De caminar ya rendido
me senté, al caer la tarde,
a la orilla del camino.
Era un camino penoso,
tanto, que yo no podía
seguir caminando solo.
Allí, triste y en silencio,
vi llegar la oscura noche
que despierta los recuerdos.
Larga noche, en que mi alma,
mientras el cuerpo dormía,
con sus recuerdos velaba...
Pasó la noche, y pasaron
otros días y otras noches,
porque el camino era largo.
Y caminé hasta que un día
durmióse el cuerpo..., ¡y aún duerme
mientras el alma vigila!
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