miércoles, 1 de octubre de 2025

Poemas de Marina Tsvetáieva

Poemas de Marina Tsvetáieva  



A  Ajmatova


¡Oh musa del llanto, la más bella de las musas!

Oh loca criatura del infierno y de la noche blanca.

Tú envías sobre Rusia tus sombrías tormentas

Y tu puro lamento nos traspasa como flecha.


Nos empujamos y un sordo ah

De mil bocas te jura fidelidad, Anna

Ajmátova. Tu nombre, hondo suspiro,

Cae en es hondo abismo que carece de nombre.


Pisar la tierra misma que tú pisas, bajo tu mismo cielo;

Llevamos una corona.

Y aquél a que a muerte hieres a tu paso

Yace inmortal en su lecho de muerte.


Sobre esta ciudad que canta brillan cúpulas,

Y el vagabundo ciego canta loas al Señor…

Y yo, yo te ofrezco mi ciudad con sus campanas,

Ajmátova, y con ella te doy mi corazón.


Versión de Monika Zgustová


 







A  Alia


                                                   mi hija


Algún día, criatura encantadora,

para ti seré sólo un recuerdo,


perdido allá, en tus ojos azules,

en la lejanía de tu memoria.


Olvidarás mi perfil aguileño,

y mi frente entre nubes de humo,


y mi eterna risa que a todos engaña,

y una centena de anillos de plata


en mi mano; el altillo-camarote,

mis papeles en divino desorden,


Por la desgracia alzados, en el año terrible;

tú eras pequeña y yo era joven.


Versión de Severo Sarduy


 






A Boris Pasternak


Distancia: kilómetros y kilómetros?

Nos han dispersado, transplantado

nos han ¡y qué bien estamos

en los lejanos horizontes!


Distancia y lejanías?

Des-pegados, des-soldados.

Apartaron manos, crucificaron

sin saber lo que destruían: la unión total.


De suspiros y tendones

nos malquistaron, nos esparcieron

y exfoliaron.

Muro y foso.

Separados, como las águilas.


Conspiradores y lejanías?

No nos desbarataron; nos perdieron

por los tugurios de las latitudes:

disgregados como huérfanos.


¿Cuál es, pero cuál es, marzo?

¡Como a las barajas nos han cortado!


24 de marzo de 1925


Versión de Carlos Álvarez


 


A Rainier Maria Rilke


Rainer, quiero encontrarme contigo,

quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir.

Simplemente dormir. Y nada más.

No, algo más: hundir la cabeza en tu hombro izquierdo

y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más.

No, algo más: aún en el sueño más profundo, saber que eres tú.

Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.


Versión de Carlos Álvarez


 




 


A ti, dentro de un siglo


A ti, que nacerás dentro de un siglo,

cuando de respirar yo haya dejado,

de las entrañas mismas de un condenado a muerte,

con mi mano te escribo.


¡Amigo, no me busques! ¡Los tiempos han cambiado

y ya no me recuerdan ni los viejos!

¡No alcanzo con la boca las aguas del Leteo!

Extiendo las dos manos.


Tus ojos: dos hogueras,

ardiendo en mi sepulcro -el infierno-

y mirando a la de las manos inmóviles,

la que murió hace un siglo.


En mis manos -un puñado de polvo-

mis versos. Adivino que en el viento

buscarás mi casa natal.

O mi casa mortuoria.


Orgullo: cómo miras a las mujeres,

las vivas, las felices; yo capto las palabras:

"¡Impostoras! ¡Ya todas están muertas!

Sólo ella está viva.


Igual que un voluntario le ha servido.

Conozco sus anillos y todos sus secretos.

¡Ladronas de los muertos!

¡De ella son los anillos!"


¡Mis anillos! Me pesa,

hoy me arrepiento

de haberlos regalado sin medida.

¡Y no supe esperarte!


También me da tristeza que esta tarde

tras el sol haya ido tanto tiempo

y he ido a tu encuentro,

dentro de un siglo.


Apuesto -dice él- que vas a maldecir

a todos mis amigos en sus oscuras tumbas.

¡Todos la celebraban! Pero un vestido rosa

nadie le ofreció.


¿Quién era el generoso? Yo no: soy egoísta.

No oculto mi interés si no me matas.

A todos les pedía cartas,

para por las noches besarlas.


¿Decirlo? ¡Lo diré! El no-ser es un tópico.

Y ahora, para mí, eres ardiente huésped.

Les negarás la gracia a todas las amantes

para amar a la que hoy es sólo huesos.


Versión de Carlos Álvarez


 




 


Bendigo la labor nuestra de cada día...


Bendigo la labor nuestra de cada día,

bendigo el sueño nuestro de cada noche,

el divino juicio y la caridad divina,

la ley benévola y la ley de bronce,


mi empolvada púrpura, de harapos cubierta...,

mi empolvado bastón, de los rayos hogar,

y asimismo, Señor, bendigo el pan

en horno ajeno y la paz en casa ajena.


21 de mayo de 1918


Versión de Severo Sarduy


 




 


Comediante  4


Ya no te necesito,

y no es porque no contestaras

a vuelta de correo, cariño.


Ni por saber que estas líneas,

escritas con tristeza,

las leerás entre risas.


(Escritas por mí a solas -

¡y sólo para ti!- ¡por vez primera!

con alguien las descifrarás).


Ni porque rozarán

los rizos tu mejilla -¡Soy maestra

en leer acompañada!


Tampoco porque a un tiempo

suspiraréis inclinados

sobre las mayúsculas desvaídas.


Ni porque caerán a la par

vuestros párpados -es difícil

mi letra- ¡y en verso, además!


¡No, amiguito! -Es más fácil,

es peor que un enfado.


Ya no te necesito-

porque... porque-¡Ya no te necesito nunca más!


3 de diciembre de 1918


Versión de Severo Sarduy


 




 


En la frente besar -penas borrar...


En la frente besar -penas borrar.

Beso la frente.


En los ojos besar, -el insomnio quitar.

Beso los ojos.


En los labios besar  -dar de beber.

Beso los labios.


En la frente besar  -la memoria borrar.

Beso la frente.


5 de junio de 1917


Versión de Severo Sarduy


 




 


Es sencilla mi ropa...


Es sencilla mi ropa,

pobre mi hogar.

¡Soy una isleña

de islas remotas!


¡Nadie me hace falta!

si entras -pierdo el sueño.

Por calentarle la cena a un Extraño

quemaría mi casa.


Si me miras -ya nos conocemos,

si entras -¡quédate a vivir!

Es sencillo nuestro fuero,

está escrito en la sangre.


En la palma de la mano tendremos

la luna, si nos place.

Si te vas -es como si no existieras,

y como si tampoco yo existiera.


Miro la marca del cuchillo:

¿sanará antes

de que venga otro extraño

a pedirme agua?


Versión de Severo Sarduy




 


Insomnio  2


Así como me gusta

besar las manos

y ofrendar nombres,

también me gusta

abrir las puertas

-¡de par en par!- a la oscura noche.


Apoyando la cabeza,

oír los recios pasos

hacerse más ligeros,

y cómo el viento mece

el bosque somnoliento

y desvelado.


¡Oh noche!

Van creciendo los arroyos

que en el sueño desembocan.

Ya se me cierran los ojos.

en medio de la noche

alguien se ahoga.


27 de mayo de 1916


Versión de Severo Sarduy



 



Insomnio  10


Otra vez una ventana

donde otra vez no se duerme.

A lo mejor beben vino,

a lo mejor no hacen nada.

O tal vez, manos unidas,

no separan esas manos.

En cada casa, mi amigo,

hay así una ventana.


Separaciones y encuentros:

gritas, nocturna ventana,

quizás hay cientos de velas,

o quizás sólo tres velas.

Sin reposo

mi cabeza.

En mi casa

ha entrado eso.


¡Hay que rezar por la casa sin sueño!

¡Y rezar por el fuego en la ventana!


26 de diciembre de 1916


Versión de Severo Sarduy


 




 


Insomnio 11


¡Insomnio, amigo mío!

Otra vez tu mano.

Mientras alzo mi copa

te encuentro en la callada,

en la sonora noche.


¡Déjame que te embruje!

¡Prueba!

No trates de ascender

sino de ir hacia adentro...

Ya te llevo...

Susurra con los labios:

¡Paloma! ¡Amigo!

Prueba.

Déjame que te embruje.

Bebe

de todas las pasiones,

huye

de toda noticia.

Calma.

Concede,

amiga...

Abre los labios.

Abre los labios al placer

y, al borde de la tallada copa,

bebe.

Absorbe.

Traga

hasta el no-ser.

¡Amigo! ¡No te enfades!

¡Déjame que te embruje!

¡Bebe!

De todas las pasiones

la más apasionada,

y de todas las muertes

la más dulce... mis manos.


¡Déjame que te embruje! ¡Bebe!

Desaparece el mundo. Ningún lugar:

orillas inundadas... Bebe mi golondrina

perlas fundidas.

Y tú bebes el mar,

bebes el alba.

¿Con qué amante es la juerga?

¿Con el mío?

Bebe, pequeño,

que ya compararemos.


Y si preguntan, ¡responderé!

El porqué de las mejillas lívidas.

Con Insomnio me fui de juerga, sí.

Con Insomnio me fui de juerga.


Mayo de 1921


Versión de Severo Sarduy


 




 


Libertad salvaje


Me gustan los juegos en que todos

son arrogantes y malignos,

en que son tigres y águilas

los enemigos.


Libertad salvaje

Que cante una voz altiva:

"¡Aquí, muerte, allí -presidio!"

¡Luche la noche conmigo,

la noche misma!


Volando voy -tras de mí van las fieras;

y con el lazo en las manos yo me río...

¡Ojalá la tormenta

me haga añicos!


¡Que sean héroes los enemigos!

¡Acabe en guerra el convite!

Que sólo quedemos dos:

¡El mundo y yo!


Versión de Severo Sarduy


 




 


Magdalena


Entre nosotros, los diez mandamientos,

el calor de las diez hogueras.

La sangre hermana causa rechazo,

pero eres de sangre ajena.


En los tiempos evangélicos

yo sería una de aquéllas...

(¡La sangre ajena es la más deseada,

y entre todas, la más ajena!)


Con todas mis desazones, preclaro,

arrastrándome, te seguiría.

Oculta la mirada demoníaca,

Perfumes en ti vertería:


sobre tus pies, bajo tus pies,

o derramándolos a tu paso...

¡Fluye, pasión envilecida,

empeñada a los parroquianos!


Fluye con la espuma de la boca,

con el fervor de la mirada.

Fluye en el sudor del lecho. Tus pies

en mi cabellera calzo

como en una piel.


A tus pies, como seda, me extiendo.

¡No serás aquél (¡soy aquélla!)

que dijo a la bestia de la melena

ígnea: "¡Levántate, hermana!"



2

Por tus derroteros no pregunto,

porque, amada, todo se cumplió.

Tú me has calzado a mí, descalzo,

en el torrente

de tu cabello

y de tu dolor.


No pregunto cuánto han costado

estos perfumes. Al desnudo,

a mí,

con la ola de tu cuerpo

me has vestido,

como con un muro

o una vid.


Dócil y dulce, como nunca antes,

manso tocaré tu desnudez.

A mí, tan recto, me has enseñado

el declive de la ternura

al caer a mis pies.


Me harás una fosa entre tu pelo,

y sin lienzos me envolverás.

¿Para qué me has de traer la mirra?

Como ola,

tú me lavarás.


Versión de Tatiana Bubnova

Tomado de La Jornada Semanal, México


 




 


Mis versos, escritos tan temprano...


Mis versos, escritos tan temprano

que no sabía aún que era poeta,

inquietos como gotas de una fuente,

como chispas de un cometa,


lanzados como ágiles diablillos al asalto

del santuario donde todo es sueño e incienso,

mis versos de juventud y de muerte

-¡mis versos, que nadie lee!-,


en el polvo de los estantes dispersos

-¡que ninguna mano toca!-,

como vinos preciosos, mis versos

también tendrán su hora.


Versión de Severo Sarduy


 




 


Nostalgia de la patria: ¡qué fastidio!...


Nostalgia de la patria: ¡qué fastidio!

Después de largo tiempo delatado.

Ya me es indiferente

dónde sentirme sola.


Caminar sobre piedras,

a casa con la cesta.

La casa que no es mía:

hospital o caserna.


Me da igual quién me mire

como a un león cautivo.

Cuál es el clan humano

que me ha expulsado -siempre-.


Muy dentro de mí misma,

oso polar si hielo.

Dónde no poder convivir (¡ni lo intento).

Dónde me humillarán -da lo mismo-.


No, mi lengua natal ya no me engaña,

ni materna, me engaña su llamada.

Ya me es indiferente en qué lenguaje

no seré comprendida por el hombre.


(Lector, devorador de toneladas

de periódicos, adicto al cotilleo...)

El es del siglo veinte;

yo: ¡fuera de los siglos!


Enhiesta como un tronco,

resto de la alameda.

Todo y todos iguales;

igual indiferencia.


Lo natal, lo pasado,

rasgos todos y marcas:

toda fecha borrada-

donde ha nacido el alma.


Mi tierra me ha perdido,

y el que investigue, astuto,

el ámbito de mi alma -¡mi alma toda!

no encontrará la traza.


Las casas son ajenas y los templos vacíos.

Me da todo lo mismo.

Mas si aparece un árbol

en el camino, un serbal...


Versión de Severo Sarduy


 




 


Poema del fin


Como la piedra afila el cuchillo,

Como se desliza el serrín al barrer,

Así, aterciopelada, la piel

Húmeda súbitamente en los dedos.


Oh dobles -coraje, sequedad-

De los hombres, ¿dónde estáis,

Si en mis palmas hallo lágrimas

Y no lluvia?


El agua es de la fortuna,

¿Qué más podría desear?

Si tus ojos son diamantes

Que se vierten en mis palmas,


Ya no pierdo

Nada. Fin del fin.

Caricias, caricias

-Acaricio tus mejillas.


Somos así, orgullosas

Y polacas -Marina-,

Cuando en mis manos llueven

Ojos de águila:


¿Lloras? Mi amor,

Mi todo: perdóname.

Trozos de sal

Caen en mis palmas.


Llanto de hombre, veta

Que en la cabeza retiembla.

Llora. Otra te devolverá

La vergüenza que te hice dejar.


Somos dos peces

Del mis-mí-si-mo mar.

Dos conchas muertas

Labio contra labio.


Todo lágrimas.

Sabor

A armuelle.

-¿Y mañana

Cuando

Despierte?


Versión de Monika Zgustová

 


 




 


Psique


1

He vuelto a casa: no soy una impostora

ni una criada -no necesito pan.

Soy tu ocio del domingo, tu pasión,

tu séptimo día y tu séptimo cielo.


Allí, en la tierra, me echaban monedas,

me colgaban piedras al cuello.

-¡Amado! ¿No te acuerdas?

Soy tu golondrina, tu Psique.


2

'Toma, cariño, mis harapos

que fueron un dulce cuerpo.

Lo he destrozado, lo he gastado,

sólo quedan las dos alas.


Vísteme tú con tu esplendor,

sálvame, por piedad.

Y los pobres andrajos raídos

llévalos a la sacristía.


13 de mayo de 1918


Traducción de Lola Díaz


 




 


Regreso del líder


El caballo... cojo.

La espada... oxidada.

¿Quién es el líder

jefe de muchedumbres?


Paso -una hora.

Respiro -un siglo.

Mirando hacia lo bajo,

donde se encuentran tantos.


Enemigo o Amigo,

espina o Laurel.

Todo sueña.

El Caballo es Él.


El caballo... cojo.

La espada... oxidada.

La capa, vieja.

Mas derecho el cuerpo.


Julio 3 de 1921


Versión de Carlos Álvarez


 




 


Se ha ido. Ya no como...


Se ha ido. Ya no como:

quedó sin gusto el pan.

Se ha ido - todo es tiza

si lo llego a tocar.


...Para mí, era el pan,

era la nieve;

ya la nieve no es blanca,

el pan no sabe a nada.


Versión de Severo Sarduy


 




 


Tu alma y la mía son gemelas...


Tu alma y la mía son gemelas

como mis manos: la derecha y la izquierda.

Tan cálidas y tiernas son unidas

como dos alas de un pájaro dormido.

¡Por un ciclón quedamos separados,

por un abismo, tú y yo, como dos alas!


Versión de Larisa Diakova


 




 



Versos a Blok


En Moscú, las cúpulas en llamas.

En Moscú, ya tañen las campanas.

Los sepulcros están aquí, en hilera,

y allí duermen los zares, las zarinas.


Tú no sabes aún que en el alba del Kremlin

se respira mejor que en cualquier otro sitio.

Tú no sabes que en el alba del Kremlin

yo te rezo hasta el alba.


Tú pasas sobre el Neva

y yo sobre el Moscova,

cabizbaja.

Se duermen las farolas.


Te quiero en el insomnio.

Te escucho en el insomnio.

Mientras que por el Kremlin

despiertan campaneros.


Mi río con tu río,

mi mano con tu mano

se ignoran. Cariño mío, alegría

hasta que el alba alcance a la siguiente.


Versión de Severo Sarduy


 

jueves, 11 de septiembre de 2025

A Vishnú

A Vishnú


En el fuego, eres el calor;

en las flores, la fragancia;

entre las piedras, eres el diamante;

en el habla, la verdad;

entre las virtudes, eres el amor;

en el valor, la fuerza;

en el Veda, eres el secreto;

entre los elementos, lo primordial;

en el sol ardiente, la luz;

en la luz de la luna, su dulzura;

eres todo,

y eres la sustancia y el significado de todo.


De la antología Paripadal, del periodo Shangam (Siglo de Oro de la literatura tamil)

miércoles, 3 de septiembre de 2025

Monólogo de Segismundo en La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca, jonada III.

    ¡Cielos, si es verdad que sueño,

suspendedme la memoria,

que no es posible que quepan

en un sueño tantas cosas! 2925

    ¡Válgame Dios, quién supiera,

o saber salir de todas,

o no pensar en ninguna!

¿Quién vio penas tan dudosas?

    Si soñé aquella grandeza 2930

en que me vi, ¿cómo ahora

esta mujer me refiere

unas señas tan notorias?

    Luego fue verdad, no sueño;

y si fue verdad, que es otra 2935

confusión y no menor,

¿cómo mi vida le nombra

    sueño? Pues, ¿tan parecidas

a los sueños son las glorias,

que las verdaderas son 2940

tenidas por mentirosas,

    y las fingidas por ciertas?

¡Tan poco hay de unas a otras

que hay cuestión sobre saber

si lo que se ve y se goza 2945

    es mentira o es verdad!

¿Tan semejante es la copia

al original, que hay duda

en saber si es ella propia?

    Pues si es así, y ha de verse 2950

desvanecida entre sombras

la grandeza y el poder,

la majestad, y la pompa,

    sepamos aprovechar

este rato que nos toca, 2955

pues solo se goza en ella

lo que entre sueños se goza.

    Rosaura está en mi poder;

su hermosura el alma adora;

gocemos, pues, la ocasión; 2960

el amor las leyes rompa

    del valor y confianza

con que a mis plantas se postra.

Esto es sueño; y pues lo es,

soñemos dichas ahora, 2965

    que después serán pesares.

Mas ¡con mis razones propias

vuelvo a convencerme a mí!

Si es sueño, si es vanagloria,

    ¿quién por vanagloria humana 2970

pierde una divina gloria?

¿Qué pasado bien no es sueño?

¿Quién tuvo dichas heroicas

    que entre sí no diga, cuando

las revuelve en su memoria: 2975

"Sin duda que fue soñado

cuanto vi?" Pues si esto toca

    mi desengaño, sí sé

que es el gusto llama hermosa,

que la convierte en cenizas 2980

cualquiera viento que sopla,

    acudamos a lo eterno;

que es la fama vividora

donde ni duermen las dichas,

ni las grandezas reposan.

sábado, 9 de agosto de 2025

La muerte y la doncella, por Matthias Claudius, 1774, y Canto vespertino

 

 Matthias Claudius  (1774)


La niña:


¡Cambio! ¡Ay, cambio! 

¡Vete, hombre de huesos salvajes! 

¡Todavía soy joven, vete, querido!

Y no me toques.


La muerte:


Dame tu mano, ¡hermosa y delicada criatura!

Soy tu amiga y no vengo a castigarte.

¡Ánimo! No soy salvaje

y dormirás tranquila en mis brazos.


Canto vespertino (1779) 


La luna ha salido.

Las estrellas doradas brillan

en el cielo, brillantes y claras:

el bosque se yergue negro y silencioso,

y de los prados

la niebla blanca se eleva maravillosamente.


¡Qué quieto está el mundo,

en el crepúsculo,

tan acogedor y tan encantador!

Como una cámara tranquila,

donde deberías dormir y olvidar las penas del día.     .


¿Ves la Luna allí de pie?

Es solo medio visible,

y sin embargo es redonda y hermosa.

Así son muchas cosas

de las que nos reímos confiadamente,

porque nuestros ojos no pueden verlas.


Nosotros, orgullosos hijos de los hombres,

somos vanos, pobres pecadores,

y no sabemos mucho en absoluto;

tejemos fantasías del aire,

y buscamos muchas artes,

y nos alejamos más de nuestra meta.


Dios, déjanos ver tu salvación.

¡No confiemos en nada fugaz,

ni nos regocijemos en la vanidad!

¡Seamos sencillos, y seamos piadosos y alegres

ante Ti aquí en la tierra como niños!

¿Nos llevarás finalmente de este mundo sin dolor

mediante una muerte dulce, y cuando nos hayas llevado,

nos permitirás ir al cielo,

querido Dios fiel y piadoso? 

¡Así que, hermanos, acostaos en el nombre de Dios!

El aliento de la tarde es frío. 

Que Dios nos libre de castigos

y nos permita dormir en paz,

¡y también a nuestro prójimo enfermo!


Andreas Gryphius, Todo es vanidad y otros poemas

 Andreas Gryphius, Todo es vanidad

(1637, en plena Guerra de los treinta años)


Dondequiera que mires, solo ves vanidad en la tierra.

Lo que uno construye hoy, otro derriba mañana:

donde ahora se alzan ciudades, habrá un prado,

en que un pastorcillo jugará con los rebaños.


Lo que ahora florece magníficamente pronto será pisoteado.

Lo que ahora late y reta mañana será cenizas y huesos,

Nada que dure para siempre, ni bronce, ni mármol.

Ahora la fortuna nos sonríe, ahora truenan los problemas.


La fama de las grandes hazañas debe desvanecerse como un sueño.

¿Perdurarán entonces el teatro del tiempo y el hombre despreocupado?

¡Ay! ¿Qué es todo esto que consideramos precioso,


sino mera nada, sombra, polvo y viento;

sino una flor de prado que no se puede volver a encontrar?

¡Nadie quiere contemplar ya lo eterno!


Miseria humana (1638)


¿Qué somos los humanos después de todo? Una morada de tristeza sombría.

Una bola de falsa felicidad, un fuego fatuo de este tiempo.

Una escena de amargo miedo, llena de agudo sufrimiento

Nieve que pronto se derretirá y velas apagadas.


Esta vida huye como charlas y bromas.

Aquellos que se deshicieron del manto del débil cuerpo

antes que nosotros, y hace tiempo que fueron inscritos

en el libro de la muerte de la gran mortalidad


están fuera de nuestras mentes y corazones. 

Así como un sueño vano cae fácilmente en el camino

y desaparece como un arroyo que ningún poder


puede detener: así también nuestro nombre

alabanza, honor y gloria deben desaparecer

lo que ahora respira debe huir con el aire


lo que vendrá después de nosotros

nos llevará a la tumba después de las diez.

¿Qué digo? Perecemos como humo en fuertes vientos.


Lágrimas de la Patria. Año 1636 (versión de 1663)


¡Ahora sí que estamos por completo devastados!

La horda impúdica de pueblos, la trompeta furiosa,

la espada engordada con sangre, el cañón atronador

han consumido todo el sudor, el esfuerzo y los suministros.

Las torres brillan, la iglesia ha sido trastocada.

El ayuntamiento yace horrorizado, los hombres fuertes están hechos pedazos,

las vírgenes están mancilladas y dondequiera que miremos

es fuego, plaga y muerte lo que traspasa el corazón y el espíritu.

Aquí, a través de la fortaleza y la ciudad, fluye siempre sangre fresca.

Tres veces ya seis años son desde que nuestros ríos inundaron

represados de cadáveres empujados lentamente.

Pero sigo en silencio sobre lo que es peor que la muerte.

¿Qué es más terrible que la peste, las brasas y el hambre?

Que también el tesoro del alma es arrebatado a tantos.


Lamentación por la Alemania devastada (versión de 1637) 


Ahora estamos más que completamente muertos.

La trompeta furiosa del pueblo insolente 

que la espada, gorda de sangre, el cañón atronador,

todo lo que muchos han ganado con esfuerzo se ha ido,

la antigua honestidad y la virtud han muerto;

las iglesias están devastadas / las fortificaciones destruidas,

Las vírgenes están mancilladas; y dondequiera que vamos

¿Hay fuego, plaga, asesinato y muerte aquí entre Schantz y Korbẽ?

Allí entre Mawr y Stad siempre hay sangre fresca.

Tres veces seis años han pasado desde que nuestros ríos se inundaron

espeso de tantos cadáveres, siguió adelante lentamente.

Todavía guardo silencio sobre aquello que es más fuerte que la muerte.

(Tú, Estrasburgo, bien lo sabes) la terrible hambruna

y que el tesoro del alma fue arrebatado a muchos.


A las estrellas


, vosotras, luces que nunca me canso de mirar en la tierra,

vosotras, antorchas que siempre

decoráis el vasto firmamento con vuestras llamas y ardéis sin cesar;

vosotras, flores que decoráis las zonas exteriores del gran cielo:


vosotras, vigilantes que, como Dios, quisisteis construir el mundo;

su palabra llama a la sabiduría misma por su verdadero nombre

que solo Dios mide correctamente, que solo Dios conoce correctamente

(¡Nosotros, mortales ciegos! ¡en qué podemos confiar!).


Vosotros, garantes de mi alegría, ¿cuántas hermosas noches

he pasado velando mientras os observo?

Gobernantes de nuestro tiempo, ¿cuándo sucederá que


yo, que no puedo olvidaros aquí, os veré

a vosotros, cuyo amor infecta mi corazón y mi espíritu, y

estaré libre de otras preocupaciones bajo mi mando?


A las estrellas


Vosotras, luces que nunca me canso de mirar en la Tierra,

vosotras, antorchas que siempre decoráis

el vasto firmamento, con vuestras llamas, y ardéis sin cesar;

vosotras, flores que decoráis las zonas exteriores del gran cielo:


vosotras, vigilantes que, como Dios, quisisteis construir el mundo;

su palabra llama a la sabiduría misma por su verdadero nombre

que solo Dios mide correctamente, que solo Dios conoce correctamente

(¡Nosotros, mortales ciegos, en qué podemos confiar!).


Vosotras, garantes de mi alegría, ¿cuántas hermosas noches

he pasado velando mientras os observo?

Gobernantes de nuestro tiempo, ¿cuándo sucederá que yo,


que no puedo olvidaros aquí, os veré a vosotros,

cuyo amor infecta mi corazón y mi espíritu, y

estaré libre de otras preocupaciones bajo mi mando?


Vanitas vanitatum! ¡Vanitas! (1643)


La gloria de la tierra

debe convertirse en humo y ceniza;

ninguna roca, ningún bronce puede permanecer.

Lo que puede deleitarnos,

lo que apreciamos para siempre,

pasará como un sueño débil.


¿Qué son todas las cosas

que nos hacen fuertes

sino mera nada?

¿Qué es la vida humana,

que siempre debe flotar,

sino una fantasía del tiempo?


La fama que anhelamos, la fama

que apreciamos,

es solo una falsa ilusión.

En cuanto el espíritu se va

y esta boca se desvanece,

nadie pregunta qué ha sucedido aquí.


Ningún conocimiento sabio sirve;

nos dejamos llevar

sin hacer distinción.

¿De qué sirve una multitud de castillos?

Para quienes encuentran el mundo demasiado estrecho aquí,

una tumba estrecha demasiado ancha.


Todo esto se disolverá:

lo que se gana con esfuerzo

y trabajo duro y sudor.

Lo que la gente posee aquí

no puede ser de ninguna utilidad en la muerte.

Todo esto muere cuando morimos.


¿Qué son las breves alegrías
que siempre, ¡ay!, sufren y sufren, y
agobian la angustia del corazón?
El dulce júbilo y
el sublime triunfo
a menudo se convierten en burla y vergüenza.


Debes descender del trono de honor,

pues ningún poder ni corona

puede ser imperecedero. 

Ningún cetro, ni púrpura, ni oro, ni piedra preciosa

puede librarte de la muerte.


Como una rosa que florece

cuando ve el sol

saluda a este mundo,

porque, antes de que termine el día,

antes de que aparezca la tarde,

se marchita y cae de repente.


Así que crecemos en la tierra y

pensamos en alcanzar la grandeza,

libres de dolor y preocupación.

Pero antes de que hayamos crecido y

florecido verdaderamente,

la tormenta de la muerte nos desgarra.


Contamos año tras año,

en el que nuestro féretro será

traído a la puerta:

luego debemos salir de aquí,

y antes de poder reflexionar,

debemos despedirnos de la tierra


Porque el placer nos deleita,

y la fuerza nos hace libres,

y la juventud nos hace seguros,


la muerte nos ha hecho prisioneros,

y la juventud, la fuerza y el esplendor, y

desprecia la firmeza, el arte y el favor.


¿Cuántos días han pasado?

¿Cuántas mejillas amorosas

se han marchitado este día?

Lo pensaron durante largo rato,

y nunca consideraron

que lo habías acortado tanto.


Despierta, corazón mío, y recuerda

que los regalos de este tiempo,

aunque sean apenas un momento,

lo que una vez disfrutaste,

se ha ido como un arroyo

que nunca regresa.


Ríete del mundo y su honor.

Teme, espera, favor y enseñanza.

Y reza al Señor

que siempre permanece rey,

a quien el tiempo no puede arrebatar,

quien puede hacerlo eterno.


¡Bienaventurado el que confía en él!

Ha cimentado firmemente su confianza,

y aunque caiga aquí,

permanecerá de pie

y jamás perecerá,

porque la fuerza misma lo sostiene.

jueves, 7 de agosto de 2025

Monólogo de Richard Bateman en American psycho (2000)

 Monólogo de Richard Bateman en American psycho (2000)

Vivo en el edificio American Gardens en la calle 81 Oeste, piso 11. Me llamo Patrick Bateman. Tengo 27 años. Creo en cuidarme, en una dieta equilibrada y en una rutina de ejercicios rigurosa. Por la mañana, si tengo la cara un poco hinchada, me pongo una compresa de hielo mientras hago abdominales. Ahora puedo hacer mil. Después de retirar la compresa de hielo, uso una loción limpiadora de poros profunda. En la ducha uso un limpiador en gel activado por agua, luego un exfoliante corporal de miel y almendras, y en la cara un exfoliante en gel. Después me aplico una mascarilla facial de hierbas y menta que dejo actuar durante 10 minutos mientras preparo el resto de mi rutina. Siempre uso una loción para después del afeitado con poco o nada de alcohol, porque el alcohol reseca la cara y te hace ver mayor. Luego, una crema hidratante, luego un bálsamo antiedad para ojos, seguido de una loción protectora hidratante final. Esa es la idea de un Patrick Bateman. Una especie de abstracción. Pero no existe un yo real. Solo una entidad. Algo ilusorio. Y aunque puedo ocultar mi mirada fría, y puedes estrechar mi mano y sentir mi carne aferrándose a la tuya, y tal vez incluso puedas intuir que nuestros estilos de vida son probablemente similares, simplemente no estoy ahí. [...] Tengo todas las características de un ser humano: carne, sangre, piel, cabello; pero ni una sola emoción clara e identificable, salvo la codicia y el asco. Algo horrible está sucediendo dentro de mí y no sé por qué. Mi sed de sangre nocturna se ha extendido a mis días. Me siento letal, al borde del frenesí. Creo que mi máscara de cordura está a punto de resbalarse. [...] [A dos prostitutas] ¿Les gusta Phil Collins? Soy un gran fan de Genesis desde el lanzamiento de su álbum de 1980, Duke. Antes de eso, no entendía nada de su obra. Demasiado artístico, demasiado intelectual. Fue en Duke donde la presencia de Phil Collins se hizo más evidente. Creo que Invisible Touch fue la obra maestra indiscutible del grupo. Es una meditación épica sobre la intangibilidad. Al mismo tiempo, profundiza y enriquece el significado de los tres álbumes anteriores. Christy, quítate la bata. Escucha la brillante interpretación conjunta de Banks, Collins y Rutherford. Prácticamente puedes oír cada matiz de cada instrumento. Sabrina, quítate el vestido. En cuanto a la maestría lírica, la composición pura, este álbum alcanza un nuevo nivel de profesionalismo. Sabrina, ¿por qué no bailas un poco? Tomemos como ejemplo la letra de "Land of Confusion". En esta canción, Phil Collins aborda los problemas del abuso de autoridad política. "In Too Deep" es la canción pop más emotiva de los 80, sobre la monogamia y el compromiso. Es sumamente inspiradora. Su letra es tan positiva y afirmativa como, eh, cualquier cosa que haya escuchado en el rock. Christy, arrodíllate para que Sabrina pueda verte el culo. La carrera solista de Phil Collins parece ser más comercial y, por lo tanto, más satisfactoria, en un sentido más específico. Especialmente canciones como "In the Air Tonight" y, eh, "Against All Odds". Sabrina, no te quedes mirándola, cómetela. Pero también creo que Phil Collins funciona mejor dentro del grupo que como solista, y subrayo la palabra artista. Esta es "Sussudio", una canción genial, una de mis favoritas. [...] ¡Howard! Soy Bateman, Patrick Bateman. Eres mi abogado, así que creo que deberías saber que he matado a mucha gente. Unas chicas de compañía en un apartamento en la zona alta... eh... unas cinco o diez personas sin hogar. Eh... Una chica de la Universidad de Nueva York que conocí en Central Park, la dejé en un aparcamiento detrás de una tienda de donuts, maté a Bethany, mi antigua novia, con una pistola de clavos y... un hombre, un viejo maricón con un perro. La semana pasada maté a otra chica... con una motosierra... Tuve que hacerlo, casi se escapa. Y había... había alguien más allí que no recuerdo, quizá una modelo, pero... también está muerta. Y, eh... ¡PAUL ALLEN! ¡Maté a Paul Allen con un hacha! ¡En la cara! ¡Su cuerpo se está disolviendo en una bañera en Hell's Kitchen! No quiero dejar nada por aquí... supongo que he matado a unas... 20 personas... ¡quizás a 40! Ajá, ajá... Tengo... grabaciones de mucho de eso. Algunas chicas las han visto... Incluso... me comí algunos de sus cerebros e intenté cocinar un poco. Esta noche, ¡tuve que matar a mucha gente! Y no sé si me saldré con la mía... esta vez. O sea... o sea, supongo que soy un tipo bastante enfermo. Así que, si vuelves mañana, puede que me aparezca por el bar de Harry. Así que, ya sabes, mantén los ojos bien abiertos. Bueno, adiós. [...] Ya no hay barreras que cruzar. Todo lo que tengo en común con lo incontrolable y lo demente, lo cruel y lo malvado, todo el caos que he causado y mi absoluta indiferencia hacia él, ya lo he superado. Mi dolor es constante y agudo, y no espero un mundo mejor para nadie; de hecho, quiero que mi dolor se inflija a otros. No quiero que nadie escape. Pero incluso después de admitirlo, no hay catarsis. Mi castigo sigue eludiéndome, y no logro un conocimiento más profundo de mí mismo; no puedo extraer ningún conocimiento nuevo de mi relato. Esta confesión no ha significado nada.

Monólogo del presidente Merkin Muffley en Doctor Strangelove (1964)

 Presidente Merkin Muffley

[Al teléfono con el primer ministro ruso] ¿Hola? Eh, ¿hola? ¿Hola, Dmitri? Escucha, no oigo muy bien, ¿podrías bajar un poco la música? Ajá, mucho mejor. Sí, sí. Bien, ahora te oigo, Dmitri. Claro, claro y se oye bien. Yo también oigo bien, ¿eh? Bien, entonces. Bueno, como dices, los dos oímos bien. Bien. Bueno, es bueno que tú estés bien, y... y yo estoy bien. Estoy de acuerdo contigo. Es estupendo estar bien. [Risas] Ahora bien, Dmitri, sabes que siempre hemos hablado de la posibilidad de que algo saliera mal con la bomba. La BOMBA, Dmitri. La bomba de hidrógeno. Bueno, lo que pasó es que, eh, uno de los comandantes de nuestra base, tuvo una especie de... Bueno, se puso un poco raro en la cabeza. Ya sabes. Solo un poco raro. Y eh, fue e hizo una tontería.

Bueno, te diré lo que hizo. Ordenó a sus aviones... atacar tu país.

Bueno, déjame terminar, Dmitri. Déjame terminar, Dmitri. Bueno, escucha, ¿qué crees que siento al respecto? ¿Te imaginas cómo me siento, Dmitri? ¿Por qué crees que te llamo? ¿Solo para saludarte?

¡Claro que me gusta hablar contigo! ¡Claro que me gusta saludarte! No ahora, pero cuando quieras, Dmitri. Solo te llamo para decirte que ha pasado algo terrible.

Es una llamada amistosa. Claro que es una llamada amistosa. Escucha, si no fuera amistosa, probablemente ni siquiera la habrías recibido. No alcanzarán sus objetivos hasta dentro de una hora como mínimo. Estoy seguro, Dmitri. Escucha, he hablado mucho de esto con tu embajador. No es un truco. Bueno, te lo diré. Nos gustaría darle a tu Estado Mayor del Aire un informe completo sobre los objetivos, los planes de vuelo y los sistemas defensivos de los aviones.

Sí, quiero decir, si no podemos recuperar los aviones, entonces, diría que, eh, bueno, eh, tendremos que ayudarte a destruirlos, Dmitri. Sé que son nuestros muchachos. Bien, escucha, ahora, ¿a quién deberíamos llamar? ¿A quién deberíamos llamar, Dmitri? ¿Al qué, al Pueblo? Tú, perdón, te desmayaste allí. El Cuartel General Central de Defensa Aérea del Pueblo. ¿Dónde está eso, Dmitri? En Omsk. Claro. Sí. Ah, los llamarás primero, ¿de acuerdo? Ajá. Oye, ¿tienes el número de teléfono contigo, Dmitri? ¿Qué? Ya veo. Solo pide información de Omsk.

Yo también lo siento, Dmitri. Lo siento mucho. Bueno, tú lo sientes más que yo. Pero yo también lo siento. Lo siento tanto como tú, Dmitri. No digas que lo sientes más que yo porque yo soy capaz de sentirlo tanto como tú. Así que ambos lo sentimos, ¿de acuerdo? De acuerdo.

Monólogo de Randall en Clerks

 ¡Ay, que te jodan! ¡Que te jodan, amigo! Dios mío, ahí estás. Intentando escaquearte. Soy la causa de toda tu miseria. ¿Quién cerró la tienda para jugar al hockey? ¿Quién cerró la tienda para ir a un velorio? ¿Quién intentó recuperar a su exnovia sin siquiera hablar de cómo se sentía con la actual? ¿Quieres culpar a alguien? ¡Cúlpate a ti mismo! [imitando] "Ni siquiera debería estar aquí hoy". ¡Suenas como un imbécil! Dios mío, nadie te ha obligado a venir. Estás aquí por tu propia voluntad. Te gusta pensar que el peso del mundo recae sobre tus hombros, como si este lugar se derrumbara si Dante no estuviera. Dios mío, sobrecompensas tener un trabajo que es básicamente un trabajo de monos. ¡Pulsas botones! Cualquiera podría entrar aquí y hacer nuestro trabajo. Estás obsesionado con hacerlo parecer mucho más épico, mucho más importante de lo que es en realidad. Dios mío, trabajas en una tienda de conveniencia, Dante, y mal, debo añadir. Yo trabajo en una tienda de videos de mierda, y mal también. Sabes, ese tal Jay tiene toda la razón, tío, no se hace ilusiones sobre lo que hace, sobre lo que es. ¿Nosotros? Nos gusta parecer mucho más importantes que la gente que viene aquí a comprar el periódico o, Dios no lo quiera, cigarrillos. Los menospreciamos como si fuéramos muy avanzados. Bueno, si somos tan avanzados, ¿qué hacemos trabajando aquí?

Monólogo de Walter Sobchak en El gran Lebowski (1998)

 Donny era un buen jugador de bolos y un buen hombre. Era uno de nosotros. Amaba la naturaleza y los bolos, y como surfista, exploró las playas del sur de California, desde La Jolla hasta Leo Carrillo y hasta Pismo. Murió, como tantos jóvenes de su generación, antes de tiempo. En tu sabiduría, Señor, lo rescataste, como rescataste a tantos jóvenes brillantes y florecientes en Khe Sanh, en Langdok, en la Colina 364. Estos jóvenes dieron su vida, y Donny también la daría: Donny, quien amaba los bolos. Y así, Theodore Donald Karabotsos, de acuerdo con lo que creemos que fueron tus últimos deseos, encomendamos tus restos mortales al seno del Océano Pacífico, que tanto amaste. Buenas noches, dulce príncipe.

Monólogo de Ruth en The last picture show (1971)

 Ruth Popper, la deprimida esposa de mediana edad del entrenador de preparatoria  de Sonny, con quien este tiene una relación.

[A Sonny] ¿Qué hago disculpándome contigo? ¿Por qué siempre me disculpo contigo, pequeño bastardo? Llevo tres meses disculpándome contigo, sin que siquiera estuvieras aquí. No he hecho nada malo ¿por qué no puedo dejar de disculparme? Tú eres el que debería disculparse. No seguiría en bata si no hubiera sido por ti. Me habría puesto la ropa hace horas. Tú eres el que hizo que dejara de importarme si me vestía o no. Supongo que, solo porque mataron a tu amigo, quieres que olvide lo que hiciste y lo arregle todo. No lo siento por ti. También habrías dejado a Billy, igual que me dejaste a mí. Apuesto a que lo dejaste muchas noches, cada vez que Jacy silbaba. No trataría así a un perro. Supongo que pensabas que era tan vieja y fea que no me debías ninguna explicación. No necesitabas tener cuidado conmigo. No podía hacer nada por ti y por ella, ¿por qué ibas a tener cuidado conmigo? No me querías. Mírame. ¿Ni siquiera puedes mirarme? ¿Lo ves? No deberías haber venido. Estoy a la vuelta de la esquina. Lo has arruinado y lo has perdido por completo. El solo hecho de que me necesites no lo hará volver. [Pausa] No te preocupes, cariño, no te preocupes.

Monólogo de Gloria en Barbie (2023)

 Es literalmente imposible ser mujer. Eres tan hermosa y tan inteligente. Y me mata que no creas que eres lo suficientemente buena. O sea, siempre tenemos que ser extraordinarias, pero de alguna manera siempre lo hacemos mal. Tienes que ser delgada, pero no demasiado delgada, y nunca puedes decir que quieres ser delgada. Tienes que decir que quieres estar sana, pero también tienes que ser delgada. Tienes que tener dinero, pero no puedes pedirlo porque eso es grosero. Tienes que ser jefa, pero no puedes ser mala. Tienes que liderar, pero no puedes aplastar las ideas de los demás. Se supone que debes amar ser madre, pero no hables de tus hijos todo el maldito tiempo. Tienes que ser una mujer de carrera, pero también siempre estar pendiente de los demás. Tienes que responder por el mal comportamiento de los hombres, lo cual es una locura, pero si lo señalas, te acusan de quejarte. Se supone que debes mantenerte bonita para los hombres, pero no tan bonita que los tiente demasiado o que amenaces a otras mujeres, porque se supone que eres parte de la hermandad. Pero siempre destaca, y siempre sé muy agradecida, pero nunca olvides que el sistema está amañado, así que encuentra una manera de reconocerlo, pero también sé siempre agradecida. Nunca tienes que envejecer, nunca ser grosera, nunca presumir, nunca ser egoísta, nunca caer, nunca fallar, nunca mostrar miedo, nunca pasarte de la raya. ¡Es demasiado difícil! Es demasiado contradictorio, ¡y nadie te da una medalla ni te dice gracias! Y resulta, de hecho, que no solo lo estás haciendo todo mal, sino que también todo es tu culpa. Estoy tan cansada de verme a mí misma y a todas las demás mujeres atándonos en nudos para gustarnos a la gente. Y si todo eso también es cierto para una muñeca que solo representa a una mujer, entonces ni siquiera lo sé.

Monólogo del general Aladino en El dictador (2012), película de Sacha Baron Cohen

 Monólogo del general Aladino en El dictador (2012), película de Sacha Baron Cohen:

¿Por qué son tan antidictadores? Imaginen si Estados Unidos fuera una dictadura. Podrían permitir que el 1% de la población se adueñara de toda la riqueza nacional. Podrían ayudar a sus amigos ricos a enriquecerse aún más reduciéndoles los impuestos. Y rescatarlos cuando juegan y pierden. Podrían ignorar las necesidades de los pobres en salud y educación. Sus medios de comunicación parecerían libres, pero estarían controlados en secreto por una persona y su familia. Podrían intervenir teléfonos. Podrían torturar a prisioneros extranjeros. Podrían haber manipulado las elecciones. Podrían mentir sobre por qué van a la guerra. Podrían llenar sus cárceles con un grupo racial en particular, y nadie se quejaría. Podrían usar los medios para asustar a la gente y hacer que apoyen políticas que van en contra de sus intereses.

Monólogo de Marlon Brando en El último tango en París

 [Marlon Brando, a su esposa muerta, en el velatorio]

Nuestro matrimonio no fue más que una trinchera para ti. Y todo lo que se necesitó para que salieras fue una navaja de diez centavos y una bañera llena de agua. ¡Maldita, tacaña, maldita y dejada de la mano de Dios, espero que te pudras en el Infierno!  Eres peor que el cerdo callejero más sucio que nadie pueda encontrar en cualquier lugar. ¿Y sabes por qué? ¿Sabes por qué? Porque mentiste. Me mentiste y confié en ti. Mentiste, y sabías que mentías. ¡Anda, dime que no mentiste! ¿No tienes nada que decir al respecto? Puedes pensar en algo, ¿verdad? ¡Anda, dime algo! ¡Anda, sonríe, cabrona! [llorando] ¡Anda, dime... dime algo dulce! Sonríeme y di que acabo de oír mal. Anda, dime. Jodedora de cerdos... Maldita, jodida, jodedora de cerdos mentirosa. [Sollozando] Rosa... Lo siento, es que... ¡No soporto ver estas malditas cosas en tu cara! [Le quita las pestañas postizas] Nunca te has maquillado... esta mierda. Voy a quitarte esto de la boca, este... este pintalabios... Rosa... ¡Dios mío! ¡Lo siento! ¡No sé por qué lo hiciste! Yo también lo haría, si supiera cómo... Es que no sé cómo... Tengo que... tengo que encontrar la manera...

Monólogo de Sin novedad en el frente

 [Paul está atrapado en un cráter de proyectil con el cuerpo de un soldado francés que acaba de ser herido de muerte.] 

Quiero ayudarte. Quiero ayudarte... [el soldado grita] ¡Para! ¡Para! Puedo soportarlo. ¡No puedo escuchar eso! ¿Por qué tardas tanto en morir? Morirás de todas formas. Oh, no. Oh, no. No morirás. Oh, no. No morirás. Son solo pequeñas heridas. Llegarás a casa. Estarás bien. Llegarás a casa mucho antes que yo. 

Sabes que no puedo huir. Por eso me acusas. Te digo que no quería matarte. Intenté mantenerte con vida. Si volvieras a saltar aquí, no lo haría. Verás, cuando saltaste aquí, eras mi enemigo y te tenía miedo. Pero solo eres un hombre como yo, y te maté. Perdóname, camarada. Dilo por mí. ¡Di que me perdonas! Oh, no. ¡Estás muerto! Solo que tú estás mejor que yo. Estás acabado. Ya no pueden hacerte nada más. Oh, Dios, ¿por qué nos hicieron esto? Solo queríamos vivir, tú y yo. ¿Por qué tendrían que enviarnos a luchar entre nosotros? Si tiráramos estos rifles y estos uniformes, podrías ser mi hermano como Kat y Albert. Tendrás que perdonarme, camarada. Haré todo lo que pueda. Escribiré a tus padres. Le escribiré a tu esposa. Le escribiré. Te prometo que no le faltará nada. Y la ayudaré a ella y también a tus padres. Solo perdóname. Perdóname. ¡Perdóname! ¡Perdóname! [sollozando]

martes, 5 de agosto de 2025

Diálogo que habla de las condiciones de las mujeres, por Cristóbal de Castillejo

 DIÁLOGO QUE HABLA DE LAS CONDICIONES DE LAS MUJERES Fragmentos

Cristóbal de Castillejo


INTERLOCUTORES: ALETHIO, FILENO


Alethio.- Bien se conoçe, Fileno,

que andáys alegre y ufano.


Fileno.- ¿No os pareçe, Alethio hermano,

que es bien gozar de lo bueno

y alaballo?

Quanto más yo, que me hallo

preso de lindos amores,

y tan rico de favores

que peno quando los callo.


Alethio.- Sinrazón

les hazéys, si tales son,

pues la ley de amor perfeto

nos manda tener secreto

lo que está en el coraçón.


Fileno.- Bien sería,

pero yo no tomaría

plazer grande ny senzillo

a trueque de no dezillo

y gozar en conpañía

mi favor;

porque assí como el dolor

duele más siendo callado,

el plazer comunicado

diz que se haze mayor.


Alethio.- En buen hora.

Mas dezidme vos agora:

¿en qué fundáys vuestra gloria?


Fileno.- En el amor y memoria

de my amiga y my señora.


Alethio.- Ceguedad.

Ya que esso fuesse verdad,

locura sería dañosa

fundar el plazer en cosa

en que no ay seguridad.


Fileno.-¿Cómo no?


Alethio.- Porque luego que crió

Dios la primera muger,

por su culpa aquel plazer

ya veys quán poco duró.


Fileno.-Fue engañada.


Alethio.- Es verdad, mas no forçada,

y ella se dexó engañar;

de donde para burlar

y mentir quedó vezada.[...]

[...] No se entienda,

Fileno, ni se defienda

no haver hembras señaladas

que deven ser exçebtadas

de aquesta nuestra contienda

y proçesso;

que claramente confiesso

aver siempre, a la verdad,

hartas de cuya bondad

se puede bien dezir esso.

De las quales,

verdaderas y leales,

vaya lexos tal afrenta,

y solamente esta cuenta

se entienda de las no tales;

antes éstas

son causa que las honestas,

veniendo a ser conoçidas,

queden más esclareçidas,

adornadas y conpuestas

de virtud.

Mas en tanta multitud

de traydoras y alevosas,

las buenas y virtuosas

son desseo de salud.

Entre espinas

suelen naçer rosas finas

y entre cardos lindas flores

y en tiestos de labradores

olorosas clavellinas.

A buscar

se va el oro y a hallar

a montes y peñascales,

y las perlas orientales

en las conchas de la mar.[...]

[...] No ay regla tan general

que no tenga su excebçión

a la mano.

No se hizo para el sano

la sçiençia de mediçina,

y una sola golondrina

diz que no haze verano. [...]

[...] de lo general hablemos,

dexad lo particular.[...]


Fileno.- [...] Pues si Dios con su sapiençia

las mugeres ordenó,

no sin causa nos las dio.


Alethio.- Diónoslas por penitençia,

y pudiera

no criarlas si quisiera,

y oxalá no las criara,

y a nosotros nos formara

de otra materia qualquiera. [...]


MONJAS


Alethio.- [...] Dios os guarde

del fuego que entre ellas arde,

de sus temas y porfías,

contiendas y vanderías,

quando salen en alarde

sus pasiones,

con muy grandes esquadrones

de enbidias, odios, coxquillas,

differençias y rrenzillas

y corages y quistiones

y barajas.

Por el fuero de dos pajas

sostienen enemistades

que aun al fin de sus hedades

las llevan en las mortajas

apegadas.

Después que una vez ayradas

se desaman o baldonan,

con dificultad perdonan,

aunque vayan ynclinadas,

sometidas.

Al sacramento rendidas,

queriéndole reçebir,

confessadas pueden yr,

pero nunca arrepentidas,

perdonando,

ni al tiempo que están rezando

o cantando sus maytines,

que allí suelen los chapines

alguna vez yr bolando

por el coro.

No ay saña de ningún moro

contra nuestra religión,

ni braveza de león,

onça, ni tigre ni toro

ni de alano,

ni con Héctor el Troyano

fue tanto el furor de Archiles,

ni el de las guerras çiviles

que nos escrive Lucano

de Romanos,

ni de aquellos dos hermanos

de Thebas y de sus llamas,

quanto son los de estas damas

quando llegan a las manos. [...]


ALCAHUETAS


Alethio.-[...] Algunos las llaman amas

honestas, viejas pobretas,

cuyo nombre es alcahuetas,

sin más andar por las ramas.

Muy sin pena

por cal os venden arena;

es gente de rapapelo,

que de nadie tienen duelo

por comer a costa agena.

Unas dueñas

amorosas, halagüeñas

en sus gestos y visajes,

van y vienen con mensajes,

mas son algo pedigüeñas

y pesadas;

y como están desarmadas

algunas vezes de muelas,

chupan como sanguisuelas

la sangre, muy mesuradas,

dulcemente.

Es pueblo muy diligente

en prometer y mentir

y nunca se arrepentir,

porque no se lo consiente

su maldad.

Ninguna seguridad

os da su prometimiento,

porque han hecho juramento

de nunca dezir verdad

sin cohecho,

y aun con él no ay nada hecho,

porque esta gente engañosa

no tienen fin a otra cosa

sino a solo su provecho; [...]


[MUJERES EN GENERAL]


[...] ¡O animal,

más que bruto, yrraçional

y malvada bestia, a quien

hizo Dios por nuestro bien,

y ella piensa nuestro mal

sin hartura!

¡Ynperfecta criatura

hecha para ser esclava,

cruel enemiga brava

y sobervia de natura!

¡Careçiente,

general y comúnmente,

de razón, orden y ley! [...]

[...] Si grave quiere mostrarse,

pónese triste, pesada,

rostrituerta, encapotada,

que apenas dexa mirarse;

y si acuesta

a ser cortés y modesta,

dexando la gravedad,

da muestras de liviandad

con risa menos honesta,

y muy presto

aquella graçia del gesto,

con que se muestra amigable,

se haze vituperable

en su oçico conpuesto.

En un hora

canta y gruñe y ríe y llora,

es sabia y loca en un punto,

osa y teme todo junto

y niega al mesmo que adora,

y le vende;

quiere y no quiere, ni entiende

lo que quiere ni dessea.

Consigo mesma pelea,

contraria de sí, se offende

y destruye;

sigue lo mesmo que huye,

lo que sabe no lo sabe,

conçierto ninguno cabe

en lo que ordena y concluye

con razones,

porque contrarias passiones

le perturban la razón,

y en una mesma opinión

tiene muchas opiniones.


Una dama,

de mejor gesto que fama,

me acuerdo que vi en Toledo,

con tanta saña y denuedo

como un toro de Xarama

carniçero,

que en braços de un cavallero,

casi bramando dezía:

«¡Qué desventura la mía,

que no sé lo que me quiero!» [...]

El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo

 El Príncipe, Nicolás Maquiavelo

Capítulo III.

[...] Los romanos, en las provincias de las cuales se hicieron dueños, observaron perfectamente estas reglas. Establecieron colonias, respetaron a los menos poderosos sin aumentar su poder, avasallaron a los poderosos y no permitieron adquirir influencia en el país a los extranjeros poderosos. Y quiero que me baste lo sucedido en la provincia de Grecia como ejemplo. Fueron respetados acayos y etolios, fue sometido el reino de los macedonios, fue expulsado Antíoco, y nunca los méritos que hicieron acayos o etolios los llevaron a permitirles expansión alguna ni las palabras de Filipo los indujeron a tenerlo corno amigo sin someterlo, ni el poder de Antíoco pudo hacer que consintiesen en darle ningún Estado en la provincia. Los romanos hicieron en estos casos lo que todo príncipe prudente debe hacer, lo cual no consiste simplemente en preocuparse de los desórdenes presentes, sino también de los futuros, y de evitar los primeros a cualquier precio. Porque previniéndolos a tiempo se pueden remediar con facilidad; pero si se espera que progresen, la medicina llega a deshora, pues la enfermedad se ha vuelto incurable.

Sucede lo que los médicos dicen del tísico: que al principio su mal es difícil de conocer, pero fácil de curar, mientras que, con el transcurso del tiempo, al no haber sido conocido ni atajado, se vuelve fácil de conocer, pero difícil de curar. Así pasa en las cosas del Estado: los males que nacen en él, cuando se los descubre a tiempo, lo que solo es dado al hombre sagaz, se los cura pronto; pero ya no tienen remedio cuando, por no haberlos advertido, se los deja crecer hasta el punto de que todo el mundo los ve.

Pero como los romanos vieron con tiempo los inconvenientes, los remediaron siempre, y jamás les dejaron seguir su curso por evitar una guerra, porque sabían que una guerra no se evita, sino que se difiere para provecho ajeno. La declararon, pues, a Filipo y a Antíoco en Grecia, para no verse obligados a sostenerla en Italia; y aunque entonces podían evitarla tanto en una como en otra parte, no lo quisieron. Nunca fueron partidarios de ese consejo, que está en boca de todos los sabios de nuestra época: «hay que esperarlo todo del tiempo»; prefirieron confiar en su prudencia y en su valor, no ignorando que el tiempo puede traer cualquier cosa consigo, y que puede engendrar tanto el bien como el mal, y tanto el mal como el bien.

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Capítulo IV

[...]Por ejemplo, los numerosos principados que había en España, Italia y Grecia explican las recuentes revueltas contra los romanos y mientras perduró el recuerdo de su existencia, los romanos nunca estuvieron seguros de su conquista; pero una vez el recuerdo borrado, se convirtieron, gracias a la duración y al poder del imperio, en sus seguros dominadores. Y así después pudieron, peleándose entre sí, sacar la parte que les fue posible en aquellas provincias, de acuerdo con la autoridad que tenían en ellas; porque, habiéndose extinguido la familia de sus antiguos señores, no se reconocían otros dueños que los romanos. Considerando, pues, estas cosas, no se asombrará nadie de la facilidad con que Alejandro conservó el Estado de Asia, y de la dificultad con que los otros conservaron lo adquirido como Pirro y muchos otros. Lo que no depende de la poca o mucha virtud del conquistador, sino de la naturaleza de lo conquistado.

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Capítulo V

[...]Ahí están los espartanos y romanos como ejemplo de ello. Los espartanos ocuparon a Atenas y Tebas, dejaron en ambas ciudades un gobierno oligárquico, y, sin embargo, las perdieron. Los romanos, para conservar a Capua, Cartago y Numancia, las arrasaron, y no las perdieron. Quisieron conservar a Grecia como lo habían hecho los espartanos, dejándole sus leyes y su libertad, y no tuvieron éxito: de modo que se vieron obligados a destruir muchas ciudades de aquella provincia para no perderla. Porque, en verdad, el único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla.

jueves, 31 de julio de 2025

Pedro Calderón de la Barca, Defensa de las mujeres, en su Las armas de la hermosura

 (Veturia, a Coriolano, en queja por su ley contra el lujo y las modas de las sabinas, en P. Calderón de la Barca, Las armas de la hermosura):

En público el valor mío / se atreve a hablar, pues habló / en público vuestro edicto.  / Que no es digno de ese honor / Coriolano, otra vez digo, / ni en vosotros para dado, / ni en él para recibido; / porque siendo las mujeres / el espejo cristalino / del honor del hombre, ¿cómo / puede, estando a un tiempo mismo / en nosotras empañado, / estar en vosotros limpio? / No blasonéis, pues, soldados, / en la rota del sabino, / de que venís con honor; / que si valientes y altivos / allá le dejáis ganado, / acá le hallaréis perdido. / Inútil os fue el valor, / poco provechoso el brío, / la resolución sin logro / y sin efecto el peligro, / pues [nada lográis quedando] / ya de nosotras mal vistos; / que si, en fe de apetecidas, / vuestro agasajo nos hizo / que descansase la queja / a la sombra del cariño, / ¿qué mucho que, despreciadas, / al contrario, el albedrío, / que fue dócil al halago, / sea rebelde al desvío? / Como esposas nos tratasteis, / nobles, corteses y finos; / pues ¿cómo ya como esclavas / nos tratáis, con tal dominio / que en mujeriles adornos / aun no nos dejáis arbitrio? / No lo sentimos por ellos; / que por lo que lo sentimos / es la desestimación, / el desdén, el descariño, / el ultraje, el ajamiento; / que si el mundo en su principio / nos privó (quizá de miedo) / del uso de armas y libros, / no del uso nos privó / de aquel aplicado aliño / con que la naturaleza / se vale del artificio. / Pues ¿cómo, siendo heredados, / contra el natural estilo /  canceláis de las mujeres / los privilegios antiguos? / ¿Qué bruta nación, adonde / nunca llegar han podido / ni la política en leyes, / ni la república en juicios; / ¿qué adusto bárbaro, a quien / tostó ardiente, erizó esquivo / el sol la tez en ardores / y el aire la greña en rizos, / les negó la adoración / del humano sacrificio / de ser ellas las rogadas / y ser ellos los rendidos, / cuanto más la urbanidad / de los comercios que, dignos, / sin deslizarse a indecentes, / se mantienen en festivos? / Las mujeres, a quien deben / primer albergue nativo / los hombres y a quien los hombres / en dos maneras han sido / tan costosos al nacer, / y al criarse tan prolijos, / ¿han de vivir abatidas / a vista de quien las quiso / o lo dijo, por lo menos, / pues basta ver que lo dijo / para ver cuán desairados /estar todos es preciso, / vosotros con vuestras damas, / y Coriolano conmigo? / Y así yo, en nombre de todas, / en ira envuelta el sentido, / la lengua anegada en quejas, / la voz ardiendo en suspiros, / brotado el aliento en rayos, / destilado el llanto en hilos, / sin puntualidad la gala, / sin preceptos el aliño, / sin ley vagando el cabello, / sin orden puesto el vestido, / vuelvo a que, en nombre de todas, / digo a todos lo que a él digo. / Por noble, pues, Coriolano, / por galán, por entendido, / por cortesano en la paz, / en la guerra por invicto, / o por hombre solamente / (que harto con esto te obligo), / si como dama, te ruego / y como esclava, te pido / que aquesta infamia derogues, / haciendo que su designio / se borre de la memoria / y se escriba en el olvido. / Y si acaso a esta fineza, / de cobarde o de remiso, / no te dispone lo amante,  /  no te resuelve lo fino, / yo de mi parte a ti solo / y a todos os lo repito  / de parte de las demás; / protesto, juro y afirmo  / (por esa antorcha del día /  que con afán repetido / se apaga al morir en ondas, / se enciende al nacer en visos)  / que ha de ser siempre en nosotras, / si no hacéis lo que os pedimos, / el agasajo forzado, / poco seguro el cariño, / el favor poco constante, / el desabrimiento fijo, /  triste y escabroso el lecho, / el gusto forzado y tibio,  / con melindres la fineza,  /  el halago con retiros, / siempre el enojo rebelde,  / nunca seguro el alivio. / Y cuando aquesto no baste, / monstruos somos vengativos. / Temed, pues, temed que el odio / quizá se pase a peligro; / que en manos de las mujeres / también, con violentos bríos, / saben herir los puñales, / saben cortar los cuchillos. /  Y cuando no, ser sus ojos, / viendo el adagio cumplido,  / de que las mujeres somos / milagros y basiliscos.