jueves, 26 de junio de 2008

Nada, de Cecilia

La espuma del mar,
un grano de sal
o de arena.
Una hebra de pelo,
una mano sin dueño,
un instante de miedo.
Una nota perdida,
una palabra vacía
en un poema,
una luz de mañana.
Así de pequeña
soy yo,
nada de nada
Nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire
soy yo,
nada de nadie.
Nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire
soy yo,
nada de nadie.
Un copo de nieve,
una lluvia que llueve,
un pensamiento.
Un abismo entreabierto,
una palabra callada,
un lo siento.
Un paso sin huella,
soy un camino
que no tiene destino,
una estrella apagada.
Así de pequeña
soy yo, nada de nada.
Nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire
soy yo,
nada de nadie.
Nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire
soy yo,
nada de nadie,
nada de nadie.
Un soplo de vida,
una verdad que es mentira,
un sol de invierno.
Una hora en tu noche,
un silencio de adioses,
un sin quererlo.
Un segundo en tu sueño,
soy un peldaño
subiendo tu escalera,
una gota sin agua.
Así de pequeña
soy yo,
nada de nada.
Nada de ti, nada de mí,
una brisa sin aire
soy yo,
nada de nadie.
Nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire
soy yo,
nada de nadie,
de nadie.
Nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire
soy yo,
nada de nadie,
de nadie.
Nada de ti,
nada de mí,
una brisa sin aire
soy yo,
nada de nadie

Vida de José Hierro

VIDA

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito "¡Todo!", y el eco dice "¡Nada!".
Grito "¡Nada!", y el eco dice "¡Todo!".
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.