domingo, 18 de marzo de 2007

ROMANCE DEL INFANTE VENGADOR


Helo, helo por do viene
el infante vengador,
caballero a la jineta
en caballo corredor,
su manto revuelto al brazo,
demudada la color,
y en la su mano derecha
un venablo cortador;
con la punta del venablo
sacarían un arador,
siete veces fue templado
en la sangre de un dragón
y otras tantas afilado
porque cortase mejor,
el hierro fue hecho en Francia,
y el asta en Aragón.
Perfilándoselo iba
en las alas de su halcón.
Iba buscar a don Cuadros,
a don Quadros, el traidor.
Allá le fuera a hallar
junto del emperador,
la vara tiene en la mano,
que era justicia mayor.
Siete veces lo pensaba
si lo tiraría o no
y al cabo de las ocho
el venablo le arrojó;
por dar al dicho don Cuadros,
dado ha al emperador,
pasado le ha manto y sayo,
que era de un tornasol,
por el suelo ladrillado
más de un palmo lo metió.
Allí le habló el rey,
bien oiréis lo que habló:
—¿Por qué me tiraste, infante?
¿Por qué me tiras, traidor?
—Perdóneme tu alteza,
que no tiraba a ti, no,
tiraba al traidor de Cuadros,
ese falso engañador,
que de siete hermanos que tenía
no ha dejado si a mí, no.
Por eso ante ti, buen rey,
lo desafío yo.
Todos fían a don Cuadros
y al infante no fían, no,
si no fuera una doncella,
hija es del emperador,
que los tomó por la mano
y en el campo los metió.
A los primeros encuentros
Cuadros en tierra cayó.
Apeárase el infante,
la cabeza le cortó
y tomárala en su lanza
y al buen rey la presentó.
De que aquesto vido el rey
con su hija le casó.

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