Semónides de Amorgos
Yambo de las mujeres
De modo diverso la divinidad hizo el talante de la mujer
desde un comienzo. A la una la sacó de la híspida cerda:
en su casa está todo mugriento por el fango,
en desorden y rodando por los suelos.
ella sin lavarse y con vestidos sucios,
revolcándose en estiércol se hincha de grasa.
otra la hizo Dios de la perversa zorra,
una mujer que lo sabe todo. No se le escapa
inadvertido nada de lo malo ni de lo bueno.
de las mismas cosas muchas veces dice que una es mala,
u otras que es buena. Tiene un humor diverso en cada caso
Otra, de la perra salió: gruñona e impulsiva,
que pretende oírlo todo, sabérselo todo,
y va por todas partes fisgando y vagando –
y ladra de continuo, aun sin ver a nadie.
No la puede contener su marido, por más que la amenace,
ni aunque, irritado, le parta los dientes a pedradas,
ni tampoco hablándole con ternura,
ni siquiera cuando está sentada con extraños;
¡no que mantiene sin pausa su irrestañable ladrar.
A otra la moldearon los Olímpicos del barro,
y la dieron al hombre como algo tarado. Porque ni el mal
ni el bien conoce una mujer de esa clase. […]
Fragm. 7D (C. G. G.) (14)
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