domingo, 9 de agosto de 2015

Pedro Calderón de la Barca, monólogo de la fuerza del amor en El mágico prodigioso

De Pedro Calderón de la Barca, El mágico prodigioso

JUSTINA: 

Aquel ruiseñor amante
es quien respuesta me da
enamorando constante
a su consorte, que está
un ramo más adelante.

Calla, ruiseñor, no aquí
imaginar me hagas ya,
por las quejas que te oí,
cómo un hombre sentirá
si siente un pájaro así.

Mas no: una vid fue lasciva
que, buscando fugitiva
el tronco donde se enlace,
siendo el verdor con que abrace
el peso con que derriba.

No así con verdes abrazos
me hagas pensar en quien amas,
vid, que duraré en tus lazos,
si así abrazan unas ramas
cómo enraman unos brazos.

Y si no es la vid, será
aquel girasol, que está
viendo cara a cara al sol,
tras cuyo hermoso arrebol
siempre moviéndose va. 

No sigas, no, tus enojos,
flor, con marchitos despojos,
que pensarán mis congojas:
"Si así lloran unas hojas,
¿cómo lloran unos ojos?".

Cesa, amante ruiseñor,
desúnete, vid frondosa,
párate, inconstante flor,
o decid: ¿qué venenosa
fuerza usáis?

TODOS CANTAN:

Amor, amor.

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