martes, 27 de febrero de 2007
PRENDAS, Augusto Ferrán
La flor que me diste en tiempo
de amorosa intimidad,
la arrojo al mar, y se pierde
entre las olas del mar.
Y este rizo que tu mano
cortó con amante afán,
lo arrojo al fuego, y el fuego
cenizas lo vuelve ya.
Y tus continuas promesas
de eterna fidelidad,
las doy al viento que pasa
y se las lleva fugaz.
Pero el recuerdo angustioso,
¡ay!, de tu engaño, por más
que se lo entrego a la tierra,
ella otra vez me lo da...
Viento y fuego y mar se duelen
compasivos de mi mal,
y solamente la tierra
de mí no tiene piedad.
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