Lope de Vega
El humo que formó cuerpo fingido,
que cuando está más denso para en nada;
el viento que pasó con fuerza airada
y que no pudo ser en red cogido;
el polvo en la región desvanecido
de la primera nube dilatada;
la sombra que, la forma al cuerpo hurtada,
dejó de ser, habiéndose partido,
son las palabras de mujer. Si viene
cualquiera novedad, tanto le asombra,
que ni lealtad ni amor ni fe mantiene.
Mudanza ya, que no mujer, se nombra,
pues cuando más segura, quien la tiene,
tiene polvo, humo, nada, viento y sombra.
De El mayor imposible 1615:
Noche siempre serena, cuyo velo
y silencio tomó el amor por capa,
nema del cielo, de sus ojos tapa,
madre del sueño, el hurto y el recelo;
Si alguna vez amante, pues del suelo
al cielo, nadie del amor se escapa,
con esa oscuridad los ojos tapa,
alas; estrellas, que lo son del cielo.
Aunque celos te den sus resplandores
deja luna, salir mi luz querida,
que bien sabe de amor quien tuvo amores:
La noche se verá del sol vestida,
tendrá la sombra luz, perlas las llores,
mi pena gloria, y mi esperanza, vida.
De El villano en su rincón (1611-1616)
La vida humana, Sócrates decía,
cuando estaba en negocios ocupada,
que era un arroyo en tempestad airada,
que turbio y momentáneo discurría.
Y que la vida del que en paz vivía
era como una fuente sosegada,
que, sonora, apacible y adornada
de varias flores, sin cesar corría.
¡Oh vida de los hombres diferente,
cuya felicidad estima el bueno,
cuando la libertad del alma siente!
Negocios a la vista son veneno.
¡Dichoso aquél que vive como fuente,
manso, tranquilo, y de turbarse ajeno!
De El peregrino en su patria
Vivas memorias, máquinas difundas,
que cubre el tiempo de ceniza y hielo,
formando cuevas, donde el eco al vuelo
sólo del viento acaba las preguntas.
Basas, colunas y arquitrabes juntas,
ya divididas oprimiendo el suelo,
soberbias torres, que al primero cielo
osastes escalar con vuestras puntas.
Si desde que en tan alto anfiteatro
representastes a Sagunto muerta,
de gran tragedia pretendéis la palma,
mirad de sólo un hombre en el teatro
mayor rüina y perdición más cierta,
que en fin sois piedras, y mi historia es alma.
De La viuda valenciana (1604)
Rompe una peña el agua cuando estriba
por largo curso en ella su corriente,
y a la segur del labrador valiente
se humilla el pino y la arrugada oliva;
de su fruto el caudal la palma altiva
rinde, aunque tarde, a la africana gente;
viene el novillo al yugo, y la serpiente
a la voz del encanto se derriba;
fabrica un escultor una figura
de un mármol duro, de una piedra helada,
y viene a tener ser lo que no era.
Y por más que mi amor vencer procura
una mujer hermosa y delicada,
con ser mujer, está rebelde y fiera.