miércoles, 26 de septiembre de 2007

Monólogo de Laurencia en Fuenteovejuna, Lope de Vega

ESTEBAN:

¡Hija mía!

LAURENCIA:

No me nombres
tu hija.

ESTEBAN:

¿Por qué, mis ojos?
¿Por qué?

LAURENCIA:

Por muchas razones,
y sean las principales:
porque dejas que me roben
tiranos sin que me vengues,
traidores sin que me cobres.
Aún no era yo de Frondoso,
para que digas que tome,
como marido, venganza;
que aquí por tu cuenta corre;
que en tanto que de las bodas
no haya llegado la noche,
del padre, y no del marido,
la obligación presupone;
que en tanto que no me entregan
una joya, aunque la compren,
no ha de correr por mi cuenta
las guardas ni los ladrones.
Llevome de vuestros ojos
a su casa Fernán Gómez;
la oveja al lobo dejáis
como cobardes pastores.
¿Qué dagas no vi en mi pecho?
¿Qué desatinos enormes,
qué palabras, qué amenazas,
y qué delitos atroces,
por rendir mi castidad
a sus apetitos torpes?
Mis cabellos ¿no lo dicen?
¿No se ven aquí los golpes
de la sangre y las señales?
¿Vosotros sois hombres nobles?
¿Vosotros padres y deudos?
¿Vosotros, que no se os rompen
las entrañas de dolor,
de verme en tantos dolores?
Ovejas sois, bien lo dice
de Fuenteovejuna el nombre.
Dadme unas armas a mí
pues sois piedras, pues sois tigres...
--Tigres no, porque feroces
siguen quien roba sus hijos,
matando los cazadores
antes que entren por el mar
y por sus ondas se arrojen.
¡Liebres cobardes nacisteis;
bárbaros sois, no españoles!
Gallinas, ¡vuestras mujeres
sufrís que otros hombres gocen!
Poneos ruecas en la cinta.
¿Para qué os ceñís estoques?
¡Vive Dios, que he de trazar
que solas mujeres cobren
la honra de estos tiranos,
la sangre de estos traidores,
y que os han de tirar piedras
hilanderas, maricones,
amujerados, cobardes,
y que mañana os adornen
nuestras tocas y basquiñas,
solimanes y colores!
A Frondoso quiere ya,
sin sentencia, sin pregones,
colgar el comendador
del almena de una torre;
de todos hará lo mismo;
y yo me huelgo, mediohombres,
porque quede sin mujeres
esta villa honrada, y torne
aquel siglo de amazonas,
eterno espanto del orbe.

ESTEBAN:


Yo, hija, no soy de aquellos
que permiten que los nombres
con esos títulos viles:
¡iré solo, si se pone
todo el mundo contra mí!

6 comentarios:

Laura de la Fuente dijo...

Muchas gracias por compartir este monólgo. Me ha venido muy muy bien para hacerme una copia tamaño hipermétrope.

Unknown dijo...

No me gusto ,no hay explicación especifica de el monólogo en el texto

Claudia Warnier dijo...

Hermoso monólogo! Una mujer defendiendo sus derechos!!!

Victoria Amores dijo...

¿Cual es la diferencia de monologo y soliloquio?

Jorge Hugo dijo...

Lea la obra completa y encontrará la explicación al conflicto

Enya CM dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.