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domingo, 17 de mayo de 2020

Alfonso X el Sabio, Comienzo de la Estoria de España

El noble príncipe de España, al cual la graçia de Ihuxpo vengadora de la porfía lo salvó de toda cosa triste; prínçipe digno de alabança, Alfonso, nombrado por nombre príncipe nunca vençido, príncipe venerabile, el cual por meresçimientos sobrepuja a todas alabanças, el cual a la vengança los engaños con fierro condena, al cual la fama de cualquier cosa lo perpetúa, los fechos de España faze manifiestos en este libro, en guisa que cada cual pueda saber por él muchas cosas venideras.

Onde, si por las cosas pasadas quiere alguno saber las venideras, non desdeñe esta obra, mas téngala en su memoria. Muchas vezes conviene esto leer, ca poderás muchas cosas ver por las cuales te aprovecharás y en las cosas arduas enseñado te farás, ca saberás cualquier cosa: si es açepta la tal, o si es ynepta; vayas ante al fin o el [??], a las muy buenas cosas se mueva,  por el cual, fuyendo de las cossas peores, tomarás las mejores.

¡O España! Si tomas los dones que te da la sabiduría del Rey, resplandeçerás; otrosí, en fama e formosura creçerás. El Rey, que es formosura de España e thesoro de la filosofía,  enseñanças da a los yspanos: tomen las buenas los buenos, e den las vanas a los vanos.

Aqui se comiença la estoria de España que fizo el muy noble rey don Alfonso, fijo del noble rey don Fernando e de la reyna doña Beatriz.

PRÓLOGO.

Los sabios antigos que fueron en los tiempos primeros e fallaron los saberes e las otras cosas tovieron que menguaríen en sos fechos e en su lealtad si tan bien no lo quisiessen pora los que avíen de venir como pora sí mismos o pora los otros que eran en so tiempo.

E, entendiendo por los fechos de Dios, que son espiritales, que los saberes se perderíen muriendo aquellos que lo sabíen e no dexando remembrança, porque no cayessen en olvido mostraron manera por que los sopiessen los que avíen de venir empós ellos, e, por buen entendimiento, connoscieron las cosas que eran estonces, e, buscando e escodriñando, con grand estudio, sopieron las que avíen de venir.

Mas el desdén de non querer los omnes saber las cosas, e la olvidança en que las echan depués que las saben, fazen perder mala mientre lo que fue muy bien fallado e con grand estudio. E otrosí, por la pereza, que es enemiga del saber e faz a los omnes que non lleguen a él ni busquen las carreras por que'l connoscan, ovieron los entendudos e quél preciaron sobre todas las otras cosas e'l tovieron por luz pora alumbrar los sos entendimientos e de todos los otros, que lo sopiessen, a buscar carreras poro llegassen a él y'l aprendiessen, e después que'l oviessen fallado, que no'l olvidassen. E, embuscando aquesto, fallaron las figuras de las letras, e ayuntándolas fizieron dellas síllabas, e de síllabas ayuntadas fizieron dellas partes. E, ayuntando otrosí las partes, fizieron razón, e por la razón que viniessen a entender los saberes e se sopiessen ayudar dellos e saber también contar lo que fuera en los tiempos dantes: cuémo si fuesse en la su sazón, e por qué pudiessen saber otrosí los que depués dellos viniessen los fechos que ellos fizieran tan bien como si ellos se acertassen en ello, e por qué las artes de las sciencias e los otros saberes que fueron fallados pora pro de los omnes fuessen guardados en escripto, por que non cayessen en olvido e los sopiessen los que avíen de venir. E por qué pudiessen, otrosí, connoscer el saber dell arte de geometría, que es de medir, e los departimientos de los grados e las alonganças de los puntos, de lo que a dell uno all otro, e sopiessen los curssos de las estrellas e los movimientos de las planetas e los ordenamientos de los signos e los fechos que fazíen las estrellas que buscaron e sopieron los atronomianos con grand acucia e cuydando mucho en ello, e por cuál razón nos aparecen el Sol e la Luna oscuros, e, otrossí, por cuál escodriñamiento fallaron las naturas de las yervas e de las piedras e de las otras cosas en que a virtud, segund sus naturas. 

Ca, si por las escripturas non fuesse, ¿cuál sabiduría o engeño de omne se podríe membrar de todas las cosas passadas, aunque no las fallassen de nuevo, que es cosa muy más grieve? Mas por que los estudios de los fechos de los omnes se demudan en muchas guisas, fueron sobresto apercebudos los sabios ancianos, e escrivieron los fechos tan bien de los locos cuemo de los sabios, e otrossí daquellos que fueron fieles en la ley de Dios e de los que no, e las leyes de los sanctuarios e las de los pueblos e los derechos de las clerezías e los de los legos. E escrivieron otrossí las gestas de los príncipes, tan bien de los que fizieron mal cuemo de los que fizieron bien, por que los que después viniessen por los fechos de los buenos punnassen en fazer bien, e, por los de los malos, que se castigassen de fazer mal. E por esto fue endereçado el curso del Mundo, de cada una cosa en su orden. Onde, si paráremos mientes, el pro que nasce de las escripturas connoscremos que por ellas somos sabidores del criamiento del Mundo, e, otrosí, de los patriarchas: cómo vinieron unos en pos otros, e de la salida de Egipto e de la ley que dio Dios a Moysén, e de los reys de la sancta tierra de Iherusalem, e del desterramiento dellos e dell annunciamiento e del nacimiento e de la passión e de la resurrección e de la ascensión de Nuestro Señor Ihesuxpristo. Ca de tod esto, e dotras cosas muchas, no sopieramos nada si, muriendo aquellos que eran a la sazón que fueron estos fechos, non dexassen escripturas por que lo sopiessemos. 

E por ende somos nos adebdados de amar a aquellos que lo fizieron, por que sopiessemos por ellos lo que no sopieramos dotra manera, e escrivieron otrosí las nobles batallas de los romanos e de las otras yentes que acaescieron en el Mundo, muchas e maravillosas, que se olvidaran si en escripto non fuessen puestas.

E otrossí, el fecho d'España, que passó por muchos señoríos e fue muy mal trecha recibiendo muertes por muy crueles lides e batallas daquellos que la conquiríen, e otrosí que fazíen ellos en defendiéndose. E desta guisa fueron perdudos los fechos della por los libros que se perdieron e fueron destroýdos en el mudamiento de los señoríos; assí que apenas puede seer sabudo el comienço de los que la poblaron.

E por end, nos, don Alfonsso, por la gracia de Dios rey de Castiella, de Toledo, de León, de Gallizia, de Sevilla, de Cordava, de Murcia, de Iahén e dell Algarve, fijo del muy noble rey don Fernando e de la reyna doña Beatriz, mandamos ayuntar cuantos libros pudimos aver de istorias en que alguna cosa í contasse de los fechos d'España, e tomamos de la Crónica dell arçobispo don Rodrigo que fizo por mandado del rey don Fernando nuestro padre, e de la del maestre Luchas, obispo de Tuy,  e de Paulo Orosio, e del Lucano, e de sant Esidro el primero, e de sant Alfonsso e de sant Esidro el mancebo, e  de Idacio obispo de Gallizia, e de Sulpicio, obispo de Gasconna, e de los otros escriptos de los concilios de Toledo e de don Jordán, chanceller del sancto palacio, e de Claudio Tholomeo, que departió del cerco de la Tierra meior que otro sabio fasta la su sazón; e de Dion, que escrivió verdadera la Estoria de los Godos, e de Ponpeyo Trogo e dotras estorias de Roma, las que pudiemos aver que contassen algunas cosas del fecho d'España, e compusiemos este libro de todos los fechos que fallarse pudieron della: desde'l tiempo de Noé fasta este nuestro, e esto fiziemos por que fuesse sabudo el comienço de los españoles e de quáles yentes fuera España maltrecha e que sopiessen las batallas que Hércoles de Grecia fizo contra los españoles, y las mortandades que los romanos fizieron en ellos, e los destruymientos que les fizieron otrossí los vándalos e los silingos e los alanos e los suevos e los aduxieron a seer pocos, e por mostrar la nobleza de los godos e cómo fueron viniendo de tierra en tierra, venciendo muchas batallas e conquiriendo muchas tierras, fasta que llegaron a España y echaron ende a todas las otras yentes e fueron ellos señores della; e cómo por el desacuerdo que ovieron los
godos con so señor el rey Rodrigo, e por la trayción que urdió el conde don Yllán e ell arcobispo Oppa, passaron los d'Áffrica e ganaron todo lo demás d'España, e cómo fueron los xpristianos después cobrando la tierra; e del daño que  vino en ella por partir los regnos por que se non pudo cobrar tan aýna, e, después, cuémo la ayuntó Dios, e por cuáles maneras e en cuál tiempo e cuáles reyes ganaron la tierra fasta en el mar Mediterráneo, e qué obras fizo cada uno, assí cuemo vinieron unos empós otros, fasta'l nuestro tiempo.

Moysén escrivió un libro que a nombre Génesis, por que fabla en él de cuémo crio Dios el cielo, la tierra e todas las cosas que en ellos son. E de cuémo, por el peccado dell omne, por qué passó mandamiento de Dios, fue echado de Paraýso. E otrossí de cuémo, por las culpas e por los grandes yerros que fizieron los que descendieron d'aquel linage, aduxo Dios el grand Diluvio sobre la tierra, con que los mató a todos. Assí que no fincó dellos fueras Noé e su mugier e tres sos fijos (Sem, Cam e Japhet) e sus mugieres, assí que fueron ocho por todos. E cuenta otrossí en aquel libro mismo que el linage que d'aquellos descendió començaron a fazer una torre muy grand pora apoderarse de las tierras. Mas, por que ellos eran muy sobervios, e no connocíen ni temíen a Dios, fueron destroýdos en esta manera: que nuestro señor Dios dañó el lenguage en tal guisa, que's no entendíen unos a otros, e por esta razón dexaron aquella lavor que fazíen. E non tan sola mientre fueron departidos en los lenguages, mas aun en las voluntades, de manera, que non quisieron morar unos con otros. Tod esto cuenta Moysén en este sobredicho libro, que es en el comienço de la Biblia. Mas, por que no fabló de cuémo aquellos que se partieron a cuáles tierras fueron poblar, querémoslo contar en est'estoria, según lo fallamos en las estorias antiguas, e dezímoslo assí. 

domingo, 27 de octubre de 2019

Elegía de Abul Beka de Ronda a la pérdida de Córdoba, Sevilla y Valencia

Elegía de Abul -Beka, de Ronda, a la pérdida de Córdoba, Sevilla y Valencia. Retraducida de la versión de Adolf Friedrich von Schack por Juan Valera en sextillas de pie quebrado:

Cuanto sube hasta la cima,
desciende pronto abatido
       al profundo;
¡ay de aquel que en algo estima
el bien caduco y mentido
       de este mundo!
En todo terreno ser
solo permanece y dura
       el mudar;
lo que hoy es dicha o placer                 10
será mañana amargura
       y pesar.

Es la vida transitoria
un caminar sin reposo
       al olvido;
plazo breve a toda gloria
tiene el tiempo presuroso
       concedido.
Hasta la fuerte coraza,
que a los aceros se opone                     20
       poderosa,
al cabo se despedaza,
o con la herrumbre se pone
       ruginosa.

Con sus cortes tan lucidas,
del Yemen los claros reyes,
       ¿dónde están?
¿En dónde los Sasanidas,
que dieron tan sabias leyes
       al Irán?                                     30
Los tesoros hacinados
por Karún el orgulloso
       ¿dónde han ido?
De Ad y Temud afamados,
el imperio poderoso,
       ¿do se ha hundido?

El hado, que no se inclina
ni ceja, cual polvo vano
       los barrió,
y en espantosa ruina,                     40
al pueblo y al soberano
       sepultó.
Y los imperios pasaron,
cual una imagen ligera
       en el sueño;
de Cosroes se allanaron
los alcázares, do era
       de Asia dueño.

Desdeñado y sin corona
cayó el soberbio Darío                     50
       muerto en tierra.
¿A quién la muerte perdona?
Del tiempo el andar impío,
       ¿qué no aferra?
De Salomón encumbrado
¿al fin no acabó el poder
       estupendo?
Siempre del seno del hado
bien y mal, pena y placer
       van naciendo.                         60

Mucho infortunio y afán
hay en que caben consuelo
       y esperanza;
mas no el golpe que el Islam
hoy recibe en este suelo
       los alcanza.

España tan conmovida
al golpe rudo se siente
       y al fragor,
que estremece su caída                 70
al Arabia y al Oriente
       con temblor.
El decoro y la grandeza
de mi patria, y su fe pura,
       se eclipsaron;
sus vergeles son malezas,
y su pompa y hermosura
       desnudaron.

Montes de escombro y desiertos,
no ciudades populosas,                     80
       ya se ven;
¿qué es de Valencia y sus huertos?
¿Y Murcia y Játiva hermosas?
       ¿Y Jaén?
¿Qué es de Córdoba en el día,
donde las ciencias hallaban
       noble asiento,
do las artes a porfía
por su gloria se afanaban
       y ornamento?                             90

¿Y Sevilla? ¿Y la ribera
que el Betis fecundo baña
       tan florida?
Cada ciudad de estas era
columna en que estaba España
       sostenida.
Sus columnas por el suelo,
¿cómo España podrá ahora
       firme estar?
Con amante desconsuelo             100
el Islam por ella llora
       sin cesar.

Ya llora al ver sus vergeles
y al ver sus vegas lozanas
       ya marchitas,  
y que afean los infieles,
con cruces y con campanas,
       las mezquitas.
En los mismos almimbares
suele del leño brotar                         110
       tierno llanto.
Los domésticos altares
suspiran para mostrar
       su quebranto.

Nadie viva con descuido,
su infelicidad creyendo
       muy distante;
pues mientras yace dormido
está el destino tremendo
       vigilante.                                 120
Es dulce patria querida
la región apellidar
       do nacemos;
pero, Sevilla perdida,
¿cuál es la patria, el hogar
       que tenemos?

Este infortunio a ser viene
cifra de tanta aflicción
       y horror tanto;
ni fin ni término tiene                     130
el duelo del corazón,
       el quebranto.
Y vosotros, caballeros,
que en los bridones voláis
       tan valientes,             
y cual águilas ligeros,
y entre las armas brilláis
       refulgentes;

que ya lanza poderosa,
agitáis en vuestra mano,                 140
       ya en la obscura
densa nube polvorosa,
cual rayo, el alfanje indiano
       que fulgura;
vosotros, que allende el mar
vivís en dulce reposo,
       con riquezas
que podéis disipar,
y señorío glorioso
       y grandezas;                             150

decidme: los males fieros
que sobre España han caído,
       ¿no os conmueven?
¿Será que los mensajeros
la noticia a vuestro oído
       nunca lleven?
Nos abruman de cadenas;
hartan con sangre su sed
       los cristianos.
¡Doleos de nuestras penas!                160
¡Nuestra cuita socorred
       como hermanos!

El mismo Dios adoráis,
de la misma estirpe y planta
       procedéis;
¿por qué, pues, no despertáis?
¿por qué a vengar la ley santa
       no os movéis?
Los que el imperio feliz
de España, con alta honra                    170
       sustentaron,
al fin la enhiesta cerviz,
al peso de la deshonra,
       doblegaron.

Eran cual reyes ayer,
que de pompa se rodean,
       y son luego
los que en bajo menester,
viles esclavos, se emplean
       sin sosiego.                             180
Llorado hubierais, sin duda,
al verlos entre gemidos
       arrastrar
la férrea cadena ruda,
yendo, para ser vendidos,
       al bazar.

A la madre cariñosa
allí del hijo apartaban
       de su amor;
¡separación horrorosa,                    190
con que el alma traspasan
       de dolor!
Allí doncellas gentiles,
que al andar, perlas y flores
       esparcían,
para faenas serviles
los fieros conquistadores
       ofrecían.

Hoy en lejana región
prueban ellos del esclavo                 200
       la amargura,
que destroza el corazón,
y hiere la mente al cabo
       con locura.
Tristes lágrimas ahora
vierta todo fiel creyente
       del Islam,
¿quién su infortunio no llora
y roto el pecho no siente
       del afán?                                     210


miércoles, 6 de diciembre de 2017

Poesía de la Alhambra

"Inscripción de la Sala de las dos hermanas de la Alhambra de Granada", de Abu Abd Alláh ibn Zamrák (España, Al-Andalus, 1333-ca 1392)

Jardín yo soy que la belleza adorna:
Sabrás mi ser si mi hermosura miras.
Por Muhammad, mi rey, a par me pongo
de lo más noble que será o ha sido.
Obra sublime, la Fortuna quiere
que a todo monumento sobrepase.
¡Cuánto recreo aquí para los ojos!
Sus anhelos el noble aquí renueva.
Las Pléyades le sirven de amuleto;
la brisa le defiende con su magia.
Sin par luce una cúpula brillante,
de hermosuras patentes y escondidas.
Rendido le da Géminis la mano;
viene con ella a conversar la luna.
Incrustarse los astros allí quieren,
sin más girar en la celeste rueda,
y en ambos patios aguardar sumisos,
y servirle a porfía como esclavas:
No es maravilla que los astros yerren
y el señalado límite traspasen,
para servir a mi señor dispuestos,
que quien sirve al glorioso gloria alcanza.
El pórtico es tan bello, que el palacio
con la celeste bóveda compite.
Con tan bello tisú lo aderezaste,
que olvido pones del telar del Yemen.
¡Cuántos arcos se elevan en su cima,
sobre columnas por la luz ornadas,
como esferas celestes que voltean
sobre el pilar luciente de la aurora!
Las columnas en todo son tan bellas,
que en lenguas corredora anda su fama:
lanza el mármol su clara luz, que invade
la negra esquina que tiznó la sombra;
irisan sus reflejos, y dirías
son, a pesar de su tamaño, perlas.
Jamás vimos alcázar más excelso,
de contornos más claros y espaciosos.
Jamás vimos jardín más floreciente,
de cosecha más dulce y más aroma.
Por permisión del juez de la hermosura
paga, doble, el impuesto en dos monedas,
pues si, al alba, del céfiro en las manos
deja dracmas de luz, que bastarían,
tira luego en lo espeso, entre los troncos,
doblas de oro de sol, que lo engalanan.
(Le enlaza el parentesco a la victoria:
Sólo al del Rey este linaje cede).

Abu Abd Alláh ibn Zamrák, incluido en Poesía de Al-Andalus (Asociación Andaluza de Profesores de Español Elio Antonio de Nebrija, Sevilla, 1999, varios trad.).

jueves, 1 de junio de 2017

Bani Adam, de Gulistán, el poema más célebre del poeta persa Sa'di o Saadi de Shiraz (1212-1291)

De una sola esencia es la raza humana;
de una sola arcilla fuimos creados.
Si solo un órgano es afligido por el dolor,
todos los demás sufrirán el golpe;
así, si usted no siente el dolor del otro,
perderá el derecho de llamarse humano.

sábado, 4 de febrero de 2017

Balada de los ahorcados de François Villon

Balada de los ahorcados’, de François Villon (1431 – ?)

Hermanos, los humanos que aún seguís con vida,

no tengáis con nosotros el corazón muy duro,

pues si queréis mostrar piedad con estos pobres,

Dios no lo olvidará y os podrá ser clemente.

Vednos aquí colgados a cinco o seis que somos,

ved aquí nuestros cuerpos, que tanto hemos mimado:

nuestra carne está ya devorada y podrida

y nosotros, los huesos, nos hacemos ceniza.

Nadie de nuestro mal debería burlarse:

más bien rogad a Dios que nos absuelva a todos.

Si hermanos os llamamos, no debéis ofenderos

ni mostrarnos desdén, aunque fuimos matados

por obra de justicia. Antes bien, ya sabéis

que todos los humanos no saben comportarse.

Disculpadnos a todos, pues estamos presentes

ante el buen Jesucristo, el hijo de María;

que no nos sea negada a ninguno su gracia

y que quiera preservarnos del fuego del infierno.

Ya estamos todos muertos, que nadie nos maldiga:

más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.

La lluvia ya nos tiene mojados y lavados

y el sol nos ha secado y nos ha ennegrecido;

las urracas, los cuervos, nos sacaron los ojos

y arrancaron los pelos de cejas y de barbas.

Nunca, en ningún momento, podemos estar quietos:

hacia un lado, hacia el otro, según varía el viento,

a su antojo nos mueve, sin parar un momento,

por las aves picados lo mismo que dedales.

Así pues, no queráis veros como nos vemos:

más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.

Señor Jesús, que a todos nos tienes en tus manos,

Evita que caigamos en poder del infierno:

no creo que tengamos mucho que hacer en él.

Hermanos, yo os lo juro, en esto no hago burlas;

más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.

martes, 27 de septiembre de 2016

Jorge Manrique

Ni miento ni me arrepiento,
ni digo ni me desdigo,
ni estoy triste ni contento,
ni reclamo ni consiento,
ni fío ni desconfío;
ni bien vivo ni bien muero,
ni soy ajeno ni mío,
ni me venzo ni porfío,
ni espero ni desespero.

sábado, 11 de junio de 2016

Cómo ha de ser el gobierno según Pero López de Ayala

 Los reyes e los príncipes, e los emperadores,
los duques e los condes, e los otros señores
gobiernan las sus tierras con los sus moradores, 935
que a do moraban ciento, fincan tres pobladores.

   Cuando en otro tiempo los judíos pidieron
a Nuestro Señor rey, d'Él entonces oyeron
lo que después por fecho e por los ojos vieron:
si algo recabdaron en su pro, lo sintieron. 940

   Este nombre de rey, de buen regir desciende
-quien ha buena ventura, bien así lo entiende-;
el que bien a su pueblo gobierna e defiende,
este es rey verdadero: tírese el otro dende.

   De un padre e de una madre con ellos decendemos, 945
una naturaleza ellos e nos habemos,
de vivir e morir una ley tenemos,
salvo que obediencia de les tener debemos.

   Quiera por su merced Dios bien les ayudar,
que puedan los sus pueblos regir e gobernar 950
con paz e con sosiego, que grant cuenta han de dar
a aquel Rey verdadero que la sabrá tomar.

   Dios les guarde de guerras e de todo bollicio,
puedan bien responder a Dios de su oficio;
mas ¡mal pecado! andan todos fuera de quicio: 955
quien les dize el contrario no entiende qué es servicio.

   Dios les dé buen consejo que lo quieran creer,
e puedan en sus tierras justicia mantener;
segunt que lo yo entiendo mucho es menester,
que veo los sus pueblos sospirar e gemer. 960

   E Dios non menosprecia la pobre oración:
mas ante la rescibe e oye toda sazón:
quien humilmente l' ruega, e de buen corazón,
si justamente l' pide, oído es su sermón.

   Los huérfanos e viudas, que Dios quiso guardar 965
en su grant encomienda, véoles vozes dar:
«¡Acórrenos, Señor: non podemos durar
los pechos e tributos que nos fazen pagar

   De cada día veo asacar nuevos pechos
que demandan señores demás de sus derechos; 970
e, a tal estado son llegados ya los fechos,
que quien tenía trigo non le fallan afrechos.

   Ayúntanse privados con los procuradores
de cibdades e villas; fazen repartidores
sobre los inocentes cuitados pecadores; 975
[¿no será lectio difficilior pechadores?]
luego que han acordado, llaman arrendadores.

   Allí vienen judíos, que están aparejados
para beber la sangre de los pobres cuitados;
presentan sus escriptos, que tienen concertados,
e prometen sus joyas e dones a privados. 980

   Perlados que sus eglesias debrían gobernar,
por cobdicia del mundo allí quieren morar
e ayudan revolver el regno a más andar,
como revuelven tordos un pobre palomar.

   Allí fazen judíos el su repartimiento 985
sobre el pueblo que muere por mal defendimiento;
a ellos entre sí apartan medio cuento
que han de haber privados, cuál ochenta, cuál ciento.

   E dizen los privados: «Servimos cada día
al rey: cuando yantamos es más de mediodía, 990
e velamos la noche, que es luenga e fría,
por concertar sus cuentas e la su atasmía.

   E así sin conciencia, sin ningunt otro mal,
podemos nos sacar de aquí algunt cabdal,
ca dize el Evangelio e nuestro decretal 995
que digno es el obrero de levar su jornal».

   Dizen luego al rey: «Por cierto vos tenedes
judíos servidores e merced les faredes,
ca vos pujan las rentas por cima las paredes;
otorgádgelas, Señor, que buen recabdo habredes». 1000

   «Señor», dizen judíos, «servicio vos faremos:
tres cuentos más que antaño por ellas vos daremos
e buenos fiadores llanos vos prometemos,
con estas condiciones que scriptas vos traemos».

   Aquellas condiciones, ¡Dios sabe cuáles son! 1005
para el pueblo mesquino negras como carbón.
«Señor», dizen privados, «faredes grant razón
de les dar estas rentas, encima gualardón».

   Dize luego el rey: «A mí plaze de grado
de les fazer merced, que mucho han pujado 1010
hogaño las mis rentas»; e non cata el cuitado
que toda esta sangre sale del su costado.

   Después d'aquesto llegan don Abrahan e don Simuel,
con sus dulces palabras que vos parecen miel,
e fazen una puja sobre los de Israel, 1015
que monta en todo el regno cuento e medio de fiel.

   D'esta guisa que oídes pasa de cada día
el pueblo muy lazrado llamando "pía, pía":
«¡Dios por merced nos guarde e val Santa María!».
Non hayamos las penas que diz la profecía: 1020

   segunt que David cuenta, dize Nuestro Señor:
«Por mesquindat del pobre e por el su clamor,
haberme he a levantar, e seré judgador.
Non me lo logrará quien fuere robador».

   E cuenta Isaías, segunt que leeredes: 1025
«Si el huérfano guardades e la viuda defendedes,
venid, dize el Señor, pedid lo que queredes:
vuestros negros pecados blancos los tornaredes».

   El que faze el contrario, ya entendedes, será:
a Dios pone en enojo, e su daño fará, 1030
e bien se pare mientes que, cuanto levará
de haber así ganado, poco lo logrará.

   Escúsanse los reyes con su grant menester,
ca dizen que han carga del regno defender:
fagan como quisieren, Dios les dé a entender 1035
fazer a su servicio e a todo su plazer.

   Pues ¡cómo caballeros los fazen, mal pecado!:
en villas e logares qu' el rey les tiene dado,
sobr' el pecho que l' deben, ¡otro piden doblado!
e con esto los tienen por mal cabo poblado: 1040

   do moraban mil homnes, non moran ya trezientos;
más vienen que granizo sobre ellos ponimientos;
fuyen chicos e grandes con tales escarmientos,
ca ya vivos los queman, sin fuego e sin sarmientos.

   E tienen para esto judíos muy sabidos, 1045
para sacar los pechos e los nuevos pedidos;
non lo dejan por lágrimas que oyan, nin gemidos;
demás, por las esperas aparte son servidos.

   E aún para esto peor lo vi fazer:
en las rentas del rey suelen parte tener, 1050
por que non se les pueda el pobre defender
de les dar lo que piden o todo lo perder.

   Maguer non tienen viñas, siempre suelen comprar
muchos vinos de fuera e ý los encubar;
ciertos meses del año los suelen apartar, 1055
que los beba el concejo, a como l' suelen dar.

   Así es ello; cierto muchas vezes lo vi
lo que non val dinero costar maravedí,
el vino agro, turbio, muy malo, baladí,
quien pasa e lo bebe, nunca más torna ý. 1060

   Conviene que lo gasten los pobres labradores,
beberlo o verterlo non les valdrán clamores;
e fagan luego pago a judíos traidores,
o lo sacan a logro de buenos mercadores.

   Así como es del vino, en carne es otro tal: 1065
si el señor tiene algunt buey viejo cuïtral,
conviene que lo coman o con bien o con mal,
e luego en la mollera tienen presta la sal.

   Fazen luego castillos al canto de la villa,
grandes muros e fuertes, torres a maravilla, 1070
siquiera sean altos como los de Sevilla,
por meter los mesquinos más dentro en la capilla.

   Mas antes de que sea la tal obra acabada,
viene luego la muerte e dale su mazada:
parte de aquí el alma asaz envergonzada, 1075
e sotierran el cuerpo en muy peor posada.

   En el su Evangelio nos dize el Señor:
«Tú non fagas injurias nin seas caloñador».
Por Dios paremos mientes de aquel fuerte temor
del día del Jüicio que espera el pecador. 1080

   Todas estas riquezas son niebla e rocío;
con honras e orgullos e aqueste loco brío
échase homne sano e amanesce frío,
ca nuestra vida corre como agua de río.

   Los privados del rey e los sus allegados 1085
asaz tienen de quejas e de grandes cuidados,
ca ¡mal pecado! muchos consejos son errados
por querer tener ellos los reyes lisonjados.

   Cuando en el Consejo la cuestión es propuesta,
luego cata el privado a cuál cabo se acuesta 1090
la voluntad del rey, e va por esa cuesta
cuidando a su casa levar buena respuesta.

   Do él cuida que gana, cuido que pierde asaz
si conseja la guerra e estorba la paz;
el que por sus pecados en tales cosas yaz 1095
algunt tiempo habrá la salsa del agraz.

   El rey d'ellos se fía: por ende quien lo daña
ha muy mala ventura con lisonja lo engaña;
dígale su servicio, ca si un hora se ensaña
el rey, non le echará por end' de su compaña. 1100

   Siempre debe el Consejo dezir al rey verdat
e siempre lo inclinar a fazer pïedat,
e todo el tiempo l' guarde non faga crueldat,
ca clemencia es en reyes muy loada bondat.

   Los reyes poderosos, si catan su alteza, 1105
naturalmente se inclinan a fazer toda crüeza;
por ende han menester virtud de fortaleza
non los dejen ser caídos e guarden su nobleza.

   Segunt dize Valerio, en su libro, Mayor,
la virtud que en los reyes es más noble e mejor 1110
es perdonar al caído toda culpa e error;
d'esto muchos enjiemplos nos mostró Nuestro Señor.

   Amar bien a quien te ama non es de agradescer;
mas, si te alguno erró e te fue fallescer,
tú l' debes perdonar e a Dios en gracia haber, 1115
que te da tiempo e logar que así lo puedas fer.

   Mucho só maravillado qu' el mundo lo defiende
quien a su señor conseja ál de lo que se le entiende,
e, si por la cobdicia en este mal se enciende,
tal consejo el rey al dïablo lo encomiende. 1120

   Quien quisier consejar muy bien a su señor
conséjel' que non sea mucho acaloñador
e que a todos sea muy dulce amador;
quien ál le consejare, será lisonjador.

   Por dos cosas se puede el consejo dañar: 1125
o por ira, o por queja; por ende es de guardar,
ca muchos son los homnes que se han de gobernar
por lo que cuatro o cinco hobieren de ordenar.

No m' vala Dios, amigos, si grant plazer non es
que se afine consejo por uno o dos o tres, 1130
cualquier que sea el fecho siquier sobre un tornés,
ca podrié muy aína tomar un grant revés.

   Do ha muchas cabezas, ha más entendimiento:
los muchos porfïando toman mejor el tiento;
a vezes falla uno lo que non fallan ciento, 1135
nin fagan del consejo ligero espedimiento.

   Sobre los grandes fechos tener luengo Consejo,
e sean los que entraren tan claros como espejo,
lisonja nin cobdicia non traigan en pellejo,
e sean bien atantos que parescan concejo. 1140

   Entre todas las cosas sea siempre guardada
la grant pro comunal de la tierra lazdrada;
ca en tanto fue Roma de todos señoreada,
en cuanto así lo fizo; después, yaze abajada.

   E sean con el rey al consejo llegados 1145
prelados, caballeros, doctores e letrados,
buenos homnes de villas, que hay muchos honrados,
e pues a todos tañe, todos sean llamados.

   Quien del rey o del regno entendiere ocasión,
luego le aperciba e muestre su razón; 1150
segunt ley de Partida, caería en traición
el que lo encubriese un punto nin sazón.

   Los reyes deben ser muy mucho avisados
de bien examinar entre los sus privados:
non amen lisonjeros, nin mucho arrebatados; 1155
si así se engañaren, ellos son los culpados.

   Otrosí al Consejo deben siempre llamar
a aquellos que sopieren en tal caso fablar,
ca, segunt dizen en Francia, "mucho es de rebtar
aquel que se entremete de ánsares ferrar". 1160

   Quien non sabe la cosa nin la hobo ensayado
non puede en el consejo ser mucho avisado,
e serié grant perigro e grant yerro probado
si el tal Consejo hobiese a ser llamado.

   Séneca diz: «Las artes habrién buena ventura 1165
si los que las bien saben las toviesen en cura»;
ca nunca bien disputan en la Santa Escriptura
ferrero, carpintero, alfayate de costura.

   Segunt diz Sant Gregorio, débese entremeter
cada uno en su arte e en su menester, 1170
ca nunca puede un filósofo, con todo su saber,
gobernar una nao nin mástel le poner.

   Si quisieres fer nao, busca los carpinteros;
si quisieres zamarra, busca los pellejeros;
oficios son partidos caminos e senderos: 1175
por unos van a Burgos, por otros a Zebreros.

   El buen zelo me faze en aquesto fablar:
non digo por ninguno en esto acusar,
mas por apercebir; e conviene avisar
al que ha por consejos sus fechos gobernar. 1180

   Ca de tal masa somos formados, ¡mal pecado!,
que todos fallescemos, cualquier en su estado:
por ende el poderoso Señor sea rogado
que de nos emendar lo tenga en cuidado.

   En todos los estados hay perigros asaz: 1185
príncipes e señores, en guerra e en paz,
este mundo los turba e muy quejados faz;
quien cuida que ha sosiego, asaz tiene de agraz.

sábado, 31 de octubre de 2015

Juan Ruiz, Disputa de griegos y romanos

Libro de Buen Amor.

Disputa de los griegos y romanos.

Estrofas 47-70

Así ocurrió que Roma de leyes carecía;
pidióselas a Grecia, que buenas las tenía.
Respondieron los griegos que no las merecía
ni había de entenderlas, ya que nada sabía.

Pero, si las quería para de ellas usar,
con los sabios de Grecia debería tratar,
mostrar si las comprende y merece lograr;
esta respuesta hermosa daban por se excusar.

Los romanos mostraron en seguida su agrado;
la disputa aceptaron en contrato firmado,
mas, como no entendían idioma desusado,
pidieron dialogar por señas de letrado.

Fijaron una fecha para ir a contender;
los romanos se afligen, no sabiendo qué hacer,
pues, al no ser letrados, no podrán entender
a los griegos doctores y su mucho saber.

Estando en esta cuita, sugirió un ciudadano
tomar para el certamen a un bellaco romano
que, como Dios quisiera, señales con la mano
hiciese en la disputa y fue consejo sano.

A un gran bellaco astuto se apresuran a ir
y le dicen: —«Con Grecia hemos de discutir;
por disputar por señas, lo que quieras pedir
te daremos, si sabes de este trance salir».

Vistiéronle muy ricos paños de gran valía
cual si fuese doctor en la filosofía.
Dijo desde un sitial, con bravuconería:
—«Ya pueden venir griegos con su sabiduría».

Entonces llegó un griego, doctor muy esmerado,
famoso entre los griegos, entre todos loado;
subió en otro sitial, todo el pueblo juntado.
Comenzaron sus señas, como era lo tratado.

El griego, reposado, se levantó a mostrar
un dedo, el que tenemos más cerca del pulgar,
y luego se sentó en el mismo lugar.
Levantóse el bigardo, frunce el ceño al mirar.

Mostró luego tres dedos hacia el griego tendidos,
el pulgar y otros dos con aquél recogidos
a manera de arpón, los otros encogidos
Sentóse luego el necio, mirando sus vestidos.

Levantándose el griego, tendió la palma llana
y volvióse a sentar, tranquila su alma sana;
levantóse el bellaco con fantasía vana,
mostró el puño cerrado, de pelea con gana.

Ante todos los suyos opina el sabio griego:
—«Merecen los romanos la ley, no se la niego».
Levantáronse todos con paz y con sosiego,
¡gran honra tuvo Roma por un vil andariego!

Preguntaron al griego qué fue lo discutido
y lo que aquel romano le había respondido:
—«Afirmé que hay un Dios y el romano entendido,
tres en uno, me dijo, con su signo seguido.

«Yo: que en la mano tiene todo a su voluntad;
él: que domina al mundo su poder, y es verdad.
Si saben comprender la Santa Trinidad,
de las leyes merecen tener seguridad».

Preguntan al bellaco por su interpretación:
—«Echarme un ojo fuera, tal era su intención
al enseñar un dedo, y con indignación
le respondí airado, con determinación,

«que yo le quebraría, delante de las gentes,
con dos dedos los ojos, con el pulgar los dientes;
Dijo él que si yo no le paraba mientes,
a palmadas pondría mis orejas calientes.

«Entonces hice seña de darle una puñada
que ni en toda su vida la vería vengada;
cuando vio la pelea tan mal aparejada
no siguió amenazando a quien no teme riada».

Por eso afirma el dicho de aquella vieja ardida
que no hay mala palabra si no es a mal tenida,
toda frase es bien dicha cuando es bien entendida.
Entiende bien mi libro, tendrás buena guarida.

La burla que escuchares no la tengas por vil,
la idea de este libro entiéndela, sutil;
pues del bien y del mal, ni un poeta entre mil
hallarás que hablar sepa con decoro gentil.

Hallarás muchas garzas, sin encontrar un huevo,
remendar bien no es cosa de cualquier sastre nuevo
a trovar locamente no creas que me muevo,
lo que Buen Amor dice, con razones te pruebo.

En general, a todos dedico mi escritura;
los cuerdos, con buen seso, encontrarán cordura;
los mancebos livianos guárdense de locura; 
escoja lo mejor el de buenaventura.

Son, las de Buen Amor razones encubiertas;
medita donde hallares señal y lección ciertas,
si la razón entiendes y la intención aciertas,
donde ahora maldades, quizá consejo adviertas.

Donde creas que miente, dice mayor verdad,
en las coplas pulidas yace gran fealdad;
si el libro es bueno o malo por las notas juzgad,
las coplas y las notas load o denostad.

De músico instrumento yo, libro, soy pariente;
si tocas bien o mal te diré ciertamente;
en lo que te interese, con sosiego detente
y si sabes pulsarme, me tendrás en la mente.