(Está inspirada en el segundo apólogo de esa obra maestra sobre la naturaleza humana que es El conde Lucanor, compuesta por el infante Juan Manuel, un auténtico Dostoievski del siglo XIV. Es de tradición esópica, pero la versificó un escritor anónimo que la publicó por vez primera en el Diario de Madrid más o menos hacia 1800. Allí es donde la descubrí. Investigando reparé en que esta adaptación apareció poco después en un libro decimonónico que recopilaba las mejores fábulas de autor desconocito. La he titulado "Maneras de ver las cosas" y es un ejemplo magnífico de perspectivismo o de cómo la gente no es buena ni mala, sino solo egoísta porque así lo piden los genes darwinianos):
El hombre, el chico, el asno y los que pasaban.
Encontró en un camino
montados en un mísero pollino
a un chico y a un anciano cierto arriero;
y al punto dijo: ¡Oh chusco lastimero!
¡Pobre animal! Con estas valentías
no tenéis asno para cuatro días.
tanto, por más que calla, le ha dolido
la pulla al pobre viejo, que, corrido,
se desmontó al instante:
y al asno con el chico echó adelante.
Caminaban así, cuando de cara
dan con otro hombre, el cual, como repara
que el muchacho va holgado,
y el viejo a pie detras estropeado,
"¡Mal enseñáis -le dice-
a vuestro hijo o lo que es, infelice!
Mirad mejor por vos y a ese insolente
hacedle pese a tal, que ande o reviente;
que nuevo es su pellejo
y al fin es un rapaz y vos sois viejo.
Esto que oyó el anciano, dijo: "Tate,
tiene razón: molerme es disparate.
Baja, montaré yo". Y así lo han hecho,
pero a muy corto trecho
un soldado bribón desde otra senda,
la voz alzó para que el viejo atienda:
"¡Qué caridad que tiene el tal abuelo!
Como él va a su placer, no le da duelo
despear al muchacho.
Apuesto que es judío o va borracho".
Sin desplegar la boca
contra quien con denuestos le provoca,
se apeó el triste anciano
y, tomando el chicuelo de la mano,
fueron en pos de su jumento un rato;
cuando a deshora un estudiante chato,
(para fisgón sobrole el ser manchego)
soltó la carcajada y dijo luego:
"¡Donoso desvarío!
¡Ellos a pie y el asno de vacío!
Ce, buena gente: pues así os apiada
la caridad con bestia tan honrada,
a cuestas la tomad y por los daños
ponedla luego de aguardiente paños".
A tanta sinrazón, de enojo ciego,
prorumpió el viejo así:
"¡De mí reniego,
y reniego del bruto y del canalla
que a gusto de otro se acomoda y calla!
Ir en un asno me decís qne es mengua:
si nadie va, me mofa vuestra lengua,
mal si camino a pie, peor si monto;
¿Subo al chico? Soy tonto:
¿Le bajo? Es acción fea:
¿Cómo le he de entender? ¡Maldito sea
tanto hablador y consejero tanto,
y maldito sea yo, si más aguanto!
Ven, chico, ven: ya que el pollino es mío,
bien tengo poderío
para servirme de él a mi talante,
sin que de necios el decir me espante;
¡murmuren ellos y los dos montemos,
que así a lo menos con descanso iremos!
APLICACIÓN,
El que de todos quiere
seguir los pareceres, poco a poco,
por premio logrará volverse loco.
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