lunes, 5 de marzo de 2007

SONETOS, Juan de Arguijo

A JULIO CÉSAR

Del gran Pompeyo el enemigo fuerte
llega en oscura noche al pobre techo,
do Amiclas con seguro y libre pecho
ni teme daño ni recela muerte.

Ya que llamar segunda vez advierte,
rogado deja el mal compuesto lecho,
y en frágil barca el peligroso estrecho
rompe, presagio de siniestra suerte.

Brama furioso el mar sintiendo el peso
que sostiene, y al tímido piloto
César anima, y dice: «Rema amigo,

»Rema; no temas infeliz suceso
por más que te contrasten Euro y Noto;
la fortuna de César va contigo».


A JULIO CÉSAR MIRANDO LA CABEZA DE POMPEYO

Prepara ufano a César victorioso
el tirano de Menfis inclemente
la temida cabeza que al Oriente
tuvo al son de sus armas temeroso.

No pudo dar el corazón piadoso
enjutos ojos ni serena frente
al don funesto; mas gimió impaciente
de tal crueldad, y repitió lloroso;

«Tú, gran Pompeyo, en la fatal caída
serás ejemplo de la humana gloria
y cierto aviso de su fin incierto.

»¡Cuánto se debe a tu virtud crecida!
¡Cuán costosa en tu muerte es mi victoria!
Vivo te aborrecí, y te lloro muerto».

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