domingo, 13 de septiembre de 2015

Lope de Vega, Sátiras anticulteranas


I

— Boscán, tarde llegamos. ¿Hay posada?
— Llamad desde la posta, Garcilaso.
— ¿Quién es? —Dos caballeros del Parnaso.
— No hay donde nocturnar palestra armada.

— No entiendo lo que dice la criada.
Madona, ¿qué decís? — Que afecten paso,
que obstenta limbos el mentido ocaso,
y el Sol dipinge la porción rosada.

— ¿Estás en ti, mujer? — Negose al tino
el ambulante huésped. — ¿Que en tan poco
tiempo, tal lengua entre cristianos haya?

Boscán, perdido habemos el camino,
preguntad por Castilla, que estoy loco
o no habemos salido de Vizcaya.

II

Pululando de culto, Claudio amigo,
minotaurista soy desde mañana;
derelinquo la frasi castellana,
vayan las Solitúdines conmigo.

Por precursora, desde hoy más me obligo
al aurora llamar Bautista o Juana,
chamelote la mar, la ronca rana
mosca del agua, y sarna de oro al trigo.

Mal afecto de mí, con tedio y murrio,
cáligas diré ya, que no griguiescos
como en el tiempo del pastor Bandurrio.

Estos versos, ¿son turcos o tudescos?
Tú, Letor Garibay, si eres bamburrio,
apláudelos, que son cultidiablescos.

III

Inés, tus bellos ya me matan, ojos, 
y al alma, roban pensamientos, mía, 
desde aquel triste, que te vieron, día, 
no tan crueles, por tu causa, enojos.

Tus cabellos, prisiones de amor, rojos,
con tal, me hacen vivir, melancolía,
que tu fiera, en mis lágrimas, porfía,
dará de mis, la cuenta a Dios, despojos.

Creyendo que de mí no, Amor, se acuerda,
temerario, levántase, deseo,
de ver a quien me, por desdenes, pierde.

Que es venturoso, si me admite, empleo,
esperanza de amor, me dice, verde,
viendo que te, desde tan lejos, veo

IV

Cediendo a mi descrédito anhelante
la mesticia que tengo me defrauda,
y aunque el favor lacónico me aplauda
preces indico al celestial turbante.

Obstento al móvil un mentido Atlante,
hurtome al Lete en la corriente rauda,
y al candor de mi Sol, eclipse en cauda,
ajando voy mi vida naufragante.

Afecto aplausos de mi intonso agravio
en mi valor brillante, aunque tremendo,
libando intercalar gémino labio.

¿Entiendes, Fabio, lo que voy diciendo?
— Y cómo si lo entiendo. — Mientes, Fabio;
que yo soy quien lo digo, y no lo entiendo.

V

Conjura un culto, y hablan los dos de medio soneto abajo

— Conjúrote, demonio culterano,
que salgas deste mozo miserable,
que apenas sabe hablar (¡caso notable!)
y ya presume de Anfión tebano.

Por la lira de Apolo soberano 5
te conjuro, cultero inexorable,
que les des libertad, para que hable
en su nativo idioma castellano.

— ¿Por qué me torques bárbara tan mente?
¿Qué cultiborra o brindalín tabaco 10
caractiquizan toda intonsa frente?

— Habla cristiano, perro. — Soy polaco.
— Tenelde, que se va. — No me ates, tente.
Suéltame. — ¡Aquí de Apolo! — ¡Aquí de Baco!


VI


Responde a un poeta que le afeaba escribir con claridad,
siendo como es la más excelente parte del que escribe

Livio, yo siempre fui vuestro devoto,
nunca a la fe de la amistad perjuro;
vos, en amor, como en los versos, duro,
tenéis el lazo a consonantes roto.

Si vos imperceptible, si remoto, 5
yo blando, fácil, elegante y puro;
tan claro escribo como vos escuro;
la Vega es llana y intrincado el soto.

También soy yo del ornamento amigo;
sólo en los tropos imposibles paro, 10
y deste error mis números desligo;

en la sentencia sólida reparo,
porque dejen la pluma y el castigo
escuro el borrador y el verso claro.

VII

Cortando la pluma hablan los dos

— Pluma, las musas, de mi genio autoras,
versos me piden hoy. ¡Alto, a escribillos!
— Yo sólo escribiré, señor Burguillos,
«estas que me dictó rimas sonoras».

— ¿A Góngora me acota a tales horas? 5
Arrojaré tijeras y cuchillos,
pues en queriendo hacer versos sencillos
arrímense dos musas cantimploras.

— Dejemos la campaña, el monte, el valle
y alabemos señores. — No le entiendo. 10
— ¿Morir quiere de hambre? — Escriba y calle.

— A mi ganso me vuelvo en prosiguiendo,
que es desdicha, después de no premialle,
nacer volando y acabar mintiendo.

VIII

Discúlpase [Tomé de Burguillos, heterónimo de Lope] con Lope de Vega de su estilo

Lope, yo quiero hablar con vos de veras
y escribiros en verso numeroso,
que me dicen que estáis de mí quejoso
porque doy en seguir Musas rateras.

Agora invocaré las verdaderas                5
aunque os sea —que sois escrupuloso—
con tanta Metafísica enfadoso,
y tantas categóricas quimeras.

Comienzo, pues: «¡O tú, que en la risueña
Aurora imprimes la celeste llama,          10
que la soberbia de Faetón despeña!»

Mas, perdonadme, Lope, que me llama
desgreñada una musa de estameña,

celosa del tabí de vuestra fama.

Quevedo, Sátiras antigongorinas y anticulteranas

Francisco de Quevedo

I

YA QUE COPLAS COMPONÉIS.

(Respuesta del veinteañero Quevedo -aún estudiante de Teología- al ya aplaudido y cuarentón Góngora, bastantes años antes de la revolución culterana)

Ya que coplas componéis,
ved que dicen los poetas
que, siendo para secretas,
muy públicas las hacéis.
Cólica dicen tenéis,
pues por la boca purgáis;
satírico diz que estáis;
a todos nos dais matraca:
descubierto habéis la caca
con las cacas que cantáis.

De vos dicen por ahí
Apolo y todo su bando
que sois poeta nefando
pues cantáis culos así.
Por lo cual me han dicho a mí
que desde hoy en adelante
diga que obras vuestras cante,
por el mandado de Apolo,
con el son de un rabel sólo,
un rabadán ignorante.

No hay música donde estén
vuestros inmundos trabajos:
que si suenan bien los bajos,
los tiples no suenan bien.
Y cuando tonos les den
de los que el vulgo levanta,
¿cuál hombre o mujer que canta,
si tiene cabeza cuerda,
a pies de coplas de mierda,
hará pasos de garganta? 

Con Esgueva es vuestro enojo;
nombre de sucio le dan,
siendo, de puro galán,
todos sus males de ojo.
Con mucha razón me arrojo:
que sólo los bien nacidos
celebramos atrevidos;
que en otra conversación,
por ser sucios, como son,
no pueden ser admitidos.

Vuestros conceptos alabo
pues, de pura buena pesca,
los hacéis a la gatesca,
pues los hacéis por el rabo.
Tenéis un ingenio bravo,
hacéis cosas peregrinas,
vuestras coplas son divinas;
sino que dice un dotor
que vuestras letras, señor,
se han convertido en letrinas.

Que alabe será muy justo
vuestras coplas mi voz sola,
pues por ser todas de cola,
se pegan a cualquier gusto.
Desde el scita al negro adusto,
y desde el Tajo dorado
al Nilo tan celebrado,
no hay ingenio tan machucho
ni crecido; mas ¿qué mucho,
si crece de estercolado?

Son tan sucias de mirar
las coplas que dais por ricas,
que las dan en las boticas
para hacer vomitar.
Un nombre os ando a buscar
que os venga derechamente,
y hallo que os llama un valiente,
que de Córdoba os conoce,
poeta de entre once y doce,
que es cuando vacia la gente.

¿Adónde hallaréis excusa
para lo que vemos todos,
pues fue en verano y sin lodos
tan rabiosa vuestra musa?
Si acaso Circe o Medusa,
o juntas ambas a dos,
os han mudado, por Dios,
que olvidéis tal prelacía
antes que la pulicía
venga a conocer de vos.

Yo, por mí, no pongo duda
en que las coplas pasadas,
según están de cagadas,
las hicisteis con ayuda.
Más valdrá que tengáis muda
la lengua en las suciedades;
dejad las ventosidades:
mirad que sois en tal caso
albañal por do el Parnaso
purga sus bascosidades.

II

AL MESMO

Alguacil del Parnaso, Gongorilla,
pues vives de las décimas que haces
y en los conventos pasces,
gorra de otra capilla en la capilla;
si Guadarrama no, ya Calcaborra,
o tus desvergonzadas canas borra
o envejece los dijes de tu seso;
la contrición suceda a lo travieso:
no te halle la muerte en esos labios,
u en esos cortezones,
en vez de misereres, coridones.
Tu décima he leído
contra el cojo poeta esclarecido.
Yo, que su ingenio admiro, no su paso,
no hago de ti caso;
que si de ti le hiciera,
cecina del Parnaso,
musa momia, famélica figura,
darte seiscientos garrotazos fuera,
para lo que tu chola merecía,
poca palestra a la región vacía.

No sea griego Quevedo, sea troyano,
mas en romance, ingenio soberano.
No sea Lope latino,
mas fecundo escriptor, dulce y divino.
No sea francés Juan Pablo;
¿estás contento, diablo?,
y solamente tú, Matus Gongorra,
cuando garciclopeas Soledades,
francigriegas latinas necedades;
siendo así (Mendocilla me lo dijo)
obras ambas de artífice prolijo.

Dime, orejón poeta,
ver que se celebrara
de Quevedo el ingenio y la mollera,
¿de tanta invidia era
para que, magras las quijadas rancias,
en ti le persiguieran a porfía
de un gerifalte boreal arpía?
Trata de extremaunción y no de musas,
que escribes moharraches,
Bosco de los poetas,
todo diablos y culos y braguetas,
que con tus decimillas,
adjetivas demonios y capillas;
contra el púlpito flechas,
contra Florencia escribes,
y dicen lenguas ruines
que de atrás os conocen florentines.
Dejas pasar sin décima
al otro don Francisco
que allá en Caramanchel tuvo su aprisco;
que de tu coche hizo sinagoga
y de entre tu manteo y tu sotana
la Sancta le agarró cierta mañana,
¿y al don Francisco sin Moisén copleas?
La vieja ley, carroño, lisonjeas.
¡Oh junta, culta sí, mas deshonesta,
a los rayos de Júpiter expuesta!
Dejad estas contiendas,
porque ya de vosotros
anda el judïazo y entre el juego
humo anhelando el que no suda fuego.

Sacerdote de anillo,
de cuantas veces truecas la comida,
trueca una vez la bufa, otra la vida.
Pues es tal por de dentro
tu cuerpo, ¡oh rapacilla calavera!,
que la propria comida se hace afuera;
y por no estar tan mal aposentados,
por tu boca reculan los bocados.
Pues tu lengua maldita,
que en Esgueva aprendió tan bajo oficio
(profesó ya de paño de servicio),
sus diligencias hace
por no estar en tu boca, Dios la oiga;
y a las señas que hace de ahorcado,
sólo falta el verdugo; y yo sospecho
que te fuera consuelo,
según eres de sucio, si se advierte,
por ver un culo al trance de tu muerte.
Duélete de ti proprio,
pues tienes las quijadas
en esa nuez, que alguna vez fue cara,
impenetrable casi a la cuchara.

A los pies de Quevedo
estás siempre en soneto y remoquete:
Luisillo, cosas tienes de juanete.
Musas merlincocayas bisabuelas,
meted al viejo adunco, si canoro,
vuestros corchos por uno y otro poro.
Pues, ¿qué hiciérades todas,
viéndole presidir en un garito,
cuando, pidiendo naipes y barato,
a bocados y coces
número crece y multiplica voces?
Mas en las caduqueces que publica
quiere, sin admitir los desengaños,
que, en letras pocas, lean muchos años.
Que ya envenena mucho cuanto toca
el prodigioso fuelle de su boca.

No es tu ración de Córdoba, entrevelo;
que tus embestiduras y tus bribias
dicen a los que somos cordobeses
que la tuya es ración de los marqueses.
Muda costumbres antes que pellejo,
si tu neutralidad sufre consejo.
Paréceme que llamas como sueles,
tú y estotro mancebo de la honda,
un paladín de sienes que responda,
un marido linterno,
breve de barba, duro no de cuerno.
¿Quién sino Satanás batir pudiera
berrendo y reverendo, y un judío
que se quemaba de mirar el río?
¿Quién pudo adjetivar sino tú solo,
que al vicio das la boga,
púlpito con garita y sinagoga?
Por eso, en insolente desatino,
sólo te codició Paravicino.
Y págalo Quevedo
porque compró la casa en que vivías,
molde de hacer arpías;
y me ha certificado el pobre cojo
que de tu habitación quedó de modo
la casa y barrio todo,
hediendo a Polifemos estantíos,
coturnos tenebrosos y sombríos,
y con tufo tan vil de Soledades,
que para perfumarlas
y desengongorarla
de vapores tan crasos,
quemó como pastillas Garcilasos:
pues era con tu vaho el aposento
sombra del sol y tósigo del viento.


III

AGUJA DE NAVEGAR CULTOS (1625)


Con la receta para hacer “Soledades” en un día. Y es probada.
Con la ropería de viejo de anocheceres y amaneceres, y platería de las facciones para remendar romances desharrapados.



RECETA.

Quien quisiere ser Góngora en un día, [culto en solo un día]
la jeri –aprenderá- gonza siguiente:
fulgores, arrogar, joven, presiente,
candor, construye, métrica armonía;

poco, mucho, si, no, purpuracía,
neutralidad, conculca, erige, mente,
pulsa, ostenta, libar, adolescente,
señas traslada, pira, frustra, arpía;

cede, impide, cisuras, petulante,
palestra, liba, meta, argento, alterna,
si bien, disuelve, émulo canoro.

Use mucho de líquido y de errante,
su poco de nocturno y de caverna,
anden listos livor, adunco y poro.

Que ya toda Castilla,
con sola esta cartilla,
se abrasa de poetas babilones,
escribiendo sonetos confusiones;
y en la Mancha pastores y gañanes,
atestadas de ajos las barrigas,
hacen ya Soledades [cultedades] como migas.

EJEMPLO HERMAFRODITO: ROMANCE LATINO

Yace cláusula de perlas
Si no rima con clavel,
dynasta de la belleza,
que ya cataclismo fue,
un tugurio de py opos,
ojeriza de Zalé,
poca porción que secuestra
corusca favila al bien:
pórtico donde rubrica
al múrice Tyrio el ver,
tutelar padrón del alma,
aura genitiva en él.

Y después que el aprendiz de culto se ha dado por vencido, y dicho que es la piedra filosofal, o el fénix, o la aurora, o el pelícano, o la carantamaula, es un romance a la boca de una mujer en toda su cultedad.

Esto es más fácil que pedir prestado.

Pues siendo todo lo que escriben (los cultos tales, no los finos) anocheceres y amaneceres, con irse a la ropería de los soles, se hallan auroras hechas, que les vienen como nacidas a cualquier mañanita, con sus nácares y ostros, leche y grana, y empañado el día en mantillas de oro, cunas rosadas y llorares de perlas y de aljófar.

Las flores salvas, búcaros las yerbas,
que bebe el sol, que chupa, que las lame.
Anocheceres, lutos
de sombras y bayetas de la noche;
cadáver de oro, y tumbas del ocaso
en ataúd de fuego.
Exequias de la luz, y despavilos;
capuces turquesados, y argos de oro;
mundo viudo, güérfanas estrellas;
triforme diosa, carros de silencio;
soñolienta deidad, émula de Febo.

En la platería de los cultos hay hechos cristales fugitivos para arroyos, y montes de cristal para las espumas, y campos de zafir para los mares, y márgenes de esmeraldas para los praditos. Para las facciones de las mujeres hay gargantas de plata bruñida, y trenzas de oro para cabellos, y labios de coral y de rubíes para jetas y hocicos, y alientos de ámbar (como pomos) para resuellos, y manos de marfil para garras, pechos de diamantes para pechos, y estrellas coruscantes para ojos, y infinito nácar para mejillas; aunque los poetas hortelanos todo esto lo hacen de verduras, atestando los labios de claveles, las mejillas de rosas y azucenas, el aliento de jazmines. Otros poetas hay charquías, que todo lo hacen de nieve y de hielo, y están nevando de día y de noche, y escriben una mujer puerto, que no se puede pasar sin trineo y sin gabán y bota: manos, frente, cuello y pecho y brazos, todo es perpetua ventisca y un Moncayo.

Con esto, y con gastar mucho Calepino [nombre del autor de un diccionario de varias lenguas muy usado entre los cultos] sin qué ni para qué, serás culto, y lo que escribieres oculto, y lo que hablares lo hablarás a bulto. Y Dios tenga en el cielo el castellano le perdone. Y Lope de Vega a los clarísimos nos tenga de su verso,

mientras por preservar nuestros pegasos
del mal olor de culta jerigonza,
quemamos por pastillas Garcilasos.

IV

A UN TRATADO IMPRESO QUE UN HABLADOR,
ESPELUZNADO DE PROSA,
HIZO EN CULTO

Leí los rudimentos de la Aurora, 
los esplendores lánguidos del día, 
la pira y el construye y ascendía, 
y lo purpurizante de la hora,

El múrice y el tirio y el colora, 
el Sol cadáver cuya luz yacía, 
y los borrones de la sombra fría, 
corusca Luna en ascua que el Sol dora,

la piel del cielo cóncavo arrollada, 
el trémulo palor de enferma estrella, 
la fuente de cristal bien razonada.

Y todo fue un entierro de doncella, 
doctrina muerta, letra no tocada, 
luces y flores, grita y zacapella.

V

834

Al mesmo D. Luis

¿Socio otra vez? ¡Oh tú, que desbudelas
del toraz veternoso inanidades,
y en parangón de tus sideridades,
equilibras tus pullas paralelas!,

por Atropos te abjuro que te duelas 5
de tus vertiginosas navidades,
que se gratulan neotericidades
[y] craticulan sentas bisabuelas.

Merlincocaizando nos fatiscas
vorágines, triclinios, promptuarios, 10
trámites, vacilantes icareas.

De lo ambágico y póntico troquiscas
fuliginosos vórtices y varios,
y, atento a que unificas, labrusqueas.

VI

836

Al mesmo Góngora

Sulquivagante, pretensor de Estolo,
pues que lo expuesto al Noto solificas
y obtusas speluncas comunicas,
despecho de las musas a ti solo,

huye, no carpa, de tu Dafne Apolo 5
surculos slabros de teretes picas,
porque con tus perversos damnificas
los institutos de su sacro Tolo.

Has acabado aliundo su Parnaso;
adulteras la casta poesía, 10
ventilas bandos, niños inquïetas,

parco, cerúleo, veterano vaso:
piáculos perpetra su porfía,
estuprando neotéricos poetas.

VII

837

Otro soneto al mesmo Góngora

Ten vergüenza, purpúrate, don Luis,
pues eres poco verme y mucho pus;
cede por el costado, que eres tus,
cito, no incienso; no lo hagamos lis.

Construye jerigonza paraís, 5
que circuncirca es del Polo mus;
vete a dudar camino de Emaús,
pues te desprecia el palo y el mentís.

Tu nariz se ha juntado con el os
y ya tu lengua pañizuelo es; 10
sonaba a lira, suena a moco y tos.

Peor es tu cabeza que mi[s] p[i]es.
Yo, polo, no lo niego, por los dos;
tú, puto, no lo niegues, por los tres.

VIII

838

Contra el mesmo

¿Qué captas, noturnal, en tus canciones,
Góngora bobo, con crepusculallas,
si cuando anhelas más garcibolallas
las reptilizas más y subterpones?

Microcosmote Dios de inquiridiones, 5
y quieres te investiguen por medallas
como priscos, estigmas o antiguallas,
por desitinerar vates tirones.

Tu forasteridad es tan eximia,
que te ha de detractar el que te rumia, 10
pues ructas viscerable cacoquimia,

farmacofolorando como numia,
si estomacabundancia das tan nimia,
metamorfoseando el arcadumia.

IX


Este cíclope, no sicilïano,
del microcosmo sí, orbe postrero;
esta antípoda faz, cuyo hemisferio
zona divide en término italiano;

este círculo vivo en todo plano;
este que, siendo solamente cero,
le multiplica y parte por entero
todo buen abaquista veneciano;

el minoculo sí, mas ciego vulto;
el resquicio barbado de melenas;
esta cima del vicio y del insulto;

éste, en quien hoy los pedos son sirenas,
éste es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón le conociera apenas.

X


Vuestros coplones, cordobés sonado, 
sátira de mis prendas y despojos, 
en diversos legajos y manojos, 
mis servidores me lo han mostrado. 

Buenos deben de ser pues han pasado
por tantas manos y por tantos ojos, 
aunque mucho me admira en mis enojos 
de que cosa tan sucia hayan limpiado. 

No los tomé porque temí cortarme 
por lo sucio, muy más que por lo agudo;
ni los quise leer por no ensuciarme. 

Y así, ya no me espanta el ver que pudo 
entrar en mis mojones a inquietarme 
un papel de limpieza tan desnudo.

XI

Tantos años y tantos todo el día; 
menos hombre, más Dios, Góngora hermano. 
No altar, garito sí; poco cristiano, 
mucho tahúr; no clérigo, sí arpía. 

Alzar, no a Dios, ¡extraña clerecía!, 
misal apenas, naipe cotidiano; 
sacar lengua y barato, viejo y vano, 
son sus misas, no templo y sacristía. 

Los que huelen tu musa y sus emplastos 
cuando en canas y arrugas te amortajas, 
tal epitafio dan a tu locura: 

«Yace aquí el capellán del rey de bastos, 
que en Córdoba nació, murió en Barajas 
y en las Pintas le dieron sepultura.»

XII

Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;

apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.

XIII


Verendo padre, a lástima movido
de verte sin consejo zumbeando,
por Helicona, te requiero y mando
que te vuelvas a E(s)gueva arrepentido;

que te aseguro que, a no haber salido
de lo que él va con su licuor lavando,
más dulce paresciera y más blando:
si bien tan viejo, no tan distraído.

Vuélvete al dios Apolo, y sin con ira
despreciaré tus ruegos, por tus vicios
enfadado de tantas necedades,

alza tu propia cara, calla y mira,
y en vez de hacerle nuevos sacrificios,
hazle otra Garza y otras Soledades.

XIV

Dime, Esguevilla, ¿cómo fuiste osado
a subirte a las barbas del que ha sido
más escrito en España y más leído
y con más justo nombre celebrado?

Si porque te cantó le has murmurado,
tan solamente que te acuerdes pido
de que toman tus aguas apellido
de las que hace un pueblo tan honrado.

Guárdales, pues, respeto a versos tales,
que es muy necio en juzgar cosas tan varias
el que nunca salió de entre pañales.

¿Decir que son las coplas ordinarias,
si no tan llenas de agudeza, y tales,

que aun son a ojos de todos necesarias?

XV

Poeta de ¡Oh, qué lindicos!,
verdugo de los vocablos,
que a puras vueltas de cuerda
los haces que digan algo;
perseguidor de los ríos,
como si fueras borracho,
sin perdonar a las fuentes
ni, por lo sucio, a los charcos;
tú, que de tajo le diste
en un romancito a Tajo,
porque en las sierras de Cuenca
le dan los pinos de palos,
acordársete debiera
de aquel buen tiempo pasado
que fuiste poeta Encina
por lo que te varearon.
Poeta de bujarrones
y sirena de los rabos,
pues son de ojos de culo
todas tus obras o rasgos;
caballero, porque nunca
has caído de tu asno;
escoba de la basura
de las ninfas del Parnaso;
poeta de lo comido,
musa de desatacados,
ingenio de melecina
que siempre apunta a lo bajo,
no es posible que seas hijo
de ciudad a cuyos partos
debe Roma, y todo el mundo,
los Sénecas y Lucanos.
Córdoba no te parió,
si no es que se hizo preñado
algún arrabal de ti,
y que naciste en el campo.
Racionero dicen que eres,
mas yo irracional te hallo,
aunque en la cola y lo sucio,
canónigo eres del Rastro.
Góngora te llaman todos,
ilustre apellido y claro,
mas viénete como al potro
el Manrique por su amo.
¿Quién te mete con los griegos
aun no siendo tú troyano?
¿Por qué de lo que no has visto
hablas como papagayo?
¿Qué te hizo Anacreonte
en los versos castellanos,
que le alabas cuando más
pretendes vituperallo?
Sus «suavidades» (llamaste)
de arrope, y has acertado,
que es mosto dulce, y él hizo
dulce el mosto con su canto.
Y al pobre Lope de Vega
te lo llevaste de paso
sólo por llamarse Lope,
de tu consonante esclavo.
¿Qué te movió a poner lengua
en dos ingenios tan raros,
sin ser bacines ni pullas,
que son vínculo a tus labios?
Como Eróstrato quisiste,
hallándote despreciado,
quemar lo mejor del mundo,
abrasar dos templos altos;
que es tanta la infamia tuya,
que buscas nombre, afrentado
por medio de un gran castigo,
a costa de mil agravios.
Hiciéraste tus coplitas
una Bueno y otra Malo,
y cuando van por aceite
cantáranlas los muchachos.
De la brida a la jineta,
estribos cortos y largos
remataran de tus chistes
los conceptillos de asco,
y dejaras de pedir
antojos, de vista falto,
pues los que tú has menester
son los que traen los caballos.
Para sacar versos flojos,
o sea para soltarlos,
basta la vena que tienes:
hartos arrojas cada año.
No entendemos los greguescos
por acá, aunque los usamos;
dánoslos a entender tú,
que andas siempre en esos barrios.
Y advierte que ni Quevedo
ni Lope harán de ti caso,
para honrarte con Respuesta:
que fuera grande pecado.
Yo, que soy un poetilla
hijo de todos los diablos,
humildemente nacido
entre hongos y entre esparto;
como el barbero aprendiz,
que para probar la mano
se ejercita en zanahorias
antes que en venas de brazos,
así yo poeticomienzo
para ver cómo lo hago;
atreveréme después
a satirizar cristianos:
Gongorilla, Gongorilla,
de parte de Dios te mando
que, en penitencia de haber
hecho soneto tan malo,
andes como Juan Guarín,
doce años como gato,
y con tu soneto al cuello,
por escarmiento y espanto.
Y advierte que al responder
a estos versos, mentecato,
que te aguarda por respuesta
otro romance más largo.
Y que desde aqueste punto
toda mi vida consagro
a decir mal de tus cosas,
aun entre sueños hablando.
Contra Galicia escribiste,
tierra de tocino y nabos,
que, como toda es limpieza,
toda junta te dio enfado.
Muy dificultoso eres,
no te entenderá un letrado,
pues, aborreciendo puercos,
lo puerco celebras tanto.
cristiano viejo no eres,
porque aún no te vemos cano;
hi de algo, eso sin duda,
pero con duda hidalgo.
Llámate quien te conoce
Mondonguedo del Parnaso,
pues vaciar y llenar vientres
tienes solamente a cargo.
Almorrana eres de Apolo,
por donde el dios, soberano
gracioso, purga inmundicias
y sangre, si está enojado.
Dícenme tienes por lengua
una tripa entre los labios,
viendo que hablas con ella
ventosedad todo el año.
Y para adelante digo
que te enmiendes de tus cargos,
y pues eres manicorto,

no seas tan lengüilargo.

XVI

Escribió Quevedo contra Góngora y [se] defendió Góngora [con] aquellas décimas suyas que empiezan "Musa que sopla y no inspira". Y dice Quevedo:

En lo sucio que has cantado
y en lo largo de narices,
demás de que tú lo dices,
que no eres limpio has mostrado.
Eres hombre apasionado;
y por saber que es corona
la Pasión en tu persona,
es punto más necesario
que esté en el monte Calvario
puesta de hoy más tu Helicona.

Traducir un hombre al rey
de francés en castellano,
mandándolo por su mano,
es justo y por justa ley;
mas no a la plebeya grey
ni al rey por dinero ruego,
como tu pariente ciego;
y no hagas desto donaire;
que mi culpa es cosa de aire,
pero la tuya, de fuego.

Por muy pequeña ocasión
sé que en perseguirme has dado:
de aquellos lo has heredado
que inventaron la Pasión.
Satírico no es razón
ser un hombre principal
que tiene sangre real;
yo lo sé: que tus pasados
fueron todos salpicados
con la de un Rey celestial.

Dirás: «Yo soy Racionero
en Córdoba de su iglesia»;
pues no es maravilla efesia
comprallo por el dinero.
Longinos fue caballero,
y Longinos fue judío;
de tu probanza me río;
al deán engañado has;
mas podrá volverse atrás,
que no es el cabildo río.

Pues no fueron declinados
ni por «sermo» ni por «templo»
tus deudos que, para ejemplo,
del Templo fueron echados,
quítate de esos cuidados,
que decir mal es mal trato;
no seas a tu vida ingrato;
guárdate tras esta salva,
no te muerda el perro de Alba
o te arañe el rostro de un gato.

XVII

Ya que coplas componéis,
ved que dicen los poetas
que, siendo para secretas,
muy públicas las hacéis.
Cólica dicen tenéis,
pues por la boca purgáis;
satírico diz que estáis;
a todos nos dais matraca:
descubierto habéis la caca
con las cacas que cantáis.

De vos dicen por ahí
Apolo y todo su bando
que sois poeta nefando
pues cantáis culos así.
Por lo cual me han dicho a mí
que desde hoy en adelante
diga que obras vuestras cante,
por el mandado de Apolo,
con el son de un rabel sólo,
un rabadán ignorante.

No hay música donde estén
vuestros inmundos trabajos:
que si suenan bien los bajos,
los tiples no suenan bien.
Y cuando tonos les den
de los que el vulgo levanta,
¿cuál hombre o mujer que canta,
si tiene cabeza cuerda,
a pies de coplas de mierda,
hará pasos de garganta?

Con Esgueva es vuestro enojo;
nombre de sucio le dan,
siendo, de puro galán,
todos sus males de ojo.
Con mucha razón me arrojo:
que sólo los bien nacidos
celebramos atrevidos;
que en otra conversación,
por ser sucios, como son,
no pueden ser admitidos.

Vuestros conceptos alabo,
pues, de pura buena pesca,
los hacéis a la gatesca,
pues los hacéis por el rabo.
Tenéis un ingenio bravo,
hacéis cosas peregrinas,
vuestras coplas son divinas;
sino que dice un dotor
que vuestras letras, señor,
se han convertido en letrinas.

Que alabe será muy justo
vuestras coplas mi voz sola,
pues por ser todas de cola,
se pegan a cualquier gusto.
Desde el scita al negro adusto,
y desde el Tajo dorado
al Nilo tan celebrado,
no hay ingenio tan machucho
ni crecido; mas ¿qué mucho,
si crece de estercolado?

Son tan sucias de mirar
las coplas que dais por ricas,
que las dan en las boticas
para hacer vomitar.
Un nombre os ando a buscar
que os venga derechamente,
y hallo que os llama un valiente,
que de Córdoba os conoce,
poeta de entre once y doce,
que es cuando vacia la gente.

¿Adónde hallaréis excusa
para lo que vemos todos,
pues fue en verano y sin lodos
tan rabiosa vuestra musa?
Si acaso Circe o Medusa,
o juntas ambas a dos,
os han mudado, por Dios,
que olvidéis tal prelacía
antes que la pulicía
venga a conocer de vos.

Yo, por mí, no pongo duda
en que las coplas pasadas,
según están de cagadas,
las hicisteis con ayuda.
Más valdrá que tengáis muda
la lengua en las suciedades;
dejad las ventosidades:
mirad que sois en tal caso
albañal por do el Parnaso

purga sus bascosidades.


XVIII

Poema mortuorio-burlesco de Quevedo tras el fallecimiento de Góngora (aunque hay quien defiende que se lo compuso en vida) 

Este que, en negra tumba, rodeado
de luces, yace muerto y condenado,
vendió el alma y el cuerpo por dinero,
y aun muerto es garitero;
y allí donde le veis, está sin muelas,
pidiendo que le saquen de las velas.

Ordenado de quínolas estaba,
pues desde prima a nona las rezaba;
sacerdote de Venus y de Baco,
caca en los versos y en garito Caco.
La sotana traía
por sota, más que no por clerecía.

Hombre en quien la limpieza fue tan poca
(no tocando a su cepa),
que nunca, que yo sepa,
se le cayó la mierda de la boca.
Éste a la jerigonza quitó el nombre,
pues después que escribió cíclopemente,
la llama jerigóngora la gente.
Clérigo, al fin, de devoción tan brava,
que, en lugar de rezar, brujuleaba;
tan hecho a tablajero el mentecato,
que hasta su salvación metió a barato.

Vivió en la ley del juego,
y murió en la del naipe, loco y ciego;
y porque su talento conociesen,
en lugar de mandar que se dijesen
por él misas rezadas,
mandó que le dijesen las trocadas.
Y si estuviera en penas, imagino,
de su tahúr infame desatino,
si se lo preguntaran,
que deseara más que le sacaran,
cargado de tizones y cadenas,
del naipe, que de penas.
Fuese con Satanás, culto y pelado:
¡mirad si Satanás es desdichado!

XIX

AL MISMO

Esta magra y famélica figura,
cecina del Parnaso, musa momia,
cadáver de la infamia y la locura,
de todo bodegón cáncer y gomia;
este descomulgado,
con su proprio bonete encorozado,
doctor en mierda, gradüado en pujos,
que para deshonrar a otros linajes,
luego les achacaba sus abuelos;
éste que, permitiéndolo los cielos,
por desacreditar los más honrados
y dar a los modestos pesadumbres,
de los unos decía sus costumbres,
levantaba a los otros sus pecados;
éste que en sí estudiaba
oprobios con que a todos deshonraba,
aunque parece que es el racionero
de Zamora, yo quiero
que esta vez sola, porque no se ofenda,
del racionero cordobés se entienda.