domingo, 27 de octubre de 2019

Elegía de Abul Beka de Ronda a la pérdida de Córdoba, Sevilla y Valencia

Elegía de Abul -Beka, de Ronda, a la pérdida de Córdoba, Sevilla y Valencia. Retraducida de la versión de Adolf Friedrich von Schack por Juan Valera en sextillas de pie quebrado:

Cuanto sube hasta la cima,
desciende pronto abatido
       al profundo;
¡ay de aquel que en algo estima
el bien caduco y mentido 5
       de este mundo!
En todo terreno ser
sólo permanece y dura
       el mudar;
lo que hoy es dicha o placer 10
será mañana amargura
       y pesar.

Es la vida transitoria
un caminar sin reposo
       al olvido; 15
plazo breve a toda gloria
tiene el tiempo presuroso
       concedido.
Hasta la fuerte coraza,
que a los aceros se opone 20
       poderosa,
al cabo se despedaza,
o con la herrumbre se pone
       ruginosa.

Con sus cortes tan lucidas, 25
del Yemen los claros reyes,
       ¿dónde están?
¿En dónde los Sasanidas,
que dieron tan sabias leyes
       al Irán? 30
Los tesoros hacinados
por Karún el orgulloso
       ¿dónde han ido?
De Ad y Temud afamados,
el imperio poderoso, 35
       ¿do se ha hundido?

El hado, que no se inclina
ni ceja, cual polvo vano
       los barrió,
y en espantosa ruina, 40
al pueblo y al soberano
       sepultó.
Y los imperios pasaron,
cual una imagen ligera
       en el sueño; 45
de Cosroes se allanaron
los alcázares, do era
       de Asia dueño.

Desdeñado y sin corona
cayó el soberbio Darío 50
       muerto en tierra.
¿A quién la muerte perdona?
Del tiempo el andar impío,
       ¿qué no aferra?
De Salomón encumbrado 55
¿al fin no acabó el poder
       estupendo?
Siempre del seno del hado
bien y mal, pena y placer
       van naciendo. 60

Mucho infortunio y afán
hay en que caben consuelo
       y esperanza;
mas no el golpe que el Islam
hoy recibe en este suelo 65
       los alcanza.

España tan conmovida
al golpe rudo se siente
       y al fragor,
que estremece su caída 70
al Arabia y al Oriente
       con temblor.
El decoro y la grandeza
de mi patria, y su fe pura,
       se eclipsaron; 75
sus vergeles son malezas,
y su pompa y hermosura
       desnudaron.

Montes de escombro y desiertos,
no ciudades populosas, 80
       ya se ven;
¿qué es de Valencia y sus huertos?
¿Y Murcia y Játiva hermosas?
       ¿Y Jaén?
¿Qué es de Córdoba en el día, 85
donde las ciencias hallaban
       noble asiento,
do las artes a porfía
por su gloria se afanaban
       y ornamento? 90

¿Y Sevilla? ¿Y la ribera
que el Betis fecundo baña
       tan florida?
Cada ciudad de éstas era
columna en que estaba España 95
       sostenida.
Sus columnas por el suelo,
¿cómo España podrá ahora
       firme estar?
Con amante desconsuelo 100
el Islam por ella llora
       sin cesar.

Ya llora al ver sus vergeles
y al ver sus vegas lozanas
       ya marchitas, 105
y que afean los infieles,
con cruces y con campanas,
       las mezquitas.
En los mismos almimbares
suele del leño brotar 110
       tierno llanto.
Los domésticos altares
suspiran para mostrar
       su quebranto.

Nadie viva con descuido, 115
su infelicidad creyendo
       muy distante;
pues mientras yace dormido
está el destino tremendo
       vigilante. 120
Es dulce patria querida
la región apellidar
       do nacemos;
pero, Sevilla perdida,
¿cuál es la patria, el hogar 125
       que tenemos?

Este infortunio a ser viene
cifra de tanta aflicción
       y horror tanto;
ni fin ni término tiene 130
el duelo del corazón,
       el quebranto.
Y vosotros, caballeros,
que en los bridones voláis
       tan valientes, 135
y cual águilas ligeros,
y entre las armas brilláis
       refulgentes;

que ya lanza poderosa,
agitáis en vuestra mano, 140
       ya en la obscura
densa nube polvorosa,
cual rayo, el alfanje indiano
       que fulgura;
vosotros, que allende el mar 145
vivís en dulce reposo,
       con riquezas
que podéis disipar,
y señorío glorioso
       y grandezas; 150

decidme: los males fieros
que sobre España han caído,
       ¿no os conmueven?
¿Será que los mensajeros
la noticia a vuestro oído 155
       nunca lleven?
Nos abruman de cadenas;
hartan con sangre su sed
       los cristianos.
¡Doleos de nuestras penas! 160
¡Nuestra cuita socorred
       como hermanos!

El mismo Dios adoráis,
de la misma estirpe y planta
       procedéis; 165
¿por qué, pues, no despertáis?
¿por qué a vengar la ley santa
       no os movéis?
Los que el imperio feliz
de España, con alta honra 170
       sustentaron,
al fin la enhiesta cerviz,
al peso de la deshonra,
       doblegaron.

Eran cual reyes ayer, 175
que de pompa se rodean,
       y son luego
los que en bajo menester,
viles esclavos, se emplean
       sin sosiego. 180
Llorado hubierais, sin duda,
al verlos entre gemidos
       arrastrar
la férrea cadena ruda,
yendo, para ser vendidos, 185
       al bazar.

A la madre cariñosa
allí del hijo apartaban
       de su amor;
¡separación horrorosa, 190
con que el alma traspasan
       de dolor!
Allí doncellas gentiles,
que al andar, perlas y flores
       esparcían, 195
para faenas serviles
los fieros conquistadores
       ofrecían.

Hoy en lejana región
prueban ellos del esclavo 200
       la amargura,
que destroza el corazón,
y hiere la mente al cabo
       con locura.
Tristes lágrimas ahora 205
vierta todo fiel creyente
       del Islam,
¿quién su infortunio no llora
y roto el pecho no siente
       del afán? 210


sábado, 31 de agosto de 2019

Itylus, de Algernon. Charles Swinburne

Itylus

Algernon Charles Swinburne

Golondrina, hermana mía, golondrina, 
       ¿cómo puede tu corazón estar henchido de primavera? 
               Mil veranos han terminado y muerto. 
¿Qué has encontrado en la primavera para seguir? 
       ¿Qué has encontrado en tu corazón para cantar? 
               ¿Qué harás, cuando el verano se acabe? 

Oh golondrina, hermana, oh golondrina rauda, 
       ¿por qué volarás tras la primavera al Sur? 
               ¿Está tu corazón en el suave Sur? 
¿No te seguirá el dolor de los viejos tiempos? 
       ¿No se te pegará la canción a la boca? 
               ¿Has olvidado antes de que yo olvide? 

Hermana, hermana mía, oh dulce y fugaz golondrina, 
       tu camino es largo hasta el sol y el Sur; 
               pero yo, cumpliendo el deseo de mi corazón, 
derramo mi canción sobre lo alto y lo hueco 
       del rojo cuerpo y boca dulce y pequeña, 
               alimento el corazón de la noche con fuego. 

Yo, ruiseñor, toda la primavera mediante, 
       oh golondrina, hermana, oh golondrina cambiante, 
               desde la primavera total hasta la nueva, 
vestido con la luz del rocío en la noche, 
       canto, mientras las horas y los pájaros salvajes siguen, 
               emprende el vuelo, y persigue y encuentra el sol. 

Hermana, hermana mía, oh suave golondrina de luz, 
       aunque todo se deleita invitado por la primavera, 
               ¿cómo alegras aún tu corazón? 
porque allá donde vueles no te seguiré 
       hasta que la vida olvide y la muerte recuerde, 
              hasta que lo recuerdes y yo lo olvide. 

Golondrina, hermana mía, oh, golondrina 
       no sé cómo tienes corazón para cantar. 
               ¿Lo tienes? ¿Ya pasó todo?
Tu señor, el verano, es bueno para ir en pos, 
       y justo a los pies de tu amante primavera 
               ¿qué le dirás, empero, a tu primavera amante? 

Oh golondrina, hermana, oh golondrina fugaz, 
       mi corazón en mí es brasa fundida 
               y sobre mi cabeza las olas han chocado. 
Pero te demorarías o yo te seguiría 
       yo podría olvidar o recordar 
               ¿tú podrías recordar y yo olvidar? 

Oh dulce hermana callejera, oh golondrina cambiante, 
       la división del corazón nos divide. 
               Tu corazón es ligero como hoja de árbol; 
pero el mío parte entre huecos de golfo marino 
       al lugar del asesinato de Itylus, 
               a la fiesta de Daulis, en el mar de Tracia. 

Oh golondrina, hermana, oh golondrina rápida, 
       te ruego que cantes no poco trecho. 
               ¿No están mojados techumbres y dinteles? 
La trama tejida que era fácil seguir, 
       el muerto cuerpecillo, la faz floreciente, 
               ¿puedo recordarlos si te olvidas? 

¡Oh hermana, hermana, tu primogénito! 
       Las manos que se aferran y los pies que siguen, 
               la voz de sangre del niño que todavía llora 
¿quién me ha recordado? Quien ha olvidado.
       Te has olvidado, oh golondrina de verano; 
               pero el mundo terminará cuando lo olvide. 

Itylus

BY ALGERNON CHARLES SWINBURNE

Swallow, my sister, O sister swallow, 
       How can thine heart be full of the spring? 
               A thousand summers are over and dead. 
What hast thou found in the spring to follow? 
       What hast thou found in thine heart to sing? 
               What wilt thou do when the summer is shed? 

O swallow, sister, O fair swift swallow, 
       Why wilt thou fly after spring to the south, 
               The soft south whither thine heart is set? 
Shall not the grief of the old time follow? 
       Shall not the song thereof cleave to thy mouth? 
               Hast thou forgotten ere I forget? 

Sister, my sister, O fleet sweet swallow, 
       Thy way is long to the sun and the south; 
               But I, fulfilled of my heart's desire, 
Shedding my song upon height, upon hollow, 
       From tawny body and sweet small mouth 
               Feed the heart of the night with fire. 

I the nightingale all spring through, 
       O swallow, sister, O changing swallow, 
               All spring through till the spring be done, 
Clothed with the light of the night on the dew, 
       Sing, while the hours and the wild birds follow, 
               Take flight and follow and find the sun. 

Sister, my sister, O soft light swallow, 
       Though all things feast in the spring's guest-chamber, 
               How hast thou heart to be glad thereof yet? 
For where thou fliest I shall not follow, 
       Till life forget and death remember, 
               Till thou remember and I forget. 

Swallow, my sister, O singing swallow, 
       I know not how thou hast heart to sing. 
               Hast thou the heart? is it all past over? 
Thy lord the summer is good to follow, 
       And fair the feet of thy lover the spring: 
               But what wilt thou say to the spring thy lover? 

O swallow, sister, O fleeting swallow, 
       My heart in me is a molten ember 
               And over my head the waves have met. 
But thou wouldst tarry or I would follow, 
       Could I forget or thou remember, 
               Couldst thou remember and I forget. 

O sweet stray sister, O shifting swallow, 
       The heart's division divideth us. 
               Thy heart is light as a leaf of a tree; 
But mine goes forth among sea-gulfs hollow 
       To the place of the slaying of Itylus, 
               The feast of Daulis, the Thracian Sea. 

O swallow, sister, O rapid swallow, 
       I pray thee sing not a little space. 
               Are not the roofs and the lintels wet? 
The woven web that was plain to follow, 
       The small slain body, the flowerlike face, 
               Can I remember if thou forget? 

O sister, sister, thy first-begotten! 
       The hands that cling and the feet that follow, 
               The voice of the child's blood crying yet 
Who hath remembered me? who hath forgotten? 
       Thou hast forgotten, O summer swallow, 
               But the world shall end when I forget. 


viernes, 9 de agosto de 2019

Dulce et decorum est, de Wilfred Owen. Poesía de la I Guerra Mundial

I

Dulce et decorum est

Doblados como viejos mendigos bajo fardos,
entrechocando las rodillas y tosiendo como viejas,
maldecimos a través del lodo
hasta darle la espalda a las condenadas bengalas
y empezar a arrastrarnos a un descanso inalcanzable.
Los hombres marchaban dormidos. Muchos ya sin botas
cojeaban calzados de sangre. Todos patéticos, ciegos todos,
bebidos por el cansancio, sordos incluso a los silbidos
de proyectiles decepcionados que caían más atrás.
¡Gas! ¡Gas! ¡De prisa, chicos! En un éxtasis de torpeza
nos calamos zafias máscaras justo a tiempo;
pero alguno seguía pidiendo ayuda a gritos, tropezando
indeciso, como un hombre ardiendo en llamas o cal viva.
Borroso tras los vidrios empañados de la máscara
y a través de aquella verde luz espesa,
como hundido en un mar verde, lo vi ahogarse.
En todos mis sueños, ante mi vista indefensa,
se abalanza sobre mí, se atraganta, se ahoga, se apaga.
Si en algún sueño asfixiante también pudieras seguir a pie
la carreta donde lo arrojamos
y ver cómo retorcía los ojos blancos en su cara,
una cara colgante, como un diablo harto de pecado;
si pudieras oír, a cada tumbo, la espuma de sangre vomitada por pulmones podridos,
obscena como el cáncer, amarga como pus
de llagas viles e incurables en lenguas inocentes,
amigo, no contarías con tanto entusiasmo
a los niños que arden ansiosos de gloria
la vieja mentira: Dulce et decorum est
pro patria mori.​

II

Himno para una juventud condenada

¿Qué fugaces campanas hay para el ganado que va a morir?
Solo la monstruosa ira de las armas,
solo el traqueteo rápido de los rifles tartamudos
poder puede puntuar sus preces presurosas,
no hay para ellos burlas de oraciones y campanas,
ni voz alguna de duelo salvo los coros,
los estridentes y dementes coros de los obuses que gimen;
y las cornetas llamantes desde tristes condados.

¿Qué velas se pueden sostener para desearles buena ventura?
No en las manos de estos muchachos, sino en sus ojos
brillará la lumbre santa del adiós,
la palidez de las frentes de las muchachas será su mortaja;
sus flores, la ternura de las mentes silenciosas
y el lento bajar de una persiana al crepúsculo.

Ozymandias, Percy Bysse Shelley

A un viajero vi, de una tierra remota.
Me dijo: hay dos piernas en el desierto,
de piedra y sin tronco. A su lado cierto
rostro en la arena yace: la faz rota,
sus labios, su frío gesto tirano,
nos dicen que el escultor ha podido
salvar la pasión, que ha sobrevivido
al que pudo tallarlo con su mano.
Algo ha sido escrito en el pedestal:
"Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad
Mi obra, poderosos! ¡Desesperad!"
La ruina es de un naufragio colosal.
A su lado, infinita y legendaria,
solo queda la arena solitaria.


(Traducción de Fernando G. Toledo).

Traducción más literal al español

Conocí a un viajero de una tierra antigua
quien dijo: «dos enormes piernas pétreas, sin su tronco
se yerguen en el desierto. A su lado, en la arena,
semihundido, yace un rostro hecho pedazos, cuyo ceño
y mueca en la boca, y desdén de frío dominio,
cuentan que su escultor comprendió bien esas pasiones
las cuales aún sobreviven, grabadas en estos inertes objetos,
a las manos que las tallaron y al corazón que las alimentó.
Y en el pedestal se leen estas palabras:
"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!"
Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia
de estas colosales ruinas, infinitas y desnudas
se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas»


"OZYMANDIAS" (VERSIÓN ORIGINAL EN INGLÉS):

I met a traveller from an antique land
Who said:—Two vast and trunkless legs of stone
Stand in the desert. Near them on the sand,
Half sunk, a shatter'd visage lies, whose frown
And wrinkled lip and sneer of cold command
Tell that its sculptor well those passions read
Which yet survive, stamp'd on these lifeless things,
The hand that mock'd them and the heart that fed.
And on the pedestal these words appear:
"My name is Ozymandias, king of kings:
Look on my works, ye mighty, and despair!"
Nothing beside remains: round the decay
Of that colossal wreck, boundless and bare,
The lone and level sands stretch far away.