sábado, 23 de febrero de 2008

A la orilla del mar, Jacinto Verdaguer

A ORILLA DEL MAR

Sobre alto promontorio que domina

las olas de la mar,
cuando en el cielo el astro rey declina
subo yo a meditar.

Al resplandor de aquella luz muriente
contemplo mi no-ser;
contemplo el mar y el cielo ¡y su grandeza
aplasta mi poder!

Esas olas, espejos estelares,
guardan tantos recuerdos,
que hoy me place mirar entre sus aguas
los sueños que murieron.

Alcé tantos castillos en sus playas
que derrumbarse vi,
con sus torres y cúpulas altivas
de oro, plata y marfil;

poemas, ¡ay! que fueron por un tiempo
juguetes del azar,
pechinas que un instante arroja el agua
y vuelve a devorar;

bajeles con sus velas que naufragan
en un día de mayo,
islas de oro que nacen y se borran
del sol al primer rayo;

ideas que me acortan la existencia
robando mi calor,
cual ráfaga que llévase la esencia
de la marchita flor.

Del corazón o de la vida toman
las olas que se van;
si nada tengo, las que ahora vienen
decidme ¿qué querrán?

Con las del mar o las del tiempo un día
al fondo he de rodar;
¿por qué, por qué, engañosa poesía,
mundos me haces crear?

¿Por qué escribir más versos en la arena?
Playa del mar del cielo,
¿cuándo podré escribir en tu gran página
con estrellas mis versos?

Caldetes, 10 enero 1883

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