Nace ciego
un hombre, y discurre luego
cómo será el resplandor
del Sol, planeta mayor,
que rumhos de zafir gira;
y, cuando por fe le admira,
cobra en una noche bella
la vista, y es una estrella
la primer cosa que mira.
Admirando el tornasol
de la estrella, dice: "Sí,
este es el Sol; que yo así
tengo imaginado al Sol";
pero cuando su arrebol
tanta admiración le ofrece,
sale el Sol y le oscurece.
Pregunto yo: ¿ofenderá
una estrella, que se va,
a todo un Sol, que amanece?
Yo así, que ciego vivía
de amor cuando no te amaba,
como ciego imaginaba
cómo aquel amor sería:
adoraba lo que vía,
presumiendo que era así
el amor; mas ¡ay de mí!
que no vi al Sol, vi una estrella,
y entretúveme con ella,
hasta que el Sol mismo vi.
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