lunes, 1 de junio de 2015

Soneto de Antonio de Solís

¿Hasta cuándo mi torpe desvarío 
abusará, Señor, de tu clemencia?
Que parece que aprendo en tu paciencia
más libertad que diste a mi albedrío.

Juzga, corrige, enmienda el error mío
antes que se pronuncie la sentencia.
No llegue, en mi postrera negligencia,
la primera señal de tu desvío.

Tú me diste tu imagen: mi pecado
la borró. Mas, ¡ah, triste! no parezca
tu retrato en mi ciega destemplanza:

vuelva a imprimir tu sangre lo borrado
y, para que la imagen permanezca,
defiéndame de mí tu semejanza.