lunes, 5 de marzo de 2007

POEMAS MENORES, Luis de Góngora

Hermana Marica,
Mañana, que es fiesta,
No irás tú a la amiga
Ni yo iré a la escuela.

Pondraste el corpiño
Y la saya buena,
Cabezón labrado,
Toca y albanega;

Y a mí me podrán
Mi camisa nueva,
Sayo de palmilla,
Media de estameña;

Y si hace bueno
Trairé la montera
Que me dio la Pascua
Mi señora abuela,

Y el estadal rojo
Con lo que le cuelga,
Que trajo el vecino
Cuando fue a la feria.

Iremos a misa,
Veremos la iglesia,
Darános un cuarto
Mi tía la ollera.

Compraremos dél
(Que nadie lo sepa)
Chochos y garbanzos
Para la merienda;

Y en la tardecica,
En nuestra plazuela,
Jugaré yo al toro
Y tú a las muñecas

Con las dos hermanas,
Juana y Madalena,
Y las dos primillas,
Marica y la tuerta;

Y si quiere madre
Dar las castañetas,
Podrás tanto dello
Bailar en la puerta;

Y al son del adufe
Cantará Andrehuela:
No me aprovecharon,
madre, las hierbas.

Y yo de papel
Haré una librea
Teñida con moras
Porque bien parezca,

Y una caperuza
Con muchas almenas;
Pondré por penacho
Las dos plumas negras

Del rabo del gallo,
Que acullá en la huerta
Anaranjeamos
Las Carnestolendas;

Y en la caña larga
Pondré una bandera
Con dos borlas blancas
En sus tranzaderas;

Y en mi caballito
Pondré una cabeza
De guadamecí,
Dos hilos por riendas;

Y entraré en la calle
Haciendo corvetas,
Yo y otros del barrio,
Que son más de treinta;

Jugaremos cañas
Junto a la plazuela,
Porque Barbolilla
Salga acá y nos vea;

Bárbola, la hija
De la panadera,
La que suele darme
Tortas con manteca,

Porque algunas veces
Hacemos yo y ella
Las bellaquerías
Detrás de la puerta.



La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:
Dejadme llorar
Orillas del mar
.

Pues me distes, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivastes
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,
Dejadme llorar
Orillas del mar.


En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,
Dejadme llorar
Orillas del mar.

No me pongáis freno
Ni queráis culpar,
Que lo uno es justo,
Lo otro por demás.
Si me queréis bien,
No me hagáis mal;
Harto peor fuera
Morir y callar,
Dejadme llorar
Orillas del mar.

Dulce madre mía,
¿Quién no llorará,
Aunque tenga el pecho
Como un pedernal,
Y no dará voces
Viendo marchitar
Los más verdes años
De mi mocedad?
Dejadme llorar
Orillas del mar.

Váyanse las noches,
Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Ándeme yo caliente
Y ríase la gente.


Traten otros del gobierno
Del mundo y sus monarquías,
Mientras gobiernan mis días
Mantequillas y pan tierno,
Y las mañanas de invierno
Naranjada y aguardiente,
Y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla
El príncipe mil cuidados,
Cómo píldoras dorados;
Que yo en mi pobre mesilla
Quiero más una morcilla
Que en el asador reviente,
Y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas
De blanca nieve el enero,
Tenga yo lleno el brasero
De bellotas y castañas,
Y quien las dulces patrañas
Del Rey que rabió me cuente,
Y ríase la gente.
Busque muy en hora buena
El mercader nuevos soles;
Yo conchas y caracoles
Entre la menuda arena,
Escuchando a Filomena
Sobre el chopo de la fuente,
Y ríase la gente.

Pase a media noche el mar,
Y arda en amorosa llama
Leandro por ver a su Dama;
Que yo más quiero pasar
Del golfo de mi lagar
La blanca o roja corriente,
Y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel,
Que de Píramo y su amada
Hace tálamo una espada,
Do se junten ella y él,
Sea mi Tisbe un pastel,
Y la espada sea mi diente,
Y ríase la gente


¡Oh claro honor del líquido elemento,
Dulce arroyuelo de corriente plata,
Cuya agua entre la yerba se dilata
Con regalado son, con paso lento!,

Pues la por quien helar y arder me siento
(Mientras en ti se mira), Amor retrata
De su rostro la nieve y la escarlata
En tu tranquilo y blando movimiento,

Vete como te vas; no dejes floja
La undosa rienda al cristalino freno
Con que gobiernas tu veloz corriente;

Que no es bien que confusamente acoja
Tanta belleza en su profundo seno
El gran Señor del húmido tridente.


Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello.
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.



DEL MARQUÉS DE SANTA CRUZ

No en bronces, que caducan, mortal mano,
Oh católico Sol de los Bazanes
(Que ya entre gloriosos capitanes
Eres deidad armada, Marte humano),

Esculpirá tus hechos, sino en vano,
Cuando descubrir quiera tus afanes
Y los bien reportados tafetanes
Del turco, del inglés, del lusitano.

El un mar de tus velas coronado,
De tus remos el otro encanecido,
Tablas serán de cosas tan extrañas.

De la inmortalidad el no cansado
Pincel las logre, y sean tus hazañas
Alma del tiempo, espada del olvido.

Dineros son calidad
¡Verdad!
Más ama quien más suspira
¡Mentira!


Cruzados hacen cruzados,
Escudos pintan escudos,
Y tahúres muy desnudos
Con dados ganan condados;
Ducados dejan ducados,
Y coronas majestad,
¡Verdad!

Pensar que uno sólo es dueño
De puerta de muchas llaves,
Y afirmar que penas graves
Las paga un mirar risueño,
Y entender que no son sueño
Las promesas de Marfira,
¡Mentira!

Todo se vende este día,
Todo el dinero lo iguala;
La corte vende su gala,
La guerra su valentía;
Hasta la sabiduría
Vende la Universidad,
¡Verdad!

En Valencia muy preñada
Y muy doncella en Madrid,
Cebolla en Valladolid
Y en Toledo mermelada,
Puerta de Elvira en Granada
Y en Sevilla doña Elvira,
¡Mentira!

No hay persona que hablar deje
Al necesitado en plaza;
Todo el mundo le es mordaza,
Aunque él por señas se queje;
Que tiene cara de hereje
Y aun fe la necesidad,
¡Verdad!

Siendo como un algodón,
Nos jura que es como un hueso,
Y quiere probarnos eso
Con que es su cuello almidón,
Goma su copete, y son
Sus bigotes alquitira
¡Mentira!

Cualquiera que pleitos trata,
Aunque sean sin razón,
Deje el río Marañón,
Y entre el río de la Plata;
Que hallará corriente grata
Y puerto de claridad
¡Verdad!

Siembra en una artesa berros
La madre, y sus hijas todas
Son perras de muchas bodas
Y bodas de muchos perros;
Y sus yernos rompen hierros
En la toma de Algecira,
¡Mentira!


En los pinares de Júcar
Vi bailar unas serranas,
Al son del agua en las piedras
Y al son del viento en las ramas.
No es blanco coro de ninfas
De las que aposentan el agua
O las que venera el bosque,
Seguidoras de Dïana:
Serranas eran de Cuenca,
Honor de aquella montaña,
Cuyo pie besan dos ríos
Por besar de ellas las plantas.
Alegres corros tejían,
Dándose las manos blancas
De amistad, quizá temiendo
No la truequen las mudanzas.
¡Qué bien bailan las serranas!
¡Qué bien bailan!


El cabello en crespos nudos
Luz da al Sol, oro a la Arabia,
Cuál de flores impedido,
Cuál de cordones de plata.
Del color visten del cielo,
Si no son de la esperanza,
Palmillas que menosprecian
Al zafiro y la esmeralda.
El pie (cuando lo permite
La brújula de la falda)
Lazos calza, y mirar deja
Pedazos de nieve y nácar.
Ellas, cuyo movimiento
Honestamente levanta
El cristal de la columna
Sobre la pequeña basa.
¡Qué bien bailan las serranas!
¡Qué bien bailan!


Una entre los blancos dedos
Hiriendo negras pizarras,
Instrumento de marfil
Que las musas le invidiaran,
Las aves enmudeció,
Y enfrenó el curso del agua;
No se movieron las hojas,
Por no impedir lo que canta:

Serranas de Cuenca
Iban al pinar,
Unas por piñones,
Otras por bailar.


Bailando y partiendo
Las serranas bellas,
Un piñón con otro,
Si ya no es con perlas,
De Amor las saetas
Huelgan de trocar,
Unas por piñones,
Otras por bailar.


Entre rama y rama,
Cuando el ciego dios
Pide al Sol los ojos
Por verlas mejor,
Los ojos del Sol
Las veréis pisar.
Unas por piñones,
Otras por bailar.

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