viernes, 8 de marzo de 2024

Fernán Pérez de Guzmán, Coplas a la muerte de Alfonso de Cartagena

Transcribo la edición crítica de Maria Mercè López Casas, pero corrijo la falta de criterios métricos poniendo las diéresis que faltan y remedio la puntuación, que me parece a veces incorrecta. No señalo las haches aspiradas, ni las dialefas ni las sinéresis, pues no hay signo asignado para esas licencias.

COPLAS QUE HIZO EL NOBLE CABALLERO FERRÁN PÉREZ DE GUZMÁN SOBRE EL TRÁNSITO Y MUERTE DEL REVERENDO PADRE Y VIRTUOSÍSIMO PRELADO DON ALFONSO DE CARTAGENA OBISPO DE BURGOS, SU CARO AMIGO. 

Aquel Séneca expiró

a quien yo era Lucilo:

la facundia y alto estilo

de España, con él murió.

Así que, no solo yo,

mas España, en triste son,

debe plañir su Platón,

que en ella resplandeció.


La moral sabiduría,

las leyes y los decretos,

los naturales secretos

de la alta sabiduría;

la sacra teología,

la dulce arte oratoria,

toda verísima historia,

toda sutil poesía


hoy perdieron un notable

y valiente caballero,

un relator claro y vero,

un ministro comendable.

¡Quién dará loor loable

al que a todos loaba! 

Quien de todos bien hablaba,

¡quién será quien de él mal hable!


La Iglesia, nuestra madre,

hoy perdió un noble pastor;

las religiones, un padre;

la fe, un gran defensor.

Pierdan y hayan dolor

los que son estudïosos

y del saber deseosos:

un gran interpretador.


La yedra, so cuyas ramas

yo tanto me delectaba...

El laurel, que aquellas llamas

ardientes del sol templaba, 

a cuya sombra yo estaba...

La fontana, clara y fría,

donde yo la gran sed mía

de preguntar sacïaba...


¡Oh, severa y crüel muerte!

¡Oh, plaga cotidïana,

general y común suerte

de toda la gente humana!

¡En una escura mañana

secaste todo el vergel,

tornando en amarga hiel

el dulzor de la fontana!


¡Oh Fortuna, si fortuna

es verdad que hay en el mundo!

¡Oh más claro y más profundo,

Señor, de la alta tribuna!

¡Cuánto escura y cuán sin luna

es tu ordenanza secreta,

aunque justa, santa y neta,

sin contradicción alguna!


¿Por qué habemos ausencia

de varones virtüosos,

útiles y provechosos

a la humana providencia?

¿Por qué nos queda presencia

inútil y mal compuesta?

De esta causa la respuesta

se remite a tu sentencia.


Queda quien debe partir;

parte quien debe quedar,

que pudiera aprovechar

al político vivir.

De aquí podemos sentir

cuánto grande es la distancia

de nuestra gruesa ignorancia

usada a mal presumir


al tu jüicio divino

alto e inestimable,

Señor mío, uno y trino,

de cïencia incomparable.

Lo que a nos es razonable

parece, Señor, perfecto;

al tu eterno conspecto, 

ni es grato, ni aceptable.


Habido tal presupuesto

y tus jüicios dejados,

yo creo ser causa de esto,

nuestras culpas y pecados.

Aquellos nos son negados,

que por mal vivir perdemos.

Aquellos que merecemos,

esos nos son otorgados.


FIN


El Fénix de nuestra Hesperia,

esciente y muy virtüoso,

ya dejó la gran miseria

de este valle lagrimoso.

Pues, concilio glorïoso

de las cïencias, decid:

¡Oh Jhesu Filii David,

tú le da santo reposo!

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