lunes, 16 de marzo de 2015

Francisco de Quevedo, Romance del gafe

REFIERE SU NACIMIENTO
Y LAS PROPIEDADES QUE LE COMUNICÓ

Parióme adrede mi madre,
¡ojalá no me pariera!,
aunque estaba cuando me hizo,
de gorja naturaleza.

Dos maravedís de luna
alumbraban a la tierra,
que por ser yo el que nacía,
no quiso que un cuarto fuera.

Nací tarde, porque el sol
tuvo de verme vergüenza,
en una noche templada
entre clara y entre yema.

Un miércoles con un martes
tuvieron grande revuelta,
sobre que ninguno quiso
que en sus términos naciera.

Nací debajo de Libra,
tan inclinado a las pesas,
que todo mi amor le fundo
en las madres vendederas.

Dióme el León su cuartana,
dióme el Escorpión su lengua,
Virgo, el deseo de hallarle,
y el Carnero su paciencia.

Murieron luego mis padres,
Dios en el cielo los tenga,
porque no vuelvan acá,
y a engendrar más hijos vuelvan.

Tal ventura desde entonces
me dejaron los planetas,
que puede servir de tinta,
según ha sido de negra.

Porque es tan feliz mi suerte,
que no hay cosa mala o buena,
que aunque la piense de tajo,
al revés no me suceda.

De estériles soy remedio,
pues con mandarme su hacienda,
les dará el cielo mil hijos,
por quitarme las herencias.

Y para que vean los ciegos
pónganme a mí a la vergüenza;
y para que cieguen todos,
llévenme en coche o litera.

Como a imagen de milagros
me sacan por las aldeas,
si quieren sol, abrigado,
y desnudo, porque llueva.

Cuando alguno me convida
no es a banquetes ni a fiestas,
sino a los misas cantanos
para que yo les ofrezca.

De noche soy parecido
a todos cuantos esperan,
para molerlos a palos,
y así inocente me pegan.

Aguarda hasta que yo pase
si ha de caerse una teja;
aciértanme las pedradas,
las curas sólo me yerran.

Si a alguno pido prestado,
me responde tan a secas,
que en vez de prestarme a mí,
me hace prestar la paciencia.

No hay necio que no me hable,
ni vieja que no me quiera,
ni pobre que no me pida,
ni rico que no me ofenda.

No hay camino que no yerre,
ni juego donde no pierda,
ni amigo que no me engañe,
ni enemigo que no tenga.

Agua me falta en el mar,
y la hallo en las tabernas,
que mis contentos y el vino
son aguados donde quiera.

Dejo de tomar oficio,
porque sé por cosa cierta,
que siendo yo el calcetero
andarán todos en piernas.

Si estudiara medicina,
aunque es socorrida ciencia,
porque no curara yo,
no hubiera persona enferma.

Quise casarme estotro año,
por sosegar mi conciencia,
y dábanme un dote al diablo,
con una mujer muy fea.

Si intentara ser cornudo,
por comer de mi cabeza,
según soy de desgraciado,
diera mi mujer en buena.

Siempre fue mi vecindad
mal casados que vocean,
herradores que madrugan,
herreros que me desvelan.

Si yo camino con fieltro
se abrasa en fuego la tierra,
y en llevando guardasol
está ya de Dios que llueva.

Si hablo a alguna mujer,
y le digo mil ternezas,
o me pide o me despide,
que en mí es una cosa mesma.

En mí lo picado es roto,
ahorro cualquier limpieza,
cualquier bostezo es hambre,
cualquiera color vergüenza.

Fuera un hábito en mi pecho
remiendo sin resistencia,
y peor que besamanos
en mí cualquier encomienda.

Para que no estén en casa
los que nunca salen della,
buscarlos yo sólo basta,
pues con eso estarán fuera.

Si alguno quiere morirse
sin ponzoña o pestilencia,
proponga hacerme algún bien,
y no vivirá hora y media.

Y a tanto vino a llegar
la adversidad de mi estrella,
que me inclinó que adorase
con mi humildad tu soberbia.

Y viendo que mi desgracia
no dio lugar a que fuera
como otros tu pretendiente,
vine a ser tu pretenmuela.

mas tú de puro discreta,
viéndome con tantas faltas,
que estoy preñado sospechas.

Aquesto Fabio cantaba
a los balcones y rejas
de Aminta, que aun de olvidarle
le han dicho que no se acuerda.