W Shakespeare, Macbeth, V:
(Entra Lady Macbeth, sonámbula y con una luz en la mano.)
LA DAMA
Aquí está, como suele, y dormida del todo. Acércate y repara.
EL MEDICO.
¿Dónde tomó esa luz?
LA DAMA.
La tiene siempre junto a su lecho. Así lo ha mandado.
EL MÉDICO.
Tiene los ojos abiertos.
LA DAMA.
Pero no ve.
EL MÉDICO.
Mira cómo se retuerce las manos.
LA DAMA.
Es su ademán más frecuente. Hace como quien se las lava.
LADY MACBETH.
Todavía están manchadas.
EL MÉDICO.
Oiré cuanto hable, y no lo borraré de la memoria.
LADY MACBETH.
¡Lejos de mí esta horrible mancha!... Ya es la una... Las dos... Ya es hora... Qué triste está el infierno... ¡Vergüenza para ti, marido mío!... ¡Guerrero y cobarde!... ¿Y qué importa que se sepa, si nadie puede juzgarnos?... ¿Pero cómo tenía aquel viejo tanta sangre?
EL MÉDICO.
¿Oyes?
LADY MACBETH.
¿Dónde está la mujer del señor Faife?... ¿Pero por qué no se lavan nunca mis manos?... Calma, señor, calma... ¡Qué dañosos son esos arrebatos!
EL MÉDICO.
Oye, oye: ya sabemos lo que no debíamos saber.
LA DAMA.
No tiene conciencia de lo que dice. La verdad sólo Dios la sabe.
LADY MACBETH.
Todavía siento el olor de la sangre. Todos los aromas de Oriente no bastarían á quitar de esta pequeña mano mía el olor de la sangre.
EL MÉDICO.
¡Qué oprimido está ese corazón!
LA DAMA.
No lo llevaría yo en el pecho, por toda la dignidad que ella pueda tener.
EL MÉDICO.
No sé curar tales enfermedades; pero he visto sonámbulos que han muerto como unos santos.
LADY MACBETH.
Lávate las manos. Vístete. Vuelva el color a tu semblante. Macheth está bien muerto, y no ha de volver de su sepulcro.... A la cama, a la cama... Llaman a la puerta... Ven, dame la mano... ¿Quién deshace lo hecho?... A la cama.
EL MÉDICO.
¿Se acuesta ahora?
LA DAMA.
En seguida.
EL MÉDICO.
Ya la murmuración pregona su crimen. La maldad suele trastornar el entendimiento, y el ánimo pecador divulga en sueños su secreto. Necesita confesor y no médico. Dios la perdone, y perdone a todos. No te alejes de su lado: aparta de ella cuanto pueda molestarla. Buenas noches. ¡Qué luz inesperada ha herido mis ojos! Pero más vale callar.
LA DAMA.
Buenas noches, doctor.
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