martes, 11 de agosto de 2015

Pierre de Ronsard, Selección


De Elegía, en Sonetos para Elena, libro II


....Alors que Vesper vient embrunir nos yeux,
Tout épris d'avenir, je contemple les cieux,
En qui Dieu nous écrit, par notes non obscures,
Les sorts et les destins de toutes creatures.
Car lui, du fond des cieux regardant un humain,
Parfois mî de pitié, lui montre le chemin;
Par les astres du ciel qui sont ses caractères,
Les choses nous prédit et bonnes et contraires;
Mais les homes chargés de terres et de trépas,
Méprisent tel écrit, et ne le lisent pas.

"Mientras Véspero baja a nublarnos los ojos,
prendado de futuro, contemplo el firmamento,
en el que Dios escribe, con signos nada oscuros,
las suertes y destinos de todas las criaturas.
Pues él, desde el fondo de los cielos, mirando a algún humano
y a veces movido por piedad, le enseña el camino;
por los astros del cielo que son sus caracteres,
nos predice las cosas, o buenas o contrarias;
pero los hombres, cargados de tierra y de muerte,
desprecian tal escrito, y no lo leen".


Pierre de Ronsard

Soneto para Elena

Cuando seas anciana, de noche, junto a la vela 
hilando y devanando, sentada junto al fuego, 
dirás maravillada, mientras cantas mis versos:
«Ronsard me celebraba, cuando yo era hermosa»,

Ya no tendrás sirvienta que tales nuevas oiga 
y que medio dormida ya por la labor 
se despierte al oír el sonido de mi nombre, 
bendiciendo el tuyo con inmortal alabanza.

Yo estaré bajo tierra, y fantasma sin huesos 
reposaré junto a la sombra de los mirtos, 
y tú serás una anciana junto al hogar encogida.

Lamentando mi amor y tu desdén altivo
Vive, créeme, no aguardes a mañana: 
Coge desde hoy las rosas de la vida.


Hoy, primero de mayo, quiero, Helena, jurarte
que, por Cástor y Pólux, tus hermanos gemelos,
por la vid que se abraza rodeando los olmos,
por los prados, los bosques erizados de verde,

por la nueva estación que renace a la vida,
por el blando cristal que los ríos se llevan
y por ese milagro, ruiseñor, de los pájaros,
sólo tú vas a ser mi postrera ventura.

Sólo tú me enamoras y este amor es mi obra,
no fue azar el prendarme de tus jóvenes años;
para mí solamente tal pasión reivindico.

Me confieso hacedor de mi propia fortuna.
La virtud que te ofrezco es señal de constancia,
si me engaña virtud, adiós, bella señora.


Canción

Pierre de Ronsard

Quienquiera conocer al Amor y a su esencia,
su arco, su fuego, sus rasgos y su aspecto,
cuáles son sus maneras y qué es lo que desea,
lea estos versos: voy aquí a describirlo.

Es un placer repleto de tristeza, 
es un tormento ornado de alegría,
un desespero donde siempre se espera,
un esperar que siempre desespera. 

Es como una nostalgia de juventud perdida
es como polvo expandido en el aire,
es pintar en el aire, es pretender a una
coger el viento y blanquear un moro.

Es falsa risa y dolor verdadero,
tener herido el corazón sin lamentarse,
es volverse criado en lugar de señor,
es morir y nacer mil veces cada día.

Es cerrar a los amigos de la razón la puerta,
que triste languidece casi muerta,
para entregar la llave a la enemiga
que la recibe con el pretexto de ser amiga.

Es mil males por sólo una mirada
es estar sano y simularse enfermo,
es perjurar mintiéndose, y hacer
profesión de adular y complacer.

Es un gran fuego envuelto en poco hielo,
un bello juego relleno de falacias,
es un despecho, una guerra, una tregua,
un largo pensamiento, una palabra breve.

Es un por fuera disimular el gozo,
celando un alma que dentro solloza, 
un mal tan agradable que uno anhela
consumirse por siempre en tan bello martirio.

Es una paz sin duración apenas,
es una guerra de combate extremado,
en donde el vencido recibe toda gloria,
y el vencedor no obtiene la victoria.

Es un error de juventud que elige
aun antes la prisión que la libertad.
Es un pensamiento que entre dudas no reposa,
y por objeto sólo tiene una cosa.

En fin, Nicolás, es amor unos celos,
una fiebre en un frenesí.
¿Qué mayor mal puede haber en el mundo
que tener por señor a una mujer?

Así, pues, para que tu corazón no caiga
bajo los lazos de tan sujeta ley,
si tú me crees, ten cuidado:
el arrepentimiento llega tarde.

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