jueves, 17 de septiembre de 2015
Góngora se defiende de los casticistas y conceptistas
I (atribuido)
¿Quién se podrá poner contigo en quintas,
después que de pintar, Quevedo, tratas?
Tú escribiendo ni atas ni desatas;
y así, haces lo mismo cuando pintas.
Poesía y pintura son distintas,
y ambas cosas en ti son poco gratas,
pidiendo tuertos ojos, cojas patas,
sátiras varias y diversas tintas.
Imita el mesmo Ovidio al mesmo Apeles;
tu pintura será cual tu poesía,
bajo los versos, tristes los colores.
Veremos en tus tablas y papeles
ser igual el poder y la osadía
de los malos poetas y pintores.
II
Anacreonte español, no hay quien os tope.
que no diga con mucha cortesía,
que ya que vuestros pies son de elegía,
que vuestras suavidades son de arrope
¿No imitaréis al terenciano Lope,
que al de Belerofonte cada día.
sobre zuecos de cómica poesía
se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos
dicen que quieren traducir al griego,
no habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
porque a luz saque ciertos versos flojos,
y entenderéis cualquier gregüesco luego.
III
Cierto poeta, en forma peregrina
cuanto devota, se metió a romero,
con quien pudiera bien todo barbero
lavar la más llagada disciplina.
Era su benditísima esclavina,
en cuanto suya, de un hermoso cuero,
su báculo timón del más zorrero
bajel, que desde el Faro de Cecina
a Brindis, sin hacer agua, navega.
Este sin landre claudicante Roque,
de una venera justamente vano,
que en oro engasta, santa insignia, aloque,
a San Trago camina, donde llega:
que tanto anda el cojo como el sano.
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