir hace vivir.

MURIENDO mil veces, el hombre sabio
solicita mil vidas por la verdad misma.

I, 028: La muerte más venturosa.
NINGUNA muerte es más venturosa, que morir en el Señor
y perecer con cuerpo y alma por el Eterno Bien.*)

*) i.e. entregar cuerpo y alma al más extremo perecimiento por el amor de Dios: como se ofrecieron
Moisés y Pablo, y muchos otros santos.

I, 029: La muerte eterna.

LA muerte de la que no florece una nueva vida,
es la que mi alma huye entre todas las muertes.

I, 030: No hay muerte.

NO creo en la muerte: si muero a cada hora,
he encontrado cada vez una vida mejor.

I, 031: El morir perpetuo.
MUERO y vivo para Dios: si quiero vivir para Él eternamente,
el espíritu también he de entregarle eternamente.*)

*) en sentido místico i.e. resignar.

I, 032: Dios muere y vive en nosotros.

YO no muero ni vivo: (a) Dios mismo muere en mí;
y lo que yo debo vivir, (b) lo vive también Él sin cesar.

(a) porque de Él fluye originariamente la virtud de la mortificación; del mismo modo según Pablo: 2
Cor. 3, 10, la mortificación de JESÚS.
(b) vivo, ya no yo, sino Cristo en mí.

I, 033: Nada vive sin morir.

DIOS mismo, si quiere vivir para ti, debe morir:
¿cómo piensas, sin muerte, heredar su vida?

I, 033: Nada vive sin morir.

DIOS mismo, si quiere vivir para ti, debe morir:
¿cómo piensas, sin muerte, heredar su vida?

I, 034: La muerte te deifica.

CUANDO estás muerto, y Dios se ha hecho tu vida,
sólo entonces entras en el orden de los altos dioses.

I, 035: La muerte es la mejor de las cosas.

DIGO, puesto que sólo la muerte me libera,
que es ella la mejor cosa, entre todas las cosas.

I, 036: No hay muerte sin vida.

DIGO que nada muere: sólo que otra vida,
aun la de tormentos misma, es dada por la muerte.

I, 036: No hay muerte sin vida.

DIGO que nada muere: sólo que otra vida,
aun la de tormentos misma, es dada por la muerte.

I, 037: La inquietud viene de ti.

NADA hay que te mueva, tú mismo eres la rueda
que anda por sí misma, y no tiene reposo.

I, 038: La indiferencia hace la paz.

CUANDO tomas las cosas sin ninguna distinción,
quedas calmo e igual, en el amor y en el dolor.

I, 038: La indiferencia hace la paz.

CUANDO tomas las cosas sin ninguna distinción,
quedas calmo e igual, en el amor y en el dolor.

I, 039: El abandono imperfecto.

QUIEN en el infierno no puede vivir sin infierno,
no se ha entregado aún por completo al Altísimo.

I, 040: Dios es lo que Él quiere.

DIOS es algo milagroso: es lo que Él quiere,
y quiere lo que Él es, sin ninguna meta ni medida.

I, 041: Dios no sabe fin de sí mismo.

DIOS es infinitamente alto, (hombre, créelo con prontitud),
Él mismo no encuentra eternamente el fin de su divinidad.

I, 042: ¿Cómo se funda Dios?

DIOS se funda sin fundamento, y se mide sin medida!
Si eres con Él un espíritu, hombre, lo comprenderás.

I, 043: Se ama aun sin conocer.

AMO una sola cosa, y no sé lo que es:
y porque no lo sé, es que la he elegido.

I, 044: Debe dejarse el algo.

HOMBRE, si amas algo, no amas por cierto nada:
Dios no es esto o aquello, deja por eso el algo.

I, 045: La impotencia potente.

QUIEN nada ansía, nada tiene, nada sabe, nada ama, nada quiere,
aún mucho tiene, sabe, ansía y ama.

I, 046: La nada venturosa.

SOY algo bienaventurado, si puedo ser una nada,
ni manifiesta ni partícipe de todo lo que existe.

I, 046: La nada venturosa.

 SOY algo bienaventurado, si puedo ser una nada,
ni manifiesta ni partícipe de todo lo que existe.

I, 047: El tiempo es eternidad.

EL tiempo es como la eternidad, y la eternidad como el tiempo,
si no haces tú mismo una diferencia.

I, 048: El templo y el altar de Dios.

DIOS se ofrenda a sí mismo: yo soy a cada instante
su templo, su altar y reclinatorio, si reposo.

I, 049: La quietud es el Bien supremo.

LA quietud es el Bien supremo: y si Dios no fuera quietud,
cerraría ante Él mismo mis dos ojos.

I, 050: El trono de Dios.

¿PREGUNTAS tú, cristiano, dónde ha sentado Dios su trono?
Allí, donde Él te alumbra en ti su Hijo.

I, 051: La igualdad de Dios.

QUIEN en la dicha, en el dolor y en el tormento permanece inmóvil:
ése no puede ya estar lejos de la igualdad de Dios.

I, 052: El grano de mostaza espiritual.

MI espíritu es un grano de mostaza, si su sol lo trasluce,
crece igual a Dios, con jubilosa delicia.

I, 053: La virtud está en la paz.

HOMBRE, si obras virtud con trabajo y esfuerzo,
aún no la tienes, luchas aún por ella.

I, 054: La virtud esencial.

YO mismo debo ser virtud, y no saber de azar,
si en verdad las virtudes han de fluir de mí.

I, 055: El manantial está en nosotros.

NO necesitas clamar a Dios, el manantial está en ti:
si no tapas la salida, fluye sin cesar.

I, 056: La desconfianza ofende a Dios.

SI suplicas a tu Dios por desconfianza,
y no lo dejas velar por todo: cuida de no ofenderlo.

I, 057: En la debilidad se encuentra a Dios.

QUIEN de los pies es tullido, y en los ojos ciego,
que vaya y vea de encontrar a Dios en algún sitio.

I, 058: El egoísmo.

HOMBRE, si buscas a Dios por la quietud, aún no estás en lo cierto;
te buscas a ti, y no a Él?: no eres aún niño, sólo siervo.

I, 059: Como Dios quiere, se debe querer.

SI yo fuera Serafín, preferiría ser el más vil gusanillo, para agradar al Altísimo.

I, 060: Cuerpo, alma y Divinidad.

EL alma es un cristal, la Divinidad es su brillo: el cuerpo en el que vives, es el cofre de las dos.

I, 061: Dios debe nacer en ti.

SI Cristo naciere mil veces en Belén, y no en ti, seguirás perdido eternamente.

I, 062: Lo exterior no te vale.

LA cruz del Gólgota no te puede redimir del mal, si no se erige también en ti.

I, 063: Levántate tú mismo de entre los muertos.

DIGO, de nada te vale que Cristo resucitara, si yaces siempre cautivo del pecado, y de los víncu
los de la muerte.

I, 064: La siembra espiritual.

DIOS es un labriego, el grano su Verbo eterno, su Espíritu es la reja del arado, mi corazón la sem
entera.


Hernando de Acuña A un buen caballero, y mal poeta, la lira de Garcilaso contrahecha

Hernando de Acuña

A un buen caballero, y mal poeta, la lira de Garcilaso contrahecha


De vuestra torpe lira
ofende tanto el son, que en un momento
mueve al discreto a ira
y a descontentamiento,
y vos sólo, señor, quedáis contento.

Yo en ásperas montañas
no dudo que tal canto endureciese
las fieras alimañas,
o a risa las moviese
si natura el reír les concediese.

Y cuanto habéis cantado
es para echar las aves de su nido,
y el fiero Marte airado,
mirándoos, se ha reído
de veros tras Apolo andar perdido.

¡Ay de los capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
aunque sean alemanes,
si para ser loados
fueran a vuestra musa encomendados! 

Mas ¡ay, señor, de aquélla
cuya beldad de vos fuere cantada!,
que vos daréis con ella
do verse sepultada
tuviese por mejor que ser loada.

Que vuestra musa sola
basta a secar del campo la verdura,
y al lirio y la vïola,
do hay tanta hermosura,
estragar la color y la frescura.

Triste de aquel cautivo
que a escucharos, señor, es condenado
que está muriendo vivo
de versos enfadado,
y a decir que son buenos es forzado. 

Por vos, como solía,
no reprehende Apolo ni corrige
la mala poesía,
ni las plumas rige,
pues la vuestra anda sola y nos aflige.

Por vuestra cruda mano
aquella triste traducción furiosa
no tiene hueso sano,
y vive sospechosa
que aun vida le daréis más trabajosa.

Por vos la docta musa
no da favor a nadie con que cante,
y mil querellas usa
con un llanto abundante,
mas nunca escarmentáis para adelante.

A vos es vuestro amigo
grave, si no os alaba, y enojoso,
y si verdad os digo,
daisme por ambicioso,
por hombre que no entiende o sospechoso.

Si yo poeta fuera,
viendo la cosa ya rota y perdida,
a Apolo le escribiera,
pues que de sí se olvida,
que reforme su casa o la despida.

Que no ha sido engendrada
la poesía de la dura tierra,
para que sea tratada
como enemigo en guerra
de quien se muestra amigo y la destierra.

Ella anda temerosa
con sobrada razón, y tan cobarde,
que aun quejarse no osa,
ni halla quien la guarde
de que en vuestro poder no haga alarde.

Y estáis os alegrando,
el pecho contra Apolo empedernido,
y a su pesar cantando,
de que él está sentido
y el coro de las musas muy corrido. 

Por ley es condenado
cualquier que ocupa posesión ajena, 
y es muy averiguado
que con trabajo y pena
el oro no se saca do no hay vena.

Pues ¿qué podrá decirse
de quien de versos llenos de aspereza
no quiere arrepentirse,
y para tal dureza
anda sacando fuerzas de flaqueza?

Señor, unos dejaron
fama en el mundo por lo que escribieron,
y de otros se burlaron,
que, en obras que hicieron,
ajeno parecer nunca admitieron. 

Palabras aplicadas
podrían ser éstas a vuestra escritura,
pero no señaladas,
porque es en piedra dura,
y ya vuestro escribir no tiene cura.

Mas digo finalmente,
aunque decirlo es ya cosa excusada,
que no hagáis la gente
de vos maravillada,
juntando mal la pluma con la espada.

Mueran luego a la hora
las públicas estancias y secretas,
y no queráis agora
que vuestras imperfetas
obras y rudo estilo a los poetas

den inmortal materia
para cantar, en verso lamentable,
las faltas y miseria
de estilo tan culpable,
digno que no sin risa dél se hable.

Conrado Nalé Roxlo, A la manera de Alejandro Dumas padre

Conrado Nalé Roxlo,  Antología apócrifa. Buenos Aires: Kapelusz, 1971, pp. 124-127.

A la manera de Alejandro Dumas (padre)

He aquí uno de los capítulos más sombríos de la historia de Francia que, como el triste episodio del Hombre de la Máscara de Hierro y otros del mismo jaez, ha sido escamoteado persistentemente por los historiadores oficiales, pero que se encuentra debidamente documentado por un cronista de la época en los archivos secretos de la "Biblioteca Mazarino", apartado 316, casillero 489, expediente 1975. El cronista anónimo nos narra lo siguiente, en el pintoresco francés de la época: 

"El rey Sol amaneció nublado aquella mañana. Su nube no era detristeza, ni de mal humor, ni de furia; era, simplemente, una nube de distracción. Esto fue notado desde el primer momento por los cortesanos, basándose en el hecho, francamente insólito, de que, durante el besamanos, varias veces se equivocó ofreciendo a los labios palatinos su regio pie. Con tal motivo, el señor de Voltaire hizo esta ingeniosa frase: "Su Majestad da hoy más pie que nunca para la adulación". Luisa de Lavalliére fue confundida por él con una simple sirvienta y reprendida severamente por no haber barrido las escaleras del Louvre. Para desagraviarla, le regaló un collar de perlas, cuyo precio excesivo habría hecho temblar las finanzas del reino, cosa que no ocurrió porque se olvidó de pagarlo. Pero el episodio más grave fue el del desdichado maese Roulet. Maese Roulet era el encargado de mantener templados y en orden los cuernos de Su Majestad. Su colección de cuernos de caza era célebre. Maese Roulet se presentó aquella mañana llevando al rey una nueva pieza para su colección. El instrumento estaba hecho con el cuerno derecho de un toro sagrado de la India, y sonaba maravillosamente. El rey resopló los primeros compases de su alalí favorito, y, al devolver el instrumento al buen menestral, le dijo:

-Es de los buenos, marqués.

-Sire -respondió el bueno de Roulet-, yo no soy marqués, pertenezco al estado llano.

-El rey de Francia no se equivoca. Desde hoy lo eres.

-Gracias, sire. Y, si no es indiscreción, ¿marqués de qué?

-Marqués del Cuerno

Fue la regia respuesta. Una dama, de las muchas que en aquella época tenían abierta "boutique d'esprit", susurró: -He ahí un título al que la mitad de la nobleza tiene derechos adquiridos. Al oírla, el severo Fenelón enrojeció como una doncella. El nuevo marqués preguntó: -Sire, ¿Puedo retirarme? A lo que el rey Sol, que había vuelto a caer en la distracción que regía aquella mañana, le respondió: -Id con Dios, estimado conde. -¿Esto también va en serio, sire? -interrogó Roulet. -¿El qué, muchacho? -Lo de conde.-
Sacré nom d'un chien! -gritó Su Majestad, furioso por haberse equivocado otra vez; pero, no queriendo dar su cetro a torcer, pues era bastante testarudo, agregó-: Cuando yo digo conde, conde es.
-Gracias, Majestad, ¿y conde de qué soy ahora? -De lo mismo. 

Pero un maestro de heráldica, ciencia que respetaba mucho Luis XIV, explicó que, al ascenderle en la escala de la nobleza, tendría que agregarle otro cuerno por lo menos. Y así se resolvió.

-¿Quedamos, entonces -dijo el monarca-, en que sois duque de los Dos Cuernos?

-Duque no, simplemente conde.

-¿He dicho duque? ¡Pues sea, y no me repliquéis! ¡En mi vida he visto un príncipe más contestador!

-¿A qué príncipe os referís, sire? -preguntó el primer ministro Fouquet, bastante alarmado por el giro que tomaba el asunto.

-¡A este príncipe Roulet de los cien mil cuernos! -exclamó el rey fuera de sí, y agregó, ya perdidos los estribos de la corona-: ¡Idos de aquí, Majestad, o me enloqueceréis!

Un impresionante silencio recorrió la corte. Los cimientos del Louvre temblaban. El monarca, recobrando su escasa lucidez, dijo entonces:

-Lo siento mucho, mi pobre Roulet, pero, como no puede haber dos reyes en Francia, pues el rey es el jefe del Estado y el Estado soy yo, no tengo más remedio que hacerte ejecutar; eso sí, con honores reales.

Y el verdugo de París cumplió el penoso deber de decapitar en secreto a Jacobo Honorato Roulet, rey de Francia. 

Pablo Neruda, "La educación del cacique Lautaro", en su Canto general:

Pablo Neruda, "La educación del cacique Lautaro", en su Canto general:

La educación del cacique Lautaro 

Fue su primera edad sólo silencio.
Su adolescencia fue dominio.
Su juventud fue un viento dirigido.
Se preparó como una larga lanza.
Acostumbró los pies en las cascadas.
Educó la cabeza en las espinas.
Ejecutó las pruebas del guanaco.
Vivió en las madrigueras de la nieve.
Acechó la comida de las águilas.
Arañó los secretos del peñasco.
Entretuvo los pétalos del fuego.
Se amamantó de primavera fría.
Se quemó en las gargantas infernales.
Fue cazador entre las aves crueles.
Se tiñeron sus manos de victorias.
Leyó las agresiones de la noche.
Sostuvo los derrumbes del azufre.
Se hizo velocidad, luz repentina.
Tomó las lentitudes del Otoño.
Trabajó en las guaridas invisibles.
Durmió en las sábanas del ventisquero.
Igualó la conducta de las flechas.
Bebió la sangre agreste en los caminos.
Arrebató el tesoro de las olas.
Se hizo amenaza como un dios sombrío.
Comió en cada cocina de su pueblo.
Aprendió el alfabeto del relámpago.
Olfateó las cenizas esparcidas.
Envolvió el corazón con pieles negras.
Descifró el espiral hilo del humo.
Se construyó de fibras taciturnas.
Se aceitó como el alma de la oliva.
Se hizo cristal de transparencia dura.
Estudió para viento huracanado.
Se combatió hasta apagar la sangre.

Sólo entonces fue digno de su pueblo.

Marcelino Menéndez Pelayo, sátira de Emilio Castelar

Sátira de Marcelino Menéndez Pelayo contra Emilio Castelar y otros hegelianos en su Historia de los heterodoxos españoles, III:

Castelar se educó en el krausismo; pero, propiamente hablando, no se puede decir de élque fuera krausista en tiempo alguno, ni ellos le han tenido por tal. Castelar nunca ha sidometafísico ni hombre de escuela, sino retórico afluente y brillantísimo poeta en prosa, líricodesenfrenado, de un lujo tropical y exuberante, idólatra del color y del número, gran forjador de períodos que tienen ritmo de estrofas, gran cazador de metáforas, inagotable en la enumeración,siervo de la imagen, que acaba por ahogar entre sus anillos a la idea; orador que hubieraescandalizado al austerísimo Demóstenes, pero orador propio de estos tiempos; alma panteísta,que responde con agitación nerviosa a todas las impresiones y a todos los ruidos de lo creado yaspira a traducirlos en forma de discursos. De aquí el forzoso barroquismo de esa arquitecturaliteraria, por la cual trepan, en revuelta confusión, pámpanos y flores, ángeles de retablo ymonstruos y grifos de aceradas garras. En cada discurso del Sr. Castelar se recorre dos o tres veces, sintéticamente, la universalhistoria humana, y el lector, cual otro judío errante, ve pasar a su atónita contemplación todos lossiglos, desfilar todas las generaciones, hundirse los imperios, levantarse los siervos contra losseñores, caer el Occidente sobre el Oriente, peregrina por todos los campos de batalla, seembarca en todos los navíos descubridores y ve labrarse todas las estatuas y escribirse todas lasepopeyas. Y, no satisfecho el Sr. Castelar con abarcar así los términos de la tierra, desciendeunas veces a sus entrañas, y otras veces súbese a las esferas siderales, y desde el hierro y elcarbón de piedra hasta la estrella Sirio, todo lo ata y entreteje en ese enorme ramillete, donde lasideas y los sistemas, las heroicidades y los crímenes, las plantas y los metales, son otras tantasgigantescas flores retóricas. Nadie admira más que yo, aparte de la estimación particular que por maestro y por compañero le profeso, la desbordada imaginativa y las condiciones geniales deorador que Dios puso en el alma del Sr. Castelar. Y ¿cómo no reconocer que alguna intrínsecavirtud o fuerza debe de tener escondida su oratoria para que yendo, como va, contra el ideal desencillez y pureza, que yo tengo por norma eterna del arte, produzca, dentro y fuera de España,entre muchedumbres doctas o legas, y en el mismo crítico que ahora la está juzgando, un efectoinmediato, que sería mala fe negar? Y esto consiste en que la ley oculta de toda esa monstruosa eflorescencia y lo que le dacierta deslumbradora y aparente grandiosidad no es otra que un gran y temeroso sofisma del másgrande de los sofistas modernos. En una palabra, el señor Castelar, desde los primeros pasos desu vida política, se sintió irresistiblemente atraído hacia Hegel y su sistema: "Río sin ribera,movimiento sin término, sucesión indefinida, serie lógica, especie de serpiente, que desde laoscuridad de la nada se levantan al ser, y del ser a la naturaleza, y del espíritu a Dios,enroscándose en el árbol de la vida universal". Esto no quiere decir que en otras partes el Sr.Castelar no haya rechazado el sistema de Hegel, y menos aún que no haya execrado y maldecidoen toda ocasión a los hegelianos de la extrema izquierda, comparándolos con los sofistas y conlos cínicos, pero sin hacer alto en estas leves contradicciones, propias del orador, ser tan móvil yalado como el poeta (¿ni quién ha de reparar en contradicción más o menos, tratándose de unsistema en que impera la ley de las contradicciones eternas?); siempre sera cierto que el Sr.Castelar se ha pasado la vida haciendo ditirambos hegelianos; pero, entiéndase bien, no dehegelianismo metafísico, sino de hegelianismo popular e histórico, cantando el desarrollo de lostres términos de la serie dialéctica, poetizando el incansable devenir y el flujo irrestañable de lascosas, "desde el infusorio al zoófito, desde el zoófito al pólipo, desde el pólipo al molusco, desdeel molusco al pez, desde el pez al anfibio, desde el anfibio al reptil, desde el reptil al ave, desdeel ave al mamífero, desde el mamífero al hombre." De ahí que Castelar adore y celebre por igualla luz y las sombras, los esplendores de la verdad y las vanas pompas y arreos de la mentira.Toda institución, todo arte, toda idea, todo sofisma, toda idolatría, se legitima a sus ojos en elmero hecho de haber existido. Si son antinómicas, no importa: la contradicción es la ley denuestro entendimiento. Tesis, antítesis, síntesis. Todo acabará por confundirse en un himno alGran Pan, de quien el Sr. Castelar es hierofonte y sacerdote inspirado. 

José Manuel Marroquín, Serenata

Ahora que los ladros perran,
ahora que los cantos gallan,
ahora que albando la toca
las altas suenas campanan;
y que los rebuznos burran,
y que los gorjeos pájaran
y que los silbos serenan
y que los gruños marranan
y que la aurorada rosa
los extensos doros campa,
perlando líquidas viertas
cual yo lágrimo derramas
y friando de tirito
si bien el abrasa almada,
vengo a suspirar mis lanzos
ventano de tus debajas.

Tú en tanto duerma tranquiles
en tu rega camalada
ingratándote así burla
de las amas del que te ansia
¡Oh, ventánate a tu asoma!
¡Persiane un poco la abra
y suspire los recibos
que esta pobra exhale alma!
Ven, endecha las escuchas
en que mi exhala se alma
que un milicio de musicas
me flauta con su compaña,
en tinieblo de las medias
de esta madruga oscurada.
Ven y haz miradar tus brillas
a fin de angustiar mis calmas.
Esas tus arcas son cejos
con que flechando disparas.
Cupido peche mi hiero
y ante tus postras me planta.
Tus estrellos son dos ojas,
tus rosos son como labias,
tus perles son como dientas,
tu palme como una talla,
tu cisne como el de un cuello,
un garganto tu alabastra,
tus tornos hechos a brazo,
tu reinar como el de un anda.
Y por eso horo a estas vengas
a rejar junto a tus cantas
¡y a suspirar mis exhalos
ventano de tus debajas!

Pedro Calderón de la Barca, monólogo de la fuerza del amor en El mágico prodigioso

De Pedro Calderón de la Barca, El mágico prodigioso

JUSTINA: 

Aquel ruiseñor amante
es quien respuesta me da
enamorando constante
a su consorte, que está
un ramo más adelante.

Calla, ruiseñor, no aquí
imaginar me hagas ya,
por las quejas que te oí,
cómo un hombre sentirá
si siente un pájaro así.

Mas no: una vid fue lasciva
que, buscando fugitiva
el tronco donde se enlace,
siendo el verdor con que abrace
el peso con que derriba.

No así con verdes abrazos
me hagas pensar en quien amas,
vid, que duraré en tus lazos,
si así abrazan unas ramas
cómo enraman unos brazos.

Y si no es la vid, será
aquel girasol, que está
viendo cara a cara al sol,
tras cuyo hermoso arrebol
siempre moviéndose va. 

No sigas, no, tus enojos,
flor, con marchitos despojos,
que pensarán mis congojas:
"Si así lloran unas hojas,
¿cómo lloran unos ojos?".

Cesa, amante ruiseñor,
desúnete, vid frondosa,
párate, inconstante flor,
o decid: ¿qué venenosa
fuerza usáis?

TODOS CANTAN:

Amor, amor.