Horacio, Odas, lib. IV, núm. 9. Copio la traducción de Eduardo de la Barra, que es mucho más exacta y poética que la de Javier de Burgos, que pongo más abajo, junto al texto latino; también es verdad que De la Barra no usa rima y por eso puede permitirse más rigor:
I
A Lolio
Ne forte credas...
Los versos del poeta que es nacido
a orillas del Ofanto rumoroso,
versos de un arte que a la Italia es nueva,
no morirán, ¡oh Lolio!
Reina en la cumbre del Parnaso Homero;
mas no por eso menos celebrados
son Alceo y Simónides y Píndaro,
los de divino plectro.
Vive Anacreonte, se conserva puro,
fresco el rocío en sus nativas rosas,
y de Safo la lira apasionada
respira amor y fuego.
No fue Helena la única princesa
a quien de un hombre hermoso deslumhrara
la púrpura y el oro, y las falaces
palabras seductoras.
No fue el primero Teucro que su flecha
al aire disparase, ni fue Troya
solo una vez cercada, cuando el griego
hundiola tristemente.
No Idomeneo y Estenelo solos
brillaron en las lides; no solo ellos
merecieron el canto de las Musas
y los lauros del triunfo.
Héctor el denodado y Deifobio
los únicos no han sido que en defensa
de la esposa adorada y tierna prole
hasta la vida dieran.
Antes que Agamenón, el grande Atrida,
otros caudillos en la tierra han sido;
¡otros héroes a Aquiles precedieron,
y hundiéronse en la nada!
Desparecieron en la sombra muda,
y sus nombres ilustres se borraron
cual nombres de cobardes: ¡sus hazañas
no eternizó la lira!
Hoy nadie los recuerda ni los llora,
porque a su gloria les faltó un poeta.
¡Sin Homero no hay Troya, no hay Aquiles,
ni quien aplauda y llore!
No serás tú olvidado, ilustre Lolio,
en mis versos: en ellos tus empresas
referidas oirán y tus virtudes
las gentes venideras.
De ánimo fuerte, en los negocios diestro;
en la adversa y la próspera fortuna
siempre sereno, y justiciero siempre,
gran cónsul te mostraste.
Severo juez a la maldad y el crimen,
perseguidor de la avaricia, y sordo
a la atracción de la riqueza fuiste
egregio ciudadano.
A través de las filas corrompidas
de grandes corruptores, tú paseaste
en triunfo la virtud, dones soberbios
altivo despreciando.
Merece el nombre de feliz quien digno,
superior sabe hacerse a la pobreza
y vive satisfecho; no quien mora
en opulento alcázar.
Lo merece quien usa agradecido
los dones de lo alto y más no pide;
el que ama la justicia, y la conciencia
pura y tranquila guarda.
El que más teme el deshonor y oprobio
que el trance del morir, y está dispuesto
a dar la vida por la Patria amada:
¡ese es feliz y grande!
Tú lo eres ¡oh Lolio!, afortunado
cumplidor del deber y justo y probo,
que al pueblo haces feliz. ¡Pueda mi lira
eternizar tu nombre!
II
A LOLIO (versión de Javier de Burgos)
No creas, no, que un día
sepultará los versos el olvido
que de la lira mía
al compasado son con arte canto
hasta hoy desconocido,
nacido yo cabe el ruidoso Ofanto,
no si descuella alzado
el grande Homero en la primera silla,
de Píndaro enterrado
el laúd yace o del tonante Alceo,
de Estesícoro brilla
también la Musa y la del vate ceo.
Respetó el tiempo insano:
respetó los acentos juguetones
del lírico teyano,
y el amor vive, el fuego se divisa
que a sus tiernas canciones
imprimió la lesbiana poetisa.
No Helena la primera
fue a quien del galán nítido sedujo
la blonda cabellera,
ni la púrpura de oro recamada
ni el palaciego lujo;
no fue una sola vez Troya sitiada.
No la veloz saeta
Teucro, el de Telamón, lanzó el primero
con el arco de Creta
ni Idomeneo, audaz, sostuvo solo
ni Esténelo ligero
combates dignos del clarín de Apolo.
No en luchas sanguinosas
Héctor solo y Deífobo la vida
por sus castas esposas
y sus queridos hijos expusieron;
antes del grande Atrida
mil valientes caudillos existieron.
Mas, por siempre ignorados,
hunde sus nombres el sepulcro frío
porque vates sagrados
sus altos hechos resonar no hacen;
que el escondido brío
y el temor escondido a la par yacen.
De tu nombre la gloria
¡oh insigne Lolio! pues mi Musa cante:
yo tu clara memoria
libraré del olvido y de la muerte;
loarete constante
en la felice y en la adversa suerte
y azote del malvado
e insensible del oro al atractivo
y de tu consulado
el lustre prorrogando y los poderes
mientras juez fiel y activo
santa justicia al interés prefieres
y con desdén los dones
rechazas viles de inmoral cuadrilla
y por entre escuadrones
de corruptores tu virtud paseas
triunfante y sin mancilla.
No al que es más rico, más dichoso creas:
lo es quien pobreza grave
sufrir contento y del favor del cielo
gozar prudente sabe,
y el deshonor más teme que la muerte
que, por el patrio suelo
y sus amigos, arrostrara fuerte.
AD LOLLIUM.
Ne forte credas interitura, quae
longe sonantem natus ad Aufidum,
non ante vulgatas per artes
verba loquor socianda chordis.
Non si priores Maeonins tenet
sedes Homerus, Pindarica latent,
Ceaeque, et Alcaei minaces
Stesichorique graves Camenae:
nec si quid olim lusit Anacreon,
delevit aetas: spirat adhuc amor,
vivuntque commissi calores
Aeoliae fidibus puellae.
Non sola comptos arsit adulteri
crines, et aurum vestibus illitum
mirata, regalesque cultus,
et comites Helene Lacaena;
primusve Teucer tela Cydonio
direxit arcu; non semel Ilios
vexata; non pugnavit ingens
Idomeneus, Sthenelusve solus
dicenda Musis praelia: non ferox
Hector, vel acer Deiphobus graves
excepit ictus pro pudicis
conjugibus puerisque primus.
Vixere fortes ante Agamemnona
multi: sed omnes illacrymabiles
urgentur ignotique longa
nocte, carent quia vate sacro.
Paulum sepultae distat inertiae
celata virtus. Non ego te meis
chartis inornatum silebo,
totve tuos patiar labores
impune, Lolli, carpere lividas
obliviones. Est animus tibi
rerumque prudens, et secundis
temporibus dubiisque rectus,
vindex avarae fraudis, et abstinens
ducentis ad se cuncta pecuniae,
consulque non unius anni;
sed quoties bonus atque fidus
iudex honestum praetulit utili, et
rejecit alto dona nocentium
vultu, et per obstantes catervas
explicuit sua victor arma.
Non possidentem multa vocaveris
recte beatum: rectius occupat
nomen beati, qui Deorum
muneribus sapienter uti,
duramque callet pauperiem pati,
pejusque letho flagitium timet;
non ille pro charis amicis
aut patria timidus perire.
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