—¿Qué quieres de mí?
—Que seas tú mismo. Mira, hijo, la culpabilidad es un pesado saco de piedras. Tienes que librarte de él cuanto antes. Sé cómo te sientes, yo también he pasado por eso antes. ¿Por qué tienes que cargar con ese peso? ¿Por Dios? Está bien, te daré información de primera mano acerca de Dios. A Dios le gusta observar, es un bromista, piénsalo: dota al hombre de instintos, os da esta extraordinaria virtud, ¿y qué hace luego? Los utiliza para pasárselo en grande, para reírse de vosotros al ver cómo quebrantáis las reglas. Él dispone las reglas y el tablero, y es un auténtico tramposo: mira, pero no toques; toca, pero no pruebes; prueba, pero no saborees. Y mientras os lleva como marionetas de un lado a otro, ¿qué hace él? ¡Se descojona! ¡Se parte el culo de risa! Es un payaso, es un sádico, ¡es el peor casero del mundo! ¿Y adoráis a eso? ¡¡NUNCA!!...
Mejor reinar en el infierno que servir en los cielos ¿no? Y ¿por qué no...? Yo tengo los pies sobre el mundo desde que comenzó este puto juego... He alimentado todas las sensaciones que el hombre ha querido experimentar, siempre me he ocupado de lo que quería y nunca le he juzgado, ¿por qué? ¡Porque nunca le he rechazado, a pesar de todas sus imperfecciones! ¡Soy un devoto del hombre! ¡Soy un humanista, puede que el último humanista...! ¿Quién en su sano juicio podría atreverse a negar que el siglo XX ha sido mío por completo? ¡Todo mío, mío...!
Mejor reinar en el infierno que servir en los cielos ¿no? Y ¿por qué no...? Yo tengo los pies sobre el mundo desde que comenzó este puto juego... He alimentado todas las sensaciones que el hombre ha querido experimentar, siempre me he ocupado de lo que quería y nunca le he juzgado, ¿por qué? ¡Porque nunca le he rechazado, a pesar de todas sus imperfecciones! ¡Soy un devoto del hombre! ¡Soy un humanista, puede que el último humanista...! ¿Quién en su sano juicio podría atreverse a negar que el siglo XX ha sido mío por completo? ¡Todo mío, mío...!
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