domingo, 2 de agosto de 2015

Tango de la Menegilda

Tango de la Menegilda, de la zarzuela La Gran Vía, cuyo libreto es de Felipe Pérez y González:

Pobre, chica, 
la que tiene que servir, 
más va... liera, 
que se llegase a morir, 
porque si una no sabe, 
por las mañanas brujulear, 
aunque mil años viva, 
su paradero es el “hespital”. 
Cuando yo, vine aquí, 
lo primero que al pelo aprendí, 
fue a fregar, a barrer, a guisar, 
a planchar y a coser... 
pero viendo que estas cosas, 
no me hacían prosperar, 
consulté con mi conciencia, 
y al punto me dijo, 
¡aprende a sisar!, 
aprende a sisar, 
aprende a sisar...
 
Salí tan mañosa 
que al cabo de un año, 
tenía seis trajes de seda y satén, 
a nada que ustedes, 
discurran un poooco... 
ya saben o al menos
se lo han figurao
de dónde saldría, 
para ello, el parné. 

Yo iba, sola, 
por la mañana a comprar, 
y me... daban,
seis duros para pagar, 
y, de sesenta reales, gastaba treinta, 
o un poco más, 
y lo que me sobraba, 
me lo guardaba un “melitar”. 

Yo no sé, como fue, 
que un domingo después de comer, 
yo no sé, qué pasó, 
que mi ama a la calle me echó, 
pero al darme el señorito, 
la cartilla y el parné, 
me decía por lo bajo: 
"Te espero en Eslava, 
tomando café". 
¡Tomando café, 
tomando caféee! 

Después de este hombre, 
serví a un boticario, 
serví a una señora, 
que andaba muy mal; 
me vine a esta casa, 
y aquí estoy al pelo, 
pues sirvo a un abuelo 
que el pobre está lelo 
y yo soy el ama; 
y punto final.

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