martes, 1 de septiembre de 2015

Horacio, Odas, IV, 9: A Lolio (elogio de la poesía)

Horacio, Odas, lib. IV, núm. 9. Copio la traducción de Eduardo de la Barra, que es mucho más exacta y poética que la de Javier de Burgos, que pongo más abajo, junto al texto latino; también es verdad que De la Barra no usa rima y por eso puede permitirse más rigor:     

I

A Lolio 

Ne forte credas... 

Los versos del poeta que es nacido 
a orillas del Ofanto rumoroso, 
versos de un arte que a la Italia es nueva, 
no morirán, ¡oh Lolio! 
Reina en la cumbre del Parnaso Homero; 
mas no por eso menos celebrados 
son Alceo y Simónides y Píndaro, 
los de divino plectro. 
Vive Anacreonte, se conserva puro, 
fresco el rocío en sus nativas rosas, 
y de Safo la lira apasionada 
respira amor y fuego. 
No fue Helena la única princesa 
a quien de un hombre hermoso deslumhrara 
la púrpura y el oro, y las falaces 
palabras seductoras. 
No fue el primero Teucro que su flecha 
al aire disparase, ni fue Troya 
solo una vez cercada, cuando el griego 
hundiola tristemente. 
No Idomeneo y Estenelo solos 
brillaron en las lides; no solo ellos 
merecieron el canto de las Musas 
y los lauros del triunfo. 
Héctor el denodado y Deifobio 
los únicos no han sido que en defensa 
de la esposa adorada y tierna prole 
hasta la vida dieran. 
Antes que Agamenón, el grande Atrida, 
otros caudillos en la tierra han sido; 
¡otros héroes a Aquiles precedieron, 
y hundiéronse en la nada! 
Desparecieron en la sombra muda, 
y sus nombres ilustres se borraron 
cual nombres de cobardes: ¡sus hazañas 
no eternizó la lira! 
Hoy nadie los recuerda ni los llora, 
porque a su gloria les faltó un poeta. 
¡Sin Homero no hay Troya, no hay Aquiles, 
ni quien aplauda y llore! 
No serás tú olvidado, ilustre Lolio, 
en mis versos: en ellos tus empresas 
referidas oirán y tus virtudes 
las gentes venideras. 
De ánimo fuerte, en los negocios diestro; 
en la adversa y la próspera fortuna 
siempre sereno, y justiciero siempre, 
gran cónsul te mostraste. 
Severo juez a la maldad y el crimen, 
perseguidor de la avaricia, y sordo 
a la atracción de la riqueza fuiste 
egregio ciudadano. 
A través de las filas corrompidas 
de grandes corruptores, tú paseaste 
en triunfo la virtud, dones soberbios 
altivo despreciando. 
Merece el nombre de feliz quien digno, 
superior sabe hacerse a la pobreza 
y vive satisfecho; no quien mora 
en opulento alcázar. 
Lo merece quien usa agradecido 
los dones de lo alto y más no pide; 
el que ama la justicia, y la conciencia 
pura y tranquila guarda. 
El que más teme el deshonor y oprobio 
que el trance del morir, y está dispuesto 
a dar la vida por la Patria amada: 
¡ese es feliz y grande! 
Tú lo eres ¡oh Lolio!, afortunado 
cumplidor del deber y justo y probo, 
que al pueblo haces feliz. ¡Pueda mi lira 
eternizar tu nombre! 

II

  A LOLIO (versión de Javier de Burgos)

          No creas, no, que un día 
       sepultará los versos el olvido 
       que de la lira mía 
       al compasado son con arte canto 
       hasta hoy desconocido, 
       nacido yo cabe el ruidoso Ofanto, 
          no si descuella alzado 
       el grande Homero en la primera silla, 
       de Píndaro enterrado 
       el laúd yace o del tonante Alceo, 
       de Estesícoro brilla 
       también la Musa y la del vate ceo. 
          Respetó el tiempo insano: 
       respetó los acentos juguetones 
       del lírico teyano, 
       y el amor vive, el fuego se divisa 
       que a sus tiernas canciones 
       imprimió la lesbiana poetisa. 
          No Helena la primera 
       fue a quien del galán nítido sedujo 
       la blonda cabellera, 
       ni la púrpura de oro recamada 
       ni el palaciego lujo; 
       no fue una sola vez Troya sitiada. 
          No la veloz saeta 
       Teucro, el de Telamón, lanzó el primero 
       con el arco de Creta 
       ni Idomeneo, audaz, sostuvo solo 
       ni Esténelo ligero 
       combates dignos del clarín de Apolo. 
          No en luchas sanguinosas 
       Héctor solo y Deífobo la vida 
       por sus castas esposas 
       y sus queridos hijos expusieron; 
       antes del grande Atrida 
       mil valientes caudillos existieron. 
          Mas, por siempre ignorados, 
       hunde sus nombres el sepulcro frío 
       porque vates sagrados 
       sus altos hechos resonar no hacen; 
       que el escondido brío 
       y el temor escondido a la par yacen. 
          De tu nombre la gloria 
       ¡oh insigne Lolio! pues mi Musa cante: 
       yo tu clara memoria 
       libraré del olvido y de la muerte; 
       loarete constante 
       en la felice y en la adversa suerte 
          y azote del malvado 
       e insensible del oro al atractivo 
       y de tu consulado 
       el lustre prorrogando y los poderes 
       mientras juez fiel y activo 
       santa justicia al interés prefieres 
          y con desdén los dones 
       rechazas viles de inmoral cuadrilla 
       y por entre escuadrones 
       de corruptores tu virtud paseas 
       triunfante y sin mancilla. 
       No al que es más rico, más dichoso creas: 
          lo es quien pobreza grave 
       sufrir contento y del favor del cielo 
       gozar prudente sabe, 
       y el deshonor más teme que la muerte
       que, por el patrio suelo 
       y sus amigos, arrostrara fuerte. 


AD LOLLIUM.

Ne forte credas interitura, quae
longe sonantem natus ad Aufidum,
non ante vulgatas per artes
verba loquor socianda chordis. 

Non si priores Maeonins tenet
sedes Homerus, Pindarica latent,
Ceaeque, et Alcaei minaces
Stesichorique graveCamenae:

nec si quid olim lusit Anacreon,
delevit aetas: spirat adhuc amor,
vivuntque commissi calores
Aeoliae fidibus puellae.

Non sola comptos arsit adulteri
crines, et aurum vestibus illitum
mirata, regalesque cultus,
et comites Helene Lacaena;

primusve Teucer tela Cydonio
direxit arcu; non semel Ilios
vexata; non pugnavit ingens
Idomeneus, Sthenelusve solus

dicenda Musis praelia: non ferox
Hector, vel acer Deiphobus graves
excepit ictus pro pudicis
conjugibus puerisque primus.

Vixere fortes ante Agamemnona
multi: sed omnes illacrymabiles
urgentur ignotique longa
nocte, carent quia vate sacro.

Paulum sepultae distat inertiae
celata virtus. Non ego te meis
chartis inornatum silebo,
totve tuos patiar labores

impune, Lolli, carpere lividas
obliviones. Est animus tibi
rerumque prudens, et secundis
temporibus dubiisque rectus,

vindex avarae fraudis, et abstinens
ducentis ad se cuncta pecuniae,
consulque non unius anni;
sed quoties bonus atque fidus

iudex honestum praetulit utili, et
rejecit alto dona nocentium
vultu, et per obstantes catervas
explicuit sua victor arma.

Non possidentem multa vocaveris
recte beatum: rectius occupat
nomen beati, qui Deorum
muneribus sapienter uti,

duramque callet pauperiem pati,
pejusque letho flagitium timet;
non ille pro charis amicis
aut patria timidus perire.