abusará, Señor, de tu clemencia?
Que parece que aprendo en tu paciencia
más libertad que diste a mi albedrío.
Juzga, corrige, enmienda el error mío
antes que se pronuncie la sentencia.
No llegue, en mi postrera negligencia,
la primera señal de tu desvío.
Tú me diste tu imagen: mi pecado
la borró. Mas, ¡ah, triste! no parezca
tu retrato en mi ciega destemplanza:
vuelva a imprimir tu sangre lo borrado
y, para que la imagen permanezca,
defiéndame de mí tu semejanza.
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