lunes, 5 de marzo de 2007

CORO DE ANTÍGONA, Sófocles

De todas las maravillas que hay, la más grande es el hombre.

Puede surcar el mar revuelto y llegar a la opuesta orilla empujado por las rugientes olas.

Fatiga la madre Tierra indómita incansable con el ir y venir de su arado y sus mulas, sacándole cosecha abundante año tras año en esfuerzo sin fin.

Con sus trampas encierra un gentío de pájaros irreflexivos, de animales salvajes y de peces en sus tejidas redes.

Con su ingenio somete a la montaraz alimaña, pone el freno al caballo de abundosa crin y unce
 al toro bravío.

Por sí mismo raudo como el viento aprendió el pensamiento, la palabra y las leyes de la vida social, y aprendió a huir, bajo los flechazos del frío y de la lluvia, de la inhóspita intemperie.

Contra todo halla recursos y remedios y ningún futuro incierto lo supera.

De solo un ser no escapa: de la muerte.


Traducción literal:

Numerosas son las maravillas del mundo;
pero, de todas, la más sorprendente es el hombre.
Él es quien cruza los mares espumosos
agitados por el impetuoso Noto,
desafiando las alborotadas olas
que en torno de él se encrespan y braman.
La más poderosa de todas las diosas,
la imperecedera, inagotable Tierra,
él la cansa año tras año, con el ir y venir de la reja de los arados,
volteándola con ayuda de yuntas de caballos.
El hombre industrioso envuelve en las mallas de sus tendidas
redes y captura a la alígera especie de las aves,
así como a la raza temible de las fieras y a los seres que habitan el océano.
Él, con sus artes se adueña de los animales salvajes y montaraces;
y al caballo de espesas crines lo domina con el freno,
y somete bajo el yugo, que por ambas partes le sujeta,
al indómito toro bravío. Y él se adiestró en el arte de la palabra
y en el pensamiento, sutil como el viento,
que dio vida a las costumbres urbanas que rigen las ciudades,
y aprendió a resguardarse de la intemperie,
de las penosas heladas y de las torrenciales lluvias.
Y porque es fecundo en recursos, no le faltan
en cualquier instante para evitar que en el porvenir le sorprenda
el azar; sólo del Hades no ha encontrado medio de huir,
a pesar de haber acertado a luchar contra las más rebeldes enfermedades,
cuya curación ha encontrado.
Y dotado de la industriosa habilidad del arte,
más allá de lo que podía esperarse,
se labra un camino unas veces hacia el mal y otras hacia el bien,
confundiendo las leyes del mundo
y la justicia que prometió a los dioses observar.
Es indigno de vivir en una ciudad
el que, estando al frente de la comunidad,
por osadía se habitúa al mal.
Que el hombre que así obra no sea nunca
ni mi huésped en el hogar, ni menos amigo mío.

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