martes, 1 de noviembre de 2011

Carranza



El famoso Arzobispo Carranza, que tanto tuvo que padecer por sus veleidades reformistas en un dilatadísimo proceso inquisitorial que Felipe II quiso alargar para que sus rentas fueran a parar al bolsillo regio, escribió como desahogo los siguientes versos para sí mismo, que Luis Gil Fernández cita en su Panorama social del Humanismo español (1997, 2.ª ed., p. 452):

Son hoy muy odiosas
qualesquier verdades
y muy peligrosas
las habilidades
y las necedades
se suelen pagar caro.
El necio callando
parece discreto
y el sabio hablando
se verá en aprieto
Y será el efeto
de su razonar
acaescerle cosa
que aprende a callar.
Conviene hacerse
el hombre ya mudo,
y aun entontecerse
el que es más agudo
de tanta calumnia
como hay en hablar:
sólo una pajita
todo un monte prende
y toda palabrita
que el necio no entiende
gran fuego prende;
y, para se apagar,
no hay otro remedio
si no es con callar.