jueves, 8 de noviembre de 2007

Poemas de Margarita Hickey

Margarita Hickey, Poemas


Que el verdadero sabio, donde quiera
que la verdad y la razón encuentre,
allí sabe tomarla, y la aprovecha
sin nimio detenerse en quién la ofrece.
Porque ignorar no puede, si es que sabe,
que el alma, como espíritu, carece
de sexo. Pues cada día, instantes y momentos,
vemos aventajarse las mujeres
en las artes y ciencias a los hombres,
si con aplicación su estudio emprenden.


De bienes destituidas,
víctimas del pundonor,
censuradas con amor,
y sin él desatendidas;
sin cariño pretendidas,
por apetito buscadas,
conseguidas, ultrajadas;
sin aplausos la virtud,
sin lauros la juventud,
y en la vejez despreciadas.

Son monstruos inconsecuentes,
altaneros y abatidos;
humildes, si aborrecidos;
si amados, irreverentes;
con el favor, insolentes;
desean, pero no aman;
en las tibiezas se inflaman,
sirven para dominar;
se rinden para triunfar;
y a la que los honra infaman.

Poema Soneto Definiendo El Amor O Sus Contrariedades de Margarita Hickey


Borrasca disfrazada en la bonanza,
engañoso deleite de un sentido,
dulzura amarga, daño apetecido,
alterada quietud, vana esperanza.

Desapacible paz, desconfianza,
desazonado gozo mal sufrido,
esclava libertad, triunfo abatido,
simulada traición, fácil mudanza.

perenne manantial de sentimientos,
efímera aprehensión que experimenta
dolorosas delicias y escarmientos.

Azarosa fortuna, cruel, violenta,
zozobra, sinsabor, desabrimientos,
risa en la playa y en el mar tormenta.

Sonetos de Francisco de Trillo Figueroa

FRANCISCO DE TRILLO Y FIGUEROA.(1618?-1680)

DESPRECIANDO LA FORTUNA

Dichoso aquél a quien la amarga muerte
no tronca el tiempo de sus dulces años,
y aquel que no alimenta desengaños
con el cebo engañoso de la suerte.

Dichoso (si hay alguno) aquél que advierte
su riesgo al resplandor de los extraños,
y aquel que, mariposa a los engaños,
entre las llamas el ardor advierte.

Dichoso el que con vuelo reposado
a la cumbre se acerca fatigable
de la alta ruina a que el honor aspira,

y mucho más aquél que, retirado
vive de la fortuna incontrastable,
limando con su paz su cruel ira.

A UNA ESPERANZA DUDOSA

De anciano roble un tronco mal vestido,
con débiles raíces amarrado
a un duro escollo, a quien el tiempo airado
de una alta roca había dividido.

Yacía en la montaña defendido
más del riesgo a que estaba dedicado
que de amiga segur o de olvidado
rigor, no al infelice concedido.

Doliente asombro del hermoso día
de mi esperanza simulacro era,
y horrendo asilo de aves gemidoras.

¡Oh cuán ingrato el riesgo se desvía
de quien trofeo el precipicio fuera!
¡Oh cuanto muere un triste en breves horas!

A UN SUPLICIO DE FUEGOEJECUTADO EN UN CÓMPLICE,DE MUCHOS EL MENOS PODEROSO.

Arde el delito en las crueles aras
de la necesidad más encendidas
que del fuego, brotando las heridas
tanto dolientes señas cuanto avaras.

Enlazada segur, torcidas varas,
cenizas entre llanto sumergidas
aun el humo descubre, aunque oprimidas
del ciego polvo, y las pavesas claras.

Las llamas del cadáver apartadas
aún menos del juez que del suplicio.

A muchos con la vista salpicaron,
y no fueron de pocos veneradas;
que habla mucho el silencio de un juicio.


Fortuna, cuya impía providencia
condena al pobre a eterno sufrimiento,
si no hay bien en sus males, ¿con qué intento
en su daño es piadosa tu inclemencia?

Si entiendes que es hacerte resistencia
tener paciencia en el mayor tormento,
fallezca en él, sepúltese su aliento,
que la muerte en el pobre es conveniencia.

"La muerte igonra que en el pobre hay vida"
Respondes: ¡Oh, cruel más que la muerte!
Pues ni muere ni vive, reducida

su vida a entrambos riesgos, de tal suerte
que la muerte se excusa con la vida,
y la vida se excusa con la muerte.

Sonetos de Leopoldo Panero

LEOPOLDO PANERO.(1909-1962)

A UNA ENCINA SOLITARIA.

La gracia cenicienta de la encina,
hondamente celeste y castellana,
remansa su hermosura cotidiana
en la paz otoñal de la colina.

Como el silencio de la nieve fina,
vuela la abeja y el romero mana,
y empapa el corazón a la mañana
de su secreta soledad divina.

La luz afirma la unidad del cielo
en el agua dorada del remanso
y en la miel franciscana del aroma,

y asida a la esperanza por el vuelo
la verde encina de horizonte manso
siente el toque de Dios en la paloma.

MADRIGAL LENTO.

Te haces al deshacerte más hermosa,
lo mismo que en la nieve derretida,
bajo su tersa limpidez dormida,
el tiempo, vuelto espíritu, reposa.

Te haces tan dulcemente tenebrosa,
lago de mi montaña ensombrecida,
que en tu quietud recoges hoy mi vida;
mi ayer que a mi mañana se desposa.

Igual que ayer cantaba a mi montaña,
hoy a ti, mi honda paz, mi nieve viva,
mi muerte atesorada en la costumbre

canto, mientras tu tiempo te acompaña,
oh, clara compañera fugitiva,
hacia el desnudo mar desde la cumbre.

Sonetos de Francisco Rodríguez Marín

FRANCISCO RODRÍGUEZ MARÍN (1855-1943)

ANHELOS

Agua quisiera ser, luz y alma mía,
que con su transparencia te brindara;
porque tu dulce boca me gustara,
no apagara tu sed, la encendería.

Viento quisiera ser: en noche umbría
callado hasta tu lecho penetrara,
y aspirar por tus labios me dejara,
y mi vida en la tuya infundiría.

Fuego quisiera ser para abrasarte
en un volcán de amor, ¡oh, estatua inerte,
sorda a las quejas de quien supo amarte!

Y después para siempre poseerte,
tierra quisiera ser, y disputarte
celoso a la codicia de la muerte.



CHISMOGRAFÍA.

Dícenme que decís, ex reina mía,
que os dicen que yo he dicho aquel secreto.
Y yo digo que os digo en un soneto
que es decir por decir tal tontería.

¡Que tal cosa digáis..! ¡Quién lo diría!
¡Digo! ¿Iba yo a decir..? Digo y prometo
que digan lo que digan, yo respeto
lo que decís que os dije el otro día.

No digo que no digan (y me aflige)
lo que decís que dicen, pues barrunto
que dicen que hay quien dice por capricho.

Mas decid vos que digo que no dije
lo que dicen que dije de este asunto:
ni dije, ni diré. ¡Lo dicho, dicho!


A UN BIEN EFÍMERO.

¡Oh inesperado bien que a mí viniste!
¡Cómo en mi corazón te aposentaste,
y en céfiros efluvios lo inundaste,
y en un mar de delicias lo meciste!

Pues en tu fuego el alma me encendiste,
¿por qué, al irte, encendida la dejaste?
Para durar tan poco, ¿a qué llegaste?
Y si llegar te plugo, ¿por qué huiste?

Relámpago fugaz, ¡oh, bien!, has sido,
que aun no del todo el fulgurar se advierte,
cuando ya es apagado y fenecido.

Pero aún así bendeciré mi suerte,
¡oh, bien!, porque perdiéndote he perdido
el receloso miedo de perderte.

Anónimos del siglo XVI y XVII

ANÓNIMOS (S. XVI)

No me mueve, mi Dios, para quererte,

el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


De quince a veinte es niña; buena moza

de veinte a veinticinco, y por la cuenta
gentil mujer de veinticinco a treinta,
¡dichoso aquél que en tal edad la goza!

De treinta a treinta y cinco no alboroza,
mas se puede comer con salpimienta.
Pero de treinta y cinco hasta cuarenta
anda en vísperas ya de una coroza.

A los cuarenta y cinco es bachillera,
gansea, pide y juega del vocablo.
Cumplidos los cincuenta da en santera.

A los cincuenta y cinco hecha retablo,
niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera se la lleva el diablo.



¡Ay, Dios!, si yo cegara antes que os viera,

o ya que os vi de paso, os contemplara;
o ya que os contemplé, no os deseara,
o ya que os deseé, no os mereciera;

o ya que no os merezco, no naciera
o al mismo punto que nací expirara;
o ya que no expiré, que no aspirara
mi corazón a cosa que no espera;

que si es para remedio es con la muerte;
muerte sola podrá darme la vida;
la vida para mí triste y penada;

penada, larga, trabajosa y fuerte;
fuerte trago de un alma despedida,
despedida de verse remediada.



Yo no sé cuál diablo me ha traído

a ser de vos, Señora, enamorado,
pues el fruto que al fin de ello he sacado
es el pesar del yerro cometido.

Hallo que tantas veces he mentido
cuantas de ser hermosa os he loado,
y de este testimonio levantado
a vos, y a Dios, perdón mil veces pido.

Bien sé que no queréis vos perdonarme
porque es grave la injuria que os he hecho
en decir cosa de que estáis ajena;

pero si es menester arrodillarme
y darme con las manos en el pecho,
yo diré que he mentido a boca llena.



No eres nieve, que fueras derretida

ya del furioso fuego que me abrasa,
ni brasa porque fueras siendo brasa
del agua de mis ojos consumida;

ni dama aunque por tal eres tenida,
porque mirando el mal que por mí pasa
si no es que fueras de sentido escasa
te tuviera mi amor enternecida;

y no eres piedra, que si piedra fueras
bastare mi porfía a deshacerte;
eres un imposible de estos hecho:

de fuego los efectos y las veras,
de dama altiva la soberbia y suerte,
de piedra el corazón, de nieve el pecho.



Viste al romper del sol la noche oscura

dl alba, Aliso, de cristal bordada,
bajar la nieve a copos rastreada
desmintiendo a los ojos su blancura;

has visto del naranjo la flor pura
en aromas sutiles levantada,
bermeja rosa en leche deshojada,
y de la tersa plata la lisura;

si de estas varias cosas, pues, te admiras,
y no puedes creer que humanamente
en un sujeto el cielo las retrata;

mira, verás si el rostro a Julia miras,
cuello, boca, nariz, ojos y frente,
alba, nieve, azahar, rosas y plata.


LAS TRANSFORMACIONES

(Cartas de los amantes primos)

Si el mundo todo en mi poder tuviera
por rey del mundo, primo, os coronara,
y si pudiera hacer mundos, formara
otros mil mundos que a esos pies pusiera.

Si el Cielo dilatar me concediera
la vida de los hombres, dilatara
tanto la vuestra, primo, que llegara
al fin universal que el mundo espera;

y si de Ovidio el artificio extraño
se pasara a sucesos verdaderos
y su transformación no fuera engaño,

me transformara en vos para teneros
el amor que os tenéis, si no me engaño;
yo os quiero más que vos podéis quereros.

/Respuesta/

Si fuera yo la juventud florida,
en vuestra verde edad me aposentara,
y si yo fuera el tiempo me parara
para que fuera eterna vuestra vida.

Si fuera el sol, la luz esclarecida
de vuestros ojos por mi luz tomara
para que el mundo, viéndola, os llamara
sola del sol de tanta luz vestida;

si no hubiérades sido para hacerme
vivir de vuestro ser (a pesar vengo
si soy, no más, que vuestra sola idea)

no quisiera haber sido para verme
sin mí y sin vos, porque este ser que tengo
es ser por vos hasta que ser no sea.


ANÓNIMO (S. XVII).

Desconsolada, lánguida, caída
sobre la faz tristísima del viento,
en nube, en luto, en caos soñoliento,
la alma del mundo está despavorida.

Al hielo la ave y el terror rendida,
no canta el río, calla descontento;
van las estrellas por el firmamento
perezosas y negras y sin vida.

¡Qué dormido, qué solo que está el mundo!
Ni el pájaro más triste se lamenta;
el mar no se oye, el aire está parado.

Las horas pasan con horror profundo.
¿Y yo canto en imagen tan violenta?
Sí, que estoy loco yo y enamorado.

Sonetos de José Bergamín

JOSÉ BERGAMÍN.(1895-1983)

A CRISTO CRUCIFICADO.

Tú me ofreces la vida con tu muerte,
y esa vida sin Ti yo no la quiero;
porque lo que yo espero, y desespero,
es otra vida en la que pueda verte.

Tú crees en mi. Yo a Ti, para creerte,
tendría que morirme lo primero;
morir en Ti, porque si en Ti no muero
no podría encontrarte sin perderte

.Que de tanto temer que te he perdido,
al cabo, ya no sé qué estoy temiendo:
porque de Ti y de mí me siento huido.

Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo
por ese amor con el que me has herido,
que vivo en Ti, cuando me estoy muriendo.


ECCE ESPAÑA.

Dicen que España está españolizada,
mejor diría, si yo español no fuera,
que, lo mismo por dentro que por fuera,
lo que está España es como amortajada.

Por tan raro disfraz equivocada,
viva y muerta a la vez de esa manera,
se encuentra de sí misma prisionera
y furiosa de estar ensimismada.

Ni grande ni pequeña, sin medida,
enorme en el afán de su entereza,
única siempre pero nunca unida;

de quijotesca en quijotesca empresa,
por tan entera como tan partida,
se sueña libre y se despierta presa.

Sonetos de Juan Boscán

JUAN BOSCÁN.(1474-1542)


Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.

Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.

No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas,

que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló
no por eso serán mejor curadas.


Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme.

Dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba,
que alguna vez llegara a despertarme.

¡Oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras, si vinieras tan pesado,
que asentaras en mí con más reposo!

Durmiendo, en fin, fui bienaventurado;
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.

A la pereza, de Manuel Bretón de los Herreros

MANUEL BRETÓN DE LOS HERREROS.(1796-1873)

A LA PEREZA

¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio el que madruga con la aurora
aunque las musas digan que enamora
oír cantar a un ave en la alborada!

¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada
reposar una hora y otra hora!
Comer, holgar..., ¡qué vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en nada!

¡Salve, oh, Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo

arrastro bostezando, y en tal modo
tu apacible modorra a entrar me empieza
que no acabo el soneto... de per... (eza)

El poder del tiempo, de José Cadalso

JOSÉ CADALSO.(1741-1782)

SOBRE EL PODER DEL TIEMPO.

Todo lo muda el tiempo, Filis mía,
todo cede al rigor de sus guadañas;
ya transforma los valles en montañas,
ya pone un campo donde un mar había.

Él muda en noche opaca el claro día,
en fábulas pueriles las hazañas,
alcázares soberbios en cabañas,
y el juvenil ardor en vejez fría.

Doma el tiempo al caballo desbocado,
detiene al mar y viento enfurecido,
postra al león y rinde al bravo toro.

Sola una cosa al tiempo denodado
ni cederá, ni cede, ni ha cedido,
y es el constante amor con que te adoro.

Los padres y los hijos, de Ramón de Campoamor

RAMÓN DE CAMPOAMOR(1817-1901)

LOS PADRES Y LOS HIJOS

Un enjambre de pájaros metidos
en jaula de metal guardó un cabrero,
y a cuidarlos voló, desde el otero,
la pareja de padres afligidos.

"Si aquí -dijo el pastor- vienen unidos
sus hijos a cuidar con tanto esmero,
ver cómo cuidan a sus padres quiero
los hijos por amor y agradecidos"

Deja entre redes la pareja envuelta;
la puerta abre el pastor del duro alambre,
cierra a los padres, y a los hijos suelta.

Huyó de los hijuelos el enjambre,
y como en vano se esperó su vuelta,
mató a los padres el dolor y el hambre.

Soneto de Leonor de la Cueva

LEONOR DE LA CUEVA Y SILVA.(?-1650)

Ni sé si muero ni si tengo vida,

ni estoy en mí, ni fuera puedo hallarme,
ni en tanto olvido cuido de buscarme,
que estoy de pena y de dolor vestida.

Dame pesar el verme aborrecida
y si me quieren, doy en disgustarme;
ninguna cosa puede contentarme,
todo me enfada y deja desabrida;

ni aborrezco, ni quiero, ni desamo;
ni desamo, ni quiero, ni aborrezco,
ni vivo confiada ni celosa;

lo que desprecio a un tiempo adoro y amo;
vario portento en condición parezco,
pues que me cansa toda humana cosa.

Sonetos de Gerardo Diego

ANTE LAS TORRES DE COMPOSTELA.

También la piedra, si hay estrellas, vuela.
Sobre la noche, biselada y fría,
creced, mellizos lirios de agonía,
creced, pujad, torres de Compostela.

Campo de estrellas vuestra frente anhela,
silenciosas maestras de porfía.
En mi pecho -ay, amor- mi fantasía
torres más altas labra. El amor vela.

Y ella -tú- aquí, conmigo, aunque no alcanzas
con tus dedos mis torres de esperanzas
como yo estas de piedra con los míos,

contemplo, entre mis torres las estrellas
-no éstas de otoño, bórralas- aquellas
de nuestro Agosto ardiendo en sueños fríos.



INSOMNIO.


Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes. Duermes.
No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño y por el mar las naves.

En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.

Saber que duermes tú, cierta segura
-cauce fiel de abandono, línea pura-,
tan cerca de mis brazos maniatados.

Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.

El sauce y el ciprés, de José Selgas

JOSÉ SELGÁS Y CARRASCO.(1824-1882)

EL SAUCE Y EL CIPRÉS.

Cuando a las puertas de la noche umbría,
dejando el prado y la floresta amena,
la tarde, melancólica y serena,
su misterioso manto recogía,

un macilento sauce se mecía
por dar alivio a su constante pena
y, en voz süave y de suspiros llena,
al son del viento murmurar se oía:

"¡Triste nací... mas en el mundo moran
seres felices que el penoso duelo
y el llanto oculto y la tristeza ignoran!"

dijo, y sus ramas esparció en el suelo.
"¡Dichosos, ay, los que en la tierra lloran!"
le contestó un ciprés mirando al cielo.

El soldado español, Antonio Fernández Grilo

ANTONIO FERNÁNDEZ GRILO.(1845-1906)

EL SOLDADO ESPAÑOL.

Curtido por la pólvora que humea,
noble con el amigo y el contrario,
audaz hasta emprender lo temerario,
y más valiente cuanto más pelea.

En rústica mochila que blanquea
lleva su pan, su equipo y su salario,
y al cuello, en el bendito escapulario,
el culto de la Virgen de su aldea.

Semejante al pedazo de metralla
que el cañón a los aires abandona,
sucumbirá ignorado en la batalla;

pero si el triunfo su valor pregona,
para el que lucha, y sufre, y vence y calla...
¿no ha de tener la patria una corona?


AMÓS ESCALANTE.(1831-1902)

NUESTRO SOLDADO.

Roto, descalzo, dócil a la suerte,

cuerpo cenceño y ágil, tez morena,
a la espalda el morral, camina y llena
el certero fusil su mano fuerte.

Sin pan, sin techo, en su mirar se advierte
vívida luz que el ánimo serena,
la limpia claridad de un alma buena
y el augusto reflejo de la muerte.

No hay a su duro pie risco vedado;
sueño no ha menester; treguas no quiere;
donde le llevan va; jamás cansado

ni el bien le asombra ni el desdén le hiere:
sumiso, valeroso, resignado
obedece, pelea, triunfa y muere.

Soneto de Rafael de Penagos

Otra vez el cansancio: aquí en mis manos,
aquí en mi corazón, aquí en mi frente.
El cansancio, Señor, en estos llanos
de humana tierra sin rumor de fuente.

Melancólica tierra: tu simiente
yo sé cómo se agosta los veranos.
Y yo sé, vida, los esfuerzos vanos
para ponerte el ceño sonriente.

Busco el amanecer, y cuando espero
la llamada del sol en mi ventana
sólo encuentro el rescoldo de su ocaso.

Es la noche, otra vez. Y otra vez veo,
cansado de soñar con la mañana,
cómo me hundo en la sombra, paso a paso...

Sonetos de Góngora

De chinches y de mulas voy comido,
las unas culpa de una cama vieja,
las otras de un Señor que me las deja
veinte días y más, y se ha partido.

De vos, madera anciana, me despido,
miembros de algún navío de vendeja,
patria común de la nación bermeja,
que un mes sin deudo de mi sangre ha sido.

Venid, mulas, con cuyos pies me ha dado
tal coz el que quizá tendrá mancilla
de ver que me coméis el otro lado.

A Dios, Corte envainada en una villa,
a Dios, toril de los que has sido prado,
que en mi rincón me espera una morcilla.



EN LA PARTIDA DEL CONDE DE LEMUS YDEL DUQUE DE FERIA

A NAacute;POLES Y AFRANCIA.

El Conde mi señor se fue a Napoles;
el Duque mi señor se fue a Francía;
príncipes, buen vïaje, que este día
pesadumbre daré a unos caracoles.

Como sobran tan doctos españoles,
a ninguno ofrecí la Musa mía;
a un pobre albergue sí, de Andalucía,
que ha resistido a grandes, digo Soles.

Con pocos libros libres (libres digo
de expurgaciones) paso y me paseo,
ya que el tiempo me pasa como higo.

No espero en mi verdad lo que no creo:
espero en mi conciencia lo que digo,
mi salvación, que es lo que más deseo.



A LA JORNADA DE LARACHE.


-¿De dónde bueno, Juan, con pedorreras?
-Señora tía, de Cagalarache.
-Sobrino, ¿y cuántos fuistes a Alfarache?
-Treinta soldados en tres mil galeras.

-¿Tanta gente? -Tomámoslo de veras.
-¿Desembarcastes, Juan? -¡Tarde piache!,
que al dar un Santiago de azabache,
dio la playa más moros que veneras.

-Luego, ¿es de moros? -Sí, señora tía;
mucha algazara, pero poca ropa.
-¿Hicieron os los perros algún daño?

-No, que en ladrando con su artillería,
a todos nos dio cámaras de popa.
-¡Salud serían para todo el año!

Sonetos de Jorge Guillén

Miro hacia atrás, hacia los años, lejos,
y se me ahonda tanta perspectiva
que del confín apenas sigue viva
la vaga imagen sobre mis espejos.

Aun vuelan, sin embargo, los vencejos
en torno de unas torres, y allá arriba
persiste mi niñez contemplativa.
Ya son buen vino mis viñedos viejos.

Fortuna adversa o próspera no auguro.
Por ahora me ahínco en mi presente,
y aunque sé lo que sé, mi afán no taso.

Ante los ojos, mientras, el futuro
se me adelgaza delicadamente,
más difícil, más frágil, más escaso.

EL DESCAMINADO

. ¡Si pudiese dormir! Aun me extravío

por este insomnio que se me rebela.
No sé lo que detrás de la cancela
me ocurre en mi interior aún más sombrío.

Denso, confuso y torpe, me desvío
de lo que el alma sobre todo anhela:
mantener encendida esa candela
propia sin cuya luz yo no soy mío.

¡"Descaminado enfermo"! Peregrina
tras mi norma hacia un orden, tras mi polo
de virtud va esa voz. El mal me parte.

Quiero la luz humilde que ilumina
cuerpo y alma en un ser, en uno solo.
Mi equilibrio ordinario es mi gran arte.

Sonetos de Tomás de Iriarte

TOMÁS DE IRIARTE.

(1750-1791)

EL GALÁN Y LA DAMA.

Cierto Galán a quien París aclama
Petimetre del gusto más extraño,
que cuarenta vestidos muda al año,
y el oro y plata sin temor derrama,

celebrando los días de su Dama,
unas hebillas estrenó de estaño,
sólo para probar con este engaño
lo seguro que estaba de su fama.

"¡Bella plata! ¡Qué brillo tan hermoso!
(dijo la Dama): ¡Viva el gusto y numen
del Petimetre, en todo primoroso!"

Y ahora digo yo: Llene un volumen
de disparates un Autor famoso
y si no le alabaren, que me emplumen.

TRES POTENCIAS BIEN EMPLEADAS EN UN CABALLERITO DE ESTOS TIEMPOS.

Levántome a las mil, como quien soy.
Me lavo. Que me vengan a afeitar.
Traigan el chocolate, y a peinar.
Un libro... ya leí. Basta por hoy.

Si me buscan, que digan que no estoy...
Polvos... Venga el vestido verdemar...
¿Si estará ya la misa en el altar..?
¿Han puesto la berlina? Pues me voy.

Hice ya tres visitas. A comer...
Traigan barajas. Ya jugué. Perdí...
Pongan el tiro. Al campo, y a correr...

Ya doña Eulalia esperará por mí...
Dio la una. A cenar, y a recoger..."
¿Y es éste un racional?" "Dicen que sí."

MIS DESEOS

Si Dios omnipotente me mandara
de sus deseos tomar el que quisiera,
ni el oro ni la plata le pidiera,
ni imperios ni coronas deseara.

Si un sublime talento me bastara
para vivir feliz, yo le eligiera;
mas, ¡cuántos sabios referir pudiera
a quien su misma ciencia costó cara!

Yo sólo pido al Todopoderoso
propicios me conceda estos tres dones,
con que vivir en paz y ser dichoso:

un fiel amigo en todas ocasiones,
un corazón sencillo y generoso
y juicio que dirija mis acciones.

LA SEMANA ADELANTADA

Un tío enfermo y en edad anciana
casó con su sobrina (¡muy mal hecho!),
doncella alegre, joven y lozana,
pronta a cobrar el marital derecho.

Díjola el novio: "te prevengo, Juana,
pues vamos a estrenar el nupcial lecho,
que yo sólo una vez cada semana
podré servirte en algo de provecho"

Conformose la ninfa; y recibiendo
aquel tributo solitario y frío,
repetía entre sí: "peor es nada".

Mas, llamado el anciano reverendo,
le instaba humilde: "Vaya, tío mío,
siquiera una semana adelantada".

Sonetos de Pedro Liñán de Riaza

PEDRO LIÑÁN DE RIAZA.(1557-1607)

LA CONDICIÓN HUMANA

Si el que es más desdichado alcanza muerte,
ninguno es con extremo desdichado;
que el tiempo libre le pondrá en estado
que no espere ni tema injusta suerte.

Todos viven penando si se advierte
éste por no perder lo que ha ganado,
aquél porque jamás se vio premiado.
¡Condición de la vida injusta y fuerte!

Tal suerte aumenta el bien, y tal lo ataja;
a tal despojan porque tal posea;
sucede a gran pesar grande alegría,

mas, ¡ay!, que al fin les viene en la mortaja
al que era triste lo que más desea,
al que es alegre lo que más temía.


LA NOCHE

La noche es madre de los pensamientos,
cama de peregrinos y cansados,
velo de pobres y de enamorados
y día de ladrones y avarientos;

cueva de fugitivos y sangrientos,
guerra de enfermos, paz de maltratados,
reino de vicio, tierra de pecados
y testigo de santos pensamientos.

Es un rebozo de naturaleza,
es máscara del sol, luz de estudiosos,
capa de pecadores y de justos;

es una sombra llena de extrañeza,
espuela de cobardes y animosos
y causa, al fin, de gustos y disgustos.

Cristo legislador, de José Zorrilla

Cristo, legislador, no escribió nada;
ni papiro dejó ni un pergamino:
quedó tras Él su espíritu divino,
su fe con su memoria inmaculada.

Cristo, rey, no empuñó cetro ni espada;
en el polvo sembró de su camino
de su fe la semilla; a su destino
dejándola y al tiempo encomendada.

Germen de amor, de paz, de fe y cariño,
culto del alma, religión interna,
de fausto exenta y de mundano aliño,

la propagó el amor, la amistad tierna,
la fe del pobre, la mujer y el niño:
y por eso es veraz, única, eterna.