viernes, 22 de agosto de 2008

Paul Celan, Canción de una dama en la sombra

Canción de una dama en la sombra

Si la dama del silencio llega y decapita los tulipanes:
¿quién gana?
¿quién pierde?
¿quién se asoma a la ventana?
¿quién pronuncia primero su nombre?

Es alguien que se lleva mi pelo.
Lo lleva como se llevan muertos en las manos.
Lo lleva como el cielo se llevó mi pelo en el año en que amaba.
Lo lleva así por vanidad.

Él gana. No pierde.
No se asoma a la ventana.
No dice su nombre.

Es alguien que tiene mis ojos.
Los tiene desde que cerraron las puertas.
Los lleva como anillos en el dedo.
Los lleva como pedazos de placer y zafiro:
ya era mi hermano en el otoño;
ya cuenta los días y las noches.

Él gana. No pierde.
No se asoma a la ventana.
Dice al último su nombre.

Es alguien que tiene lo que dije.
Lo lleva bajo el brazo como se llevan las actas.
Lo lleva como el reloj lleva la peor de sus horas.
Lo lleva de umbral en umbral, no lo abandona.

Él no gana. Él pierde.
Se asoma a la ventana.
Dice primero su nombre.
A él lo decapitan con los tulipanes.

Paul Celan (Czernowitz) Rumania 1920 – Francia 1970
(Traducción de José María Pérez Gay)

Sergéi Esenin o Sergio Esenin, Adios a Marienkov

Serguei Esenin


Adiós a Marienkov

Adiós, amigo mío, adiós;
estás en mi corazón.
Predestinada separación,
prometido encuentro futuro.

Adiós, amigo mío,

sin que estrechemos mano o palabra;
no te entristezcas,
nada de melancolía sobre las cejas.
Morir en esta vida no es nuevo,

vivir, aún menos.

(Antes había escrito)

Sí, me he preparado poco
para vivir en paz y entre sonrisas.
Y cuanto más corto fue mi camino

tanto mayores mis caídas.

Silvia Plath, soy vertical

SOY VERTICAL

Pero preferiría ser horizontal.

No soy un árbol con las raíces en la tierra
absorbiendo minerales y amor maternal
para que cada marzo florezcan las hojas,
ni soy la belleza del jardín
de llamativos colores que atrae exclamaciones de admiración
ignorando que pronto perderá sus pétalos.

Comparado conmigo, un árbol es inmortal
y una flor, aunque no tan alta, es más llamativa,
y quiero la longevidad de uno y la valentía de la otra.

Esta noche, bajo la luz infinitesimal de las estrellas,
los árboles y las flores han derramado sus olores frescos.
Camino entre ellos, pero no se dan cuenta.
A veces pienso que cuando estoy durmiendo
me debo parecer a ellos a la perfección-
oscurecidos ya los pensamientos.

Para mí es más natural estar tendida.

Es entonces cuando el cielo y yo conversamos con libertad,
y así seré útil cuando al fin me tienda:
entonces los árboles podrán tocarme por una vez,
y las flores tendrán tiempo para mí.

Silvia Plath Boston 1932 - Londres 1963