viernes, 19 de julio de 2013

Brisa marina de Stephane Mallarmé y dos traducciones


Brise Marine

La chair est triste, hélas! et j'ai lu tous les livres. 
Fuir! là-bas fuir! Je sens que des oiseaux sont ivres 
D'être parmi l'écume inconnue et les cieux! 
Rien, ni les vieux jardins reflétés par les yeux 
Ne retiendra ce coeur qui dans la mer se trempe 
O nuits! ni la clarté déserte de ma lampe 
Sur le vide papier que la blancheur défend 
Et ni la jeune femme allaitant son enfant. 
Je partirai! Steamer balançant ta mâture, 
Lève l'ancre pour une exotique nature! 
Un Ennui, désolé par les cruels espoirs, 
Croit encore à l'adieu suprême des mouchoirs! 
Et, peut-être, les mâts, invitant les orages 
Sont-ils de ceux qu'un vent penche sur les naufrages 
Perdus, sans mâts, sans mâts, ni fertiles îlots... 
Mais, ô mon coeur, entends le chant des matelots!


(Traducción de Ángel Romera)

BRISA MARINA

La carne es triste ¡ay! y todo está leído.
¿Huir y huir ahí? ¡Siento aves ebrias
por tanto volar entre espumosa incógnita y cielos!
Nada, ni viejos jardines que los ojos reflejan,
retendrá un corazón ya en el mar sumergido.
¡Oh, noches! ¡Ni claridad que abandone mi lámpara
sobre el vacuo papel cuyo blancor impide,
ni joven madre que ofrezca lactar a su hijo!
¡Me iré! ¡Vapor que balanceas tu arboladura,
leva el ancla hacia tan extraña natura!
¡Una Apatía desolada de esperanzas mendaces
cree aún un adiós de pañuelo supremo!
¡Aunque quizá los mástiles, que invitan tempestades,
sean los que un viento tiende sobre tantos naufragios
sin mástiles perdidos, sin mástiles, ni ínsulas fértiles!
¡Con todo, corazón mío, escuchas ahora el cantar del marinero!


(traducción anónima)


BRISA MARINA

La carne es triste, ¡ay! y todo lo he leído.
¡Huir! ¡Huir ahí! ¡Siento que los pájaros están ebrios
De estar entre la espuma desconocida y los cielos!
Nada, ni los viejos jardines reflejados por los ojos,
Retendrá ese corazón que en el mar se cala
¡Oh noches! ni la claridad desierta de mi lámpara
Sobre el papel vacío que la blancura defiende
Ni la joven mujer amamantando a su hijo.
¡Me iré! ¡Velero meciendo tu arboladura,
Levanta el ancla hacia una exótica naturaleza!

¡Una Desidia, desolada por crueles esperanzas,
Cree aún al supremo adiós de los pañuelos!
Y, quizás, los mástiles, invitando a las tormentas
Son los que un viento inclina sobre los naufragios
Perdidos, sin mástiles, sin mástiles, ni islas fértiles...
¡Pero, oh corazón mío, escucha el canto de los marineros!

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