sábado, 22 de agosto de 2015

Alceo de Mitilene, Antología

Alceo de Mitilene

Consuelo y alegría del vino

Bebe y emborráchate, Melanipo, conmigo. ¿Qué piensas?
¿Que vas a vadear de nuevo el vorticoso Aqueronte,
una vez ya cruzado, y de nuevo de! sol la luz clara
vas a ver? Vamos, no te empeñes en tamañas porfías.
En efecto, también Sísifo, rey de los eolios, que a todos
superaba en ingenio, se jactó de escapar a la muerte.
Y, desde luego, el muy artero, burlando su sino mortal,
dos veces cruzó el vorticoso Aqueronte. Terrible
y abrumador castigo le impuso el Crónida más tarde
bajo la negra tierra. Conque, vamos, no te ilusiones.
Mientras jóvenes seamos, más que nunca, ahora importa
gozar de todo aquello que un dios pueda ofrecernos.

                                     Fragm. 73D  (C. G. Gj (14)

Vino dulce como la miel

Zeus hace llover, baja del cielo una enorme tormenta y están helados los cursos de las aguas... Desprecia la tormenta, aviva el fuego, sazona, sin escatimarlo, el vino dulce como miel, y luego reclina tus sienes sobre un blando cojín. 

Fragm. 90D (C. G. Gj (14)

Bebamos 

Bebamos. ¿A qué aguardar las candelas? Hay un dedo de día. Descuelga y trae las grandes copas pintadas, en seguida. Porque el vino lo dio a los humanos el hijo de Sémele y Zeus para olvido de penas. Escancia mezclando uno y dos cazos, y llena los vasos hasta el borde, y que una copa empuje a la otra...

Fragm. 96D (C. G. Gj (14)

Helena y Tetis

Es fama, Helena, que la amarga ruina
a Priamo y a sus hijos les sobrevino
por tu culpa y Zeus arrasó con fuego
la santa Troya.
Cuán distinta era aquella doncella gentil
que el Eácida tomó del hogar de Nereo,
invitando a su boda a todos los dioses,
al conducirla
a casa de Quirón. La joven esposa
soltó su cinto virginal. Y unió el amor
a Peleo y la mejor de las Nereidas.
Y ella, al año
le dio a luz un hijo, héroe supremo,
feliz conductor de sus bayos corceles;
mientras que por culpa de Helena murieron
Troya y los frigios.
                          
Fragm. 74D (C. G. G.) (14)

Desdichas del poeta exiliado

 … yo, desdichado,
 vivo a la manera de un campesino,
 anhelando escuchar, Agesilaidas,
 los gritos que pregonan la asamblea
 y el consejo. Eso que mi padre y el padre
 de mi padre tuvieron hasta viejos
 entre esos ciudadanos siempre en rencilla.
 Pero estoy alejado de ellos yo,
 exiliado en la lejanía, y aquí,
 como Onomacles, en país de lobos
 habito resignado a la guerra.
 No es mejor soportar la revuelta...
 Aquí el recinto de los dioses felices
 frecuento cruzando esta oscura tierra,
 con otras compañeras de camino...
 y con mis pies lejos de males, vivo
donde las lesbjn de rozagante peplo.
vienen a competir en belleza, Aquí
en torno retumba el griterío inmenso
de mujeres en sus anuales fiestas sacras.
   ¿Cuándo de mis muchos pesares
me van a liberar los Olímpicos?

           Fragm. 130L-P (C. G. G.) (14)

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