W.H. Auden (London 1907-Vienna, 1973)
I
Traducción de Silvia Camerotto
Ayer todo el pasado. El lenguaje de la medida
extendiéndose hacia China a lo largo de las rutas comerciales; la difusión
del ábaco y el dolmen;
ayer el sombrío cálculo en los climas soleados.
Ayer la evaluación del seguro con naipes,
la adivinación por agua; ayer la invención
de ruedas y relojes, la doma de
caballos. Ayer el bullicioso mundo de los navegantes.
Ayer la abolición de hadas y gigantes,
la fortaleza como un águila inmóvil oteando el valle,
la capilla construida en el bosque;
ayer el tallado de ángeles y alarmantes gárgolas.
El juicio de herejes entre las columnas de piedra;
ayer las disputas teológicas en las tabernas
y la cura milagrosa en la fuente;
ayer el Sabbath de las brujas; pero hoy la lucha.
Ayer la instalación de dínamos y turbinas,
la construcción de ferrocarriles en el desierto colonial;
ayer la lectura clásica
sobre el origen de la humanidad. Pero hoy la lucha.
Ayer la creencia en el valor absoluto de Grecia,
la caída del telón sobre la muerte de un héroe;
ayer la oración a la puesta del sol
y la adoración de los locos. Pero hoy la lucha.
Mientras el poeta susurra, aterrorizado entre los pinos,
o donde la catarata abundante canta compacta, o perpendicular
en el acantilado al lado de la torre inclinada:
‘Oh, mi visión. Oh, envíame la suerte del marinero’.
Y el investigador escruta a través de sus instrumentos
las inhumanas provincias, el bacilo viril
o el enorme Júpiter terminado:
‘Pero la vida de mis amigos. Indago. Indago.’
Y los pobres en sus refugios sin calor, dejando caer las hojas
del periódico de la tarde: ‘Nuestro día es nuestra pérdida. O atestigua
Historia —la operadora, la
organizadora, Tiempo —el refrescante río’.
Y las naciones combinan cada grito, invocando la vida
que da forma al estómago individual y ordena
el terror nocturno privado.
‘¿Acaso no encontraste la ciudad estado del aprovechado,
erigiste los vastos imperios militares del tiburón
y del tigre, estableciste el resuelto canto del petirrojo?
Intercede, oh desciende como una paloma o
un papá furioso o un ingeniero acomodaticio, pero desciende.’
Y la vida, si responde, responde desde el corazón
y los ojos y los pulmones, desde los negocios y las plazas de la ciudad:
‘Oh, no, no soy el que muda;
no hoy; no para ti. Para ti, soy el
hombre del sí, el compañero de bar, el que es burlado con facilidad;
soy lo que sea que tú hagas. Soy tu promesa de ser
bueno, tu historia graciosa.
Soy tu portavoz de negocios. Soy tu matrimonio
‘¿Cuál es tu propuesta? ¿Construir la ciudad justa? Lo haré.
Estoy de acuerdo. ¿O es el pacto de suicidio, la muerte
romántica? Muy bien, acepto, porque
soy tu elección, tu decisión. Sí, yo soy España’
Muchos lo han escuchado en penínsulas remotas,
en planicies adormecidas, en las aberrantes islas del pescador,
o el corrompido corazón de la ciudad,
han escuchado y emigrado como gaviotas o las semillas de una flor.
Se aferraron como pájaros a los largos expresos que se tambalean
a través de las tierras injustas, a través de la noche, a través del túnel alpino;
flotaron sobre los océanos;
caminaron los desfiladeros. Todos entregaron sus vidas.
En esa árida plaza, ese fragmento extirpado de la caliente
África, soldada tan crudamente a la Europa creativa;
en la meseta tallada por ríos,
nuestros pensamientos tienen cuerpos; las formas amenazantes de nuestra fiebre
son precisas y vivas. Porque los miedos que nos hicieron reaccionar
ante la publicidad de medicinas y el folleto de los cruceros invernales
se han convertido en batallones invasores;
y nuestros rostros, la cara institucional, la cadena comercial, la ruina
están proyectando su ambición como el pelotón de fusilamiento y la bomba.
Madrid es el corazón. Nuestros momentos de ternura florecen
como la ambulancia y el saco de arena;
nuestras horas de amistad en un ejército popular.
Mañana, quizás el futuro. La investigación sobre el agotamiento
y la cruzada de los empaquetadores; la exploración gradual de todos los
octavos de radiación;
mañana el agrandamiento de la conciencia por dieta y respiración.
Mañana el redescubrimiento del amor romántico,
la fotografía de cuervos; todo la diversión bajo
la sombra dominante de la libertad;
mañana la hora del maestro de ceremonia y el músico,
el hermoso bramido del coro debajo de la cúpula;
mañana el intercambio de consejos sobre la cría de terriers,
la entusiasta elección de presidentes
por la repentina arboleda de manos. Pero hoy la lucha.
Mañana para los jóvenes poetas explotando como bombas,
las caminatas por el lago, las semanas de perfecta comunión;
mañana las carreras de bicicleta
a través de los suburbios en las tardes de verano. Pero hoy la lucha.
Hoy el incremento deliberado de las posibilidades de muerte,
la aceptación consciente de la culpa en el asesinato necesario;
hoy el consumo de poderes
en el chato efímero panfleto y la aburrida asamblea.
Hoy los consuelos improvisados: el cigarrillo compartido,
los naipes en el granero con luz de vela, y el concierto estridente,
los chistes masculinos; hoy el
abrazo a tientas e insatisfactorio antes de herir.
Las estrellas están muertas. Los animales no aparecerán.
Nos quedamos solos con nuestro día, y el tiempo es corto, y
la historia puede decir ¡ay!
a los derrotados, pero no puede ayudar ni perdonar.
I
Traducción de Silvia Camerotto
Ayer todo el pasado. El lenguaje de la medida
extendiéndose hacia China a lo largo de las rutas comerciales; la difusión
del ábaco y el dolmen;
ayer el sombrío cálculo en los climas soleados.
Ayer la evaluación del seguro con naipes,
la adivinación por agua; ayer la invención
de ruedas y relojes, la doma de
caballos. Ayer el bullicioso mundo de los navegantes.
Ayer la abolición de hadas y gigantes,
la fortaleza como un águila inmóvil oteando el valle,
la capilla construida en el bosque;
ayer el tallado de ángeles y alarmantes gárgolas.
El juicio de herejes entre las columnas de piedra;
ayer las disputas teológicas en las tabernas
y la cura milagrosa en la fuente;
ayer el Sabbath de las brujas; pero hoy la lucha.
Ayer la instalación de dínamos y turbinas,
la construcción de ferrocarriles en el desierto colonial;
ayer la lectura clásica
sobre el origen de la humanidad. Pero hoy la lucha.
Ayer la creencia en el valor absoluto de Grecia,
la caída del telón sobre la muerte de un héroe;
ayer la oración a la puesta del sol
y la adoración de los locos. Pero hoy la lucha.
Mientras el poeta susurra, aterrorizado entre los pinos,
o donde la catarata abundante canta compacta, o perpendicular
en el acantilado al lado de la torre inclinada:
‘Oh, mi visión. Oh, envíame la suerte del marinero’.
Y el investigador escruta a través de sus instrumentos
las inhumanas provincias, el bacilo viril
o el enorme Júpiter terminado:
‘Pero la vida de mis amigos. Indago. Indago.’
Y los pobres en sus refugios sin calor, dejando caer las hojas
del periódico de la tarde: ‘Nuestro día es nuestra pérdida. O atestigua
Historia —la operadora, la
organizadora, Tiempo —el refrescante río’.
Y las naciones combinan cada grito, invocando la vida
que da forma al estómago individual y ordena
el terror nocturno privado.
‘¿Acaso no encontraste la ciudad estado del aprovechado,
erigiste los vastos imperios militares del tiburón
y del tigre, estableciste el resuelto canto del petirrojo?
Intercede, oh desciende como una paloma o
un papá furioso o un ingeniero acomodaticio, pero desciende.’
Y la vida, si responde, responde desde el corazón
y los ojos y los pulmones, desde los negocios y las plazas de la ciudad:
‘Oh, no, no soy el que muda;
no hoy; no para ti. Para ti, soy el
hombre del sí, el compañero de bar, el que es burlado con facilidad;
soy lo que sea que tú hagas. Soy tu promesa de ser
bueno, tu historia graciosa.
Soy tu portavoz de negocios. Soy tu matrimonio
‘¿Cuál es tu propuesta? ¿Construir la ciudad justa? Lo haré.
Estoy de acuerdo. ¿O es el pacto de suicidio, la muerte
romántica? Muy bien, acepto, porque
soy tu elección, tu decisión. Sí, yo soy España’
Muchos lo han escuchado en penínsulas remotas,
en planicies adormecidas, en las aberrantes islas del pescador,
o el corrompido corazón de la ciudad,
han escuchado y emigrado como gaviotas o las semillas de una flor.
Se aferraron como pájaros a los largos expresos que se tambalean
a través de las tierras injustas, a través de la noche, a través del túnel alpino;
flotaron sobre los océanos;
caminaron los desfiladeros. Todos entregaron sus vidas.
En esa árida plaza, ese fragmento extirpado de la caliente
África, soldada tan crudamente a la Europa creativa;
en la meseta tallada por ríos,
nuestros pensamientos tienen cuerpos; las formas amenazantes de nuestra fiebre
son precisas y vivas. Porque los miedos que nos hicieron reaccionar
ante la publicidad de medicinas y el folleto de los cruceros invernales
se han convertido en batallones invasores;
y nuestros rostros, la cara institucional, la cadena comercial, la ruina
están proyectando su ambición como el pelotón de fusilamiento y la bomba.
Madrid es el corazón. Nuestros momentos de ternura florecen
como la ambulancia y el saco de arena;
nuestras horas de amistad en un ejército popular.
Mañana, quizás el futuro. La investigación sobre el agotamiento
y la cruzada de los empaquetadores; la exploración gradual de todos los
octavos de radiación;
mañana el agrandamiento de la conciencia por dieta y respiración.
Mañana el redescubrimiento del amor romántico,
la fotografía de cuervos; todo la diversión bajo
la sombra dominante de la libertad;
mañana la hora del maestro de ceremonia y el músico,
el hermoso bramido del coro debajo de la cúpula;
mañana el intercambio de consejos sobre la cría de terriers,
la entusiasta elección de presidentes
por la repentina arboleda de manos. Pero hoy la lucha.
Mañana para los jóvenes poetas explotando como bombas,
las caminatas por el lago, las semanas de perfecta comunión;
mañana las carreras de bicicleta
a través de los suburbios en las tardes de verano. Pero hoy la lucha.
Hoy el incremento deliberado de las posibilidades de muerte,
la aceptación consciente de la culpa en el asesinato necesario;
hoy el consumo de poderes
en el chato efímero panfleto y la aburrida asamblea.
Hoy los consuelos improvisados: el cigarrillo compartido,
los naipes en el granero con luz de vela, y el concierto estridente,
los chistes masculinos; hoy el
abrazo a tientas e insatisfactorio antes de herir.
Las estrellas están muertas. Los animales no aparecerán.
Nos quedamos solos con nuestro día, y el tiempo es corto, y
la historia puede decir ¡ay!
a los derrotados, pero no puede ayudar ni perdonar.
II
Spain 1937
W. H. Auden
Selection:(Lines 1-4, 45-56, 89-93)
Yesterday all the past. The language of size
Spreading to China along the trade-routes; the diffusion
Of the counting-frame and the cromlech;
Yesterday the shadow-reckoning in the sunny climates.
And the life, if it answers at all, replies from the heart
And the eyes and the lungs, from the shops and squares of the city:
“O no, I am not the Mover,
Not today, not to you. To you I’m the
“Yes-man, the bar-companion, the easily-duped:
I am whatever you do; I am your vow to be
Good, your humorous story;
I am your business voice; I am your marriage.
“What’s your proposal? To build the Just City? I will,
I agree. Or is it the suicide pact, the romantic
Death? Very well, I accept, for
I am your choice, your decision: yes, I am Spain.”
(p. 2264)
The stars are dead; the animals will not look:
We are left alone with our day, and the time is short and
History to the defeated
May say Alas but cannot help or pardon.
(p. 2265)
España 1937, W.H. Auden
Selección: (Líneas 1-4, 45-56, 89-93)
Ayer todo el pasado. El lenguaje de medidas
Propagado hasta China a lo largo de rutas comerciales; la difusión
Del ábaco y del crónlech;
Ayer el recuento de sombras en soleados climas.
Y la vida, si acaso responde, desde el corazón replica
y desde ojos y pulmones, desde las tiendas y plazas de la ciudad:
‘Oh, no, no soy yo el motor;
No hoy; no para vosotros. Para vosotros soy el que
Siempre asiente, el colega del bar, al que fácil se engaña;
Soy lo que sea que quieras. Soy vuestra promesa de ser
Buenos, vuestro chiste gracioso
Soy vuestra voz en momentos serios. Soy vuestro matrimonio.
¿Qué proponéis? ¿Construir la ciudad de los justos? Bien.
De acuerdo. ¿O un pacto suicida, la Muerte Romántica? Muy bien, acepto, pues
Soy tu elección, tu decisión. Sí, soy España.’
Han muerto las estrellas. Los animales se niegan a mirar
Nos han dejado con nuestro día a solas, y el tiempo es breve, y
La Historia a los vencidos
Podrá decir lo siento pero no puede ayudar ni perdonar.
III
Versión Patricia Ogan Rivadavia-Esteban Moore
Spain 1937
W. H. Auden
Selection:(Lines 1-4, 45-56, 89-93)
Yesterday all the past. The language of size
Spreading to China along the trade-routes; the diffusion
Of the counting-frame and the cromlech;
Yesterday the shadow-reckoning in the sunny climates.
And the life, if it answers at all, replies from the heart
And the eyes and the lungs, from the shops and squares of the city:
“O no, I am not the Mover,
Not today, not to you. To you I’m the
“Yes-man, the bar-companion, the easily-duped:
I am whatever you do; I am your vow to be
Good, your humorous story;
I am your business voice; I am your marriage.
“What’s your proposal? To build the Just City? I will,
I agree. Or is it the suicide pact, the romantic
Death? Very well, I accept, for
I am your choice, your decision: yes, I am Spain.”
(p. 2264)
The stars are dead; the animals will not look:
We are left alone with our day, and the time is short and
History to the defeated
May say Alas but cannot help or pardon.
(p. 2265)
España 1937, W.H. Auden
Selección: (Líneas 1-4, 45-56, 89-93)
Ayer todo el pasado. El lenguaje de medidas
Propagado hasta China a lo largo de rutas comerciales; la difusión
Del ábaco y del crónlech;
Ayer el recuento de sombras en soleados climas.
Y la vida, si acaso responde, desde el corazón replica
y desde ojos y pulmones, desde las tiendas y plazas de la ciudad:
‘Oh, no, no soy yo el motor;
No hoy; no para vosotros. Para vosotros soy el que
Siempre asiente, el colega del bar, al que fácil se engaña;
Soy lo que sea que quieras. Soy vuestra promesa de ser
Buenos, vuestro chiste gracioso
Soy vuestra voz en momentos serios. Soy vuestro matrimonio.
¿Qué proponéis? ¿Construir la ciudad de los justos? Bien.
De acuerdo. ¿O un pacto suicida, la Muerte Romántica? Muy bien, acepto, pues
Soy tu elección, tu decisión. Sí, soy España.’
Han muerto las estrellas. Los animales se niegan a mirar
Nos han dejado con nuestro día a solas, y el tiempo es breve, y
La Historia a los vencidos
Podrá decir lo siento pero no puede ayudar ni perdonar.
III
Versión Patricia Ogan Rivadavia-Esteban Moore
España, 1937.
Ayer todo el pasado. El lenguaje del tamaño
extendiéndose hacia la China por las rutas de comercio,
la difusión del ábaco y de los dólmenes;
ayer el reconocimiento de las sombras en los climas soleados.
Ayer el avalúo de los contratos de seguro mediante fichas,
los augurios y profecías del agua; ayer la invención
de las ruedas de carro y los relojes, la doma de los potros;
ayer el bullicioso mundo de los navegantes.
Ayer la abolición de las hadas y los gigantes;
la fortaleza como un águila inmóvil vigilando el valle,
la capilla erigida en el bosque;
ayer el tallado de ángeles y de atemorizantes gárgolas.
El juicio, entre columnas de piedra, a los herejes;
ayer la discusión teológica en las tabernas
y la cura milagrosa en las fuentes;
ayer el Sabath de las brujas. Pero hoy la lucha.
Ayer la instalación de dínamos y turbinas;
la construcción de ferrocarriles en el desierto colonial;
ayer la clásica conferencia
sobre los orígenes de la humanidad. Pero hoy la lucha.
Ayer la fe en el valor absoluto de la lengua griega;
la caída del telón sobre el cadáver del héroe;
ayer la plegaria dedicada al atardecer,
y la adoración de los locos. Pero hoy la lucha.
Mientras tanto, el poeta susurra, asombrado entre los pinos
o, allí donde canta libre la cascada, compacta o enhiesta
sobre las rocas junto a la torre inclinada:
'Ah, sí, mis visiones. Oh, sí, enviame la suerte del marinero'.
Y el investigador espía a través de sus instrumentos
el territorio las provincias inhumanas, el bacilo viril
o al enorme Júpiter acabado:
'Pero y las vidas de mis amigos. Yo indago, indago'.
Y... los pobres en sus hogares sin fuego dejan caer las páginas
del diario vespertino: " Nuestro día es nuestra pérdida.
Oh, Historia mostranos al operario, al organizador, que el tiempo
nos guiará hacia el río refrescante.
Y las naciones combinan cada grito, invocando la vida
que da forma al vientre individual y ordena
en la noche los terrores privados:
'¿ No fuiste vos el que fundó la ciudad-estado de la esponja,
el que erigió los vastos imperios militares del tiburón
y del tigre, y fijaste la atrevida residencia del petirrojo?
Intervení. Sí, descendé como una paloma o
un papá furioso o un manso ingeniero: pero descendé.'
Y la vida, si acaso responde, contesta desde el corazón
y los ojos y los pulmones, desde los comercios y plazas de la ciudad.
'Ah... no, yo no soy tu energía,
al menos en el día de hoy, no para vos. Para vos soy
'el obsecuente, el compañero de copas, ese al que engañan con facilidad:
yo soy cualquier cosa que hagas; soy tu promesa
de bondad, tu anécdota humorística:
soy la voz de tus negocios; soy tu matrimonio.
'¿ Cuál es tu proposición ? ¿Construir la ciudad de los justos ? Lo haré.
Estoy de acuerdo. ¿O es el pacto suicida, la muerte
romántica? Muy bien, acepto, porque
yo soy tu elección, tu decisión: sí, yo soy España.'
Muchos lo han oído en penínsulas remotas,
en llanos adormecidos, en las aberrantes islas de pescadores,
en el corrupto corazón de la ciudad;
han oído y emigrado como las gaviotas o las semillas en flor.
Se aferraron como clavos a los largos trenes que se sacuden
a través de las tierras injustas, a través de la noche, a través del túnel
/ alpino
flotaron sobre los océanos;
caminaron sobre los pasos de montaña: vinieron a ofrendar sus vidas.
Sobre ese pedazo árido, ese fragmento arrancado del África
caliente, pegado tan crudamente a la Europa ingeniosa,
sobre aquel altiplano rayado de ríos
las formas amenazantes de nuestra fiebre se hallan precisas y vivas.
Mañana, tal vez, el futuro: las investigaciones acerca de la fatiga
y los movimientos de los empacadores; la exploración gradual de todas las
octavas de la radiación;
mañana el engrandecimiento de la conciencia con dietas y ejercicios
/respiratorios.
Mañana el redescubrimiento del amor romántico,
tomarle fotografías a los cuervos; toda la diversión bajo
la sombra dominante de la libertad;
mañana la hora del director y del músico.
Mañana, para los jóvenes, los poetas explotando como bombas,
las caminatas junto al lago, el invierno de la perfecta comunión,
mañana las carreras de bicicletas
en los suburbios en la tarde de verano: pero hoy la lucha.
Hoy el inevitable aumento de la probabilidad de muerte;
la aceptación consciente de la culpa en hechos criminales;
hoy el derroche de los poderes
en el chato efímero panfleto y la reunión aburrida.
Hoy el consuelo provisorio; el cigarrillo compartido;
los naipes en el granero iluminado por una vela, el concierto malo,
las bromas masculinas, hoy el
manoseado e insatisfecho abrazo antes de herir.
Las estrellas están muertas, los animales no desean mirar;
estamos solos con nuestro día, el tiempo es corto
y la Historia a los derrotados
podrá decirles ¡ Que pena!, pero no podrá ayudarlos, mucho menos perdonarlos.
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