XVIII
¿A un día de verano compararte?
Más hermosura y suavidad posees.
Tiembla el brote de Mayo bajo el viento
y el estío no dura casi nada.
A veces demasiado brilla el ojo
solar, y otras su tez de oro se apaga;
toda belleza alguna vez declina,
ajada por la suerte o por el tiempo.
Pero eterno será el verano tuyo.
No perderás la gracia, ni la Muerte
se jactará de ensombrecer tus pasos
cuando crezcas en versos inmortales.
Vivirás mientras alguien vea y sienta
y esto pueda vivir y te dé vida.
William Shakespeare, Sonetos. Selección y traducción de Manuel Mujica Lainez, Editorial Losada, Buenos Aires, 1964
XVIII
¿Por qué igualarte a un día de verano
si eres más hermoso y apacible?
El viento azota los capullos mayos
y el término estival no tarda en irse;
si a veces arde el óculo solar,
más veces su dorada faz se nubla
y es norma que, por obra natural
o del azar, lo bello al fin sucumba.
Mas no se nublará tu estío eterno
ni perderá la gracia que posee,
ni te tendrá la muerte por trofeo
si eternas son las líneas donde creces:
Habiendo quien respire y pueda ver,
todo esto sigue vivo y tú también.
William Shakespeare, Sonetos & Lamento de una amante, traducción de Andrés Ehrenhaus, Editorial Paradiso, Buenos Aires, 2009
18
¿Te comparo a un día de verano?
Vos sos más temperado y placentero.
El viento bate el capullito enano
y el verano se pasa muy ligero.
A veces quema el sol con su destello,
otras, sus rayos tórridos se opacan
lo bello cede a veces de lo bello
suerte o naturaleza los atacan.
Pero el verano tuyo no se amengua
ni perderás tampoco lo que es tuyo
ni la Muerte usará su engreída lengua
si con versos eternos te construyo.
Mientras los hombres respiren y ojos lean
vas a vivir en esos que me lean.
Sólo vos sos vos. Los sonetos de Shakespeare en traducción rioplatense. Traducción de Miguel Angel Montezanti, Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, 2011
CXXI
Mejor ser vil que tal considerado
cuando, sin serlo, esta culpa te achacan,
y un lícito placer pierdes, que tanto
los demás condenan, pero no tu alma.
Pues ¿por qué los ojos espurios de otros
han de juzgar a mi impetuosa sangre;
o espiar mis flaquezas quien es más flojo
y estima malo lo que yo, agradable?
No, yo soy el que soy; y los que apuntan
a mis desmanes, los propios exponen;
habrá en sus ojos una torcedura,
que sus juicios no ensucien mis acciones.
A no ser que esta máxima sostengan:
todo hombre es malo y en su maldad reina.
Traducción: Ariel Laurencio Tacoronte
CXXIII
No, Time, thou shalt not boast that I do change:
Thy pyramids built up with newer might
To me are nothing novel, nothing strange;
They are but dressings of a former sight.
Our dates are brief, and therefore we admire
What thou dost foist upon us that is old;
And rather make them born to our desire
Than think that we before have heard them told.
Thy registers and thee I both defy,
Not wondering at the present nor the past,
For thy records and what we see doth lie,
Made more or less by thy continual haste.
This I do vow and this shall ever be;
I will be true despite thy scythe and thee.
CXXIII
Tiempo, no has de jactarte de mis cambios:
alzas con nuevo brío tus pirámides
y no son para mí nuevas ni extrañas
sino aspectos de formas anteriores.
Por ser corta la vida, nos sorprende
lo antiguo que reiteras y que impones,
cual si fuera lo nuevo que deseamos
y si no conociéramos su historia.
Os desafío a ti y a tus anales; no me asombran
pasado ni presente, pues tus anales y lo visto engañan
al transformarse mientras te apresuras.
Por mí, te juro que he de ser constante
a pesar de tu hoz y de ti mismo.
Traducción: Manuel Mujica Láinez
CXXIX
Derroche del espíritu en vergüenza
la lujuria es en acto, y hasta el acto
perjura, sanguinaria, traidora,
salvaje, extrema, cruel y ruda:
despreciada no bien se la disfruta,
sin mesura anhelada, y ya alcanzada,
odiada sin mesura, cual un cebo
que desquicia al incauto que lo traga.
Desquicio los suspiros, los abrazos,
los gemidos del antes y el durante,
júbilo al gozar, después penuria,
promesa de alegría, luego un sueño.
Lo saben todos, pero nadie sabe
cerrar el cielo que lleva hasta ese infierno.
Traducción: Carlos Gardini
CXLVI
Pobre alma, centro de culpable limo
a la que burla, indócil, quien la ciñe,
¿por qué adentro sufrir afán y hambre
si pintas lo exterior de alegre lujo?
Si el contrato es tan breve, ¿por qué gastas
ornando tu morada pasajera?
¿Tendrá por fin tu cuerpo sustentar
al gusano que herede tu derroche?
Vive, alma, a expensas de tu servidor;
que aumenten sus fatigas tu tesoro;
y cambia horas de espuma por divinas.
Sé rica adentro, en vez de serlo afuera.
Devora tú a la Muerte y no la nutras,
pues si ella muere, no podrás morir.
Traducción: Manuel Mujica Láinez
CXLVII
Mi amor es como fiebre que delira
por el mal que agudiza el sufrimiento,
nutriéndose de cuanto el mal preserva
para aplacar deseos enfermizos.
Mi razón, que en el trance me atendía,
al ver su prescripción no respetada,
se marchó con enfado, y desespero
porque el deseo es muerte sin remedio.
Soy enfermo sin cura ni cordura,
y, presa de morbosas crispaciones,
desvarío en palabra y pensamiento;
en vano la verdad me habla al oído,
pues juré que eras blanca y radiante,
y negro infierno eres, noche oscura.
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